Al Dr. Joaquín Torres Feliciano
Los leales me vieron en oprobio.
Me buscaron a riesgo de sus vidas.
Combatieron por mí. La vida es lucha
y exhortos de combate.
Dieron claro el mensaje:
te necesitamos; participa. Sé uno
de los nuestros. No estás solo.
Su primera misión es que uno entienda.
Pausadamente te entregan compañía.
Seré leal porque entendí cómo avanzaron
y cómo era mía también su labor tesonera;
peleaban contra el oprobio,
la dominación indeseada,
la resignación que a todos empobrece.
La alienación. Los leales son libres
y son agradecidos y son educadores.
La lealtad, virtud moral, hoy me permite
la alegría. Pienso que los fieles son
como espadas y se blanden como guajanas
en trechos de caminos y aventura.
Su causa es muy hermosa: ¡liberar
para el reino del propósito, quitar la angustia!
Entonces, el tiempo es abundante y les digo:
Gracias... los tontos no son leales.
Los crueles no son quienes me buscan.
No son fieles. Gracias, ustedes sí.
Me recuerdan, animan y comparten.
La lealtad, si es verdadera
y tan justa e imperecedera en su causa,
es más fuerte que el olvido;
es más que una palabra.
13-12-1998 / El hombre extendido
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