Uno tiene un corazón que presentar
para su afrenta, para la ira de aquel que no nos ama.
Asechanzas vendrán como un súbito golpe
por enojo, contigencia de lo desesperado.
Y la vida del corazón es
muchas veces vulnerable, accidentada.
La desprecian y no siempre hay
un vaso a la mano por las consolaciones.
Uno tiene un corazón que presentar
como vasija despreciada, puerta cerrada
tras la cual hay el cadáver de sí mismo,
el hedor de la desesperanza. El dueño
que ya no tiene control ni de su sombra.
Espanto, lobreguez, abandono. Uno tiene una cárcel profunda
cuando la nube es espesa, oscura
y no hay luz de lámpara que alumbre
ni ruido de molino ni trabajo consolante.
Aún días de Sol son eclipses
y penumbras hostiles de la noche.
El corazón no siempre se acredita,
pero clamora y el dolor camina como gato,
runrunea, nos clava la mirada, se detiene
y no huye: presenta su pausada estampa
y la maúlla y, en la soledad, emite un lloro
que parece de niño en hambre de presencia.
¡Felina sombra, dolorosa, que clava sus uñas
en la carne viva del hombre que soy!
Alguien me mira sospechosamente.
Ha de ser mi corazón en su indiscreto paso.
5-13-2007 / Sequoyah 2 / Canto al hermetismo / Teth
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