Cada semana estaremos incluyendo sucintas biografías de las vidas y logros de personalidades distinguidas de Nuestra América, especialmente de México y de ancestro hispánico. Nuestras Estampas giran en torno a músicos, artistas en general, literatos, educadores, funcionarios públicos, empresarios privados y líderes latinos, mexicanos y mexicoamericanos, que llenarían de orgullo y memorias gratas a cualquier nación.
José Alfredo Jiménez (1926-1973)
¿Quién no ha escuchado, con emoción, temas musicales como "El Corrido de Guanajuato", "Ella", "Yo", "Tú y las nubes", "Llegó borracho el borracho", "Cuatro caminos", "La que se fue" y "Guitarras de media noche"? Quien los creara está considerado y avalado como un genial compositor, con más de mil canciones, cuya vida ejemplifica la perseverancia y el valor de levantarse, una y otra vez, cuando se ha caído. Muchos mexicanos pueden indentificarse fácilmente con un hombre como él que tuvo su historia de sueños y problemas comunes, a los que como paisanos han inmigrado a los Estados Unidos.
El cantautor José Alfredo Jiménez Sandoval tenía 10 años al morir su padre. Terminó la primaria en el colegio Franco Inglés y no siendo mal estudiante tenía otras inquietudes fuera del aula. Se iba de pinta con su amigo Jorge Gabilondo Patiño, hijo del célebre «Cri Crí», con quien se unía a un grupo de maletillas que soñaban con ser toreros. El resto de la niñez y la adolescencia las compartió entre la guitarra y el fútbol. El futuro compositor se asoció a las filas del equipo capitalino Oviedo y después en el Marte, donde disputó sin éxito la posición de portero a un tal Antonio Carbajal, más conocido por "la Tota", quien luego participaría en 5 campeonatos del mundo con la escuadra nacional.
El padre de José Alfredo era boticario, químico bacteriólogo y tuvo la única farmacia de Dolores, Hidalgo, Guanajuato. Su madre quedó viuda en 1936. En busca de mejor suerte, se trasladó con todo y sus hijos (8 en total, por el primer matrimonio de Agustín Jiménez, su esposo) a la ciudad de México, donde puso casa y una pequeña tienda en la calle de Ciprés, ubicada en un barrio de clase media pobretona. La tienda también se fue a la quiebra, como la antigua farmacia en Hidalgo.
Ciertamente, José Alfredo nació pobre y vio su familia en desbandada. Sus hermanas se casan y uno de sus hermanos muere. A éste compuso una de sus primeras exitosas canciones: Corrido de Guanajuato, que dice: «No pases por Salamanca, que ahí me hiere el recuerdo». Desde la edad de 8 años, radicó en México, D. F.
Fracasado su objetivo de ser futbolista, José Alfredo venderá zapatos. Trabajará como mesero en una lonchería llamada «La Sirena». Por estos lares de San Cosme, se hará amigo de Jorge Ponce, hijo del dueño de la lonchera, así como de los hermanos Enrique y Valentín Ferrusca, integrantes de un trío poco afortunado, «Los rebeldes», con quienes empezó a cantar en restaurantes y bares de mala muerte.
Para el año de 1947, siendo ya un compositor en ciernes, los cantantes famosos se presentaban en la radiodifusora XEW. José Alfredo iba diariamente hasta esa estación en busca de Jorge Negrete, Pedro Infante, Pedro Vargas, Miguel Aceves Mejía y otras celebridades del momento. Se había propuesto interesarlos en sus canciones, que para entonces, ya sumaban decenas. Sólo en 1950, Andrés Huesca y sus Costeños, aceptaron interpretar uno de sus temas: "Yo".
De su música se ha dicho: «Son principalmente rancheras, huapangos y corridos, todas ellas reconocidos por su calidad y su sencillez armónica, melódica y lírica». Esto es sorprendente, si consideramos, que «No tuvo educación musical y, de acuerdo al cantante Miguel Aceves Mejía, José Alfredo Jiménez no sabía tocar ningún instrumento y ni siquiera conocía los términos "Vals" o "Tonalidad". La mayoría de sus canciones interpretadas por el Mariachi Vargas de Tecalitlán, tienen los arreglos de Rubén Fuentes, a quien se dice que José Alfredo simplemente le silbaba la melodía».
«Con la irrupción de Jiménez el género se renovó; al principio escandalizaron su glorificación del alcoholismo y de un machismo propio de película mexicana tradicional, pero con el tiempo estos defectos se decantaron y quedó esa música y esas letras que reflejan ansias y deseos recónditos del pueblo mexicano. Con Jiménez, la canción ranchera, alcoholizada y machista llegó a su fin, por falta de sucesores autorales», dice uno de sus biógrafos, Eduardo Estrada.
Y Carlos Monsiváis, quien escribió intensamente sobre y prologó su cancionero, dijo: «Jiménez ingresó a la historia musical de México en unos años en que la canción ranchera, tipificada por las composiciones de Pepe Guízar y Esperón y Cortázar empezaban a volverse clásicas: música de museo, tan bella y meritoria como se quiera, pero carente ya de la novedad que reclama el gran público. Las rancheras que ahora populariza Juan Gabriel son de género distinto, quizá el mas apropiado para sacar a flote las inquietudes del mexicano moderno».
Una de sus musas fue Paloma Gálvez, cuñada del dueño de un pequeño estudio de grabación en el que Los Rebeldes iban a hacer pruebas. Esa mujer era una a la que casi logró conquistar, era "Ella". El fracaso con "Ella" fue narrado una y otra vez como una desventurada historia pero que, a la postre, culminaría en boda, en junio de 1952, con Miguel Aceves Mejía como testigo. La pareja tuvo dos hijos.
José Alfredo se impuso en el gusto popular, con canciones que fueron grabadas por Pedro Infante, Jorge Negrete, Lola Beltrán, Miguel Aceves Mejía, Pedro Vargas,y otras luminarias. El mismo compositor obtuvo rotundos triunfos con sus propias interpretaciones, trabajó en varias películas y grabó más de 20 discos de larga duración. En su libro Amor perdido, el escritor Carlos Monsivais señala que José Alfredo fue el arquetipo de una conducta que en el cine exaltó e hizo concebible al galán charro, siempre enamorado y mal correspondido. La verdad fue muy distinta, pues las regalías de sus canciones las reciben 4 mujeres que tuvieron hijos con él.
Desde luego, las críticas al contenido de sus composiciones fueron constantes. En especial una de las letras mereció la acusación de que incitaba al alcoholismo: «Llegó borracho el borracho / pidiendo cinco tequilas / y le dijo el cantinero/ se acabaron las bebidas / si quieres seguir tomando / vámonos a otra cantina... Se fue borracho el borracho / del brazo del cantinero / y le dijo qué te tomas, a ver quien se cae primero. Aquel que doble las corvas, le va a costar su dinero...»
En 1955 reapareció en su vida la maestra normalista de quien estuvo enamorado en su juventud, pero esta vez fue él quien la rechazó, pero aprovechando el conato de romance, compuso "Tú y las nubes":
Yo pa´arriba volteo muy poco,
tú pa´abajo no sabes mirar.
En 1968, la bebida le ocasionó una muy seria cirrosis hepática. Por rigurosa prescripción médica, durante dos años llevó una vida ordenada, que le permitió recuperar la salud y, de paso, como consecuencia, tomar un segundo aire: Cantaba mejor y tuvo varios éxitos sonados.
Su último idilio fue con Alicia Juárez, una cantante del género ranchero de sólo 16 años. Sus canciones adquirieron un tono retador como "El Rey": Yo se bien que estoy afuera/ `pero el día en que yo me muera, sé que tendrás que llorar... Desde entonces no dejó de beber. Fue a dar a un hospital de la ciudad de México, donde murió el 23 de noviembre de 1973.
Un busto de José Alfredo Jiménez, considerado el mejor compositor de música ranchera de todos los tiempos, acompaña a los de Chava Flores (Salvador Flores Rivera), Gonzalo Curiel, Felipe Bermejo y José Antonio Zorrilla Martínez en el pequeño jardín de los compositores mexicanos de la colonia Hipódromo-Condesa del Distrito Federal.
No comments:
Post a Comment