Wednesday, January 16, 2008

Desde la cárcel profunda



Fueron halladas tus palabras y yo las comí: Jeremías 15:16
¿Qué me díste de comer? ... si acaso
estas palabras, ecos para mi cárcel profunda,
crepitares del fuego que dentro me consume.
¿Qué me diste si apenas soy el instrumento
de una voz, el desglosamiento insuficiente
de mi angustia, el asomo tímido de mi luz,
luna menguada, sol eclipsado
que paríste desde un Valle de Matanza?

Aliméntame otra vez.
Oye la voz del muchacho, oculto entre las lajas
de una cueva, haz que Agar me levante
porque es agreste el desierto, amargas son las aguas.
En la noche, el chacal se asoma y mi madre
es tierra temblorosa y la oscuridad se tienta,
seducida de amenaza y, en la mañana,
el hambre es sed para que tu luz la complete
o la deshagas con la muerte.

Sería tan deseable que se muriera en el bocado
de un relámpago diurno de tu pan,
con un sabor más dulce de existencia
y un horizonte allende a las rejas carcelarias,
al menos, presentido; al menos, consolante.

15-12-2007 / De El hombre extendido / Norteamérica y la anonimia / Los pordioseros / Padeia / Educación / Dános un gránulo de sol

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