Monday, November 24, 2014

CAPITULO 3 / TIPOS PUEBLERINOS


3. LA HUMILDAD DEL ALMA POPULAR


            Retomaré  algunas ideas de Johann Gottfried von Herder sobre 'espíritu del pueblo', progreso y bienestar de la humanidad, la conquista de la auténtica felicidad y la relación con el arte y el folclor, para explicar la paradoja de la padeia: el humilde es más feliz que el maestro, supera su imagen desvalorizada por otros, asume su propia humildad y desecha la auto percepción distorsionada; en tanto que el altivo será humillado, como quien muerde el polvo. Miguel de Cervantes sentenció en Diálogo de los Perros que «la humildad es la base y fundamento de todas virtudes, y que sin ella no hay alguna que lo sea». Así es la modestia y la discreción, en cuanto mejora las demás virtudes y enriquece la personalidad.
            A largos rasgos, haré un perfil de una estética herderiana que es sensible a la condición histórica de cada país y, sobre todo, a aquellos con múltiples migraciones en tránsito que se forjan, por ello, en naciones cosmopolitas, pluriculturales y multilingües. Esto es importante cuando se estudian los hechos del folclor y tipos populares que a menudo tienden a ser el grupo más devaluado injustamente y humillado por parte de otros que tienen el poder de conseguirlo, pero carecen de virtud y de humildad. A resultas de esto, se exhibe como comportamiento la noción de creernos superiores a los demás. «Los que son humildes no se sobreestiman ni maltratan a los menos favorecidos desde el punto de vista social, económico o de educación». [1]
            Una de las razones por las que Von Herder se interesó en el cancionero hebreo y de otras lenguas, como el persa y el árabe, es el convencimiento de que a medida que se trata adecuadamente con la gente más humilde, a veces, inmigrantes sin estatus privilegiado o de autoridad, sin derechos de propiedad, si es aprendida su lengua, habrá menos hostilidad y será menos la urgencia de humillar y competir unos sectores  con otros.
            Personalmente, él fue uno de los primeros pensadores alemanas que se interesó en el carácter nacional de la literatura española y realizó una versión del Cantar de mío Cid. Propuso la idea de inspiración del genio, enraizado en su época y su entorno cultural, antes que acudir a pautas y modelos de la Ilustración.
            Las virtudes son universales. Hay que aprender a verlas, a co-participarlas. A no imponer, con el prurito del evangelizador cristiano, su idea sobre otros pueblos, reprimiendo y oscureciendo con denegación el espíritu propio, el espíritu del pueblo (Volksgeist). La idiosincracia es diferente para cada nación, así como las fuerzas creativas que habitan inconscientes en cada pueblo y se manifiestan en creaciones propias, no únicamente en la lengua, creencias, folclor, sino en su cultura material, utensilios y artesanías,
            La poesía y la música sirven a tal tarea, advierte Herder. Admite una unidad profunda de la humanidad, manifiestada en la diversidad. No obstante, la poesía tiene una misión didáctica y, además, política, en beneficio y aras de la convivencia, esto es, a la vez que es sicológica, lo es política. En armonía con este discurrir, en la historia es necesario el Einfühlung, que es 'sentir dentro del otro', o ser-con-otros, en la empatía, y dentro de ella hay dos tipos, por ejemplo: «para entender la poesía escandinava antigua, es necesario haber cruzado el Mar del Norte y sufrir una tormenta, como él ha sufrido. Para conocer los textos de la Biblia, hay que vivir como pastores nómadas, no sirve exclusivamente  la razón».
            Como las características culturales y demográficas que inciden en un país, no están exentas de cambios y mestizaje (inclusive con los elementos europeos) hay que dar atención a lo no-nativo o foráneo. Estudiar otros idiomas y estilos, Von Herder descarta así la teoría del origen divino de las lenguas. Alega que no se puede pensar sin lenguaje, pero para Herder una lengua no es algo artificial en el hombre, sino que es una creación espontánea y popular.
            El lenguaje tampoco es solo un instrumento. Es un contexto inseparable de si que, si bien sirve sólo para transmitir ideas, también es algo más vivo y esencial: conduce a sentimientos y razón. «La razón está unida al lenguaje, no se puede pensar sin lenguaje». [2] 
            Von Herder propone la existencia de valores que más que románticos, o contemporáneos, son los universales, esto es, «paz, tolerancia, amor a la patria, democracia, atención a la diversidad, medio ambiente y desarrollo sostenible, familia y otros», que son los valores «asumidos por el sistema educativo a nivel de fines y perfiles»,
            Un campesino con intuición y genio puede ser más útil que un altanero, que aclama que le sobreabunda la razón intelectual. Es  cierto que un docente debe contar con un adecuado «saber epistemológico, disciplinario, científico y  didáctico de cada materia a su cargo», condición que es llamada «la formación de formadores» y cierto que, para futuros docentes, es imprescindible la revisión profunda de las características y prácticas en que se aplica; cierto es que «el formador de formadores es el referente directo del futuro docente». [3]
            El mejor formador / instructor de la verdad / la esencia auténtica / es un hombre democrático, representativo de su nación, heroico porque se opone a toda invasión política-cultural que venga como destructora de su cultura y «esto es lo más sagrado que hay» (comprender que «cada nación tiene el centro de su felicidad dentro de sí misma». [4]

            DEL  JIBARO, SU MUSICA Y TROVA:  Convendría en esta sección destacar lo que en la presentación de El Proyecto iniciamos / en Capítulo Uno.  Comencemos con evaluador que inició este tipo de indagaciones,  el Dr. Manuel Alonso el El Gíbaro.
            La primera vez que se menciona el vocablo jíbaro es con las Coplas del Jíbaro (1814) del arecibeño Miguel Cabrera; pero el primer libro que define el espíritu de provincialismo de los puertorriqueños (y con provincialismo aludiéndose y significándose esa atadura de tierra, lenguaje y alma, que hasta entonces el boricua-criollo había sustentado sin que ninguno, excepto él mismo, hubiera reparado en su deseabilidad y ejemplaridad), se tituló El Gíbaro (1849).
            La jibaridad es un concepto generoso, aún siendo una de las propuestas.... de un irse-resolviendo-avanzado. Un tipo del folclor no tiene que ser permanente porque todo cambia / ¡hasta el Jíbaro! Los campesinos existirán como administradores y obreraje para la agricultura o la industria de la alimentación per la mentalidad con la que cumplen labores pueden ser muy distintas al sujeto de nuestro folclor.
            Mas entendamos algo de lo que describe el Dr. Manuel Alonso y lo que comenta sobre el Tipo Común y Corriente y el que ha de ser el puertorriqueño que abunda en la ecología moral de la isla. Reparo en las siguientes líneas de su descripción cuando un jibaro puro:

            ... la bondad del alma, la sencillez de las costumbres, la dulzura del carácter
            y la hospitalidad de sus moradores... (...) vivo de genio...


            Añadió, en su retrato como una relativa virtud: la sensibilidad para la añoranza. Este ser, tan presto a la nostalgia cuando está ausente de los seres queridos, o tan evocador de los pequeños detalles, por su sentimentalidad, es el Dasein (hombre / mujer) que abunda en el país. Son sus paisanos que aprecia y respeta, pese a que también tiene defectos.

... ¿Quién es el que no desea volver a ver a sus padres, sus amigos y allegados,
los compañeros de sus juegos infantiles, la casa y los muebles cuyas señas
recuerda uno tan bien cuando está ausente? ¿Quién es el que no suspira por oí
aquella campana que le llenaba de tristeza a la hora de ir a la escuela y, de
placer, la víspera de un día festivo?»


            Gente de esta catadura es el Compadre Pepe, uno de los tipos más nobles que él describe en sus estampas. El Compadre Pepe fue acaso el prócer José Julián Acosta, alguien que como Alonso previó los peligros de la escribiduría y la frivolidad novelera. Ambos tendrían por lema:

                        Lo que no pienso no digo
                        ni escribo lo que no siento.


            Por desgracia y en adición, hay el Tipo Negativo de Don Nadie, el que vale llamarse el regresivo Hombre Común y Corriente. Este incomoda al grueso de los paisanos. Suele ser un mal emisor de juicios y, sobre todo, malagradecido. En el romance satírico, titulado Al Sr. José Julián Acosta, publicado en 1879, en el Almanaque Aguinaldo, están descritos los tipos que a Alonso cayeron en poca gracia durante su vida. Comenzó con la presentación de los Viejos Verdes o Enamoradizos:
            ¿De amores? Un vejestorio con abdomen reverendo y canas,      ¡salir ahora con piropos y requiebros a las chicas!
            Los copleros son tipos que el Dr. Alonso colocó entre los negativos, pobres diablos, aburridos entre las cáfilas de los Hombre del Montón. Mentirosos, mal consolados, a los copleros falta genio. Escribirían por vanidad y por presumir que son alfabetos y letrados en una sociedad de privilegios y de rezago para las mayorías. Estos copleros a los que burlara constituyeron una exigua parte de la pequeña burguesía presuntuosa, intelectualoide y conservadora, que se daría aires de culturalismo. Una crítica a los poetastros maniáticos, cuya octavas, quintillas, albergan versos sin sustancia, es la siguiente:

            Y maldigo a los copleros
               que ni a las obras de Dios
               tienen el menor respeto.
               ¡Que manía de escribir!
               ¡Qué flujo de versos impresos!
                                       ***

               Aquí para todo hay Vates;
               pero ¡que vates! Yo pienso
               que los produce a millones
               el más árido barbecho.
               Suden y giman las prensas
               que ésta es la patria del Genio.


·        Tomadas del libro EL GIBARO


            Sucesivamente, a lo largo del romance, el Dr. Alonso criticará a los tipos retrógrados del Espiritista, el Chismoso, el Espíritu Público, a los Bailadores, Envidiosos, Cobardes, Avaros  y el espíritu de Venganza y Explotación. El tipo común y corriente es uno que ya no cree en sí mismo y que necesita adoptar al Uno, al Don Nadie; al hacerlo, él miente siempre. Nada pareció al autor de El Gíbaro más adecuado para desenmascarar al supersticioso y el espíritu imitativo del Don Nadie que  a los espíritus socarreros. Este trozo del romance fue su descripción de la falsa procuración de la esencia epocal. Cada espíritu descrito corresponde a un modo de ser inauténtico y su falso poder posibilitador:


            Espíritus oigo y miro,
               los palpo y los paladeo.
               Hay espíritus muy turbios.
               Hay espíritus zopencos,
               los hay formales y locos
               y los hay malos y buenos
               que a los hombres se parecen.


            El Tipo Común y Corriente se fía de las costumbres, las fiestas y las diversiones, y aún amparado y protegido por ellas, no sabe gozar. Alonso dedicaría a los bailadores algunos versos al explicar la ya previsible decadencia de la danza. Bailar se puede volver una obsesión venenosa, un escapismo:

               Baila el blanco, el amarillo,
               el de piel roja y el negro.
               En todo el género humano
               más del noventa por ciento.
               De los pocos que no bailan,
               rebajando al pendenciero,
               el asesino, el ladrón,
               el que peca contra el sexto,
               el iracundo, el taimado,
               el tragón, el embustero,
               el mal hijo y mucho más,
               a fe que de largo peco,
               sí aseguro: que muy pocos
               logran entrar en el cielo.


               *

            Nietzsche fue muy duro con este tipo humano y dijo para ellos: «¡Oh hipócritas y concupiscentes, os falta la inocencia del deseo, y así difamáis ahora el deseo!» Las reflexiones que Nietzsche hizo sobre las campesinas y las jóvenes de pies ligeros pueden ser colocados en el mismo contexto de ironía que Manuel Alonso  utilizara para referirse a la hipocresía de quien condena a madres intachables y virtuosas, como a sus hijas, por bailar.
            Según revela una estampa del Dr. Salvador Arana Soto, escritor juncaleño, la habitualidad del baile en Pepino estuvo asociado a las Fiestas del Acabe, en la época del auge del comercio cafetalero con Espana. Los bailes duraban tres días y cada día una hora de seis chorreo Las mujeres interesadas en el baile venían a caballo desde Lares, Las Marías, Maricao y Camuy a Pepino.
            Al tipo común y corriente le hace falta pasión, quizás porque esta característica no se nutre tan fácilmente de la parte consciente de la persona, el ego y sus raseros. El ego, por lo general, desconfía de la pasión, la entrega al control institucional y a la fuerza que dimana de sus contrato con la sociedad. Por el contrario, el tipo popular toma su pasión, su afirmación de sí mismo como el vehículo para darse continuidad a través de las discontinuidades contínuas del quehacer cotidiano, de la humanidad desafiante.
            Observó Vittorio F. Guidano:
... la construcción de un sentido de sí mismo, es decir, de una manera de sentirse para con el entorno empieza como un mundo estable y familiar... Nos comportamos como si todo lo que nos rodea fuera normal, estable, conocido, familiar... se desarrolla desde un principio: la continuidad como la sensibilidad a lo que es canónico, es decir, a lo que nos es familiar y, por otro lado, también una atención a lo que no es ordinario, hacia lo excepcional... lo realmente novedoso tiene que dosificarse, debe ser gradual... [5]

               La mitología que se crea, lingüísticamente, por el hombre común y corriente es mistificadora, generalizante y, sobre todo, encubridora, sin luz ni esencia epocal. Son como los versos que el Dr. Alonso criticara porque dan «por un romance, un remiendo, / que se resista mi pluma, / que ponga el grito en el cielo. / El buen gusto y la armonía / sufra un ataque de nervios».
            No importa cuál sea la motivación y las habilidades reales de los bailadores o los músicos entre la esfera de los tipos populares; pero quien lo hace mal gana su fama en el pueblo, los mismo que aquellos de destrezas muy particulares. Obviamente, cuando Pantaleón Chiviricui reúne su auditorio placero en la calle su pretensión no es competir con José Gautier Benítez o Gustavo Adolfo Bécquer. Habría que decir los mismo respecto al baile.
            Alonso no significa que no tiene utilidad las actividades asociada a esta pedagogía o experiencia de formación. Por lo general, se aprende quien ya sabe y sin tener maestros en épocas de gran pobreza.  A trovar, tocar instrumentos musicales o bailar ciertos ritmos, se aprende como parte de la tradición familiar y se transmiten las destrezas de padres a hijos. La educadora y folclorista pepiniana Leticia Colón Orona explica en su biografía de Odilio González Arce: El Jibarito de Lares (Editorial Naniqui, 2012) como ha sido el proceso y cuales los géneros musicales que más han preferido los campesinos y aquellos virtuosos humildes que se han convertido en defensores, afirmadores y embajadores de la afirmación nacional. Odilio fue uno.

            LA MUSICA Y TROVADORES: La música es otra actividad donde el talento local ha descollado, en especial, en la ejecución e interpretación con instrumentos típicos, como se revela por nuestros múltiples cuatristas del pasado y del presente, Benito Fred Barreto (n. 1907 en Pueblo Nuevo) y su padre, don Ceferino (q.e.d., todos fallecidos), José Chandí, Pasos Nobles, Tino Potranca, Güelo Medina, la familia Scharrón y Miguel Rodríguez («El Loco»). ¡Muchos de ellos ya fallecidos!
            De Ángel Mislán Huertas, compositor de danzas del siglo pasado, al bolerista contemporáneo Lorenzo Ruíz Anglada, habría otros retoños de más jóvenes compositores. Los músicos han destacado en instrumentos de viento y cuerdas: Juan F. Acosta, en el bombardino, María J. Beníquez, en el piano, Manso Estrella, Juan Daniel y Raúl Hernández, padre, con sus violines, Vicente Saras y Yin Pérez, en la guitarra, entre otros. De Cheo Gorrión, el Trovador, Ramito, el cantante de temas campiranos, a las interpretaciones líricas y románticas de Papo Valle, Margie Castro y Sophy Hernández, hay mucho que admirar en diversidad de géneros.
            Del soluto en el hallarse en que el Dasein / la persona / trae ante si mismo la veta más tierna, menos ideologizada para su lucro y con menos amaño artificioso, destaco al hombre sentimental del campo. Este es el que sabe estar «junto-a» toda onticidad vulgar, encubridora y contingente y, ante la factualidad del ahí,  no se intoxica. Descubre el arte musical y su tradición. De ambas es el más noble de sus intérpretes.  La Fiesta del Acabe sobre la que habla  Arana Soto alterna en confraternización a los maestros con los mayordomos. Configura en tertulia el concierto musical con la ‘academia y ateneo, sin dejar de ser sencilla velada familiar’ [S. Arana Soto, La Casa Grande, en: Anuario de las Tradicionales Fiestas Patronales, 1996, ps. 12-14]
            El ser-ahí de los jibaros pobres no siempre fue tan glamoroso, entre el peonaje, como fue para los Arana y sus bisabuelos.  Un poeta nacional nos recuerda que los estilos de vida cambian y las penurias aprietan al que es obrero y vive en un bohío, a diferencia del que vive en Casa Grande.
            En Alabanza en la Torre de Ciales, Juan Antonio Corretjer describe «el hombre, la mujer y el niño  (que) saldrían de su casa», rumbo al cafetal, con las plantas descalzas y, por  desayuno, sólo «medio coco de negro café».

               Pendían de sus cuellos las canastas.
               Dentro de sus ropas harapientas y livianas
               sus cuerpos gemían el frío de la madrugada.
               El hombre, la mujer y el niño pasaban
               el día en el cafetal. El poético cafetal les daba
               el ardiente escozor de los albayaldes que su piel desgarraba,
               los enjambres de avispas que sus caras hinchaba,
               los sacos de pus de la mazamorra en sus plantas
               y un purgatorio de uncinaria.
               Salían luego del cafetal. Vuelta a la casa.
               La mujer cocinaba.

               [Frag., loc. cit.,  Juan Antonio Corretjer]

            No, en balde, una educadora y ecologista, con la sensibilidad de Leticia Colón, investiga rigurosamente a uno de esos sujetos: vida, canciones de El Jibarito de Lares. Ella tiene un interés en su música, pero también en la ecología humana que revela, esto es,  el ejercicio del genio, la agudeza y la apertura. «Sólo hay mundo donde hay lenguaje» (Heidegger), pero el mejor y más bello de los lenguajes es musical.  La labor que con respecto a esta paideia de formación (de un músico que cuando sale el libro en torno a él tiene 73 años) incluye su estudio de los sesenta éxitos musicales que cantara y que dieran brillo en su voz a los géneros: villancicos, pasillos, seis, aguinaldos, boleros morunos, guarachas jibaras, plena, canción criolla, seis tumbao, pasodobles, valses y son huasteco. [6]
            Para que haya jíbaro / sujeto dispuesto a un proyecto, a darse una autobiografía identitaria, primero hay que palear con barreras, con negación de oportunidades y superarlas, de otro modo hay extravío y extrañamiento. No todo los jibaros, arrimados y peones, disfrutaron de las Fiestas de Acabe tan suntuosas que describe Arana, pero si amaban la música y, en contexto más humilde, en las noches a la luz de los quinqué durante fin de ano, ‘conversación animada y adivinanzas, décimas y poesía, y música’ (Arana, ibid). El verdadero yo se extravía en el yo falso del colonizado o del Don Nadie, el colectivo que ni es ni quiere ser, con autenticidad. De este modo ni existe individuo ni sociedad, así como no existe sociedad sin individuo, ni sujeto sin objeto y a la inversa. En la historia la subjetividad se delimita el marco de la encrucijada.
            Uno de los poetas pepinianos que, con mayor especificidad, ha tratado el tema de los Tipos Pueblerinos es  Ángel Alemán Cardona, quien en un poema de doce estrofas con el titulo Pepino, pueblo con alma y magia, hace un reconocimiento al colectivo. Después de dejar constancia del nicho edénico del paisaje, en el que incluye El Barandillo, el Lago Guatemala, el Salto de Collazo, los cañaverales,  nos señala a los músicos populares (Millin Scharron, ‘Benito, Estrellita, Ceferino y Vicentee Salas, Juanito Acosta y Mislán’). Alemán Cardona  se interna en la vena mas intima y humilde folclor para dar realce a los que realmente han de olvidarse: 

                        Con magia se oía soñar
                              la flauta de Pelo’e rata,
                              Magia tenía Cheo Achiote
                              Y magia Chalo La Mancha.
                              Magia tenia la Titina
                              Y la machina de Guilo Vargas.
                              Magia el Lindy de Don Tito
                              Y los ñames de La Jalda.
                              Magia de los Cuatro Kioskos
                              En cada esquina de la Plaza
                              Magia el bailarín Don Pepe
                              Y los penachos de rama de palma.

            El inventario de Alemán, este día de celebración en Navidad en que escribe, recoge los nombres de familias para el entrañables que dotan a la comunidad como ofrenda de empatía “alma”, “magia” y ”gracia”. Pues, estos mismos tres ingredientes listaría entre los requisitos para designar un tipo pintoresco de la ‘patria chica’. El poeta describir la ‘extraña gracia de Carlos Quemao y Marcial’ y otros que han dado glorioso regocijo al Pueblo del Pepino: i.e., Chinto Ramírez, las ‘cosas jocosas’ de Cheo Plaza, el ‘pito de Cabrero’ y el sonar del de Laurnaga (imagino que se refiere a los llamados de entrada, receso o salida, de sus empresas; otros detalles de ese mundo localista, es la Fonda de Juan Alicea, donde solía almorzar, el abogado Víctor Primo Martínez, la Fonda de Doña Engracia y los pasteles de Galloza. El remate de ese mundo de pequeñas grandes cosas es la ‘bella tradición de Pascua’ con muñequitos pintados.
            LA PLAZA COMO ESPACIO FISICO-ESPIRITUAL: CASINOS Y TERTULIA: El pueblo del Pepino mantuvo su tradición de tertulias y casinos, antes que el casino fue la plaza de frecreo o una esquina caliente, fuera o dentro de un negocio. Antes que el promotor cultural el boticario fue el facilitador.
            Casino no en el sentido del que, bajo la presidencia del ex-Alcalde J. N. Oronoz Font en la década del Cuarenta o del Dr. Pedro M. Coll en 1970, auspiciaría bailes de galas durante los días del Patrón —San Sebastián Mártir— y elegiría reinas para carnavales; casino, en el sentido de foro para escuchar a los oradores y conferencistas más respetados del espectro de las ideologías orgánicas y para intercambiar opiniones en favor o en contra de las ideas at issue.
            En la época pre-autonómica, cuando se fundó el Casino Español, también llamado Centro Español Incondicional. Baldorioty de Castro, Eugenio María de Hostos, Juan Hernández Arvizu, Luis Muñoz Rivera, Luis Rodríguez Cabrero, José de Diego y José C. Barbosa, desfilaron por el podio y sus ideas fueron sujetas a debate. El Casino se abría permanentemente y la clase dominante e intelectual —filósofos orgánicos, al decir de Antonio Gramsci—, contemporizaría allí. El casino fue la institución que permitió que la historia se pensara, se adviniera como proyecto, desde y por sus protagonistas, en el hallarse presente, allí y fuera de allí. Aún descrito como español incondicional, el casino local acogió en calidad de invitados a figuras, otrora consideradas feroces autonomistas y separatistas: e.g., el Dr. Gerónimo Gómez Cuevas y Baldorioty de Castro, ex-diputado a Cortes en 1869. También se plantearon, en la sala del casino, asuntos de justicia para la resolución ad hoc de sus miembros, por ejemplo, que se desconociera por el Gobierno Español el título profesional concedido a Barbosa por una universidad norteamericana, título que lo convirtió en el primer médico graduado en los EE.UU.
            Con el transcurso de los años, esta función del casino pasó a segundo plano y se convirtió en lugar de juegos y bailes. El tema de las partidas sediciosas, por su contenido de violencia y su virtud polarizadora, hizo tabú su mención. Se rehusó el análisis de las causas que las produjo. Se prohibió que, conocidos los hechos de violencia de 1898, se hablara de política o de revoluciones en el casino.
            EL PERSONALISMO Y EL ESPACIO EMPATICO:  El personalismo se alimenta de habladuría (o de escribiduría), con lo cual el habla se hace impropia. Se cree haber obtenido una comprensión acerca de lo percibido, escuchado y verbalizado en toda ocasión y ante todo prójimo. Y se reacciona así no siempre por pretender un engaño consciente. Recordemos: el contacto con la raíz  y/o las referencias acerca del ser que «son primarias y originales hacia el mundo, hacia el Dasein-acompañante, hacia el ser-en (In-Sein) mismo», [7] es lo que decide la salud de las personas y cuan amplio pueda ser un espacio de empatía, ajeno a personalismo, la ofensa velada o expresa, a una persona determinada.
            El estereotipo juega aquí un importante papal. No puede centrarse en las apariencias estereotípicas, ni centrarse un rasgo particular de fisonomía o atributos físicos o tachas morales, como tristemente ocurre:
            Nos consta comunitariamente la simpatía que originara Pelo 'e Rata (vista la índole del cabello), pero el fue ‘nuestro flautista’, algo así como Pan griego, tocando su siringa y seguido de ménades y ninfas.  Ven el poema que incluyo en Épica:

            A Pelo 'e Rata

               De caza sale tras la siesta
               a yacer con ménades de Baco.
               Vuela sobre abetos como águila
               y se calienta con el vientre nodrizo
               de la Musa, la Dialéctica.

               La voz de Pan es caña que crece
               con sus sílabas a orillas del Ladón
               y el flautista es un niño que a trovar
               está aprendiendo en Mayabeque
               Bien puede ser Matanzas
               o La Habana,
               o el Guacio o Mirabales,
               Stalingrado.

               Desde ya le han llamado,
               no sé, el flautista Pelo 'e Rata.
               porque con la Siringa a las calles alborota
               con concierto de guajanas y cañaverales.
               [Épica de Sebastián del Pepino, op., cit., p. 165

Se podría hablar del barrigón peludo de Cheo el Oso pero él fue un querido zapatero de sus tiempos, a quien el profesor López Nieves recordara:  




            Gentes con taras físicas fueron: Sopanda (Cosme Acevedo) por su cojera, Cuatro De'os por haber perdido un dedo en la mano, Mano Manca, Juana La Muda, esposa de Marcelo La Daga, Carlos el Soco, pirotécnico que perdió un dedo, Polo el Ciego, Catín La Coja, Ana la Boba por su condición mental y los loquitos Wilson (Rafael González, 1950- aun vive) y Marco el Loco por su deteriorada salud mental por el alcoholismo, se les compadece, pero no están en un espacio de empatía por el dolor de su condición.
           


PEPINO, DONDE TODO EL MUNDO TIENE UN  MOTE: Cada pueblo tiene una manera de aludir y describir a otro.  Un modo de hacer desvíos lingüístico que pretenden no ser ofensivo, si cariñoso aunque con su carga de picardia. He tenido la oportunidad de conversar extensamente con entusiastas de la cultura popular mexicana, país de un riquísimo regionalismo y un acervo gigantesco de cultura popular. Un gran problema presentado, en la discusión e intercambio de ideas con ellos, es que no entienden que la picardía y el doble sentido («albureo») de por sí, aunque sea un rasgo idiosincrático de un pueblo, no constituye una tipificación profunda y autenticadora de un individuo. La picardía y el albureo son materiales, a veces brutos, otras tantas veces residuales, de la diversidad de materiales de la que se puede nutrir un tipo folclórico-popular. Aún concediendo que todos los mexicanos son dicharacheros, albureros y picarones, esto no los presentará como peculiarmente señeros en la fase final del prototipo folclorizado.
            En el habla del jíbaro hay genio y riqueza. Utilizando, la lengua, su vigor de raíces, se mamarán las esencias epocales. En nuestros tipos campesinos y populares, las mejores convicciones, las más liberantes y más consoladoras, han sido hilvanadas con palabras y agudeza. Agudeza no porque como el hombre poderoso y malintencionado, que cuida más lo que tiene que su alma, hable y diga lo suyo debajo de las cobijas. No es la agudeza que viene de un azar afortunado, por carambola feliz, pero decir por decir, la agudeza del tipo folclórico-popular suele ser, en la mayor parte de las veces, abrirse, lo soluto («Erschiossenheit»), sabiduría que se prohija por el sufrimiento y por un haberse resuelto. Como el campesino y el viejo arrimado y esclavo, el sufrimiento ha formado la humildad como virtud; pero también un saber como recompensa; un saber que, por consolarse y buscar plenitud, sabe expresarse, conmoverse a sí mismo y a otros.
            A Jiménez, quien es el más popular de los expertos en picardía mexicana y cuyo recaudo de material consistente en voces, ideogramas y artefactos de «la ironía mordaz, el humorismo grosero, la sátira virulenta, el chiste vejatorio, la palabra ofensiva y el dibujo procaz», admite que «el pueblo de México no es más grosero que la generalidad de los habitantes de otros países».  [7]
            La Plaza de Recreo fue como el centro cultura de múltiples facetas y más democrático y accesible. Escenario favorito para cada tipo de gente, incluyendo la que maneja cultura folclórica y popular, Todo tipo de música sube a sus entarimados o da vueltas por sus calles en derredor a la plaza. En Tiempos de Fiestas de Patrón el templete placero es como un ágora democrática y mercados de ideas. El tema político pasó de la Plaza a los gremios obreros y sociedades de artesanos,  como fue la Alianza Obrera (1902) de José Tirado Cordovez, la Logia Redención, cuando no, a los periódicos de precaria duración en el siglo, de El Circo al Eco del Culebrinas. Del modo más informal, cuando la Plaza no estuvo disponible, el Soluto Cultural se acogería en la botica La Central. Otros intereses literarios, teatrales, filosóficos y periodísticos, animaron a literatos, pedagogos prestigiosos, masones y espiritistas. Entre estos últimos, contertulios de Manuel Méndez Liciaga,  y La Botica, hay muchos compueblanos que se graduarían en la Escuela Intermedia y Superior llevan los nombre Méndez Liciaga y Rabell Cabrero.
            Los hermanos Méndez y Andrés rescataron una tradición de diálogo ecléctico e intercambio de ideas que se vio debilitada en el Casino y dio acomodo a los encontronazos dialógicos en su botica, donde surgió la tertulia de La Central. A las animadas conversaciones (improvisadas a partir de cualquier tema cadente del momento) acudieron el Dr. Miguel Rodríguez Cancio, Víctor Primo Martínez González, Francisco Latorre, Eugenio «Geñito» Nieves, José Rivera Calasánz, el Dr. José Franco Soto, José Padró Quiles, ex-legislador, el ex-profesor Lino Guzmán y otros. Los fallecimientos de Méndez Liciaga en 1964 y Franco Soto, poco antes, fue el golpe final a tal tradición. Demás esta decir que las Iglesias son espacio empáticos, donde se cobijan algunos tipos bastante excéntricos o abiertamente pícaros.
            LITERATURA Y VIDA CULTURAL: ¿Habría una rica vida cultural en los albores de San Sebastián? ¡Pocas escuelas y alto alfabetismo son más documentables; pero algunos nombres se hallan de personas con inquietudes literarias, a saber: Joaquín E. Barreiro (1877-1924), telegrafista oficial de Pepino en 1898 y colaborador de periódicos tales como La Correspondencia y El Demócrata (Cayey, 1899); asimismo, los hermanos Andrés y Manuel Méndez Liciaga, de quienes hay prosa poética y artículos publicados que datan de 1900, por la literatura. Ejemplo es el homenaje de D. Manuel al Charco del Peñón, escrito en 1906, así decir de Ramón Padró Quiles (1885- y fallecido) y su hermano José, quien antes del decenio y durante los ’60 publicaba libros sobre historia obrera y municipal.
            Don Andrés fue el primer historiador sobre asuntos municipales. Fue autor del Boceto histórico del Pepino (1925). Ambos militaron en el Partido Liberal y colaboraban con el semanario aguadillano Atalaya. Con el surge el quehacer de la clase intelectual liberal
            Juan Hernández Arvizu (1825- 1889) fue el primer gran jurisconsulto nacido en estas tierras y ocupó altos cargos en Jerez de la Frontera (España) y varias gobernaturas españolas. Este cultivó el arte de la oratoria y en el Casino del Pepino disertaba sobre política peninsular. No se le puede considerar tipo en ninguna de las categorías que discutimos en este libro Tampoco al Dr. Pedro A. Cebollero.  O las doctoras Mariana Robles de Cardona (1906-1985), Carmen Ramos Pérez de Santiago (n. 1932), primera en obtener un doctorado en la Universidad de Harvard y Marcianita Echeandía Font (1885-1968), investigadora de la poliomielitis, ni a Nilita Vientós Gastón, primera abogada litigante en las cortes puertorriqueñas, ni al Dr. Segundo Cardona Bosques, quienes están entre los primeros catedráticos sebastianeños que han enseñado en universidades locales y extranjeras. Clotilde Betances (n. 1890, y f.), sobrina del Padre de la Patria, el Dr. Betances, es una pepiniana, maestra graduada en la Universidad de Cornell y quien regresó a enseñar a la isla, hasta que en 1923, se radicó como una de las primeras pepinianas ausentes en New York.
            ¡Letrados en el más profundo y pleno sentido de la palabra! De entre talentosas y más jóvenes promociones de investigadores en el campo de la literatura y la sociología, habría que mencionar al Dr. José Luis Méndez, graduado en la Sorbona, interesado en la sociología marxista de la literatura e integrado a la enseñanza universitaria, el profesor José Ignacio Cardona, la historiadora María Libertad Serrano Méndez, Migdalia González y otros.
            De entre poetas y prosistas, cuya obra ha sido antologada o ya promovida en libros, no falta Ramón María Torres (, Manuel J. Cabrero Echeandía, Adolfo Medina González (1867-1923), Luis Domenech Hernández (1891-1923), Elpidio H. Rivera, Dr, Pedro A. Cebollero (1896-1972), poeta y educador. Joaquín Aymat Cardona (n. 1907), Jerónimo Ramírez de Arellano, Juan Avilés Medina, César G. Torres, Víctor Alberty Ruíz, Rafael Seguí Borrero, Víctor López Nieves (n. 1919-1995) y otras generaciones más jóvenes, cuya obra literaria arranca de los mediados de 1960, con grupos post-modernistas, i.e. Ramón Vargas Pérez (n. 1941), Héctor Soto-Vera, Joaquín Torres Feliciano (n, ) Juan Roure, Jr., Ramón Soto Ríos (n. 1941) y otros.
            ARTES PLASTICAS: La pintura ha tenido cultivadores excelentes: Emilia Arbona Vda. de Oronoz, Pedro T. Labayen Jaunarena (1916-1991) María Emilia Somoza (n. 1938), Carmelo Aponte Feliciano (n. 1935), Francisco Rodón Elizaldi (n. 1934), Isabel Bernal Rosa, Alfredo Cancel, Olga Rivera Torres (n. 1949), Reynaldo Guerrero Salcedo, Eduardo Colón Peña (n. 1952- ) y otros. Una organización llamada ExpoArte durante la década de 1980 pro-mocionó el trabajo de artistas locales mediante exhibiciones anuales.
            Entre organizadores, artistas y promotores. se hallan: Jorge I. Barreto, Aníbal Castro, Pedro T. Labayen, Agustín E. Font., Ángel D. Adames, Luis A. Cortés (n, ), Orlando Nuñez (n.  ), Juan A. Pérez, y Ramón Soto Ríos (n, 1941-f.). En 1978, el Fideicomiso Para el Desarrollo de las Artes (FIDARTE), creado por los ingenieros Narciso Rabell Méndez, Camilo Almeyda Eurite y Salvio Rabell Méndez, pepinianos residentes en San Juan, auspiciaron un portafolio de serigrafías inspiradas en la Fiesta del Patrón, en actividad celebrada en el Casino del Pepino. La exhibición incluyó trabajos de los pepinianos Isabel Bernal Rosa (nacida en 1935), Pedro T. Labayen y otros no pepinianos, pero grandes artistas como Rafael Tufiño, Antonio Maldonado y Ángel Casiano. Algunos entre ellos, ya fallecidos. De la administración del Alcalde Fey Mendez, dependió la celebración del primer carnaval folclórico del Pepino en 1963.
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            Bibliografía y notas

[1] Cf. Saulo Fernández Arregui, Reflexiones sobre el significado social de la humillación (Psicología Política, Nº 37, 2008, 29-46 ), Von Herder, Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad (1784-1791), y «Parashat Vaikrá: La Humildad de Moshé», en: La Voz Judía,
            http://www.delacole.com/cgi-perl/medios/vernota.cgi?medio=lavozjudia&numero=427&nota=427-19

            Fue Von Herder quien indujo a Goethe al estudio al estudio de esta poesía hebrea, árabe y persa, y produjo con su teoría estética y educativa la  vertiente alemana del Prerromanticismo europeo, conocida como el movimiento Sturm und Drang («Tormenta e impulso»), que entre lo que impulsa ferozmente es romper con los enfoques academicistas e intelectualista en la búsqueda de la verdad, enfatizando lo intuitivo y lo sensible. «La sensibilidad, se vincula al área emocional, afectiva, receptiva del educador con los hechos, problemas, soluciones y sujetos (alumnos, colegas, padres de familia, etc.) Ser receptivo al cambio, sensible a las necesidades, tristezas y alegrías».  El ser sensible herderiano se relaciona al considerar la pluriculturalidad y el derecho de comunidades lingüísticas, regjonales, étnicas y culturales a «a preservar, desarrollar y hacer su identidad» y patrimonio cultural. La estética de Herder es, pues, respetuosa al carácter de nación pluricultural, ala diversidad étnica que pueda contener y a la abundante y rica biodiversidad.  Es obvio que Puerto Rico en la experiencia del confecionr un «fiel diseño / para copiar un buen puertorriqueño» (descrito antes de 1849 por el Dr. Manuel Alonso) tuvo éxito y se impuso su particular cautela para describir las etapas del sujeto en formación. De la presencialidad y actitud pública, anticipo lo siguiente:

                        ... alma de ilusiones anhelante,
                        agudo ingenio, libre y arrogante,
                        pensar inquieto, mente acalorada...

                                    ***

                        y en su amor a su patria, insuperable,
                        este es, a no dudarlo, fiel diseño...

[2] Von Herder, op. cit. y E. A. Menze,  ets als. Johann Gottfried Herder: Selected Early Works, 1764-7 (Pennsylvania, 1992).  «Otra idea sobre esto es que no hay un solo lenguaje, sino varios como el metafórico o incluso otro anterior basado en gritos o gestos. A medida que el lenguaje se hace más reflexivo, pierde interés, y por eso Herder investiga sobre las primeras literaturas. También buscará otros lenguajes que van a ser un componente del espíritu de un pueblo. No hay ideales del gusto, sino que estos dependen de cada cultura y momento histórico». Cf. Johann Gottfried Herder, en Wikipedia,

[3] Ibid. En «Perfil del Nuevo Docente» [MEDUCA-PRODE, Ciudad de Panamá, 12 de diciembre de 2005], como fundamentos socio-antropológicos de sus currículos, la Ley Orgánica de Educación de Panamá, lo mismo que la mayoría de los países latinoamericanos, dispone «propiciar la atención al fortalecimiento y la preservación de los valores culturales de los grupos humanos básicos que conforman la identidad nacional», lo que implica que se incorpore «a las minorías étnicas y respetando la búsqueda de la paz, la democracia, la justicia social, la competitividad, el desarrollo sostenible, para promover la capacidad y responsabilidad de decidir sobre el futuro de la nación». Cf. Ver en:
   http://www.meduca.gob.pa/files/diredocentes/perfilnuevodocentes.pdf

[4] Von Herder, loc. cit.

[5] Vittorio F. Guidano, Los procesos del Self: Continuidad y Discontinuidad, ponencia en: Conferencia Silena, Italia, VI Congreso Internacional de Constructivismo en Psicoterapia, 2 al 5 de septiembre de 1998.

[6] Leticia Colón Orona, Odilio González Arce, El Jibarito de Lares (Editorial Naniqui, San Sebastián, 2012), ps.  113-14. En esta investigación de 410 páginas destaca la destreza metodológica e investigativa de Colón Orona para verificar la trascendencia de la jibaridad, cómo ha servido para cimentar el arte, una industria musical, una fuerza sicológica y emocional, que trasciende fronteras. El enfoque de Colón Orona no es solo folclórico-musical. Se aproxima al artista con la misma noción existencial con que yo exploro el fenómeno entero del tipo pueblerino desde una perspectiva herderiana y heideggeriana. Por ejemplo, al hablar sobre “el sentimiento y pasión” que ha logrado imprimir en sus letras, la investigadora lo cita en una entrevista que reprodujo El Nuevo Día, durante la cual Odilio dijo: “Mucha gente me ha preguntado por qué lloro tanto. No es que llore. Es el sentimiento que traigo de nacimiento. Y por eso no quiero decir que me ha pasado a mí. Eso le pasa al pueblo,  a todo el mundo’.  (p.116)
            Leticia Colón no solo se interesa por estudiar la calidad interpretativa del artista y su aclamación en toda Centro y Suramérica, sino que su mayor merito es la interpretación de las canciones. El tema y mensaje, tal como se revela a lo largo del libro y hay 50 temas en esa labor analítica (p. 68-69).

[7] De hecho, la evidencia más multifacética de que existe el tipo común y corriente y que éste se vincula a los tipos folclórico-populares como el receptáculo que los imita, sin serlos, es ésta: la picardía y la grosería son universales. Lo que sucede es que, aunque ese conocimiento acerca de «vocablos malsonantes y dibujos prosaicos», comentarios chispeantes y esca-tologías, esté en un ahí-público, el tipo común y corriente utiliza su criterio antes de descargarlos con quien interacciona; él es sólo un repetidor ocasional, oyente nutrido por ese material, pero no su creador. Lo disfruta como quien, una vez sentado, o haciendo círculo con un chistoso, no le queda más remedio que gozar y reír de sus amenidades y repertorios; pero él, como oyente, no los sabría contar ni sazonar con gracias propia.

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4. LA ESENCIA EPOCAL: ANORANZA Y EXISTENCIA

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