Thursday, February 04, 2010

Como una lavandera


Todos los poetas están infectos
y contaminados por un afán de palabra,
calados por la sífilis temprana de la aventura
de abrir la boca y sacar el primer vocablo
que les da la gana y no saben
que las enunciaciones están llenas de morbo,
que el discurso suele ser una epidemia
y que la vacuna ha de ser los pies ligeros
y el camino, sangrandor, a la meta de lavarse.

No se puede ser poeta sin silencio,
sin ir al río profundo e internarse
en la gruta, allí lavar, lavar, lavar
como una lavandera, allí el cepillo
y un jabón y mucha higiene
hasta la sangre, si es preciso,
allí con pies ligeros hacia los manantiales,
a los chorros furiosos de las cataratas,
allí dejarse callar por los torrentes
y volver, ensordecido, humilde a la ciudad,
de los necios, con sólo las palabras
imprescindibles y una clara memoria
del odio diluído en la lavaza.

14-11-2004 /
De Estéticas mostrencas y vitales

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Como un expiador

Desde que anduve en la inocencia
de arrojado hasta el mundo, sin hallar
la cancón de mi contento, tiemblo
ante el hacha; yo no sé quién es llamado
a romper mi lira, o despedazar mis manos.

Yo tiemblo ante quien me da la vida
y me pregunto para que son las piedras
ante que surja el templo, ese poema
que apiadará mi nombre y devolverá
mi risa de Isaak, sin arrancar mi lonco
y vaciar mis yungulares

¿Quién me enseñará a espiar
mi culpa nata, quién le dará estrofas
a mis huesos? No sé, yo aún tiemblo.
Yo recojo leña en versos
para mi sacrificio y subo al monte
de la mano de mi padre,
el mundo.


15-11-2004 /
De Estéticas mostrencas y vitales

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1 comment:

Unknown said...

leyéndote en el foro de muestrarios, vengo a tu blog a saludarte y abrazar tus versos sinceros y elocuentes.
Con abrazos, desde el Perú, Julia