General Stonewall Jackson
Confederates attacked a plantation and army training center run by former slaves. They destroyed the plantations and captured over a hundred former slaves before disengaging in the face of Ellet's Marines. Confederate raids such as these were disruptive and caused damage, but they were only minor setbacks: John Y. Simon. (ed.), The Papers of Ulysses S. Grant
Es verdad. La Proclamación de la Emancipación,
en rigor, no implicará que un esclavo es libre
y se siente como tal. Los confederados se declararon
su enemigo y los marines de Alfred Ellet fueron testigos
durante las capturas de las plantaciones.
Desde el alma, aunque el negro salga a la calle,
él y nadie, en el Sur o en el Norte, asegura:
«Escucha, negro, sóis libres». Ellos mismos
no acaban de creerlo. Libre, mentira.
En Mississipi, sólo piensan en la guerra y el sitio
de Vicksburg; más de diez mil unionistas,
muchos con sus esclavos, tuvieron que morir
(más muertes y heridos que del lado confederado)
antes que Pemberton reconociera
su derrota y entregara 50,000 rifles
para no seguir matando negros
0 172 cañones para no seguir sangrando
gente inocente en las ciudades.
Es cierto. No sólo en el Sur confederado
Jefferson Davis tiene un viso fascista y hitleriano
y Robert Lee lo secunda como espejo de Rommel
en ese sur que tendrá sismos depredatorios,
secuelas de fauces kármicas, colpasos de Tercer Reich.
E irónicamente: hay, en esa porción de Norteamérica,
quienes aún buscan el inmenso encanto, la gracia,
el mérito del Sur Profundo y la Causa perdida.
Esa es la raíz de amargura: la Gran Mentira pervive.
Pero, sea blanco o negro, no tienen una moral sólida.
Matan y se rinden; hacen daño y ante la victoria,
son llorones. En las batallas de Vicksburg,
mucho alarde de arrojo y después, por el asedio,
a llorar por el hambre, a enviar mensajitos
desde Fort Donelson: «¡Nos rendimos!
Unconditional surrender!»
porque su moral y su causa es un estómago lleno
y un negro dando tumbos con un disparo en la espalda.
Véalo: 29,495 confederados se rindieron,
a final de cuentas, ante el General Grant
y eran 32,600 más o menos, a los que Grant diría:
«¡A sus casas!
No quiero prisioneros que alimentar
y tenerlos de güevones en los campamentos.
En Mississipi, ya hicieron suficiente daño.
Mataron casi diez mil de los nuestros».
Para que luzca el corazón de los red-necks
o guerreristas, estos confederados, parto de Jefferson Davis,
hambrientos sureños, divisores, cizañeros,
sí que convino que, en la Batalla de Champion Hill,
Grant les diera una prueba de su propio caldo,
derrota decisiva... pero, ahí están los buscadores
de una justificación esotérica de sus desvergonzadas,
de su falta de espíritu de Estado...
entonces, hallan lo que hallan
y echan una prudente caca encima a generales del Norte,
comenzando por aquellos ambivalentes
ante la causa del negro, como son McLellan
y Sherman... y suponen que, durante el sitio de Vicksburg,
se vuelve a la Edad de Piedra, no se sabe qué bando
tiene el corazón más endurecido; matarse
y hacerlo con indiferencia a todo valor civilizante
fue el objetivo, la única noción en esas almas
que parecen plasmadas con granito.
Es verdad. Puede que la causa, en 1863,
no haya sido que el negro sea libre
y que en Mississipi, con el Sitio de Vicksburg,
se haya batallado por aventurerías de claques militares
y ricos cazadores de fortuna que aman sus rifles
más que lo que aman sus ciudades, pero
los negros se han puesto a meditar
sobre el por qué
en el sur hay algunas familias que les abren
sus escuelas en domingo, sí... les enseñan
a leer como el amo Stonewall Jackson,
escuelas para el esclavo... imagínese usted
la ironía del Sur Profundo.
¿Por qué un general confederado como él
(ese que llaman el Viejo Jack, el Tonto,
Old Jack, Old Blue Light, Tom Fool)
Thomas Jonathan Stonewall Jackson
tiene al negrito leyendo, en los domingos,
no ordenándoles a la misa, ni al licor ni al descanso...
¡a leer y aprender con los maestros!
No todos, en el Sur son unos canallescos esclavistas.
A Stonewall Jackson, sus esclavos, o negros libres,
pardos de todos los colores, lo llaman
con cariño Marse Major.
Y a los negros, él les dice mis amigos.
Con la Guerra Civil, el general comprendió que algo malo
habría en ésto de tener servidumbre y comprarla
como si fueran reses; pero, no hay encanto ninguno,
ni mérito ni cosa profunda ni gracia mística
en no saber si hablar en favor del esclavo
para que sea libre; no hay mérito en pensar que Dios
santificó este yugo para que aprenda
el buen cristiano y esclavista
a tratar humanamente a su siervo
y enseñarle a leer, no tanto a ser libre,
a ser eficiente, a ser útil en todo al patrón
que le toca... y es que Jackson, después de matar
mexicanos en el Sitio de Veracruz,
de conocer a racistas de hueso colorado
a los Robert E. Lee que arman a los esclavos
para que sean ellos los que vayan a perpetuar
sus propias opresiones,
tuvo que repensar todo y comenzar
a reconciliar el Sur con el Norte,
volver a aquel origen cuando la Nación
era un Una, un Todo orgánico y comprender a Lincoln
pese a que, con la Proclamación de la Abolición,
no se implica que se acaba la desigualdad,
o el hábito de mirar al prójimo
por encima del hombro...
16-07-2003 / De El Libro de Anarquistas
___
La prensa vendida y anestesiaad / Liliana Varela: Entrevista / Cuaderno de amor a Haití / El perro que enamoraba las hormigas / San Sebastiám del Pepino / Meiker del Mapoe / Cartas de los lectores a la Página sobre Historia Pepiniana
en rigor, no implicará que un esclavo es libre
y se siente como tal. Los confederados se declararon
su enemigo y los marines de Alfred Ellet fueron testigos
durante las capturas de las plantaciones.
Desde el alma, aunque el negro salga a la calle,
él y nadie, en el Sur o en el Norte, asegura:
«Escucha, negro, sóis libres». Ellos mismos
no acaban de creerlo. Libre, mentira.
En Mississipi, sólo piensan en la guerra y el sitio
de Vicksburg; más de diez mil unionistas,
muchos con sus esclavos, tuvieron que morir
(más muertes y heridos que del lado confederado)
antes que Pemberton reconociera
su derrota y entregara 50,000 rifles
para no seguir matando negros
0 172 cañones para no seguir sangrando
gente inocente en las ciudades.
Es cierto. No sólo en el Sur confederado
Jefferson Davis tiene un viso fascista y hitleriano
y Robert Lee lo secunda como espejo de Rommel
en ese sur que tendrá sismos depredatorios,
secuelas de fauces kármicas, colpasos de Tercer Reich.
E irónicamente: hay, en esa porción de Norteamérica,
quienes aún buscan el inmenso encanto, la gracia,
el mérito del Sur Profundo y la Causa perdida.
Esa es la raíz de amargura: la Gran Mentira pervive.
Pero, sea blanco o negro, no tienen una moral sólida.
Matan y se rinden; hacen daño y ante la victoria,
son llorones. En las batallas de Vicksburg,
mucho alarde de arrojo y después, por el asedio,
a llorar por el hambre, a enviar mensajitos
desde Fort Donelson: «¡Nos rendimos!
Unconditional surrender!»
porque su moral y su causa es un estómago lleno
y un negro dando tumbos con un disparo en la espalda.
Véalo: 29,495 confederados se rindieron,
a final de cuentas, ante el General Grant
y eran 32,600 más o menos, a los que Grant diría:
«¡A sus casas!
No quiero prisioneros que alimentar
y tenerlos de güevones en los campamentos.
En Mississipi, ya hicieron suficiente daño.
Mataron casi diez mil de los nuestros».
Para que luzca el corazón de los red-necks
o guerreristas, estos confederados, parto de Jefferson Davis,
hambrientos sureños, divisores, cizañeros,
sí que convino que, en la Batalla de Champion Hill,
Grant les diera una prueba de su propio caldo,
derrota decisiva... pero, ahí están los buscadores
de una justificación esotérica de sus desvergonzadas,
de su falta de espíritu de Estado...
entonces, hallan lo que hallan
y echan una prudente caca encima a generales del Norte,
comenzando por aquellos ambivalentes
ante la causa del negro, como son McLellan
y Sherman... y suponen que, durante el sitio de Vicksburg,
se vuelve a la Edad de Piedra, no se sabe qué bando
tiene el corazón más endurecido; matarse
y hacerlo con indiferencia a todo valor civilizante
fue el objetivo, la única noción en esas almas
que parecen plasmadas con granito.
Es verdad. Puede que la causa, en 1863,
no haya sido que el negro sea libre
y que en Mississipi, con el Sitio de Vicksburg,
se haya batallado por aventurerías de claques militares
y ricos cazadores de fortuna que aman sus rifles
más que lo que aman sus ciudades, pero
los negros se han puesto a meditar
sobre el por qué
en el sur hay algunas familias que les abren
sus escuelas en domingo, sí... les enseñan
a leer como el amo Stonewall Jackson,
escuelas para el esclavo... imagínese usted
la ironía del Sur Profundo.
¿Por qué un general confederado como él
(ese que llaman el Viejo Jack, el Tonto,
Old Jack, Old Blue Light, Tom Fool)
Thomas Jonathan Stonewall Jackson
tiene al negrito leyendo, en los domingos,
no ordenándoles a la misa, ni al licor ni al descanso...
¡a leer y aprender con los maestros!
No todos, en el Sur son unos canallescos esclavistas.
A Stonewall Jackson, sus esclavos, o negros libres,
pardos de todos los colores, lo llaman
con cariño Marse Major.
Y a los negros, él les dice mis amigos.
Con la Guerra Civil, el general comprendió que algo malo
habría en ésto de tener servidumbre y comprarla
como si fueran reses; pero, no hay encanto ninguno,
ni mérito ni cosa profunda ni gracia mística
en no saber si hablar en favor del esclavo
para que sea libre; no hay mérito en pensar que Dios
santificó este yugo para que aprenda
el buen cristiano y esclavista
a tratar humanamente a su siervo
y enseñarle a leer, no tanto a ser libre,
a ser eficiente, a ser útil en todo al patrón
que le toca... y es que Jackson, después de matar
mexicanos en el Sitio de Veracruz,
de conocer a racistas de hueso colorado
a los Robert E. Lee que arman a los esclavos
para que sean ellos los que vayan a perpetuar
sus propias opresiones,
tuvo que repensar todo y comenzar
a reconciliar el Sur con el Norte,
volver a aquel origen cuando la Nación
era un Una, un Todo orgánico y comprender a Lincoln
pese a que, con la Proclamación de la Abolición,
no se implica que se acaba la desigualdad,
o el hábito de mirar al prójimo
por encima del hombro...
16-07-2003 / De El Libro de Anarquistas
___
La prensa vendida y anestesiaad / Liliana Varela: Entrevista / Cuaderno de amor a Haití / El perro que enamoraba las hormigas / San Sebastiám del Pepino / Meiker del Mapoe / Cartas de los lectores a la Página sobre Historia Pepiniana
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