Sunday, July 25, 2010

Sociología cultural y política de la diáspora (3)


4. EL IMPERIALISMO COMO SUPRESOR DEL TRANGRESOR CAINICO

En el discurso colonial y poscolonial, la inmigración se justifica teóricamente como «necesaria» lo mismo que el imperialismo. En el análisis de este punto, me concretaré a la promoción del imperialismo desde el momento en que el discurso divulgador del mismo quiere hacerlo «atractivo» para las masas trabajadoras que no lo quieren y la dirigencia política liberal que piensa que aniquilar o esquilmar pueblos, con el fuero imperial, es injusto. En este proyecto esquilmador del imperialismo, se desplazan a unos grupos para el trabajo fuera de sus fronteras; algunos serán funcionarios, otros, militares y otro personal, que no sea el nativo del pueblo intervenido.

Entiéndase que, aún en tiempos de dominación colonial, de la metrópolisis se desplazan inmigrantes que son aventureros, colonos que procesan voluntariamente el traslado, o marcha hacia su nuevo paradero, y que no se comprometen directamente con la fase político-económica del proyecto de dominación. Estos inmigrantes, si bien aventureros, pueden estar atraídos por un gesto concreto de buena fe para sus vidas personales, como para las vidas de otros en el país al que van. Las narrativas personales de la migración deben ser estudiadas con cautela y no asumirse que cada extranjero que ha migrado, sujeto a clichés, estereotipos y rechazos políticos en la comunidad a la que se integra, es el canalla agresor y despojador.

De un modo general también es posible decir que: «Europa pudo realizar la revolución industrial exportando al mismo tiempo población, lo que alivió su presión demográfica y disminuyó los conflictos sociales en el continente y conocemos igualmente que esa exportación tuvo consecuencias demográficas positivas para Europa, atenuando la presión demográfica, haciendo a la población más económica y eficiente» [Horacio Capel:
«Los inmigrantes en la ciudad, Crecimiento económico, innovación y conflicto social» (Universidad de Barcelona): Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Nº 3, 1 de mayo de 1997]. «El crecimiento urbano se ha producido por la inmigración y sólo en parte ha sido generado internamente por el incremento natural de su población», nos dice Capel y su análisis histórico resultante interesante para comprender el impacto positivo y las reciprocidades desde el siglo XIX. «En 1850 de 3.3 millones de habitantes que residían en Londres y en las 60 ciudades más importantes de Inglaterra, sólo 1.3 millones habían nacido en las ciudades en que residían; o lo que es lo mismo, el 60 por ciento de la población urbana eran inmigrantes». La natural reciprocidad de los movimientos migratorios se trasluce cuando Capel apunta: «Entre 1800 y 1930 unos 40 millones de europeos abandonaron el Viejo continente para ir a vivir otros países. Entre 1846 y 1932 llegaron a Estados Unidos 34.2 millones de inmigrantes; a Argentina y Uruguay 7.1; a Canadá 5.2; a Brasil 4.4; a Australia y Nueva Zelanda 3.4; a Cuba 0.9; y aunque algunos retornarían más tarde a sus países de origen, la inmensa mayoría permanecieron en el lugar de destino» (loc. cit.). Lo que no cambia es que los rasgos de extranjería siempre son destacados por las actitudes de clichés, estereotipos racistas y otros factores. Ver: Juan Carlos Velasco: Racismo y estereotipos sobre la inmigración

Independientemente de la existencia del inmigrante benévolo y deseable y, especialmente, si el inmigrante es étnico, de piel oscura o religión minoritaria, a él se le observa desde una ideología de acusación estereotípica y se le asigna el rango de transgresor. Es como si ser errante, o pariah, marcara a la persona, o hiciera evocar el estereotipo de Caín, con sello de sospecha, que nunca será borrado.

López Dzur dice en su poema Todos somos inmigrantes» que el «sello de Caín» es la consciencia autoconfesa o autoreprochada que se implicita en estos dos versos finales::

Pero todos somos inmigrantes.
Vamos a serlo por siempre, siglo a siglo,
con esta sensación de autoreproche
y desprecio de sí mismo.
«No merezco. No hice lo suficiente.
Culpa me llena el morral. Soy fugitivo».

Mas, como vimos en el apartado tercero de este ensayo, el Estigma de Caín mienta el nacimiento dialéctico del canto o la memoria de vida durante la transgresión. Esto es lo maravilloso que Keta Uriberri aporta con su texto. Ante la figura antonomásica del Transgresor por excelencia, el primer inmigrante, Caín como figura marginal de la historia universal, Urberri nos presenta el resultado de la descendencia caínica y les asigna unos números que son de valor kabbalístico, excepcionalmente retadores, y provocan un análisis. Me refiero a este pasaje:

Fue de ese modo que entre los descendientes de Caín, nueve tenían la marca de Caín, seis no la tenían y uno de ellos la tenía dos veces y se llamó Enoch que significa El que canta la poesía. Desde entonces, uno de cada diez y seis de los descendientes de la raza de Caín se llama Enoch, seis llevan la marca de Caín y los otros son amados de los dioses. Se dice que fue así que nacieron los poetas. [La marca de Caín]

Me aprroximaré a un análisis teórico del imperiaismo desde la implicación kabbalística del texto de Uriberri. La tarea nos obligará a descifrar desde perspectivas nuevas, que pocas veces son discutidas, la significación del sello o marca de Caín, cuyo análisis ya comenzamos al utilizar el poema revelador de Dámaso Alonso que trata sobre la relación Hombre / Dios: «Amor-Hombre, total rijo sistema / yo (mi Universo)».

Estoy consciente de que la Marca de Caín es sólo un símbolo y mito internalizado como acusación, no respecto a un individuo en particular, sino para toda su descendencia; pero, en la oralidad y narrativa de este símbolo, hay no menos de 14,000 años de historia. Desde el punto de vista biológico, por lo menos, 5,800 años de tales marcan el arranque de la evolución cerebral de la humanidad que ya es capaz de codificar un lenguaje y elaborar un sistema de sustentamiento consciente de su vida social, política y vegatativa. El cerebro humano moderno ha estado evolucionando desde hace 200,000 años y no cesa de hacerlo [Lauran.Neergaard: «Genes Show Signs Brain Still Evolving»]. En un análisis, político-cultural, como el que pretendemos, sólo nos remitimos a la genealogía del mito y concluímos que corresponde a un momento de la historia en que hay un cambio cultural, originado por el desarrollo de la agricultura. Según las evidencias arqueológicas, la sociedad agrícola existe desde hasta unosn 14,000 años y, en este contexto, es que se puede hablar sobre Adam y su hijo Caín como agricultores.

La cultura agrícola se difunde del Oriente Medio a Europa durante el periodo neolítico, o hace 12,000 años más o menos. Si se difunde debido a un proceso de migración, es razonable que se piense que llevan sus estilo de vida, técnicas agrícolas, el conocimiento de sus productos y semillas de alimento consigo. Para predicir, con un alto grado de precisión, la migración neolítica que difunde la cultura agrícola, investigadores en Genérica como el Dr. Peter Underhill, aplican su especialidad a hallazgos o evidencias de meterual cultural que se complementan: desde los campos de la genética, la arqueología y la lingüiística. [Overlapping Genetic And Archaeological Evidence Suggests Neolithic Migration] Estos estudios multidisciplinarios tienden a corroborar que las técnicas agrícolas se difunden desde Anatolia (hoy Turquíqa) hacia Europa y Asia y que puede haber sido que emigraron, o que nativos puede que hayan adoptado palabras y tecnología agrícola de los pueblos que las tenía y entraron en su contacto.

El mito bíblico de Caín y Abel nos sirve como imágenes para simplificar un hecho antropológico: Todas las razas y pueblos de la humanidad están interrelacionados, genética y lingüisticamente dicho. Los judíos, creadores del mito del Inmigrante / Fugitivo transgresor, están genéticamente muy relacionados a las poblaciones del Norte del Mediterránea (kurdos, turcos de Anatolia y armenios), así como a los del Sur del Mediterráneo (árabes y beduínos) [Ariella Oppenheim, Hebrew University: The forced conversion of the Jewish community of Persia and the beginnings of the Kurds, en: The American Journal of Human Genetics, November 2001]. Y Kevin Alan Brook, en The Genetic Bonds Between Kurds and Jews suma al relato: el Reino de Israel durante el periodo bíblico fue tomado en cautividad por los asirios wn 721-715 antes de la Era Cristiana; los judíos sufrieron deportación en áreas que hoy son llamadas Kurdistán y, aún cuando estaban en condiciones de inmigrantes forzados y Ciro les permitió su regreso a Israel, muchos «especially the wealthy - remained in Babylon» y muchos pueblos, tras ese exilio, pueblos como Nehardea, Nisibis y Mahoza, tenían una entera población judía, con posición favorecida durante sucesivos regímenes.

Antes de su completa supresión, los kurdos se asignaron un rol como herederos de la Diez Tribus de Israel y protectores de su comunidad de inmigrantes. Estos fueron los que se hicieron conversos de los talmudistas de Babilonia. Llegado a este punto, me interesa volver al mito del Estigma de Caín y cómo el conocimiento de este símbolo pasa de Oriente a Occidente y, siglos después, se invierte y pasa de Occidente a Oriente, adoptándose la enseñanza de distintas sectas que pugnan contra Autoridades supresoras, que tienden a ser falsamente mesiánicas y, ciertamente, aún más que los islámicos, el frente represor del judaísmo proviene del cristianismo institucionalizado. Hoy es la civilización crstistiana, pueblos no semíticos, la que hibridiza a los judíos y los recluta para operativos represivos en una nueva fase de un sionismo cultural y político.

Para entender esta afirmación, podríamos repasa componentes del mito original de Caín, Abel, Set y sus padres, reconstruyendo el mito en su plenitud y en su evolución más coherente, algo que no hizo el cristianismo institucionalizado, para perpetuar el suspenso ante la verdadera cultura caínica y reducir este motivo al sellado de un sacrilegio: la condena al Transgresor. Desde la coherencia interna del simbolismo esotérico (que esl que explica lo emblemático de Caín, el mito tiene más riqueza que lo aparente. Una riqueza negada. Hemos admitido que, en términos de una genética humana, ningún pueblo es perfecto ni intachable ante la Otredad, ante los ojos del prójimo. Este es el por qué de todas las luchas sociales y es la esencia de ser foráneo, extranjero, «cósmicos / y cotidianos fugitivos de algún tiempo y espacio» y, particularmente, en un lugar que no es el propio. Mudarse de tierra es un desafío, máxime cuando la migración es forzada. Además, nadie puede valorar lo suyo, bueno o malo, mejor que uno mismo. Cada grupo humano, racial y cultural, sabe en qué consiste su culpa, o que debe autoreprocharse.

Caín representa dos cosas: los grupos humanos que han sido forzados a emigrar, porque ya no son admitidos o tolerados en la tierra en que nacieron y, por otra lado, es el inmigrante que, voluntariamente, acoge una nueva tierra. O funda un nuevo pueblo. La imagen del «judío errante» no encaja perfectamente a Caín, por cuanto él es un fundador de pueblo, y no el intruso que irrumpe en otro. Y Génesis 4: 16 da cuenta de que Caín, al salir de la presencia de la Autoridad / el Señor / fue a morar a La Tierra de Nod, al oriente del Edén, donde al cabo del tiempo le nace su hijo Enoch. Mas esta morada es parte de una gestión pionera. Si nos atenemos a documentos históricos y la archeología, la referencia a Enoch, el Dr. Arthur C. Custance, David J. Gibson y el Prof. George A. Harton, Ph. D., en Archaeology and the Bible, hallan que corresponde a Uruk. «Without entering into too much detail regarding changes in pronunciation which occur in the course of the development of a language, it seems necessary to point out here that the sound represented by the letter N is often reproduced (strange as it may seem) as an R. The CH sound which terminates the name Enoch may be replaced by a K or G, or a GH... The name Uruk and a study of cuneiform soon revealed that this could equally well be pronounced Unuk». Enoch / Enoc / Unuk / Uruk. Nod. Ver: [Cain's City of Enoch: Cap. 8, en The Land of Eden Located (1964)]. En lo que no hay dudas, con respecto a ambiguedades sobre civilizacones antidiluvianas en el área descrita, es que las Escrituras hebreas y la cuneiformes han testimoniado las raíces de ciudades en el área, llámese Uruk, Nod o Erech.

El mito discutido plantea, a su vez, una noción de Sabiduría («chinuch»), que pasa de Caín a Enoch y sobre la cual escribe un libro (que forma parte de la colección de «Rollos del Mar Muerto». De Caín, sugiere el texto de Keta Uriberri, nace el poeta que tiene dos veces la Marca de Caín. <«Y uno de ellos la tenía dos veces y se llamó Enoch que significa El que canta la poesía.. [La marca de Caín]

El libro de Enoch es, al parecer, un libro iluminado y profético, posiblemente escrito en hebreo y arameo y del que todos los escritores del Viejo Testamento recibieron influencia. Uriberri tiene razón, al decir, que con él, comienza la poesía en entre los hijos de Caín y muchos episodios de magia y profecía se adscriben al libro, como es el advenimiento del Diluvio, el que Noé presenciara. De Enoch, séptimo en la progenie después de creado Adán, se dice, en los escritos bíblicos, que en adición a Elías, fue el único ser humano que no murió corporalmente, sino que entró al Paraíso, a los cielos.

Ahora bien, ¿cuán es la implicación para la descendencia de Caín de su Marca de Transgresión? ¿O es la transgresión hecho realmente negativo e imperdonable? ¿Por qué un descendiente, primer hijo de Caín, entra en lo Sagrado, en lo mistérico, en la centralidad del tema divino y cómo se analiza, mediante la Kábbalah, una idea profana la dignidad de lo que inmigrante representa? Pese a este primer autoreproche a una cualidad ontológica, ¿cómo se puede prescindir de una culpa nata? ¿Cómo nació la culpa por la transgresión?

Todo extranjero / migrante / visto como transgresor / tiene que ser un negociador de su condición de «no-culpable», para ser integrado sin sospecha, allende a los prejuicios iniciales, que son el señalamiento de haber sidol sellado para rebelión. Contestar estas preguntas que han conturbado al hombre desde hace 15,000 años, es el verdadero marco desde el que se definir el Estigma de Caín.

CONTINUA

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