Sunday, November 08, 2009

Norteamérica y el Ocultismo: Fascinación y Política




Facsímil de portada del libro «Occult America: The Secret History of How Mysticism Shaped Our Nation», escrito por Mitch Horowitz, explora la fascinación estadounidense con el espiritualismo, las Enseñanzas Secretas, la Teosofía, la videncia y la creencia en la posibilidad de comunicarse con las almas de los fallecidos, desde los tiempos coloniales. «La influencia de lo oculto se extiende más allá de los cuartos de sesión del vidente hacia el pensamiento de la corriente principal de la sociedad («the mainstream of American thought»).

Por Carlos López Dzur / Fundador de Sequoyah Virtual

No es de extrañar que en un país (los EE.UU.), formado por inmigrantes, inicialmente llegados del Viejo Mundo, como parte de los legados importados esté el conocimiento y / o / la promoción de lo «Oculto». Un recién publicado libro por Mitch Horowitz, con el título Occult America: The Secret History of How Mysticism Shaped Our Nation [Bantam, 2009], intenta en 304 páginas desenvainar el asunto. Mitch dice bien al destacar que lo que vino a Norteamérica fue más un cúmulo de lo popularmente llamado «ocultismo», o más estrictamente, expresiones de pensamiento esotérico, que un bien entendido misticismo, relacionado a santidad, pese a las manifestaciones físicas de lo sobrenatural.

El esoterismo es definido como doctrinas asociables al carácter de lo secreto, o en cierto modo, aquello sujeto a ser censurado y prohibido. Lo que fue «reservado para adeptos», aunque se preanunciara su calidad y posible «revelación de Verdad Oculta», por digna de compartirse, aún no fue echada al impulso de la democratización del conocimiento. No vino a foguearse generosamente en el régimen de las nuevas y promisorias libertades de la nación naciente, donde ya los Sacri Misteri no tendrían por qué ser «internos» / esoterikos / asociados al paganismo, como en su tiempo se consideraron en Grecia los misterios eleusinos o dionisíacos, o el culto de Mitra o de Isis en Roma. Lo mistérico siguió siendo sospechoso, mas fascinante a la vez; lo anti-estamental siguió siendo perseguido y lo descrito como patológico aplaudido por morbo y buscado por la afinidad de culto. En Norteamérica, se hace obvio que el ocultismo, bien vendido y publicitado es lucrativo, y no siempre una persona con buenas intenciones es la que cimenta un kiosko espiritual.

Aún así, Mitch Horowitz escribe un libro reconociendo que la historia del ocultismo en Norteamérica ha permanecido largamente inédita. Su libro recibe la bienvenida como una historia «rica, fascinante y colorida», comparable a una revolución religiosa y se le reconoce, además, por ofrecer un balance adecuado de rigor académico y fácil comprensión para el lector. Lecturabilidad en el mercado. Dieciocho de las páginas del libro son Notas en torno a las Fuentes.

Lamentablemente, el libro no conceptualiza los avances teóricos en la demarcación de lo espiritual y religioso ni sus implicaciones para la salud mental, área en que C. Peter, I. Kenneth y otros, desde 2003, han hecho contribuciones [Advances in the Conceptualization and Measurement of Religion and Spirituality: Implications for Physical and Mental Health Research. «American Psychologist», 58 (1), 64-74]. La idea es separar estas materias de lo que es simplemente «culto», esto es, uso de la religión y lo espiritual para ejercer influencias manipulativas, o éticas oficiosas o desvíos conceptuales que conduzcan a nuevas religiones, sectas o agendas. Para el lector más avisado, al menos un comentario sobre criterios de diagnóstico sobre trastornos de personalidad dependiente (DPD) en ciertos «creyentes» y de personalidad narcisista (NPD), en ciertos líderes o practioneers, habrían sido necesarios para que se entiendan las diferencias entre sugestionabilidad y verdad, lo sico-espiritual de una búsqueda, o estado de consciencia y la libertad personal entendida como «a multiplication of options for living, a liberation and realization of one's true Self, and an openness to explore avenues of realities previously unknown».

Pero este libro no parece escrito para meditaciones profundas sino para dar la sinopsis histórica, sin ahondar en la apertura del Yo ante las posibilidades más allá de lo previa o «antiguamente aceptado como natural, personal o socialmente dado» en cuanto a creencias. Es, por tal razón, que Occult America es un libro efectivista que coloca en el mismo fardo de ideas el fenómeno UFO, las alegadas relaciones sexuales de humanos con seres extraterrestres, la Tabla Ouija, la moda de las brujas Wiccaan y otras mercancías espiritualoides en el Mainstream. De modo que otros libros que he leído sobre el tema (e.g., Challenging Religion, 2003, de James A. Beckford et als, New religious movements and religious liberty in America (2003) de Derek H. Davis y Barry Hankins y aún Salvation and Suicide: Jim Jones, the Peoples Temple, and Jonestown (2003) de David Chidester), impresionan más.

Para su libro, Horowitz utiliza la definición de lo Oculto como un movimiento que comprende una amplia gama de filosofías místicas y míticas («mystical philosophies and mythical lore»), particularmente, «la creencia en un mundo invisible cuyas fuerzas actúan sobre nosotros» y traza una cautelosa distinción entre los ocultistas europeos, tales como Aleister Crowley, aspirante a adquirir poderes y conocimientos superhumanos y el ocultismo que se adquiere en los EE.UU., de fuentes que, por lo general, son bona fide o promocionado por quienes sólo buscan reeleborar las ideas místicas «como herramientas para el Bien Público y la Auto-Ayuda». No se desarrolla, sino limitadamente, un saber sobre la alquimia, astrología, alta magia o ciencias o seudociencias. Se interpreta bien si se asiente a que Horowitz desmitifica lo Oculto («de-mystify the occult, especially as expressed through modern New Age thinking»), a tenor del pensamiento de la Nueva Era, entendiendo que es algo más complejo que un revoltijo de remedios espirituales y terapéuticos, nacidos de cabezas vanas o supersticiosas.

Si bien Horowitz piensa que es un error de los académicos, investigadores de la historia estadounidense, que desautoricen la tradición ocultista, ignorándola (e incluye la influencia del espiritualismo, mesmerismo, la adivinación, canalización síquica y curación mental), observa que, en tiempos coloniales principalmente, estas «comunidades de creyentes» han tenido un profundo impacto en la cultura que data del 1694. La primera de comunidades llegó un verano, con el filósofo espiritualista Johannes Kelpius a la cabeza de cuarenta peregrinos de Alemania Central, región diezmada por la Guerra de los Treinta Años. Se asentaron en Wissahickon Creek, en las cercanías de Filadelfia. Quizás fue este grupo, el Círculo de Kellpius. el que se constituyó como la primera Meca de Libertad, en Norteamérica, ofreciéndoles a sus seguidores la oportunidad para practicar sus especiales nociones de astrología, alquimia, numerología y cristianismo místico, «sin el miedo al acoso de la iglesia y el gobierno».

En el recuento de Horowitz, no faltarán los pensadores místicos que del Valle de Rhin viajaron desde Europa a construir la inmensa comuna en Ephrata, Pennsylvania. Una joven mujer, Ann Lee, huyó de la persecusión en su ciudad natal de Manchester, Inglaterra, y relocalizó su secta esotérica Shaking Quakers -- o Shakers / Tembladores-- en New York en 1776. El mismo año una jovencita de Rhode Island, Jemima Wilkinson, declaró que era una canalizadora mediunímica o guía espiritual («spirit channele»), dotándose del nombre de «Publick Universal Friend», o Amiga Pública Universal. Ella, considerada la primera lideresa religiosa de la nación, predicaría por toda la región Noreste del país. Con tales precedentes, los EE.UU. advinieron como el destino para idealistas religiosos y creyentes de lo sobrenatural.

Por causa de estos cultivos de los migrantes iniciales, en Norteamérica nacerán otros movimientos que van del Tracendentalismo y Espiritualismo a la Ciencia Cristiana y la Filosofía de Pensamiento Positivo («positive-thinking philosophy») que tiene gran empuje en el público de hoy. Todas han contribuído a lo que se comove como «espiritualidad alternativa» y se han direccionado a todas las esquinas del planeta.

La región central de New York, conocida a causa de sus apasionada religiosidad, como The Burned-Over District, o distrito de los «super ardientes o sobre-quemados, desde los decenios de 1830 a 1840, fue sede magnética del radicalismo religioso. De Albany a Buffalo, la región se constituyó como el Monte Sinaí del misticismo estadounidense, lugar en que nació la Iglesia Mormona y el Adventismo del Séptimo Día. En reclamo de pasiones supernaturales, Joseph Smith se proclamó el Profeta de los Mormones.

Horowitz investiga que aún mucho más: el espiritismo, la mediunidad y sensaciones como las mesas agitadas, apariciones ectoplasmáticas, «séances», y otras expresiones de lo Ocultos, y de lo más interesante elaborado en el libro «Occult America: The Secret History of How Mysticism Shaped Our Nation», es cómo estos movimientos y la notoriedad alcanzada por sus exponentes sirvió para ayudar al surgimiento del sufragismo y otros causas progresistas. «La cultura ocultista de la nación dio a las mujeres su primera oportunidad de servir abiertamente como dirigentes reliigiosas, en esye caso mediunidades, visionarias y canalizadoras. Los radicales de tipo social y religioso hicieron causa común y su conjunción nunca desaparecería».

Al ejemplificar esa línea de análisis, Horowitz explica que los movimientos místico-ocultistas del siglo XIX, coauxiliados por la influencia de la Masonería Libre y el Trascendentalismo, ayudaron a transformar a Norteamérica, convirtiéndola en un «laboratorio para la experimentación religiosa» que, eventualmente, sería la plataforma de lanzamiento para la espiritualidad alternativa de la Nueva Era en el siglo XX.

En el lado trágico de la historia, no hay que olvidar los procesos judiciales de Salem, cacería de brujas. Fue de junio a septiembre de 1692, que 19 hombres y mujeres fueron convictos por brujer1a y llevados a Gallows Hill, una llanura cerca a la Salem Village, para ser ahorcados. Un octagenario fue lapidado a muerte por rehusar dar testimonio en el juicio de brujería. Sobre otro centenar de ciudadanos se instruyeron acusaciones y decenas languidecieon en cárceles por meses sin un juicio formal, por causa de la histeria que cundió en el Massachusetts puritano

Ni las influyentes mediunidades adjudicadas a las Hemanas Fox de Hydesville, N.Y., consideradas las fundadoras del moderno Movimiento Espiritualista en el país. Horowitz cuenta lo que ocurrió a esta familia metodista y cómo Kate Fox, una de las hermanas y la más joven, comienza a jugar con los sonidos misteriosos que, como una pesadilla. desvela la familia en la noche, siendo que se desconoce la procedencia de estos golpes, «variety of bangs, raps, and similar sounds kept the Fox family up that night, and every night for the rest of the week». Kate descubre que los sonidos misterioso son producidos por el alma de una persona que fue asesinada y enterrada en el sótano de la casa de los Fox algunos años antes. Este fue el comienzo del espiritualismo, o la comunicación con los difuntos en los EE.UU.. Un libro escrito por E. E. Lewis, «Report of the Mysterious Noises Heard in the House of Mr. John D. Fox», tras investigar el asunto, fue la primera publicación espiritualista reconocida hecha jamás.

En abril de 1848, los noticiarios locales hicieron a las hermanas muy famosas. Leah Fox Fish Fish capitalizó con la fama de sus hermanas menores y comenzó una aventura de «Typtology», exhibiciones de «spirit rappings», funciones de videncia y mediunidades, que representan el moderno «Lucro con lo Oculto».

Entre los que tienen un lugar en la historia del ocultismo estadounidense, se mencionan en el libro los siguientes, «soñadores y planificadores» de la Avenida Síquica: (1) Andrew Jackson Davis, «The Poughkeepsie Seer», quien dictaba en trance conferencias y libros sobre asuntos metafísicos, o en estado magnetizado / inmantado por espíritus

(2) Frank B. Robinson, o el Mesías por Correo, «Mail Order Messiah», ofreciendo lecciones sobre pensamiento afirmativo bajo el epígrafe, «Yo hablé con Dios / I Talked with God». Durante los años de la Depresión, este negocio de orientación mística por correo del boticario de Idaho se clasificaba como la octava religión más influyente del mundo, según Horowitz.

(3) En la política nacionalista de los negros estadounidenses, el mentalismo («mind-power mysticism») de Marcus Garvey alcanzó preponderancia (4) Arthur Conan Doyle, el autor de Sherlock Holmes, abrazó el espiritualismo en sus últimos días de vida.

(4) Mary Baker Eddy, fundadora del movimiento Christian Science, quien, al proponer la curación espiritual, rechaza los procedimientos, higiene y medicinas tradicionales. En 1866, Eddy informó que había descubierto las «divinas leyes de la Vida, la Verdad y el Amor», o léease, una ciencia que consideró la practicada por la Cristiandad Primitiva y los esenios. La señora M. B. Eddy anotó en su autobiografía que la enseñó a cientos de líderes que se volvieron sanadores.

(5) y el ex-vicepresidente Henry A. Wallace (1888-1965), quien fue injustamente identificado como simpatizante del comunismo en los tiempos en que el pueblo estadounidense repudiaba el socialismo y él se atrevía a criticar la política exterior del presidente Truman y repudiar la visión de Henry Luce en torno al Siglo del Hombre Común.

Prédicas tales, en cada periodo en particular, interesaron a figuras como: Abraham Lincoln, Frederick Douglass y Franklin D. Roosevelt. Mary Todd Lincoln fue quien convenció a su esposa, Abe Lincoln, de albergar una vidente en la Casa Blanca.

Al destacar la prevalescencia de la fascinación con lo oculto, el libro nos da la historia de la Tabla Ouija y cómo los Hermanos Parker, en el decenio de 1960, comenzaron la producción masiva de una versión caseta de la Tabla que da mensajes o o sirve de canal para la comunicacióm de espíritus. «Spirit messages are spelled out by means of a lettered board and a heart-shaped pointer, or planchette: Talking Board Set or Ouija board».

Llegar, cronológicamente, a las doctrinas de la Nueva Era, merece comentario aparte. Horowitz llega en su cronología y explica relativamente la hilación evolutiva del proceso. El libro, aunque superficial, es ameno.

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