La misión
Un contenido tácito en ansias vibra.
Abrirá la esperanza. Un futuro polarizado
se advendrá en el presente.
Un relámpago de autoridad lo fundará.
Su razón preexiste. Su negación se muere.
Su divinidad exige, Anda y sigue, levánte y reparte.
Opónte a las voces hieráticas del eco,
a la oscura tentación de las incogniteces
y las penumbras. Y las tumbas en vida
y el cansancio.
*
Visión renovada
«Necesito la visión renovada», ha clamado el Ciego.
Va adelante una explosión de lo posible,
va adelante una realidad tan soberana: el compromiso,
el derecho natural del reflejo de la esencia y el campo abierto
de una dialéctica de necesario movimiento, el combate.
Nacerá la luz. Los hijos, antes oprimidos
de las sombras, verán a los ciegos viejos
y los querrán por guías cuando sólo quedan
los cobardes. Por eso una visión renovada
no ha de caminar sin la esperanza.
El optimismo se declara victorioso y desecha
a quien teniendo pies sanos pide la retarguardia
de evasores, cómoda pasividad de la pereza.
«Ciego, pide para que la luz se abra
en medio de las sombras».
El viejo mito de dolor pide caminos.
Los ojos ven, sin las cuencas del destierro
y los desprecios, pese a que reclaman, para darse el apoyo:
¿Alguien hay que pueda verme
y no pase con premura por mi lado?
¿Algún amigo que hable mi lenguaje
y se preocupe de mi cansancio profundo?
¿Alguien que me siga y me alimente el ánimo?
… porque, al fin de cuentas, el dolor pasará,
sí, el dolor pasa de largo como toda ilusión
de humana envergadura… Lo importante
es que he llegado y una luz de esperanza
me sigue y una visión es el plan de la existencia».
*
Allí está el templo
Allí está el templo.
Allí está el sendero hacia su atrio
y la asamblea de mi pueblo. Alguien
habrá esperado por mis pies cansados.
Peinaré mis cabellos, me enjugaré las lágrimas.
Regresaré mañana; no mostraré cansancio.
Todo será más claro y limpio.
Hoy no lité en el santuario.
Voy a hacerlo en el interior
de mi alma, pese a que me hieda
cada instante de recuerdo ante lo visto.
Será que, por cansado,
no discerní ni lo que ví ni lo que siento.
*
Negligencia del hombre común
Talent for low intrigue, and the little art of popularity:
Alexander Hamilton, in: The Federalist
El hombre común se queja: No tengo tiempo
y no sé de qué se trata ese embeleco.
El sólo quiere saber que existe algo así
como un partido y unas elecciones
y un candidato que sea bueno
y otro que sea el malvado.
Esto será su rutina electoral:
Una clásica película de vaqueros.
El no quiere saber más, en parte,
porque son muy oscuros los detalles.
No se puede saber todo si no hay tiempo.
Si acaso se llegara a casa
muy temprano: lo moderno es
que haya oído el debate.
Lo que más duele es el bolsillo
no importa quien gane. La política
sólo beneficia a los políticos y la palabra
del Presidente resulta inexpugnable…
*
La ignorancia racional
While democracy in theory is the rule of the majority,
in the real world, it is the rule of minorities: Sheldom Richman
La ignorancia racional se halla en todas partes.
La fuente de poder, el pueblo, no entiende
ya qué quiere decir Soberanía.
Después que haya capitalismo industrial
que ofrezca empleos, la masa está feliz.
Asume que existe Democracia.
El patronazgo corrupto se esconde
en las pantallas de sus mitos de progresivismo.
El pensionado espera su pensión, sea mucha
o poca; el veterano su cheque de patriota.
¡Arroja sangre!
Al votante se le dice: ¡Nos gobiernan
intereses especiales! … Y el elector, en babia.
No ha visto uno. Uno directamente.
No sabe a qué refieren. No sabe qué
ni quiénes son los cabilderos.
Se imaginan que es culpa de una amenaza
del mercado: algo que harán los rusos,
algo que harán los árabes, algo que requiere
que América se vuelva más odiosa y fabrique
armamentos y discusos de amenaza contra el mundo.
El Presidente, siempre es un buenazo,
máxime si sabe sonreir y habla bonito.
La culpa recaerá sobre el Congreso
y sus intrigosos bribones, politiqueros,
ambiciosos, que no saben esperar su turno.
Ni ganarse al pueblo.
*
La bruja o la vampira pálida
Hay una vieja que echa chispas por los ojos
y oye los rumores del que calla, con el pecho
envenenado de amargura; mas ella oye,
y a sí misma se llama el Bienestar General.
O, al menos, la Mi Catarsis.
A los que se dejan gobernar, ella les dice
soberanos y les roba su voluntad. Vive
del robo para surgir tan hermosa
como las hadas, o ángel o la vampira pálida.
De voluntades generales está lleno
su caldero; con estas voluntades recogidas
hierve alquimias misteriosas, según dicen,
con el mismo resultado y material
que el que abandona toda su autonomía
por creerle y se convierte en zombi, autómata…
*
La consoladora oportunista
Es que ella satisface al que no tiene
tiempo ni confianza, a los que cambian
por fe su iniciativa, a los que se lamentan
en secreto de sus necesidades.
A las autoridades escondidas reza
¡el pueblo crédulo, el pueblo confundido!
Junto a ellos, ella reza y da consolaciones.
¿Qué no sería de él, el pueblo tonto,
sin esa Bruja / Hada que arguye que lo ama?
Y resurge con sus virtudes metafísicas
y su nariz aguda y su caldero humeante…
*
Los buitres majaderos
Y, al fin, por saber quién es y a quiénes sirve
o por qué ejerce oficios que no le corresponden,
oficios reservados a las viejas tradiciones,
oficios que parecen decadentes,
oficios de sabuesos en conciliábulos
de sangre, se enviaron a los expertos
(avispas asesinas, ranas que con su orina
neutralizan, bióticas mutaciones y en cuyo contacto
se confiesa todo, ven los ciegos, oyen los sordos).
Bocas con lenguas mutiladas se vuelven parlanchinas
y las conciencias cerradas a sí mismas
sueltan las sopas, declaran el colmo de las cuitas.
Ese ejército de buitres majaderos, en ropa de civil
salió a buscarlas, con una cobertaza para tapar
la ollaza, bombas en mano para minar
el caldero entre rumbos de sombras.
Ya salieron a cazar a los brujos y las brujas,
a los íncubos y súcubos de las metrópolis
intensamente pobladas por los pobres,
inmigrantes latinos, negros, chicanos,
vietnamitas, indocumentados, ratas clandestinas
de todos los colores y lenguajes.
Desde Salem se preparan los congresos,
las horcas y las hogueras.
¡Van, según dicen, por vampiros nacionales
y su doctrina de folclor indeseable!
No es bueno que existan porque glorifican
el sufrimiento mismo que se escucha
de los labios que lo admiten.
Y el ciego estuvo allí, dolido y apaleado
como el perro hambriento y despreciado,
débil para erguirse y combatir
¡Y detener las intrigas!
*
La clientela esotérica
Ellas dicen que leen de los controles
de sus lóbulos frontales. Toda expresión facial
de la emoción conocen… A ellas van las naciones
en llanto, gentes con tonos innatos de la voz herida.
Los atemorizados con ella comulgan, sacan citas.
El negro les contará sobre cada odio
que se anudó en su pecho.
¡Dolor de sus barriadas!
Los obsesos se desgajarán en su melancolía.
Ella a todos dirá: Vengan, vengan, a darme
su producción de emociones, su voluntad de pueblo.
Yo voy a ser su canto soberano, lo más nacionalista
de la sangre, la pasión que los salva
con convicción profunda, en los tiempos de intriga.
Oiré su terror, detectaré el misterio,
devolveré fantasía, conozco el sustrato romántico
de cada sentimiento, su realidad más íntima.
:Los que saben, sin entender ni amar a nadie,
Represores de intimidades, no las quieren.
Las cazan y las queman
por sospechar que guardan más
que lo dicen y oyen más que lo oyen
y ven más que las cosas visibles e invisibles.
A ellas van los malaventurados, lo más fino
y vulnerable de la soga que se rompe.
No es ella la que los cuelga de los árboles.
No es ella, la expresión del Sur confederado.
No es ella: el enemigo por de pronto.
*
El hada del Norte
Ella es el hada del Norte que los recibe a todos.
Que los saluda desde el Puerto de Ellis Island.
Quizás te pida un voto por el Norte, pero lo pagas
con murria que te quita. Ilusión de lealtades.
Ella se vuelve Nación Joven por tanto
que ha bebido dolor a borbotones del que huye.
¡Ella, que no teme al vértigo ni a la gota fría,
en control está cuando a todos recibe
o les toca con su varita mágica! Por eso tiene,
al parecer, más secretos que los que se dan a las iglesias.
Aún las iglesias sureñas de bautistas, aún las católicas
regidas, en la memoria, del Cardenal de Cusa.
Conservan el anacrónico prestigio de ser brujas,
orientadoras en lo azul de los juracos, o el oscuro abismo
de las macacoas. Como a jerarcas neopaganas
se les juzga; se les esculcan sus mandalas y rincones
y círculos sagrados que reclaman para dar la providencia.
Las brujas o las hadas o los espíritus sin carne,
son non plus ultra con su olla de campaña
y su humo a borbollones… Y por avanzar
con el fuego de prueba, ganaron enemigos:
las madrastras, cibelianas, divertidas,
amantes de extranjeros, sabihondos
con proyectos globalistas, o territoriales:
mataindios, matanegros, genocidas, eugenésicas,
malthusianas, impersonalistas…
Ellas son las modernas damas de las sinarquías,
plutócratas de moderna plutocracia.
Pero las brujas mismas tienen su círculo de fuego;
andan tan pobres, envidiosas, alevosas, arbolarias.
Son capaces de bien y mal.
Sobreviven en un mundo sin carácter,
en un mundo de falsos paradigmas.
*
Canto al hermetismo / Indice: Canto al hermetismo
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