El explotador adorna el dogma de su Ego,
el canto de sirena de su adecuación,
la noción de lo seguro y protectivo
del Estado, la Clase, el buen instinto.
«La realidad social no es perversa.
Es consecuencia justa», dice.
El explotador, mal que bien, te da la piedra
del Trabajo y, por otro lado, la vida,
una empinada,
o el reto de la cumbre.
El nihilista se impone la sospecha de un Dios
y unos demonios. A veces piensa que ellos
comulgan juntos, se protegen bajo los cielos
y aprietan el gaznate de los débiles del mundo.
El explotador se define triunfante.
La culpa no lo alcanza cuando la duda
cunde y se asignan las respetabilidades.
Lo aplaudirá la clase media
y lo endiosará el Tercer Mundo,
2.
Cuando el más fervoroso de los cantos
sea: «Dáme trabajo, porque yo
necesito comer, techo y vestido»,
has perdido nhilista. Te han comido el mandado.
¡Qué lógico le parece a él que así sea
si tiene el apoyo del Estado, de Dios
y el mundo! Por eso te quitará la autoridad
sobre tí mismo para que funcione este tipo
de modelo metafísico, de realidad
en la que eres un eslabón, casi suelto,
mohoso, pero activo, sin la necesidad
de unos golpes contínuos de remache.
Y la carga de todo lo absurdo,
el costal de la angustia que condena,
termina puesta en tí, tú te la crees
y la obedeces, a fuerzas al Opresor toleras.
Te quita y te da según cree que mereces.
3.
Tú llamas la vida liberante, tú le das
un regocijo, tan oculto. El sí te llama
el hombre inútll, infiel, el jornalero malo
si no repites de memoria su ideario: Todo está bien,
todo guarda un sentido, un más allá de propósito preexiste...
y uno no debe quejarse cuando vaya con el culo pateado
por los montes o la roca espinosa,
dando tumbos. Y ciego como Sísifo.
Uno tiene que obedecer y cerrar los ojos
para que los valores no parezcan sobrehumanos.
El explotador es la Mano Vengadora
de la sórdida manada de aquellos cavernarios,
asesinos, y la venganza es dulce.
El que te saca los ojos tiene todas las de ganar
porque el habla de la Cima, las alternativas
aceptables para aquel con la Mano invisible
de un dios que lo protege y unos diablos
justificados en la Tierra y en el Cielos
de los que no tienen pan ni libertad
ni regocijo porque son los nihilistas negativos.
Las zonas del carácter
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Trail of Tears, 1838
Sigan el rastro a las lágrimas,
olisquen este sendero de la autonomía.
Cherokee, examina si Uno mismo
equivale a una cruz de incertidumbre
y ansia. Rememora, si puedes todavía,
los corazones perturbados
con la idea de que ha muerto el derecho
a ser Sí Mismo, verás los inmensos huesos
del búfalo y las más pequeñas rótulas
y tibias y dedos de tu tribu, quebrantada.
Después el privilegio y la codicia de quien pide
estar en sociedad de oro, habitar su enorme rancho,
en el espacio de la bella pradera
donde el búfalo estorbó con su presencia y el indio
miraba el sol de la tarde en su penumbra.
A la distancia, la comunidad
[¿podrá llamarse así, en justicia,
después de The Removal Act of 1830?]
asegurándose a sangre fría de que la remoción
es para siempre y que no volverán
después que han sido llevados
a holocausto de lágrimas y lamento.
El hombre extendido
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En torno a la alteridad
La ajenidad la representan esas tribus al Este del Mississippi.
Ojos militares hay ya que las vigilan. El que viene y va
las declara incivilizadas, sospechosas, gente de piel oscura
y lenguaje incomprensible. Vestidos cortan
con diseños no europeos, cultos a dioses extraños
testifican que su tierra es sagrada, no la ceden
y sólo su dios distribuye lo que en medio de sus ríos
reverdece y aflora, no el hombre.
Entonces, enemigos son y ante la alteridad
con quie perjuran habrá que asimilarlos. O se van,
o han de conocer la muerte; y palabra fue dada
en Dancing Rabbit Creek para que el blanco
decida y Choctaw vio a 14,000
de sus indígenas mudarse
a lo largo del Río Rojo y los Cherokeers, por igual,
por causa del Tratado Nueva Echota.
Son la Alteridad – que a Jefferson le incomoda.
Y van huyendo y van, sin el alma, asesinada
en el paisaje de los ojos, a nuevos territorios
de Oklahoma y Kansas. Es que son la alteridad
y Van Buren ha lanzado la promesa
de matarlos. Debe irse, ajenos
a su tierra, ajeno a costumbres
así es la neurosis colectiva
y el infantilismo emotivo
de estas sociedades eurocéntricas
que han decidido llamarse
América del Norte
El hombre extendido
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