Wednesday, September 23, 2009

La ahorcada blanca / microrrelato


Sebastián Hurtado navegó la desembocadura del río Carcarañá en compañía de una mujer hermosa. A la damita de la nobleza andaluza, a quien vistió de grumete, la introdujo como polizonte al barco y la tuvo escondida el tiempo que pudo, ya que viajó con la expedición de Sebastián Gaboto; pero, cuando empezó la edificación del asentamiento, o pequeña villa, Sancti Spíritu, a las orillas del río Paraná, en 1527, ya no pudo ocultar que el muchachito era su mujer ni tuvo control sobre las precauciones de seguridad que serían necesarias para evitar su ultraje y defender su vida. Antes que el asentamiento cumpliera dos años de existencia, por ser la única hembra blanca y Sebastián, afortunado con una vida marital, en el mismo fortín se les hostigaba a ambos. Debido al exceso de vejámenes, al final se escaparon con los indígenas timbues, quienes incendiaron a Sancti Spiritu.

Viviendo ya entre indígenas, Sebastián observó que el cacique de la región, Mangoré, se enamoró de Lucía de Miranda. Otra vez emprendería la huída, llevándola consigo y con la ayuda de Siripo, hermano del mentado. Este fue quien lo advirtió del peligro. El Cacique planeaba matarlo y quedarse con Lucía. Fiados de la buena fe de Siripo, salieron los tres.

Sin miramiento, al tercer día de huída, el indio timbue dio varios mazazos mortales sobre la cabeza de Sebastián y pidió amores a la mujer. Por su parte, Mangoré buscaba al traidor con sus mejores guerreros. «¿Por qué te llevaste la mujer blanca que eligí como cacique para mí?», le preguntó a su hermano cuando les aprehendió. En fin, que pese a protestas de Lucía, alegándole que éste no la había poseído todavía, Siripo fue condenado a muerte y Mangoré se quedó con ella.

Y ninguno contó con el hecho de que había un sobreviviente de la quema del Fortín de Sancti Spiritu. El cronista descubrió el cadáver de Hurtado y vio la ejecución de Siripo y al Cacique Mangoré, jactándose de los amores que comenzó con Lucía. Y como traía instrucciones de la nobleza andaluza de matar a todo a quien la tocara, antes de matarla por encargo de su padre, cazó sigilosamente al cacique y lo atravesó con su espada una noche. Después hizo labores de marido con Lucía, prometiéndole el regreso a España. «Descansa. Esta arboleda será lugar seguro». Cuando ella se durmió confiada, después de larga y cansada caminata, su cadáver quedó en la arboleda. Fue descubierta ahorcada en el árbol bajo el cual durmiera.
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1 comment:

YOSSI said...

bello relato, me encanto