Ustedes, que se prometen el fin de las preocupaciones,
jactándose del secreto, casi ilícito y prohibido
de una energía que no acaba ni se agota,
se sorprenderán. La compañera sin el cual el poeta
no puede vivir la tiene y su energía es el Maat
que corona su cabeza con una enorme pluma de avestruz.
Ustedes que se designan dedicados, disciplinados
adeptos, iniciados, del Fundamento suyo socavaron
su estabilidad. A la mesa serrucharon las patas.
Al poeta le cortaron la garganta.
Y yo pregunto, ¿dónde han dejado el cuerpo de Mayet,
donde su inmaculado balance se está desangrando,
qué hicieron después con el cuerpo de su justicia
que no lo veo en sus alegados templos de moralidad?
Ahora, ¿quién será quien regule el curso de las estrellas,
si cada palabra necesitaba nuestras bocas
y su anhelo fue el desideratum?
¿Quién rotará las estaciones y sostendrá su orden
para que del Caos venga la acción creadora
y el conocimiento de su Ley?
Ustedes, quienes dicen que de un Barco Solar
bajaron los varones, han creído que se pueden beber
la Mar y que el Nilo no lo tuvo Ella en sí,
húmeda su boca, oasis para el camasin.
Dudaron que fue parte del Todo
y que fue corazón y lengua del Sol;
pero ella era Mi Sol y su fuego era mi sangre
(ella era la luz oscura dentro de la Luz)
y la han derramado como desperdicio del crimen
y yo, como Thoth estoy desconsolado
como si me hubiesen sacado los ojos
cuando abrieron su garganta
y la desangraron por perversidad.
A ustedes, digo porque soy Escriba de Mayet
ante los puros, porque mi nombre es el Pacificador,
porque Juez soy para gloria del Maat y fiscal de Unnu,
porque invocación digo en el Templo de Abtiti,
porque el Gemelo soy de Aquella que mataron,
porque Tres Veces Grande es mi sombra
y no la alcanzará ni quien vuela hasta la esfera
del Logos de Platón ni llora lágrimas
de cocodrilo en sacrificios de arrastre
ante el Juez de Rekhekhui,
suyas no serán las voces de Idris.
No me llamarán Akhnookh ni me oirán
que responda, no me conocerán en Babilonia
ni me escucharán cuando hable en Egipto.
No quiero comulgar con ustedes.
Cosecharon su separación
y serán 365 años de mis años.
Van a comerse sus crímenes y perecer
en el Diluvio porque Ella era la inagotable Sangre.
Ella era el corazón y la lengua que por 365 años
tuve para contarles el Poema de Nuestro Amor
y el pacto de su arquetipo y habíamos jurado
que quedaría inserto en todos, en ustedes,
no en los que participaran en su ultraje.
Y la han ultrajado.
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