Friday, December 11, 2009

El libro de anarquistas / 3


Carroña en los campos de Gestell

Todavía quiero mi subjetividad, dígase
que es mi único presente, el hoy concreto que encarno
en el otero oscuro. Un perro que no quiere la cadena
ni ser golpeado cuando le dan mendrugos.

Aspiro no sólo a porvenir ni a sabe qué
proyecto secular... quiero mi espacio
Mi claro, mi tierra, mi yo. Mi noosfera.
Mi zorro bueno.

Exhalo este suspiro ardiente de necesidad.
En el horno de la Naturaleza, mis pies que arden
en suplicio tengo, lengua que gime
porque no está al margen de la causalidad
y tendido está el yo en la estantería, tan malcontento.

Sociedad quiero, historia social;
referente en qué vengar o redimir la moral sin moral,
metafísica de caníbales inmundos, analfabestias
ajenos a la insecularizable Gracia de mi Yo.

Del trayecto del amor y la entropía,
son tránsfugas. De la necesidad de libertad
no toman consciencia.

De la necesidad incomprendida,
su carroña comen, porque son hienas para quien,
como yo, va herido, mordido por los límites morales,
por lo arcaico que siempre dice SI,
por el medio que se vuelve Soporte
y esqueleto de la necesidad.

Todavía quiero mi búsqueda, dígase
que es el único rescate de Mí Mismo
cuando se cansa el corazón de esperar
(en medio de existencia degradada, obliterante,
banal, hombre y mundo que jamás se concilian).
Entonces, la paciencia es un juego de torturas
del Gran Titiritero, el Uno, el Se,
Don Nadie / Das Man / el mundo
y el Yo, carroña, en los campos del Gestell.

08-12-1986

*

El Reino de las Moscas



Lo trágico busca la poesía... Lo trágico es la poesía. [...] Pero si de aquí desprendemos una (est)ética hay que entender que ésta no es del todo negativa. Pero esa estética no es lo fundamental de la mirada ni del ser poético: Yván Silén

Tú no eres fundamental, abogado del luto,
escribidor del Gran Cuaderno
que explica tus codicias.

¡Genocida del Reino de las Moscas, múerete!
¡Olfateador de templos olvidados, cesa
de una vez en el lodo compasivo!
Tú eres prescindible, vulgar, hipócrita,
beso fiero, ósculo de traiciones,
¿para qué quieres tu ética de gloria,
tus justificaciones, si sólo has vivido
del sablazo?... cesa, se te obsequia el reposo.

Deja al fin que en Chipatá
se te recuerde cómo has sido,
por qué en Tunja perdíste tu caballo,
aquel ataviado de jirales y gualdrapas
al que llamaste «Mi suerte».

En Mariquita te saludará una serpiente
Es en lo trágico que se crece el hombre.
El Dorado ha sido un charco de agonía.
El Dorado es un llano de la Muerte.

5-2-1989

*

El mal guerrero

No es que tengas que sangrar a cuchillo,
cada ente que veas, cada cosa que se mueva,
cada respiro que se exprese en la vida.
No destruyas a la carreta en que voy
ni el camino natural donde veas mi cizaña.
Tus voces interiores son el verdadero rival:
tu envidia, tu soberbia, tu ira. Tu deseo.

No te excites porque crezca una sombra.
¿Qué sabes tú que es la luz?
Lucharás contra las emociones,
templo ilusorio que tienes en el alma
porque eres hijo de muchísimos sentidos:
tus instintos que te dan el campo de batalla.
Cogniciones que se pierden en la NADA.

05-03-1990

*

La violencia romántica



A José de Espronceda
¿Por qué se persiste en nombrar a las ternezas?
Ya más tiernos escondrijos tiene el bruto;
ya más amaneradas cursilerías, de la boca criminal
se destilan para que el hombre sensible
sea su cómplice... Me pregunto, no en afán
de inefables perfecciones, o ambiciones a priori...

¿Dónde diablos conseguiré el amor puro?
¿Dónde alguno que saque su cara por la mía?
No existe, sino un amor con condiciones...

¿Por qué tus flores, Campoamor, por qué
el recaudo hermético de esos mundos interiores
que crecen entre abrojos y calvarios?

¿Dónde termina lo superficial del conformismo
y se exhibe al enemigo, con sus nombres
y su concreta maldad, madre de desalientos?

¿Por qué tan íntimos, si el dolor es agreste,
se amontona en la calle, delante de nuestros ojos,
y la violencia nos truena los oídos?

¿Qué ideal puede manifestarse si no se abre
la boca, por estar asustados o en letargo,
¿qué hacer? ... si se evita que difundamos a gritos
que el alma misma se transforma y prevarica
al impacto de la neurosis social,
la deslealtad, el egoísmo
y con sordos oídos perdonamos,
jugamos a la sublimidades,
por tolerar artificios de consumo, hipocresía...

23-09-1999

*

La filosofía del dinero

Sólo los opresores no cambian.
Son siempre igual de estúpidos... La mayoría
de los occidentales aún no los identifican como tal.
No reconocen su monstruosidad:
Carlos Frabetti

George Simmel, representante cristalizado de la época previa a la primera guerra mundial, el único auténtico filósofo de su tiempo al ser al ser la verdadera expresión del fragmentado espíritu de éste: Francisco Gil Villegas

La filosofía del dinero lo ha teoriza claramente:
la libertad tiene un precio, un precio tiene todo.
El que quiera ser rico robe a otro, esclavice,
manipule, engañe, despoje, súbase
a la espalda de su víctima, chúpule la yugular,
afiáncese en el beso draculesco, pero diga
que no existe en su corazón mal alguno,
torvo interés, mala voluntad, virus de monstruo.

Usted, con su Zeitphilosophie, es sólo
el hombre indispensable, el empresario hacendoso,
activo gallináceo de los tiempos, abejita
en el reinado de la especie, una reina
en la realización vital de un mundo burgués y democrático.

Usted está tan sola, entre fieras que se comen
una a la otra; usted es una reina, cercada
del obreraje estéril y de zánganos y le incumbe
perpetuarse en la idea de la superior cualidad
de su dominio, su excelencia, su enjambre.

¿Qué tal si viene un macho y se la come?
¿Qué tal si la aguijona otro aguijón que no sea suyo?
Usted que reparta la miel, usted que vea la insuficiencia
y remedie con su juicio el principio de las comunidades.

*

Los Catorce Grandes

Han buscado el Ala protectora,
pues digan el Gran Amén, Catorce Grandes,
que se beba el café de las oligarquías
que la mano del más pobre y despojado cultiva;
desprestigien y tiemblen con el salvadoreño
Arturo Araujo, destitúyanlo con la fiera saña
de los generales, sáquenlo con la ayuda de la CIA,
ejecúntenlo con Farabundo, dá tu orden, Maximiliano:
30,000 nativos insurrectos no son nada;
de muerte se han llenado por centurias los campos,
ciudades, aldeas, covachas de los miserables.

¡Dáte gusto, Maximiliano Hernández Martínez,
métete en las alas protectoras del Aguila del Norte!
Conoce a los Halcones. Farabundo es tonto útil,
cuasi mártir, universitario; su embeleco,
el FMLN que se disuelva en miedo,
que lo reentierren los muertos
y estudiantes correlones.

Ustedes los cómodos, buscones, crédulos hijos
de la pleitesía, catorce grandes, élites cafetaleras
para mercados internacionales, son los que podrán
construir ferrocarriles, pavimentar las calles,
ir a los conciertos, teorizar las estabilidades
(definir la democracia y el progreso)
y tienen suerte. El Ala Protectora está para ayudarlos
y desde el 1930, el nido de esa águila bendice;
de Centro América pueden expropiar hasta alemanes,
pueden burlarse del británico, con el visto bueno
de Einsenhower; la CIA bendice al pollo,
métanse bajo el ala de su plumaje grande.

Digan Amén, así sea. El hombre-bestia adviene
en el séptimo día de las guerrillas del '70.
Lo que importa es que organicen
Escuadrones de la Muerte. Para el '80, puede
que no quede nadie, ningún rival que se atreva
a cuestionar el régimen, a recordar matazones
o decir Abajo el yankee, muera el imperialismo.

Los Santitos Zelayas de los nicas liberales
son macuarros, desde el inicio del siglo.
Diseñamos a la medida nuestros protectorados;
a repúblicas que no saben gobernarse
ni tener super-contentos a sus conservadores,
las enseñamos ad hoc; sólo digan Amén,
pidan armas y marinos, digan el presidente es confiable
y acabamos a Sandino, lo mismo que a Farabundo.
Matamos hasta la muerte; colgamos
de los cojones a la vida...

... pero digan Amén, agradecidos, miren
al cielo el poder del Ala, vean el Ala
del poder y sepan que son la certeza del progreso,
el viento vitamínico en el Aire, la alaza dadivosa
de los temerarios, elegidos redentores.
La democracia universal viene del Norte,
el policía es celoso, la doctrina sagrada.

Digan Amén, no se olvide de gritarlo
con pecho vibrante, usted, Tacho Somoza,
¿quien le enseñó a deshacerse de Sandino?
Su fiel escudo: el Ala Protectora, dios-América,
con la Mano Invisible y el Dólar Todopoderoso.

Tardaste en darme gracias y un poeta de la izquierda
te disparó en las sienes, Luis Somoza, yo mato
hasta de un paro cardíaco, díme el Amén que debes
porque los malagradecidos se vuelven sandinistas,
marxistoides, mis neuras... digan Amén, pues yo
me pongo nerviosa como un ave moquienta
y quito las ayudas que te doy en pago a la obediencia,
suspendo préstamos del Banco Mundial y Fondo Monetario.

Doy y quito, ninguno más que yo, el Imperio,
me parezco a la muerte.

*

Los posmodernos



No es que el tiempo sea, sino que el ser-ahí produce su ser como tiempo... El tempo es lo que hace posible estar-por-delante-de-sí-estando-ya-en: Martin Heidegger
Mira por qué te muerdo los ojos para que veas
sin ellos, cuando vayas conmigo, lo que está
por delante de tí y esta ya tu vida en vida,
vivenciado, en cinco sentidos entramada
tu conciencia de mundo, mira por qué destrozo
tu nariz que se queja del hedor que te circunda,
mira por qué te cerceno los brazos y te obsequio
alas y vehículos que te da el amor con que cobijo...
míralo viajante que te bilocas porque no te conformas
con la acción ordenadora del lenguaje
y fundas el poema, uno ajeno al Fatum
y a las alteridades engañosas
del annihilatio mundi.

¡Qué mucho te diré sobre el Tiempo
(el que no es sólo durar, sino finitud del ser-ahí
que trasciende), qué mucho te diré del tiempo
que no es sólo simmeliano espíritu de época
ni posmodernidad extrarracional, voluntariosa!

... pero ésto es real. Los constructores de ilusiones
existen, el coro de hipnotizadores se puso
delante de sí, en el tiempo, delante de tu vida
y la ajena, estando-ya-en, contra tu gusto
y los criminales son los cómplices directos
y te cobrarán el aire, el oxígeno,
una vez que descubran el asma de tu madre,
una vez que descubran las rutas a tus puertos.

Te cobrarán las aguas el día que digas:
«Tengo sed», sed humana,
virtud de acudir a manantiales.

Te cobrará la tierra, porque no tienes tumba.
Lucrarán con tu casa, tu renta, tu habitabilidad
entre los marginales; te negarían el alimento.
Muy poco importa la boca de las mayorías,
muy poco, sí, la necesidad del hambriento.

*

Hijos del fin de siglo



Mi deber es inclinarme sobre la angustia de los hombres, de la que he decidido curarlos: Saint-Exupéry



Ahí vienen, con la pierna de más o alguna pata rota.
Judaicos narigudos, chatos o aguileños con inversos respingos.
Vienen o están llegando tus hijos, Siglo, marionetas
que no hallaron para sí quien mueva sus cordeles.

Tus hijos de la angustia, baleados en la espalda,
traicionados en la guerra, arrasados en las calles,
bombardeados desde el aire; tus hijos que preguntan
si ha de ser por su fe que salten al vacío.

Tus kierkegaardianos amantes sin nadie que les ame,
tus desesperados por amor como Larra(s) tardíos,
tus intensos culpables, remordidos en celdas,
con cicutas siberianas por alcoholes, a media copa
de comerse el suicidio. Son tan dostoyevskianos,
y como padres e hijos, por edad escindidos,
por nihilismo contagiados y enfermizos.

Otros a colgarse narcísticamente del ombligo,
llegan o llegaron y desde colmenas celianas y balcones,
se les mira, bohemios a media, vulgares por completo.
Ahí vienen, sospechosamente metafísicos,
los herederos de Quevedo. Vienen de la crisis general
del fin de siglo dizque para inaugurar su vitalismo triste,
casi tango, o desarraigo denso, sin bolero.

Y, anacrónicos, asoman y les importa un bledo.
De la Guerra del 14, con definida noción
de imperialismo, se presentan y maldicen el hambre
lo mismo que al anarco y al sindicalismo;
el rico es más rico y el pobre más gritón y jodido.

¡Qué mucho sufre el hombre por causa del salario!
y, al final, fachos, individualistas por consenso,
esquinados, represivos, persignados.
¡Amargos! odiando a Dios, la familia, la patria.

¡Qué asquerosa, desde Praga, la escena de la angustia,
la avanzada de tanques, la voluntad quebrantada;
qué íntimamente duele a los rilkeanos y a Kafka
y al que probó tu sopa lentejuna, Kierkegaard,
y se inventó el gusano, o algún tamaño bicho
que salpicara el caldo… ahí vienen, Pirandello,
personajes sin padre, huérfanas voces sin autor,
tus hijos, mugre Siglo, calendario pindoncho
y sin pudor para entes anhelantes de ser,
buscadores perdidos (¡sombras de orfanatos!)
unab vívida insensatez los maldijo o los parió
y un carajudo y lujuriado nihilismo los trajo!

¡Cómo son mustios por causa de su frustrada plenitud!
¡Qué estúpido afán de hasta querer ser dios
por hambre de absoluto, qué pasión más inútil!
Joseph K es el primero que ha llegado, Saturno,
padre del karma jodido, y del laberinto donde irá
y de las muchas leyes que aún lo persiguen;
tener ansias de diablo y Dios y democracia
y capital y puta burocracia y no saber
quién entrampa primero. O quien da la libertad…

De este proceso injusto nunca sabrás el por qué,
ni qué delito... Llegó un varón. Es absoluto y fino, Siglo,
mira quién es, o escupe, burócrata del siglo, porque quiere
buenos ciudadanos y viene meticulosamente vestido,
con el corazón al revés y habla de progreso
y futuro y orden nuevo y ya llegó, disparó
la primera pendejada, al recordar: «El patriotismo
es mi Dios». ¿Qué hago padre? ¿Lo recibo?

Abrele paso, Siglo. Vienen, vienen... ahí.
No todos son tullidos ni parecen tristes, amargos.
No todos con manos sucias se llegan,
o con náuseas se exhiben; pero, renquean.
Vienen con una pata demás, o el corazón
a sus pies, herido...

08-12-1995

*

Genocidio, 1915



a mi amiga Margi Sevan Karas, estudiante armenia
Todo comenzó una noche del 23 de abril.
Alguien te llamó minoritario: Dhimmis.
Alguien en 1915 habló, triunfalmente,
en parlamentos del odio sin sentido.

Alegó: Ellos no creen lo que creemos.
Que no pisen nuestra tierra como extraños.
Que no respiren el aire ni abran sus bocas
porque este espacio es NUESTRO.
Que no valga ninguno de sus testimonios.
Destituídos sean sus dioses, sus penas,
sus esperanzas; abajo sean sus sueños.

Y, para que así fuese, comenzaron
a llamarlos DHIMMIS, bocas torcidas,
renegados, cristianejos con barbas de chivo.
Malnacidos, occidentalizados.

En tan sólo dos años, 1894 a 1896,
victimizaron los primeros 100,000 …
y nadie dijo nada.

En 1906, otros 30,000, entre armenios,
dijeron de sí mismos:
«¡Pobre de mí, karma es mi dolor cristiano
y larga espera porque ni Dios lo oye!»

Ante ningún tribunal se asomará
(porque el espacio de la ley es EXTRANJERO
y se nos dice: USTEDES no son de los NUESTROS).

Con impuestos excesivos pagará su intrusión
en tierra ajena, su condición de armenios
a medias tolerados, siempre sospechosos
por su cáscara amarga y su vestido
y su barba de fe y su voz disociativa
que contraviene al turco.

Y empezaron a empujarlos a Anatolia.
Y a matarlos entres sombras agrestes,
a herirlos en cruces de caminos.

Se les prohibieron las armas y hasta apretar
el puño o mirar a los ojos;
se les quiso indefensos,
descabezados, secuestrados,
sin un portavoz en ningún predio;
se les puso en las manos
de batallones de ex-convictos carniceros.

Se les ha gritado: «¡Véte, véte o muere!»
Mataron a sus varones más valientes;
escupieron a los viejos en las calles.
A los niños hambrientos y haraposos
se gritó que a las moscas pertenece una fruta podrida
en los mercados. «¡No toquen alimento de las moscas,
a volar, hijos de DHIMMIS, cerdos impuros!»

Después se violaban sus mujeres.
Se forzó a las armenias a prostíbulos.
Se raptaron sus niños, se abortaron
en cañerías o se vendieron como siervos.

¿Quién protestó este acoso de las dictaduras?
¿Quién reconoció esta crueldad? ¿Quién dijo: ¡Basta!?
¿Cuántos años requirió esta memoria
para que no quedara impune?
Jóvenes Turcos, liberales y constitucionalistas,
¿no vieron que los dhimmis le llamaron su esperanza?
Y pudo más las rencorosas ínfulas y el ultranacionalismo.

Mas no será por siempre...
¡que el olvido en perversión se esconda
y o el gobierno se escude!

Y, Dios de los DHIMMIS, Jesús
de los cristianos, ¿qué significado tiene
ese dolor, ese exterminio? ¿Por qué
Tú lo permites, por qué Tú? *




* «El caso de los armenios en Turquía es el primero de los genocidios del Siglo XX. Las matanzas sistemáticas de armenios durante la dictadura de los Jóvenes Turcos constituye una muestra de una masacre que acabó, según varias fuentes, con la vida de cerca de millón y medio de personas»: José Carlos Rodríguez

*

Florecerás

Y el padre dijo al hijo que amó porque moría
como yo dije a él, a quien amé:
Quien tarde llega al botín, redefina sus palabras.
Despójese de sus rutinas, aléjese del mosto
y de las viandas de la Tierra y cultiva su primera rosa,
haga su guirnalda de claveles que me entregará
como corona que paga su transporte;
antes que la flor muera, lo subiré a mi barca
y la rosa será su perfume, el aroma
de los nuevos propósitos, florecer por breve sea
la vida, florecer, florecer nuevamente.

02-09-1998

*

Adiós, Patria

Una comunidad fue lo que quise:
familia,
hermanos,
vecinos,
amistades,
pequeño lugar
al que he de llamar la patria,
hábitat
al que clamar dulcemente
mi paisaje,
nicho mío,
ecología de mis ojos,
cercanía íntima con ecos.

El día llegó.
En cierto modo, inesperado.
De la comunidad salí,
con adioses fragmentarios.

Me secuestró el exilio,
me chantajeó
la causalidad del poderoso,
imperios interventores,
extraños, suplantadores,
industriales, traficantes.

Bancos transnacionales,
engendros globalizadores.
Miseria reinventada,
desempleo, traiciones.

Se burló lo universal con su sarcasmo
y la historia,
con su construcción de privilegios.
Me dijeron:
«La patria es la nación, borincano».

No fue poco lo que yo quise
y todavía lo busco dentro de mí mismo;
pero ya no es lo mismo,
la patria no es
la comunidad íntima,
nostálgica,
que se quedó conmigo.

Hoy es la nación
(sí, la nación, la nueva idea
con sus ultrajes)
cosida de retazos,
una neutra
y laica confabulación
que me distancia
y me divide
en otros reinos,
con banderas
y engañifas estrelladas.

02-18-2000

*

Tierra mía

Matría, patria, te buscan los amalecitas.
Enemigos míos son. Condenan tu hembritud.
Se transforman en ácaros, en pulgas
que te comen el útero, que buscan el cobre
en el fondo de tus minas y cordilleras.

Quieren prostituirte y hacerte cascarón
y tikkum, residuo de mundos
de vasijas rotas y vestíbulos demónicos.

A tus enlaces los llamaste santos,
pero con doctrinas de la muerte
te dan besos de Judas. Te afligen.
Te venden en esquinas de piratas.

Te incendian en Arecibo, San Juan,
San Germán, Añasco.
Te bombardean con doctrinas falsas
para que se destruya el Estado Nacional
y soberano de tu Altar en la Tierra.

Amada mía, estás llena de ladrones,
ganapanes que por monedas
te machetean el alma
y te vuelven la crédula de las proclamas
de Miles y siervos de los Imperios coloniales.

*

Genocidio, 1805

Esta fue la orden del 6 de abril.
Dáme 40 niños. El minotauro quiere sangre.
Dególlalos en el Altar Mayor.
Sólo en Moca, muerte quiero. *

Y fue más precisa la orden.
Reúne tus tropas en Santiago.
Degolla a cada varón, tómalos
prisioneros. Junto al presbítero Vázquez
pón en fila a veinte sacerdotes,
cuéntalos bien y que vean su cementerio
y prende fuego al pueblo, que antes
atestiguen cómo arden sus cinco iglesias
y sus chozas y luego, mátalos, sí,
fríamente. Mata a cada varón.

Esta es la orden que obedecerás
este 6 de abril y a pie juntillas.
El minotauro pide un rebaño.
Trae, amarradas de sus muñecas
y sus descotes rotos, 249 mujeres,
430 niñas, desnudas y friolentas,
vírgenes. Házlas que tiemblen y teman
bajo la biruja del sendero y el aliento
del guaraguao y el urubú; el minotauro
quiere, además, 318 varoncitos.
¡Date prisa! Llévalos de Santiago a Haití.
Henri Christopher ha pedido la ofrenda
de 997 entes de la negritud. * *




* Estos datos y las cifras de víctimas están documentadas. Para cumplir la misión genocida se incendiaron además poblados de San Francisco de Macorís, Moca, Puerto Plata y Montecristi, en la hoy República Dominicana. Por orden de Henri Christophe, Monte Plata, San Pedro y el Cotuí fueron reducidas a cenizas.

** Dice un historiador: «En otras comunidades dominicanas en las que pisó el carnicero conocido como Henri Christophe debieron haberse producido degüellos masivos de niños. […] En su insólito decreto del 6 de enero de 1805, Ferrand autoriza a los habitantes y autoridades de la parte española capturar en territorio de la república de Haití niños de hasta 14 años de edad, con el fin de venderlos como esclavos… […] Ferrand era sólo otro invasor, un ente transitorio en nuestro territorio, y que la huella del genocidio sembraría entre los dominicanos el horror que les provocan todavía hoy los haitianos, el antihaitianismo que sembró el degüello»: Clodomiro Moquete

*

De Hostos, Ciudadano de América



A Eugenio M. De Hostos y Bonilla, uno de los primeros sociólogos sistemáticos de América Latina y defensor de los derechos de la mujer
Aquel niño de barrio, viene
de un verde monte primoroso,
Río Cañas mayagüezano, varón
boricua, nacido para el mundo.

Se educó en San Juan, pasó
a Bilbao, a Madrid, conoció los estudios
del Derecho, la Filosofía, las Letras,
la política y peregrinó en la autoctonía
de su propio pensamiento: plasmar
a Urayoán, la sangre del valiente
y recobrar las raíces del Río Cañas,
el lugar nato, junto a la deseada
compañía de sus islas naturales, unitivas.

En 1869, comenzó la tristeza, el cerco.
La España déspota lo fue haciendo
vagabundo, peregrino, profeta en otras tierras.
Lo vieron en el Norte niuyorkino,
en Francia, Colombia, Perú, Chile,
Argentina, Brasil, San Tomas
y, sobre todo, Cuba y la Dominicana.

El filósofo educaba sobre la unión
de pueblos bajo una misma raíz de libertades.
El niño era valiente, como el gran Ramón
Emeterio Betances y su aliado Baldorioty.
El sociólogo era práctico, a todo asignó
la pedagogía, «juntos aprendamos».

Era un viajante que, entre Argentina
y Chile, inspiró ferrocarriles...
Era un hombre extendido el niño eterno
con un barrio dormido, Río Cañas, el gran futuro,
Gran Eugenio María, Ciudadano de las Américas.

Era educador, feminista verdadero, el primero
entre sociólogos científicos, valiente
entre patriotas de su tiempo...

*

A Blanca Canales



A Blanca Canales (1906 – 1996)
Llegan a los pueblos soñadores,
ante la gente para quien la libertad tiene un sentido
y la identidad es un orgullo básico, llegan
con un sordo eco de amenaza,
con esas muecas de empecinado desdén.
Se meten a las villas, donde hay hambre,
pero aún la esperanza sobrevive
y el corazón no se vende por raciones.

Días hay en que izar tu propia bandera está prohibido.
Días para sitiar a los pueblos y vigilarlos
desde aviones artilleros, días cuando tu nombre, Blanca,
es temible, grandioso como la gran voz de tu líder,
Pedro Albizu, y días hay... tú también agigantas
tu voz dulce, detienes la vocinglería de los delatos,
cortas líneas telefónicas del pueblo,
subes al balcón más alto y declaras la República
(desafías a los que están vendiendo
al precio de las sangres de tu pueblo,
el proyecto sagrado, protegido de Betances a Albizu).

Días hay como el año en que escuchaste
al Maestro, * al único capaz de hacer su voz la tuya,
pero lo van a enjaular, quienes llegan
triunfalmente mercenarios, nuevos amos que se quedan
con tu pueblo, esquilmándolo en lento proceso
de colonia y mansa obediencia envilenciente.

Y tú no eres así. Así no es Nemecio, socialista,
así no es Elio Torresola, tu hermano,
así no era tu padre ni tu madre, así no es
Lolita Lebrón ni Carlos Irizarry.
¡Son la gente despierta mientras
los otros duermen y se humillan!

Días se asoman para proclamar la Gran Mentira.
El Estado Libre Asociado vendrá para salvar
a todos, vendrá con pan y tierra
(y la libertad que se la metan saben dónde,
porque el Amo viene, con largas cadenas
a esparcir nuestro espíritu de patria en lagos
subterráneos de lágrimas, en alegrías lujuriosas
de jactancia enemiga y en complicidades
conseguidas en violencia desde el aire).

Vienen por tí, Blanca Canales.
En Jayuya dijeron que atacaste los cuarteles,
que izaste la bandera proscrita,
que viajabas en auto cargado de revólveres,
que cortaste los cables de la telefonía,
que incendiaste los correos federales.

Ahora el pueblo está sitiado por tu culpa.
Van a empezar a hablar de lo que tienes en el pecho,
no un corazón, una araña peluda, estrella
conspiradora, anárquica, feroz como un lobo
sediento de la sangre en mansedumbre.

Van a olvidar que leías desde niña sobre héroes
y pueblos sojuzgados; te dirán soñadora, sí,
alucinada en la desobediencia, empero,
sueñas con furia, y van a encerrarte
donde está Lolita, otra que es como tú,
brava, indeteniblemente revolucionaria,
perpetuamente inconforme.

Llegan a Jayuya, tres días libre por causa
de tu voz, llegan al poblado donde no se mueve
ni la hoja de un árbol, sin que tú seas el empeño
de una diosa en la tierra, una diosa entusiasmada
con el árbol de tres días, zarza ardiente
de tu pasión de mártir.

Los aviones lanzan bombas desde el aire.
La Guardia Nacional dispara lo mejor de su artillería.
E irán por tí. Te arrestan, te acusan, te insultan
y decretan 60 años de prisión para tus canales
de blancos, tibios huesos, de calidez
y amor organizador, de patria.

12-12-1996

*

A Nilita Vientós Gastón


Levántate, José Benigno,
ve a buscar la arcilla a Calabazas,
al sur de Cidral y Piedras Blancas.

Madruga, Antonia Gastón,
madre bendita, y llena jarras
con aguas del Culebrinas,
flujos del Norte de Guacio,
que voy a cocer una vasija:
honra para tu pueblo.

Mi luz la sacaré ex-nihilo de mi aliento vibratorio
de Tiqquim; pero alguien tendrá que ir a recoger
el barro, alguien que sepa de arcilla
y tenga una fragua en Pepino.

A los ríos yo los llamo Consciencia
y los universalizo sobre el Bazo
de los montes, los fluyo
sobre los cuatro elementos
de mi cruz en los mundos; hoy elegí
tu barrio, José Benigno, sal de la sombra,
y aguas del Culebrinas, peces dulces
y amargos, peces de Marah.

Más allá de las luchas en que has estado,
más allá de los triunfos sagastinos,
más allá de arrecifes coloniales,
voy a sembrar una luz en la arcilla.
Y mujer fértil hallé en Ana.
Y de la ostra de su útero fecundo,
se escuchará una perla,
su llanto de soprano.

Vaso de honra, tesoro, dejaré
en sus manos, alfareros.
Han de llamarla Nilita.

La tarea se ha dado, Ana Gastón.
Hazle en el plexo esplénico el Bazo
de su arrecife, házle una kelim de arcilla,
calabaza del alma; yo la transformo
en perla, yo llenaré su corazón
de oro con mi brajá, doy la bendición
del amor trascendente: la hago Honra
y Tesoro, mujer que defienda
a tu pueblo y sea profeta
de hombres libres y buenos.

Coopera, Vientós Lamourt.
Este es el verdadero triunfo:
que nazca con la arcilla que me traes,
que filtro hepático para purificarla
proveas, ángel del hígado,
que el río de Ana lama la perla,
se descanse en mi espacio,
y las Palmas de mis nubes
la protejan cuando comience el parto.
Tráela al Olam Hatikún: voy a llenarla
de mi ley para que mi lenguaje sea
libre y ejemplar, pueblo por pueblo.

Que sea ella quien corrija las naciones,
que parte de mi corona sea,
mi vasija amada en el Caribe,
con arcilla amasada por mis alfareros,
por el Culebrinas abrazada
entre los pepinianos.


NOTA: Nilita Vientós, eximia intelectual y educadora, nacida en 1903, en San Sebastián. Fallecida en 1989. José Benigno Vientós Lamourt fue su padre, nacido en 1889. Este siendo chico, con sus hermanos mayores (Pedro, Felipe y Francisco) participó en las partidas proletarias y anti-invasoras de 1898. José Benigno hizo piniinos en el periodismo y se trasladó a Cuba con su familia, una vez casado.

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