Thursday, December 10, 2009

El libro de anarquistas / poemario / 2


La opresión internalizada

Para que no tengas amigos en combate,
dirigentes que sostengan tu valía cuando tú mismo
la ignoras, menosprecias, o negocias
con amos hambreadores, tus explotadores
se visten de corderos. De repente, falazmente,
son los emprendores, mas, en la sombra, dividen.
Lo planifican todo. Hasta ese día prosaico
de jauría en que asedian y parecen perros,
hambrientos de tus mimos.

Para que internalices la opresión
(y hables como un rico, o un politólogo
en las redes mediáticas del neo-imperialismo),
niegan las luchas sociales, su raíz y sus contradicciones.
Declaran que las clases no existen.
Que Dios nos hizo hermanos. Que Dios da
el pan y la justicia a su debido tiempo. Se atreven
a informar que la miseria es poca y tu dolor,
trabajador, no existe. Tú eres un malagradecido.
Tú eres el único quejoso.

Para que no te organices ni tengas voz
que defienda tu avance o tu salario, derecho a vivir
decentemente, con tu misma historia te alimentan
con miedo y, si no funciona el miedo persuasivo,
vendrá la bota militar, el mercenario, el grupo
que no hilvana consignas. Actúa.
Mejor es que mueras a balazos.
Y te lloren tus hermanos y te entierre
un indio campesino. Y cualquiera que se pretenda
valiente e inicie juegos temerarios, de mártires,
téngalo claro. Sepa bien la consigna:
Guerra contra ustedes a muerte...

2-11-1989

*

Conócelos

Tú conoces las desapariciones.
La coacción. El contexto. La lucha peligrosa
donde el fuerte se abroga los recursos
con mayores probabilidades de vencerte.

Tú, ¿qué puedes contra los poderosos?
¿Contra el ejército, los paramilitares,
la mafia, el Pentágono, los medios y la prensa,
el vendepatrismo, la guerra sicológica?

Te han advertido el desafío:
la historia ha muerto
y no te queda otra, combatiente.
Vas a decir No. Me rindo.
Tu consigna que sea yo aguanto.
Sufrir es mi destino.

Es tu trabajo lo que da el alimento,
la salud a tus hijos, el amor
de tu esposa, la lealtad del amigo.
Trabaja y calla: tienes ya suerte de estar vivo.

Tan crédulo, tú sí, has creído.
Admitirías que el amor, por universal,
lo soluciona todo; paciencia y barajar,
y a Dios rogando, tú sí, la violencia confunde
y lo complica todo, tú sí, pones con el perdón
te salvas, obedeces, como si el hambre acabara
con cruzarse de brazos. Mas peor es morirse.
Recuérdalo, inconforme.

Unos a otros, los asesinos se niegan. Se protegen.
Y su injusticia es lo impune y tu miedo, pan amargo.
Ya que propietarios y gobierno ventilan psicofraudes,
se inventan los fantasmas, consúmelos
por amor a tu vida, nos dicen. Son hermetismos
y verdades subjetivas. Convenientes.

2-11-1989

*

Los sofistas

Para que no vaya ninguno tras la pista
del poetizar que filosofa y de su origen,
rastro por rastro, esencia por esencia,
se juntaron estos opinantes de la felicidad barata,
gazmoños de cinismo operativo y ética triunfante.

Fue una fiesta por Esparta. Un simposio de invasores.
Varieté de domingo hicieron del capricho,
chorizo con papas la satisfacción del gusto.
Cobranza taquillera. Cerraron puertas al final
y en el transcurso y ante el primer bostezo.

Gorgios de Sicilia ya lo dijo:
No hay posibilidad
de conocer el mundo. Ni existencia de verdad objetiva.
La vida es un enigma.
Un juego. Y una enema.

«¿Cómo empezaron?», preguntaron a Crátos.
¡Cínico, pata de perro, filósofo en su casa ya tiene!
Es el lenguaraz, viajante. En esquinas de la Nada,
adepto es de capillas polisémicas sin habla.
Es mudo, paseador de fonemas entre pulgas
de su perra vida y el rabo de lo dicho.
Es sordo.

*

La traición

¿Cómo se inició todo lo que ha sido definido
como traición a Mnemósyine, la memoria
y partera del lenguaje?
¿Dónde se fundó el mundo abierto
y por éste, asomante la aparición del Ser
en el Claror de la Ereignis?

Cerrar lo abierto, reorganizar el presente,
desacreditar el origen, desagradecer lo futuro.

*

La traición de la memoria

Cuando Anaxágoras discursó
sobre el origen de semillas / homoeomorias
de todos los objetos y Empédocles observó
las raíces, infinitamente divisibles de todo
lo que existe: Tierra, Aire, Agua y Fuego,
otros, los falsarios, conversaron
desde fruiciones aberrantes
(¡ellos, tan cínicos, ellos... estolos
con mediaciones tramposas, eruditos a la violeta
con humor absurdo, sospechoso!)

«¡Que se callen los jonios y los naturalistas!»,
propusieron. Que les corten las lenguas
a Tales de Mileto, a los que aprenden
en Focea y son oyentes en Efeso;
«Callémolos», dijeron.
Desterremos a Anaximando y Anaxímenes,
a Heráclito, Empédocles, Demócrito...

Y en Elea, colonia griega en el Sur de Italia,
en favor de la estupidez más práctica,
se juntaron, moralistas apocalípticos casi todos,
predicadores de inmovilismo, creyentes
en el Uno perverso y el Diez de perfecciones.

04-17-1982

*

Y ellos se juntan para la autoridad obligatoria

Se juntaron los shamanes de la clase dominante,
con sirvientes empresariales
y maestros de lambisconería y oscurantismo,
genios del espectáculo, con desubicadas iságoges
de kitsch y panderetas, con hipermnesia violenta
de roedores, con la propuesta final de la fruición
y el fanatismo, fiesta de los símbolos fascistas.

«¿Cómo se inició todo? No entiendo»,
se preguntaban los atenienses,
uno que otro antiesclavista,
uno que otro ateo, herejético
por hablar del peligro
del Despliegue de la Esencia
y la apofánsis del Ser inagotable.

«¿Quiénes son estos enemigos
que, desde la pólis oligáquica
de Esparta, nos importan la maldición del fin,
el sinsentido, la Anaisthesia?

Empobrecimiento de todas las pulsiones.
El fin de todo auxilio. La pérdida del rastro
de la esencia en la Poesía.

4-17-1982

*

Europa, la reina

Como hordas de arrebato se presentaron
ante tí, Europa, te quitarían el poder,
la colmena, la unidad bienhechora,
tu rol matriarcal, tu frenesí emocional,
Grandiosa Reina… y tú, mera Devadasi,
eras el más perfecto y limpio de los lotos.

Alumna que danzas con sabiduría,
hembra que del orgasmo
hicíste un arte de melao, el mahasukha,
[¡oh! más azuquita, mami!]

En ese bosque, womb-like-place,
tu cueva abierta entre el mons púbis,
¿acaso no se cantaron idóneamente
los mantras más potentes y feraces,
tu Fertilidad, tu mística leche,
nuestro alimento, el pasto abierto?

En ese altar de la Kula,
¿acaso no nos díste el lenguaje
y el reloj del corazón los primeros latido
y te aprendimos tanto, porque no fuimos
otra cosa que zánganos, lo más estéril
e inmaduro del ser-entitativo,
lo meramente orgánico,
sin la noción del Atman?

*
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El libro de anarquistas / 1 /

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