Monday, December 28, 2009

Gertrudis / Recuerdo de un amor


Gertrudis

A Gertrudis Gómez de Avellaneda y Arteaga (1814 -1873)
Ardillita de Puerto Príncipe, moderno Camagüey.
puede también que mis ancestros dijeran
su adiós a las sendas de Navarra y la vieja aristocracia
de Vizcaya para dar con Pepino, puede que sean hoy liebres
entretenidas con las dispersas avellanas del celta
y el canario; puede que catalanes instruyeran
en los montes Mirabales de esperanzas
para querer el negro, como tú, con el Sab
de tu novela, hablándonos de amores,
tórridos romances, como aquellos que conmueven
a la Ardilla, o a la irrevente Viuda Negra
o Despreciada que hace decir
lo que Ignacio de Cepeda: ella / tú / no juega
con muñecas; ella no escribe cartas de amor
tradicionales, ella juega con nueces de carapacho duro,
«ella no es lo suficientemente rica, ni tan femenina
al gusto de mi talla». Ella discute, alza la voz,
se me alborota; es agresiva, opinante,
charlatana, y en mis días, molesta, no encaja.

Gertrudis, Ardilla, niña Vieja y puta, matriarca,
le díste una hija a Gabriel García,
nacida de tu vientre de mona
y ha nacido una Tassara, sin tus nupcias
ni tus náuseas,
y «me molesta, Zorra», te dijo el clan
de quien la rechazara... mira lo que te dijo,
Avellaneda de mi Cuba gloriosa,
que eres como loro verde, inteligente y parlanchín...

Como la ardilla, libre sobre la hierba tierna
que crece allende el río, en abundancia,
aunque no hay macho que te meta en el aramio
y te asigne como res al pastoreo.

Oye lo que te dijo el que tiene fijación
con la Mesura, la prudencia del ego represivo
ante la líbido que fluye incontrolada...

Que eres inquieta jefa de los cotilleos.
Que hablas de soledad y de melancolía
con la actitud de las dominatrices.
Que eres rebelde, anti-esclavista,
anti-aristocrática.
Que no te gusta el criado que te sirve,
pero sí que sea libre como si fuera el amo.
Que tienes la memoria de una ficción negrista
y la das en charla como oralidad
de blanco. Oye lo que te dice:
Que tienes por corazón mil morisquetas
de un montón de muleques, sin amarras,
sin carimbo, sin coyundas.
Que te ganas el corazón de los hambrientos
y con el bembo y trompudo gastas
un mar de delicadezas.
Que maldices a Madrid porque no hay negros.
Que en Cuba debíste instalarte para siempre.
Que te han quitado la patria, la Antilla, el edén
de tu infancia,
Que ha sido orden de desalojo que te duele
porque no eres nómada de alma.
Tú fundas nidos, tú eres araña, Gertrudis,
tienes telares escondidos, consciencia
impregnada de totalidades y las criaturas menores
no son insectos. Son almas de estrellas
que descansan en ramas y encima de las hojas
de los árboles tu baba forma larvas,
y salen las mariposas. Para tí, lo minúsculo
es grande, Gertrudis, y lo negro es luz densa
que clama y tú... la Voz de una estrella doncella
que ha dejado de amar los cazadores.

Como una ardilla, leo cartas de amor,
adicto a una esperanza. Cuando se te conoce,
uno te necesita, te quiere, te dialoga,
y las horas vuelan. Si sacudes la falda,
vuelan las mariposas, salen de su escondite
y todo lo que contra se acusa o dice,
escapa. Escapa.

08-02-1976

<>

Recuerdo de un amor adolescente

a Lourdes, la del Caserío
Te escribo desde el Corylus que alimenta
mi color de salmón, mi rojez rubicunda
y pálida, porque eres así, nenita,
y tus muslos me llaman; me tienes erecto,
tentadora, te estoy viendo llorar
y estás despatarrada.
Y está celoso tu hermano y tu primo
porque yo te quiero y no soy de tu clan,
del Caserío Méndez Liciaga.

Te estoy viendo desde el Pozo de Connia
y estoy buscando agua.
Estoy con el pene pubertario
como si fuera una vara
y digo que el remanso proviene
de tu cuerpo y el olor de tus giros
cuando te asomas a mi consciencia,
copiona de mis tareas escolares,
ávida de este conocimiento accidental
de la memoria; pero tú eres
lo auténtico, nenita,
tu agujero me ata.

Yo lo daría todo por besarte:
yo moriría en tu cesta
atada a cesterías de tus brazos
de avellana; yo nacería de nuevo
por olisquear en tus bellaquerías,
niña traviesa, ardillita de mi salón
de matemáticas...

Te escribo desde el Corylus para que sepas
que me gustas. Cópialo en tu libreta.
Te quiero dar un beso y me gustas
cuando te despatarras.


1978

Del poemario Indice: Las Zonas del Carácter


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Recuerdo de un amor adolescente

a Lourdes, la del Caserío
Te escribo desde el Corylus que alimenta
mi color de salmón, mi rojez rubicunda
y pálida, porque eres así, nenita,
y tus muslos me llaman; me tienes erecto,
tentadora, te estoy viendo llorar
y estás despatarrada.
Y está celoso tu hermano y tu primo
porque yo te quiero y no soy tu clan,
del Caserío Méndez Liciaga.

Te estoy viendo desde el Pozo de Connia
y estoy buscando agua.
Estoy con el pene pubertario
como si fuera una vara
y digo que el remanso proviene
de tu cuerpo y el olor de tus giros
cuando te asomas a mi consciencia,
copiona de mis tareas escolares,
ávida de este conocimiento accidental
de la memoria; pero tú eres
lo auténtico, nenita,
tu agujero me ata.

Yo lo daría todo por besarte:
yo moriría en tu cesta
atada a cesterías de tus brazos
de avellana; yo nacería de nuevo
por olisquear en tus bellaquerías,
niña traviesa, ardillita de mi salón
de matemáticas...

Te escribo desde el Corylus para que sepas
que me gustas. Cópialo en tu libreta.
Te quiero dar un beso y me gustas
cuando te despatarras.


1978 / Indice

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La acompañante subterránea / La vasija llena / Tu araña, Isis / Indice: Las Zonas del Carácter / Indice: Las zonas del carácter / Frags. de Las Zonas del Carácter / Frags, de Las Zonas del Carácter / Frags. de LZC / Indice en Miniondas05 / Florah La Paria / Utopías del Vasco de Quiroga / en Letras / El hombre extendido / La función de la poesía / Las tareas / El poeta que preserva su unidad / Yo soy la muerte / REMES / A Gonzalo Jiménez de Quezada / A la Revolución Mexicana / Conversación en Monte Ararat / ArgenPress Cultural / Partera Doña Monsa / Manuel Acuña / Rebeldía con Esperanza / Gabriela crece / Pensar / Hacer / ALGUNOS PROBLEMAS DE LA GEOGRAFIA DEL PAISAJE. / El parricidio / El Zorro: Simbología / El avellano

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