Pacto alternativo matriarcal
¿Qué te parece si hacemos un mundo
donde no hayan corazas, espadas afiladas,
flechas de cazadores? Un mundo
donde vayas con el hueso desnudo
y limpio el muslo sobre el que Hefestos
se derrama. ¿Qué tal? si al espacio en pleno
dejamos que siga siendo ruralía
y no exista la palabra guerra, lamento,
industra, escudo, arpón y daga...
Aún menos, viudas escondidas, solitarias...
ni asomo de la cabeza de un varón fornicario
que pida la sangre derramada de las vírgenes
y violente a tus hijas, tus hermanas
o sea el ladrón de tus ovas, o larvas asexuadas.
¿Qué tal? Crecer para el oficio del tejido,
bordar ventanas, redes geométricas,
células que parezcan escalerillas al cosmos,
hilados con saliva de abundancia,
creación araneológica.
¿Qué tal que yo, desafiando tu agenda, no siendo yo
la enemiga, la rival que desde Lidia enoja
al ateniense que bendices y le asignas como rey
al hijo indeseado, Erectonio, que tal
si fuera yo quien vengue la hefestura incestuosa
con el Ath, la Esencia, con veneno sutil
de mi ponzoña, toxina del No,
escorpiónico Sí con que Selket alecciona.
¿Qué tal mi universo geométrico,
ordenativo, desde la voz del corazón
que «hace respirar las gargantas»,
porque hebras de seda extraigo
de mi propio cuerpo, a partir de mí?
02-09-1980
<>
Las vírgenes
«La valentía es un atributo tan natural del pensamiento como el pensamiento es un atributo natural de la libertad»: Friedrich Nietzsche... ahora tengo miedo, me ha vencido
tu Corazón de Araña desafiante, señalaste al Cielo
y dijíste mi límite, ya no estoy en los mares
ni en los cielos... me he mirado en tus ojos
como carne y no me he visto virgen, Aracne.
Y, equivocada, te condené a tejer etermanente
y a las niñas del mundo las entregué
al Viejo eterno, a esta Saturnalia perpetrada
del malaje... que vergüenza me da,
no ser la buena perdedora, ser la diosa
de la burla de los hombres...
¿Cómo decir que soy valiente ahora
y digna de llamarme Consejera sabia?
Me he enojado contigo, te he golpeado
y herido, porque hilaste la Memoria
de un paisaje que no quise ver, que he solpado,
que olvidé por mucho fingirme indiferente.
Pero es verdad: tu historia
es el tapiz más fidedigno; aprendiste
la honestidad de los telares.
Ahora entiendo, no es que te mofes.
Es que la verdad de tu bordado duele.
Es que cuentas para los mortales zonas del carácter
y la arrogancia mutua, de las dioses y los hombres.
03-09-1980 / Indice
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