A Louise Michel (1830–1905)
«Ya que parece que todo corazón que late por la libertad no tiene derecho a otra cosa que a una pequeña descarga de plomo, yo demando mi parte. Si me deja vivir, nunca cesaré de gritar por venganza»: Louise Michel, alias Clémence, ante los jueces que la sentenciaron a muerte en el Sexto Consejo de Guerra en diciembre de 1871
Para romper el hielo de mi conversación,
te digo que me lates un resto,
que yo no busco a nadie que no comprenda.
A tí puedo dialogarte, ¿sabes?
Una cosa que me gusta de tí es que eres clara.
Hay mucha gente con la mente dispersa, fragmentada.
Juegan a las adivinanzas. Te hacen perder el tiempo
con eso de hacerse misteriosas, inasibles, pluscuanperfectas,
con rollos que no tienen sentido.
Creen que no ha llegado el tiempo de romper
los hermetismos, de señalar el Claror de la Montaña.
Pero tú eres directa y pagarías el precio
de equivocarte al soñar. Erras haciendo, activa
y eso me late. Sí. Tú me lates un resto.
2.
Sé que eres hija de una criada, bastarda,
pero aunque no te quisiera tu padre,
que no lo sé, te amaron tus abuelos,
te educaron liberalmente, consignada
a que seas valiente, decidida
y no los defraudaste. Que seas la Virgen Roja
me late un resto y todo lo que piensas y epigrafas
con tu alias de Clemencia, lo disfruto.
Bueno, aprendo algo que confesaste.
Aún el revolucionario, odiador y combatiente
contra opresiones, dará su espacillo a la misericordia.
La misericordia la merece hasta el perro
que está siendo apaleado y el caballo
bajo el látigo del jinete. «El origen de mi rebelión
contra los poderosos», dijíste, fue tu horror
«por los sufrimientos infligidos a los animales».
A tí confiaría el perro y el gato que más amo.
¿Ves cómo todas tus casas me laten un resto?
Supongo que mucha de tu ternura viene de observar
ambos lados de las cosas. Al terrateniente Charles Demahis,
tu abuelo, debíste quererlo; yo conozco a bastardos
llenos de amargura, a madres solteras y pobres
que terminan siendo abofeteadas por los hijos,
pero tú amaste y ese lado misericordioso,
perdonador, lo veo. Hay cosas que valen más que tenerse
lástima e ir por la vida, culpando a otros
de X amores negados, de X faltas de apellidos.
Cuando tu padre Laurent se casó dejaste la casa.
¿Para qué vivir junto a ellos: dos seres tan mezquinos,
tan distintos al abuelo? Ella, tu futura madrastra,
te dijo 'bastarda', pues mándala al carajo
o díle gracias, pero es mejor no vivir un segundo
a su lado. Hicíste bien, amiga. Una madre como ésa
será una permanente pateada en el culo.
3.
¿Sabes que más me gusta de tI?
¡Que eres apasionada, así como deben ser
los poetas de verdad! Yo, que como tú, he deseado
ser poeta, escritor o lo que sea, odio esa literatura
fría y cerebral que es como la gente fragmentaria
de la que te hablé, imposibles para el comunicarnos:
ellos ven el mundo haciéndose pedazos
y miran al cielo, se cuelan en el limbo, y te juro
me cae tal cosa en los cojones.
Ellos no escribirán como Hugo,
Los miserables (es que a los miserables
los originan ellos, o son ellos mismos, pese
a su riqueza, miserables;
no escribirán El jorobado de Nuestra Señora de París,
pueden que vivan en París y no lo saben
y el jorado no existe, nunca miran al pobre y al deshecho.
Están en su mundo color de rosa, en su miopía cotidiana,
en su cerebralidad de mierda. No tú.
Eres apasionada en lo que escribes.
Apasionada en lo que haces,
apasionada en tu labor de maestra,
apasionada al cartear a Victor Hugo o Paul Verlaine
o a tanto loco suelto que te gusta,
quiero decir, científicos y anarquistas, alcohólicos
y seres amados.
4.
«No se pueden matar las ideas a cañonazos,
ni ponerles las esposas»: Louise Michel
Volviendo a lo que no me gusta del mundo,
sobre lo que merece cambio, es cómo estorban el libre albedrío
la gente con poder y quienes son meros seres caprichosos.
Todas sus ideas son el capricho de quitar
la oportunidad a que otro cumpla con lo suyo
o el karma y dharma al que tienen derecho
hasta que puedan lamer de sus aprendizajes necesarios.
Cuando aprendo de tu vida, Luisa,
mujer que ha sufrido tanto, me sorprende cómo
tu espíritu rebelde se extiende a los últimos 30 años
de tu vida, sin autocompasión ni lamento,
sin cejar en lo mínimo, sin tedio ni cansancio
y sé que te han condenado a muerte,
te han metido en mil prisiones,
te han forzado a mil clandestinajes
y no paras, mujer... no te doblas.
¿Ves por qué te digo que me lates un resto?
Así eres, o habrás sido, para el amor y el odio,
tenaz, cuando repruebas la moral de los opresores,
sea la de Napoleón III (que si lo piensas dos veces,
seguro que lo matas) o sea Adolphe Thiers,
el «monstruoso gnomo» y «Tom Thumb parlamentario»,
del que Marx se burlara (¡ay, apasionada odiadora,
si durante el Sitio of París y la invasión prusiana,
ante que rendirse, te ofreciste... yo mato
a ese traidor... una pistola y yo misma
mato al vendepatria...
5.
No eres una vírgen lacrimosa,
o tallada en los templos sobre nichos de mármol.
Te llaman Loba Roja, o la Buena,
así te califica la prensa de Versalles
cuando vivíste tus 20 meses de prisión
antes de verte deportada, ¡ay, Bonne Louise.
Louve rouge, y no paras!
¿Quién doblega a una loba,
quién a una consciencia libre de la Comuna de París,
educadora popular,
amada del obrero, quién entiende mejor
que moralizar a los trabajadores se cumple
al ayudarlos, quitando el desespero
de los hijos del pueblo?
Su pobreza es la causa de los vicios.
Ni la segunda condena a cautiverio
por seis años te quitará el cetro:
¡Loba roja y buena para siempre!
6.
... porque te recuerdan (y si vivieran todavía)
quienes alguna vez desde 1866 fueron tus niños
de primaria, o hijitos de deportados,
supe que volvíste al magisterio en el exilio
y eras la Loba a quien el Gobierno le negó
oportunidad de enseñanza
en escuelas públicas del Estado
porque si no jurara lealtad a tiranos o Emperadores
que no trabaje ni coma.
además, fuiste anti-bonapartista, sustentaste el NO
y claramente revolucionaria y por palabra de vanguardia
el vector microbiano que proscribe tiene miedo
de tu ser y tu nombre. Luisa Michel.
... Te recuerdan, Luisa, porque hicíste caridades
con el más pobre y doliente. Durante la Comuna de París,
eras enfermera en las barricadas, eras consoladora
del herido... A más de un siglo de tu mmuerte,
redefino la hermosura
y ser bueno y ser sagradamente memorable.
Hay que darse una idea de lo que fuiste
porque a tí se te recuerda desde la eternidad
y pienso en cómo te viera con amor
Théophile Ferré, ejecutado,
y tú que conmovidamente lo recuerdas en poemas
o textos, y él te recordará; tú, como a él, a mí,
me lates bondadosamente un resto
y cómo Victor Hugo te recuerda.
Imagino que toda la Comuna recuerda
como víste como soldado uniformado
a lo macho, armada
y pidiendo el derrocamiento del Gobierno
y, después de desafiar, serías tan dulce, femenina,
lúcida, sin imaginerías de fantoche,
así te recuerda Henri Rochefort,
tu amigo hasta tu muerte y Nathalie Lemel
(acaso de quien aprendíste el anarquismo
propiamente) después de haberte ilusionado
la República, el socialismo, el obrerismo,
la ciencia, cosas que el poder corrompe
7.
Una mujer indignada es cualquiera.
Hoy son tantas y sus causas son frívolas
(el cuerno que le pegan, el abandono,
el no ser consideradas, o el serlo, sex-symbol)
y resulta, a la postre, que tú, Luisa fea,
ni complejos de serlo, y mira que eras fea
como pasar un susto al borde del abismo.
Mas en virtuid , no hay parangón
que te haga sombra. Hoy que hay muchas mujeres
ni a un medio porciento de lo que hicíste
se atreven, o lo toman por riesgo,
entiendo que se ha entrado en lides de los prestigios
por repetir más o menos tus palabras,
parafrasear tus causas,
pero no poner el cuero, la cabeza al asador,
porque cambió la época y son simulacros
de tolerencia lo que nos entretiene
100 Top Powerful Women
of the World, poder vacuo y nominal
(no hacen otra cosa que ruido
en revistas y componendas reformistas
para el ego)... si supiera que ahora el imperialismo
te prepara feministas, rediseña los revolucionarios,
categoriza a quienes uno mismo enviaría
a los manicomios porque son locos airados
al servicio del egotismo sicológico
y la propaganda que se burla
de la esencia y todo lo da por permisible...
si vieras este mundo de hoy, seguro
que vendrías más rabiosamente armada,
con magnitudes de pensamiento
jamás vistas y emuladas...
¡Tanto me asombrarías, Luisa,
<>
La actitud vital e intelectual
a Filiberto Ojeda, patriota puertorriqueñoSi lo que me ha tocado ser,
porque yo lo he buscado,ensayándolo con mi entrega,
es verme como escritor en las sombras,
ente clandestino, más o menos impopular
y rechazado, por lo que digo y sostengo,
mi actitud intelectual que siga la vital.
He de ser ese varón paciente que no quiere
laudos que no merezca
ni aplausos de canallas ni logreros.
Y ésto lo aprendí de ti, Luisa Michel.
De los tiempos en que fuíste deportada
a Nueva Caledonia en la barcaza Virginie...
sería para 1873. Entonces,
al contacto de Nathalie Lemel, bebíste el jugo
de esa fruta llamada el anarquismo,
que es poner todo poder coercitivo, lo egoico
del alma, en pausa de paciencia,
y, mientras tanto, observar y aprender
sin bajar la guardia.
Se dio amnistía a los batalladores de la Comuna,
a la postre para que se callaran, o neutralizarlos,
pero si el mensaje que representaron es funcional
y bueno, si el ideal del empeño revolucionario
fue mejor que todo lo vigente, la paciencia se asemejará
a la terquedad y terco por lo bueno se persistirá siendo
aunque se esté en desgracia, deportada,
perseguida, encarcelada por cualquier motivo,
culpada hasta por lo que no hicíste,
extorsionada para que pidas perdón y regreses a Francia
y seas amnistiada con las ofertas del chantaje.
En 1880, cuando regresaste a París,
amnistiados la mayoría de comunardos,
tu paciente terquedad enardecida
no empequeñeció... ¿Quién sino los retrógrados
han de pedir perdón? No tú; no yo
si de veras aprendo de tu actitud vital,
observadora, crítica...
Uno debe creer en su Ser y misión
para sustentar la vida de los flacos huesos
de piedra, vida tienen que no nos sonríe
sin exigir humillar las rodillas
casi siempre ante déspotas.
Y los déspotas viene en distintos tamaños
y colores, con sabores y aromas tan diversos.
Da grima, Luisa. Camarada.
Hay quienes te sonríen, te palmean el hombro.
Te besan las mejillas, aparentemente se confraternizan
y están, por el contrario, urdiendo a tus espaldas
que se te recluya en un manicomio...
Que se tome lo que piensas
como desbalance mental y locura, ¿entiendes?
A veces el clandestinaje es destino
y vitalmente hay que asumirlo y el respeto intelectual
confeccionarlo para el presente y el futuro
desde ahí, el lugar donde distancias libremente
las hipocresías, el lugar solitario,
muy tuyo, el que te das sin mediaciones
de canallas al lado y del opresor en acecho.
Modernamente, hay quien busca una guerrilla
en la selva. Claro que es innecesario.
Las trincheras de ideas no necesitan
dramáticas soledades, intensas publicidades
para los noticiarios. Uno no necesita más trinchera
que una tenaz consciencia, cerca de todos y de nadie.
Es como yo trabajo para que no muera La Idea.
Doy al que quiere recibir; al que desoye
lo mando pa'l carajo, que no estorbe.
Es que cada hora hacia el futuro cuenta.
Y eso lo aprendí de ti:
Que las formas de estar presente
son diversas, pero no se puede estar en lucha
sin observarlo todo, sin digerir críticamente
el pasado y el hoy, sin ser agradecido,
paciente, humilde, laborioso...
11-02-1983
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