Testimonio que les he llamado
desde mis voces desgarradas, mi soledad más plena.
He querido creerles y grité desde el vacío,
desafiando cualquier extrañamiento,
la pérdida total de ilusiones de mundo.
Les he llamado en hambre,
en escasez, en desamparo, en esta soledad
de la que sólo yo sé el dónde y el cómo y el por qué.
He pedido sus presencias como amigos
siendo el pordiosero que pide el último respeto,
su postrera limosna. Me cansé de batallar
con negaciones, reo que no tiene esperanza
de vida y se arrepiente...
Grité donde mi voz no se escucha,
donde nadie se apiada porque uno mismo sabe
que no es merecedor de nada.
Uno ignora cómo ha sido el proceso.
Uno no se da cuenta de cuán estúpidamente necio
se ha cuajado sabe quién en cuánto tiempo
(o tiempos evolucionarios, tras el Big Bang).
Uno es ahí, queriéndose desgastar y morir
pues duele, en maya o desmayado duele
que no escuche ninguno como uno, y ¿qué importa?
si el mortal no oye y sigue su propio trayecto
de nada hacia la nada... y el ser desvinculado...
... pero uno como Tú, uno como ustedes,
duele más que el puñal más certero.
Bien que saben cómo abrir la carne, gozarse
con la herida, humillar a ese grado
en que te abres.
Cuando se acaba todo lo valiente, ya no aguantas.
Pides que venga el final con su desangramiento,
que no se viva ese segundo más por agonía.
Duelen los ojos abiertos, porque uno es
carne, sentimiento, emoción, angustia,
incertidumbre, orgullo, porfía,
dolor metido en las trencas
con su pasión desafiante.
Que te mate un asesino, o desquiciado,
o perverso, a fin de cuentas, ¿qué importa?
… pero esa arrogancia del Silencio,
separación de luz y oscuro, maldición apuñalante
de abstracción, hermetismo, parusía y kairós
es más odio que el odio y como el odio duele.
Tortura más que la esperanza en el pantano
que te ahoga. Ofende más que el dolor
contado en los relojes.
Y uno es chispa de amor que sobra del espíritu
y los reinos divinos la largan al carajo
porque no hay perfección moral en el hombre.
Nada hay de su emoción que no se quiebre y apeste
como lepra sostenida, seleccionada para adaptación
por millares de años, que son en su momento,
de instante a instante, la mofa, el calvario,
el dogal, aguacero de patadas en el alma…
Tú, alma burlada por los metafisismos,
poción envenenante para quien tiene como Argos,
cien ojos abiertos de ignorancia,
ciegos ojos de mundano quehacer y cien ojos, dormidos,
expectantes de su oportuno tiempo, donde la fe
se estercola, igual que en el pantano...
...porque, ¿quién pasa a buscar a quien es
casi cadáver, quién oye al que ha sufrido
durante la rutina cotidiana de su muerte civil,
social, económica, moral, pagana, estúpida, profana,
sin otra gloria que su difuntal vacío
y su sepulcro olvidable?
… y, ¿quién te espera en el mundo?
¡Los gusanos! ¿Y quién, en vida, te aconseja
no mueras, aguarda, vive un poquito más
con la decencia, yo te ayudo, yo te doy ánimo?
Pues NADIE, nadie, NADIE, ni ese Ser
en que te fíaste, el cadáver permanente
del Silencio. Nadie, nadie...
Indice: El hombre extendido
La boca
Ya no quiero mi boca.
Fuma. Bebe. Se enchila.
Su lenguaje lastima sin o con palabras.
Es la boca del bar, del Fracaso's, de Adelita's,
la boca de los chistes, la irónica y culera boca
de valemadre, valeverga, irresoluta encarnación
del pito, convertida en sonidos, risa, maldiciones.
Arráncala. No quiero más la lengua de Pepito,
la boca pirujera que alucina...
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