Wednesday, September 30, 2009

El poeta que preserva la unidad


Uno se vincula al texto del poema existenciado,
a la red de pensamientos que lo teje, que unifica,
que preserva... uno le llama realidad, lo cognoscible...
porque el universo es éso, canción vibratoria
mensaje / poema / horizonte
a los que los ojos se acostumbran
para clasificar las unidades armoniosas
morfologías / eventos significativos y señales y palabras...

Uno se despoja insatisfecho con las sombras
y en el negocio del oír, boquea con rima y pausa
y anhela que se conozcan los latidos y el origen
para así amar más las procedencias sonoras.

Quiere el atestiguador saberse de memoria
lo que concierna a vozm a estrofa, a cánones
una vez que baile en carne y hueso,
como vivito y coleando; y por eso se une al texto
del poema y el universo se va constituyendo
según lo quiere percibir el que ama
o deifica las sustancias, o las ondas.

No dirá que vivirse es un velo
de mortaja, uno es que mejor pide un texto
aunque no sepa todavía si la energía es primero
que la aguja que cose, o si el pensamiento
es antes que la red con que pesca
sus peces, o se gana la vida, o se busca las cosas,
o se explica lo posible que acontece.

Uno, entre cuantos de liquidez luminosa
y bancos arenosos con olor y tacto
y residuos de algas aún más pequeñas
que los electrones, se vincula al poema organizador
y a la canción consoladora y bendice la mar.

No hay materia sólida de vida,
no hay aguas disolventes, sólidas de muerte,
sólo ese hilillo lumínico, tenue, invisible,
como la plata oculta que la musa tiende
por amor a Teseo camino al Laberintos
donde vive el monstruo creativo del Poeta
mitad-tejedor de unas luces, mitad ser-que-desteje,
guerrero / fieRa que destruye, muerde...
Ser-que-preserva por querer sobrevivirse.


Teth, mi serpiente /
Teth mi serpiente / Indice

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Tuesday, September 29, 2009

El ultraje y la venganza



Ustedes, que se prometen el fin de las preocupaciones,
jactándose del secreto, casi ilícito y prohibido
de una energía que no acaba ni se agota,
se sorprenderán. La compañera sin el cual el poeta
no puede vivir la tiene y su energía es el Maat
que corona su cabeza con una enorme pluma de avestruz.
Ustedes que se designan dedicados, disciplinados
adeptos, iniciados, del Fundamento suyo socavaron
su estabilidad. A la mesa serrucharon las patas.
Al poeta le cortaron la garganta.

Y yo pregunto, ¿dónde han dejado el cuerpo de Mayet,
donde su inmaculado balance se está desangrando,
qué hicieron después con el cuerpo de su justicia
que no lo veo en sus alegados templos de moralidad?

Ahora, ¿quién será quien regule el curso de las estrellas,
si cada palabra necesitaba nuestras bocas
y su anhelo fue el desideratum?
¿Quién rotará las estaciones y sostendrá su orden
para que del Caos venga la acción creadora
y el conocimiento de su Ley?

Ustedes, quienes dicen que de un Barco Solar
bajaron los varones, han creído que se pueden beber
la Mar y que el Nilo no lo tuvo Ella en sí,
húmeda su boca, oasis para el camasin.
Dudaron que fue parte del Todo
y que fue corazón y lengua del Sol;
pero ella era Mi Sol y su fuego era mi sangre
(ella era la luz oscura dentro de la Luz)
y la han derramado como desperdicio del crimen
y yo, como Thoth estoy desconsolado
como si me hubiesen sacado los ojos
cuando abrieron su garganta
y la desangraron por perversidad.

A ustedes, digo porque soy Escriba de Mayet
ante los puros, porque mi nombre es el Pacificador,
porque Juez soy para gloria del Maat y fiscal de Unnu,
porque invocación digo en el Templo de Abtiti,
porque el Gemelo soy de Aquella que mataron,
porque Tres Veces Grande es mi sombra
y no la alcanzará ni quien vuela hasta la esfera
del Logos de Platón ni llora lágrimas
de cocodrilo en sacrificios de arrastre
ante el Juez de Rekhekhui,
suyas no serán las voces de Idris.

No me llamarán Akhnookh ni me oirán
que responda, no me conocerán en Babilonia
ni me escucharán cuando hable en Egipto.
No quiero comulgar con ustedes.
Cosecharon su separación
y serán 365 años de mis años.

Van a comerse sus crímenes y perecer
en el Diluvio porque Ella era la inagotable Sangre.
Ella era el corazón y la lengua que por 365 años
tuve para contarles el Poema de Nuestro Amor
y el pacto de su arquetipo y habíamos jurado
que quedaría inserto en todos, en ustedes,
no en los que participaran en su ultraje.
Y la han ultrajado.

De Teth, mi serpiente / Indice

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Saturday, September 26, 2009

La medicina antisocrática

al amigo y sicoanalista Dr. Joaquín Torres Feliciano

No. Le paran la marmaja. 'Your income, your money is at issue'. Sin enfermos, no hay futuro ni carrera para los médicos y siquiatras. La práctica siquiátrica sirve al componente de la admisible normalidad lógica, y se desintegraría, o sería puramente un sinsentido, una escoria de la interpretación, sin este contacto evidencial y remunerado combatiera lo que enferma, a los enemigos del loco per se.

Las ideologías, sin una conexión con la materia y la necesidad real, son caprichos. Estupideces similares a la gallomanía. La ideología de la locura existe para el lucro. Hay que decir que la locura es rival de la cordura sospechosa que paga por curaciones por mucho temerla.

Ustedes pudieron haberse especializado en ayudar a aquellos que necesitan un interlocutor, alguien honesto e independizado de las aspiraciones falocráticas y manipuladoras que imperan en el mundo. Pero su ideología es lucro, una manera de culpar y asegurar, que el loco es un enfermo, prácticamente incurable, perpetuamente sospechoso. Y el chico inmaduro es su coartada para aducir locuras, subjetividades extrañas y extemporóneas.

Los adolescentes necesitan de la gente sabia que fue como Sócrates. Mas dijeron que los sabios irónicos con mayéutica, con grandes secretos de fantasía, eran unos pervertidores de menores. Aislaron entonces a maestros y discípulos, a adolescentes y mentores.

Con la boca dicen 'piedad para los adolescentes', mas con la cola esculcan los bolsillos de sus familias. A los pubertarios, ah... los diagnostican con enfermedades que no tienen. La verdadera enfermedad están en sus recetarios, sus narcóticos peores que puñales y anemias y dolor.

02-08-1982 /
Microrrelatos

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La muerte de mi madre


Cuando mi madre murió, recientemente, estuve una semana con un ataque de risa. Fue el sepelio, las misas, la presencia del Porifiriato de Voisin y detallitos sueltos, lo que me llevaron a la histeria. Se murió al fin. Lloré a solas hasta que se me secaron los ojos. Sucedió, aunque llorar no me gusta y no vale la pena hacerlo porque es hacerse partícipe de la complicidad falsa y precaria de los felices, a través del razonamiento previsor y la prudencia, la solidaridad y las piedades de mierda.

No niego mis años de amor y odio. Pocos pelos, pero bien peinados... ¿Con quién quejarse? No hay marcha atrás. Lo que soy no lo puedo dejar de ser. Uno nunca es tan listo como para burlar a la naturaleza, o sea, a las sustancias, la Gracia, la mujer de nuestra carne y hermanos que Urano da y que Cronos consume. La vida es alimento para la Eternidad. Estas vidas son la irresistible Omecihuatl, inconmensurable Tonacacihuatl.

Este dolor, que es casi fantasía, nos tiene en sus manos, nos muestra los caminos que hemos de seguir, hasta que nos toque ser barro, o volver a ser agua, o un cristal de jade para el príncipe más evolutivamente solvido por el Tiempo.

12-02-1985 /
Microrrelatos


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La presencia importuna


Aquella noche del Gran Fornicador escuché sus voces. Ví la mujer que lloraba sobre la falda de un monte.

En la Teogonía Orfica, el monte es llamado Egeo, a las márgenes del río Neda. ¿A quién Hesíodo engaña con esa equivocación? Eso me hicieron creer. Mas yo conozco mi vecindario. Distinguí la voz de mi madre y del hombre que no es su marido.

Ese lugar de mi casa está en el merito Distrito Federal. El montecillo es un pedacito de área verde que hay en Coyoacán... Que Egeo ni que Egeo… El fornicador tenía una voz muy autoritaria y la mujer, muy parecida a mi madre, quedó cubierta por él. Es decir, si no aluciné aquella noche, como mi madre dijo, lo que ví, o sucedió, lo soñé.

Otro día arguyó que fue el fantasma de mi padre que regresó a visitarla. Mentía como Hesíodo. Creen que soy tonto. Pero yo ví el cuerpo del fornicador monstruoso, lleno de pelos de oro, con su barba rojiza.

Nueve meses después mi madre colocó una piedra en unos pañales porque una niña nació y él regresó a verla, aunque fuese la única y última vez... No recuerdo más. Cerré la puerta con terror y ellos me gritaron, con insultos, pero yo nos quise responder ni mirar.

04-08-1980 /
Microrrelatos

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Los ejercicios espirituales de un creyente en la MAO(a)mada

A veces, al cagar (y perdón que mencione a la mierda), estoy en el más pleno y espiritual de mis ejercicios mentales. No sé si habrá tenido esa misma experiencia: Que un pedote le produzca un nirvana y una meada un chorro de inspiración para algunos de sus proyectos, sea de investigación o de arte, o combatir el colonialismo.

De mí sólo le diré ésto: Sobreviví haciéndome bolas, no digo eclusivamenteen el escenario social, las contradiciones económicas y otros bochiches en la noche del No-Ser. Tuve la necesidad de nacer y el apetito me dio las mañas para encontrar una vulva mensajera. Nací más cabrón que bonito, pero, bendito sea. Estoy en el negocio de la enzima oxidasa A de monoamino que los holandeses llaman MAO-A y mahoma chupa. «Mamáos los unos a los otros. Chúpale, pichón».

Cuando el sabio dice que hay moléculas mensajeras, así como hay palomas mensajeras, yo digo que hay vulvas mensajeras. Que hay radares de factura neurológica y hay ángeles con mensajes eróticos, ¿por qué no? Hay, por igual, mensajes no biológicos para el corazón. Las divinidades son mensajeras del Bien o del Mal. No hay mensajes sin emisor. El mismo caos es un mensaje de sabor y olor.

Microrrelatos

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El ángel de MAO-A (ma)

Vivimos chupando en las tinieblas de lo angosto, sin trascendencias; pero quitándole la enzima MAO-A de encima a los mamarrachos, mamándolos por el bien de la seratonina. Todavía somos sexuales. La materia sabrosa de ángeles caídos es oxidasa A de monoamino. Una enzima que chupamos para que no haya conducta violenta ni locura blasfema. Ahí vamos, pasito a pasito, hoy fregados.

Sin embargo, un día, bendito porvenir, seremos transformados en chuchas cuereras, redentores de cuerpo presente. Trépese este trompito a la uña… Cada célula de mi cuerpo posfetal se comunica a otras. Sufre por otras, obstrusivas al intercambio de sabores y ama a su vecina para la que tiene algún mensaje. Las células tienen emociones y sueños. Las emociones son sabores y los sueños, olores de sabor. Son extensiones de la mente prelógica. Y lo prebiótico para el pan da la masa.

Imagínese entonces tantas ideas que acaso serían posibles en esta experiencia para usted, si fuese un sabio verdadero, por decir, tal fue Socrátes, Einstein, Hawkings, es decir, gentes entrenadas para teorizar y narrar sistemáticamente lo que observan. Nosotros, mi amigo y yo, somos exploradores noveleros, pero, al fin y a la postre, penetramos en el campo de batalla. Aquí es más útil Mao que Mahoma.

08-03-1984 /
Microrrelatos

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El transporta su memoria



Un día naceré y seré visto. Nacerá muy hermoso y sano como Quetzalcóatl, sin que me afecten miserias sociales ni orgánicas de este mundo. No sé cuándo naceré tal como lo deseo. Puede que transcurran años y cuando conozca a Ella, a la que hoy amo e idealizo, ya esté muy vieja, guanga y indeseada. Tal vez ya no me inspire el apetito, no me obseda. También él, quien hoy es su amante, estará viejo. Entonces, ellos y mi ego veremos la precariedad real de todo lo visible. Es una lección que no aprendí, que cuando yo vea, también sea visto en sucesivas fases de mi evolución...

Recuerdo la última vez que tuve un cuerpo. Se construía la Gran Muralla. El matarife de Tamerlán destruyó a su paso la cultura china. Esclavizó a muchos pueblos. Tuve la fortuna de escapar y con otras pocas de mis gentes llegué a la Laguna de Texcoco... ¿Adivine para qué? Para edificar una ciudad. Una ciudad de puras ichpocatzintli, chamacotas con hermosura, generosas de pechos, paridoras como la Madre Tierra... una ciudad de hombres de agua, ríos de tlacaxinachyo, el semen creador de la generación humana ic yolli, con corazón.

Desde entonces, transporta a los enfermos a los pozos afóticos: curo la demencia, la tristeza, el dolor, el olvido... En pocos años, ví mi propio cuerpo reducirse a nada. Y me convertí en el vampiro del Lugar de las Sombras.

22-08-1982 /
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Presunción de un lector cósmico


Ante lo que es llamado la miseria y enfermedad, cumplo el ejercicio mágico. O sea, donde los mares internacionales son los influjos tróficos, el agua del Helicón fluye hasta las tulangas que te comíste ayer, pero que hoy son mierda... Yo puedo leer la curiosa prensa de la excreta visible e invisible. También otros nacimos cagados por la changa

No digo que yo escriba con los códigos genéticos, que me sepa el abecedario del Cosmos, pero ya sé leer... allí donde se hará una proteína, una cadena o tripleta de Padre, Hijo y Espíritu Santo, estoy de embajador gozosamente, como residente del lugar de la recreación y la alegría. El instructor, como el instruído, sino chupa para su propia delicia, en vano arrecha el pene.

A los que irán a los Lugares de Atormentados, como redentores, se les enseña un lenguaje de sabiduría. Aprenden a ver la sustancia de los sueños y a leer las tintas invisibles de la Luz, aunque sean plebeyos y prietos como los macehualli. El sabor oscuro fue primero que la imagen blanca.

Al comulgar con lugares angostos, aún feos, se nos compensa por la obediencia y se nos da la virtud de leer de la certidumbre que el Caos contiene. Hay quien no cree en la certeza de las cosas que se esperan, gente que no lee la Fe. Jamás tendrán ni imaginación ni sabiduría.

La fe es la instrumentación del codón y asunto de mecánica cuántica. La fe es creer en los movimientos de los ángeles taquiónicos. Una reserva caótica, milagrosa e impredecible. Pero ni él ni yo somos ángeles taquiónicos. Sólo somos hermanos cagados por la chingada. Somos lujuriosos empedernidos.

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El secreto de una rata


Sé que las abejas machiegas existen. ¡Mis respetos! Han sido descritas como arquetipos útiles y sagrados en la poesía y las artes. Una abeja, en particular, ésa que adoro, es la obrera as necessary woman, la criada de la gracia, la que más abunda, la que no se fertiliza. No estoy negando el fenómeno de la sexualidad ni de su necesariedad. Sólo digo que como máxima expresión de sentido o de unidad, me gusta la mujer necesaria. «La mujer que yo tengo en mí». Estoy feminizado. Y me lo dijo una rata.

Me lo pudo haber dicho una abeja machiega o un zángano de los que ella mata.

Resolví ese misterio: los embriones de las ratas y las mujeres son hembras. La Madre Célula nos hizo, inicialmente, a su imagen y semejanza, femeninos. No necesariamente neutros. Aún los geneticistas más entrenados no pueden distinguir entre un embrión macho y un embrión hembra hasta los 20 días de su desarrollo, cuando los ductos espermáticos se detectan y entra en juego la proteína SRY, «for the sex-determining region of the Y chromosome».

A partir de un acceso a una expresión de genes secundarios, se determina el género, «a female mouse embryo could turn into male mause embryo capable to copulating with females».

Estas fantasías, si cabe llamarlas así, hoy son científicamente sospechadas, verificadas y expresadas.

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Microrrelatos: Carlos López Dzur

Indice a microcuentos / libro en preparación


La puerta de escape

Los hombres se apendejan

La medicina antisocrática

Filosofía de la vida

Cabecita de metal

Es como un muchachito con diarrea

El ángel de Mao(a)ma

Riotious enthusiasm

Los ejercicios espirituales de un creyente en la Mao(a)mada

Más vale maña que fuerza

El americano sensible

El sophós en la Era del Colapso

Los cuatro amigos del Bobo

La Madre de la Nación

El maestro

Crecer bajo la Mano Protectora

Las extrañas coincidencias

Los vecinos de enfrente

Los corajes de Rick

La ahorcada blanca

Presunción de un lector cósmico

El secreto de una rata

El transporta su memoria

El chupador

La presencia importuna

La muerte de mi madre







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Filosofía de vida



«¡No me salude más!», le dijo un ladrón odioso, quien haría una semana, ahora la víctima lo sabe por su confesión, rompió una ventana y le robó cuanto pudo. Quien lo saluda estuvo fuera de la ciudad por unos días. La víctima es tan exitosa en todo lo que hace que el ladronazo lo envidia. Ha saludado a un ladrón y volvería a hacerlo. El no busca enemigos. Cosas así suceden inevitablemente.

El sonríe. Siempre camina sin delatar si sufre. El fue a enterrar a familiares, mas no deja en su corazón espacio para depresiones. El no da consejos que no le piden. Cuando hace sus muchos favores, guarda discresión absoluta y se agencia que no sepa su mano izquierda el bien que con la derecha hizo.

Como él no se lamenta, fecha más o fecha menos, ha caído herido, aunque ya está repuesto. Fue en uno de esos atentados que organizan los frustrados que lo alcanzó una bala. A la semana, otra vez está en la calle vivito y coleando . Otros no. El va a llevar un poco de consuelo, ya que vive y parece milagro. Lo han llamado a que rece. Parece un hombre con fe, bendito por Dios y por la suerte. Dijo que no es bueno para hacer oraciones ni aspavientos de palabras. Es práctico.

Sólo que ese amigo que fue herido, como él, y no se recupera, porque tiene hijos pequeños y su mujer no halla aún trabajo, cuando él ha perdido el suyo, más que oraciones, necesitará, semana a semana, alguna ayuda extra. Consaladores ya tiene a muchos; pero, ninguno se recuerda que su familia come y que a él, por lo que no le cicatrizan los balazos, es por el peso de las deudas, el estrés del hambre en la familia. Y entonces, viene y saluda dulcemente, deja sendas bolsas de alimentos del colmado, y pasa a verlo.

La mujer y los niños observaron que no menciona lo que trajo. El saluda, sonríe y le dice, cuando lo llevan al cuarto donde yace: «Paciencia, amigo, paciencia».

Contrario al amigo herido, él nunca se queja. No guarda resentimientos. Sabe que un día sigue al otro y cuando se tiene que morir, se muere, y mientras se siga vivo, hay esperanzas. Hay puertas siempre abiertas a lo mejor. No se explica cómo pudo decir ésto, con tan breves palabras y conmoverlos. A los diez minutos, terminó su visita. Se despidió como si fuera él tan obsequiado y no el convalesciente. Siempre tiene algo que hacer, sin egoísmo.

Microrrelatos

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Friday, September 25, 2009

Los cuatro amigos del Bobo / microcuento



El medita sobre el día en que dejó sus ataduras. Se distanció de amigos que no permitían que creciera su sonrisa. El asma de sus pulmones y la macilentitud de espíritu se las llevó a la escuela por años hasta que una maestra, quien le observó, sin lástima, preguntó: «¿Qué puedo hacer por tí para despabilarte ? Te queda un año en la preparatoria y saldrás tan pasivo y débil como entraste. Eres inteligente. ¿por qué pues defensivo y opaco?»

Nada de lo descrito fue para sentirse orgulloso. La Diabla, como decían a tal maestra, lo confronta. Quería verlo adolorido, expuesta ante sí su baja estima y por eso puso sus dedos en las llagas.

«Si usted es la mujer de Satán, pídale que me ofrezca el poder de ser malo y de tener amigos que me obedezan y respeten como soy». Mucha de su modorra y opacidad humana, de cierto que a él le venía de no tener amigos. «Obediencia quizás la tengas de unos pocos, pero respeto de nadie... ¿Qué tipo de amigos son los que quieres tú, siendo que ni tus gustos sabemos? Aseguro que no entiendes exactamente lo que pides. ¿Por qué se ha de obedecer a un tonto?» Tuvo que admitir que por irresoluto, no ha meditado lo que pide. No supo en qué consiste soñar. En efecto, la maestra propuso: «Haré que te conozcan cuatro amigos. Son los que más abundan y los más tentadores. Vas a aprender de ellos, o alejarlos de tí para siempre. Son mis cuatro amigos diablos, los que me ayudan a educar a los niños que no crecen ni superan sus miedos».

El primer amigo que con el Bobo hizo migas era más o menos como él, sólo que ansioso, obsesivo, y a veces ante la proximidad de estallidos de coraje o desazón, se inventaba el escape. Se ponía divertido, más que cariñoso, seductor y cachondo. Entonces, la brillaban los ojos y parecía una gata de lujo, mimadora y mimada por todos. Descubrió que, a veces en sus lujurias repentinas, se amaba más a sí mismo que a otros. El Bobo aprendió a amarse, aunque Narciso no lo amó suficiente. Lo dejaba aburrido y andar junto a él era como sentirse un fantasma.

Por Narciso conoció a quien no tiene fe, pero tampoco miedo. Uno que las cantaba claras, porque era apasionado. Todo lo quería de inmediato. Su lema fue: «Es hoy. Ahora o nunca», y siempre en el hoy de su cama tenía sexo, no besos ni arrumacos como Narciso. Su segundo, Juan, olía a mujer, a semen, a instinto, a urgencia vitales de la carne. Así fue también el tercero de los inseparables amigos del Bobo, a quien se fue retirando ese nombre, porque de bobo nada tendrá quien anda con Juan y Narciso y el hedónico Sancho el Gordo, que siempre provee vino y cervezas a barriles. Y en escuela, a la sorda, vende toques de mota y tachas. «El te consigue de todo».

Y El Bobo contaba los días para que acabe el curso. No lo dejan en paz los tres amigos. Siempre hay una nenorra que ofrecía bretes y el Bobo ya no era flaquito ni penoso; comenzó a echar barba y hablar con la certeza, jariosa y caprichosa, de los hombrecitos. La mala palabra, el maldecir y olvidar, lo aprendió con el cuarto demonio. Este se grabó en el brazo el tatuaje «Futilidad: Cabrón, si te ví, no te conozco». Para el Bobo fue fácil separarlo de su vida. El fue el pesimista del grupo. El aguafiestas. El que siembra duda y desasosiegos. El Futi fue más egoísta que Juan y Narciso juntos.

Y llegó el día. Fin de clases. Nadie se acuerda de que su apodo fue El Bobo en la Preparatoria. Se graduó como el «amigo de La Diabla», término que tenía más de distinción que de menosprecio. Y él fue elegido victorioso. Rompió las ataduras de su inicial insignificancia y vivirá en libertad. Lo aseguran. Ahora ya nadie elige por él sus amigos. Ahora el mejor amigo de sí mismo es él y sabe que los diablos son vencidos por los diablos mismos.

Microrrelatos
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Los hombres se apendejan



Hay en este pueblito de imbéciles, como lo describe La Sabrosita, un sujetillo amriconado, quiso decir místico, que no le hace caso. Y ella es una hermosura. Con un guiño imperceptible, tira a todos los hombres a sus pies. A todos, menos a éste, que algo, algo, algo sabrá del pleno alerta, más allá de positivos y halagüeños pensamientos varoniles, sobre el crecimiento de la consciencia.

Desde adolescente, o casi niña, La Sabrosita sabe del poder de sus nalgas. Un movimiento picarón de cabeza, un pelo de su púbis, jala más que una carreta. Sabe que con su dulzura quita el ceño corajudo. Abre con las sonrisas como en una caja fuerte, sin necesidad de claves secretas. «A pelar el dientico, nomás», medita La Sabrosita, que hasta la fecha no ha necesitado Leyes Místicas para gobernar la vida ni seducir a los hombres.

Y es que tiene un rostro angelical. Una silueta de esas idealizadas por los Góticos; pero ninguno crea que es pálida, carente de sangre caliente. Es una jodienda tropical, con pelo oscuro y ojos azulinos. Su estatura permite espigadeces, moviminetos, contoneos. Es cálida, cachondona, con masa suficiente para unos ricos tamales, Es, además, inteligente, segura de sí misma, discretamente inquisitiva; pero no es confianzuda, ni en lo mínimo jactanciosa. No necesita decir que está sabrosa, tetudita, hecha a la medida de los dioses. No tiene ese culote de las que se nalguean y van a los teleshows a proclamar que son putas, o comparables a otras. Nada de complejos de más o de menos. Ella no requiere que invoquen ante sí creación de realidades. Es una realidad forjada seductora y no parece que exista el más allá cuando se autoevidencia como Espíritu manifiesto de una Ley del Todo y una ley de la Parte Original, esplendorosa que satisface a todos el que la ve, aunque no la toque.

En el pueblo, a su disgusto, los varones se concentran en el galanteo. La rondan, se visten, se perfuman. Se examinan la verga, por si acaso. Se vitaminan para si el momento llegara, que hagan, o puedan, o lo intenten sus prodigios con los espermatangios y la erección sostenida. No le aprendieron ni su nombre porque parece alemán y, al pronunciarlo, hay que estar suficientemente concentrado para no pasar por tartamudo. «No importa. Conste que no es mi nombre un trabalenguas capcioso».

Con ella, cualquiera sean los estatus civiles o las jerarquías corporativas en la empresa, los varones quieren gastar hasta lo que no tienen. La miran por delante y por detrás, se lamen y relamen. Ella, si se da por enterada, no lo dice. Es evidente que la aburren y que su placer no está en que la lleven a la cama. Pero todas las funciones cerebrales de estos hombres, interesados y admirados por sus dotes, están programadas para la macharrería.

Todos se sienten ejecutivos, aunque sean unos viles empleadillos, viéndola que pasa con tareas delante de sus escritorios. Su gracia es que es bella, simpática, sabrosita; su desgracia es que no pasa inadvertida y, ante sí, como verdaderos lambiscones, vuelan todas las moscas, disminuídas todas de cualquier función inteligente y expresando al varón primitivo, programado evolutivamente para pensar, si es que se trata de pensar o de expresarlo, en las oportunidades para conseguir una pareja, echar un polvorete. Tener un plante que ocasione la envidia. Con decir que el conserje le chifla cuando ella pasa, siendo de las moscas que se espanta.

Inconscientemente, en ese pueblito de bellacos, al varón se le olvida hasta responder lo más simple: «¿Dónde vive usted exactamente?» Debido a que con labios de La Sabrosita se preguntó al fulano que no lo esperaba, éste tartamudeó. Se apendejó muy gacho. No supo, no recordó decirlo. Estaba ilusionado con un polvo porque se creyó, de pronto, el más apto Adonis para alguna pretendida cita. Un cena quizás. Y él... sí era el soltero, el de magnos escrotos, el que no haría un ridículo si pudiera encamarla y sortearse en un folleo con ella. Pero se apendejó y dio una respuesta tan mezquino, todo nervios, una caca.

Entonces La Sabrosita fue donde el más feo, ante quien ella importa dos carajos. Se quejó ante el místico mismo: «Los hombres se apendejan».

«Sí», dijo él. «Ante una mujer bella, hasta el más joven es lento. Están obsesos con la transferencia de sus genes y las oportunidades que se presentan para experimentar un orgasmo; así que evolutivamente, reaccionamos como simios y mandamos la inteligencia pal' carajo».

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Un americano sensible / microrrelato

El asesino, todavía en su cascarón social y tácito, alega memorias del Pasado Glorioso. Se cree un patriota sacrificado. A él hay que inventarle y protegerle un escudo de derechos... y él no ha dado una pinta de sangre ni para la Cruz Roja cuando se le muere un pariente. El es diabético, él es de sangre mala y hace muchos corajes ante la posibilidad de que cada bala que tenga se numere y se registre su nombre como dueño. El no quiere que nadie sepa lo que compra. El tiene fusiles. Metrallas. Armas de todos los calibres, aunque es cierto que al Estado de Alaska sólo va a matar osos polares. Colecciona pistolas para tener que hablar con los amigos y canta a la Old Glory del Sur profundo

Ahora dice que el Fiscal General de su nación decadente y el nuevo Jefe del Tribunal Supreno es anti-estadounidense. Nada tendrá de patriota quien escupe sobre la Segunda Enmienda de su Constitución y la llama anacrónica. Para sí, dice el gringo armado es que anhelan impuestos; herir directo en la cartera de los consumidores. Y como eso es lo que quieren, a un hombre como él, que no ha matado a nadie, lo demonizan. No lo mencionan por su nombre, pero juzgan que él es «a simple minded, violent, redneck», que echa bravatas con la pistola y la biblia en cada mano. El no es «a sensible American», sólo porque cree que su derecho es armarse, por si un día a los negros, Talibanes siquitrillados, junto a la Mafia mexicana, a iraquíes y asiáticos, se les sube el poder a la cabeza y se deciden matar la gente blanca.

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