Uno se vincula al texto del poema existenciado,
a la red de pensamientos que lo teje, que unifica,
que preserva... uno le llama realidad, lo cognoscible...
porque el universo es éso, canción vibratoria
mensaje / poema / horizonte
a los que los ojos se acostumbran
para clasificar las unidades armoniosas
morfologías / eventos significativos y señales y palabras...
Uno se despoja insatisfecho con las sombras
y en el negocio del oír, boquea con rima y pausa
y anhela que se conozcan los latidos y el origen
para así amar más las procedencias sonoras.
Quiere el atestiguador saberse de memoria
lo que concierna a vozm a estrofa, a cánones
una vez que baile en carne y hueso,
como vivito y coleando; y por eso se une al texto
del poema y el universo se va constituyendo
según lo quiere percibir el que ama
o deifica las sustancias, o las ondas.
No dirá que vivirse es un velo
de mortaja, uno es que mejor pide un texto
aunque no sepa todavía si la energía es primero
que la aguja que cose, o si el pensamiento
es antes que la red con que pesca
sus peces, o se gana la vida, o se busca las cosas,
o se explica lo posible que acontece.
Uno, entre cuantos de liquidez luminosa
y bancos arenosos con olor y tacto
y residuos de algas aún más pequeñas
que los electrones, se vincula al poema organizador
y a la canción consoladora y bendice la mar.
No hay materia sólida de vida,
no hay aguas disolventes, sólidas de muerte,
sólo ese hilillo lumínico, tenue, invisible,
como la plata oculta que la musa tiende
por amor a Teseo camino al Laberintos
donde vive el monstruo creativo del Poeta
mitad-tejedor de unas luces, mitad ser-que-desteje,
guerrero / fieRa que destruye, muerde...
Ser-que-preserva por querer sobrevivirse.
Teth, mi serpiente / Teth mi serpiente / Indice
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