Wednesday, July 25, 2007

Agar abandonada

Echa a esta sierva y a su hijo,
porque el hijo de esta sierva
no ha de heredar con Isaac mi hijo:
Génesis 21: 11


¿Cómo decirte que te vayas, Agar,
si tu cuerpo ha sido como una guitarra
de péndola en la que hallé regocijo?
Amé tus caderas y en tu color pajizo
de ceniza te navegué, emociondo,
como góndola que descansa el aliento en tus aguas
y humedece el alma en tus haldeares?

Yo busqué en tus ojos
unas piedras de rayo y los hallé
fijos en los míos,
y eran dos hachas, siervos listos
a cuidar mis pupilas y dividir
mi piel sobre tus pechos.

¿Cómo decirte que te vayas
si un relámpago vive en la fuerza
con que miras y en el dolor de tu parto?

2.


Como oblicuos cristales de prasio
y verdes silicatos, con pestañas,
me descubrí en tu carne
y te hice el amor, macaria,
sierva ceniza, en tu mirada tendido.
Quise lodo de tu lodo
y que herederas mi tierra, mis bardomas
con las alas de mis ángeles solares.

¡Qué triste es vivir solo, corito,
terebeco, equivocado, en las cavernas,
como bobalicón que ignora
tus alcances heroicos en la alcoba!

Esclava en tu gruta milenaria,
hija de sombras fuíste
y fiel a mis palabras y mandato
y me acosté en tus ojos, pejina
y la noche de Santander
fue lechiga que me dio otros desiertos,
soledades dulces, con destino ingrato.

Entonces me dijeron que no doblarás
el arco de mi siglo
ni cinturón de mi delicia
llevarás en tus caderas
de sabrusura magna;
qué triste paparrote el alma
que así crece y da
su primer hijo al dolor,
el que se va contigo y llora
por los caminos del desierto,
el hambre y el despojo.

De Estéticas mostrencas y vitales

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