su oscuro espejo en el mandala,
la vocación de voz para herir al olvido,
se alimenta una palabra señera, sólo en Mí,
la Energía, la Hoz de la Muerte,
la Guadaña de la Eterna Viajera.
Ella emite su Aliento cuando parece
que lo quita; ella rehace, con su amor,
la identidad sobreviviente.
Entonces el silencio del cadáver
se queda en su vacío, en la vibración inferior
del hoyo en luto y el féretro llorante.
Mas ninguno que observa entre los deudos
se transfiere al proceso, en este silencio
del que muere, no hay espuma onírica.
Ni polvo pisoteable, no aire mustio,
sólo la Luz del Túnel de aquel que ya
no puede escapar a Sí mismo,
a su Espíritu, a su ser verdadero,
aproximante, ya abierto.
2.
Laguna Estigia, río luctuoso,
realidad contínua del ego cesativo,
tránsfuga y sangrante, lágrima y risa
de Caronte, perla de oro de las Erinas
y las más putas putas del Ovario Bendito,
la nave tiene prisa. La barca
está abatida por las olas.
El agua empuja para no sentir
todo lo que se pudre en un pantano:
al planeta envilecido del primate.
Algo se tiene que morir, las almas desgarradas,
el yo cesativo que se pervive idiotamente
en la historia perpetrada de los mitos
sin hallar su justa interrelación, su calidad
de vida en el espaciotiempo vibratorio.
El alma envilecida, su cerebro que fue
alma irascible, piloto, el buen caballo,
ya no halla superficie de contacto,
porvenir inductivo, simetría de salvaciones,
las rutas del interior del Cielo.
Yo soy la muerte / Completo
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