Wednesday, July 25, 2007

A Jan Huss

a Jan Huss, quemado en la hoguera en 1415


El fue un zorro
al que dieron candilazo.
Un intelectual comprometido
que ardió en la hoguera
sin otro grito que Jesús,
eres el único maestro.

Lo dijo muchas veces en las universidades
de Checoslovaquia; lo dijo voz en cuello
desde las catedrales; lo gritó en la rectoría
de Praga; lo dijo ante ancianos y niños,
para beneficio de rameras con fe
pese a sus vidas desorganizadas
y para beatas, príncipes,
pordioseros, enfermos, plañideras.

El fue un intelectual comprometido,
casi guerrillero, por cuanto fue excomulgado.
Y el Papa desde Roma lo sabía.
Los zorros como Huss son peligrosos.
Hay que matarlos.

Para hacerlo le tendieron una trampa.
No valió para salvarlo el salvoconducto
del viejo Wenceslao ni el aval
del poderoso Emperador Segismundo.
A título de hereje lo llevaron
al Concilio de Constanza,
lo juzgaron y lo quemaron vivo.

Entonces, con su muerte, se armaron
los hussitas desde Praga y los austríacos
a su vez por defender al Papa
y las oraciones se cambiaron
por absurdas y viles matazones.

Ni el fantasma de Huss se quedó
con las patas cruzadas:
el zorro se fue armando de garras
y colmillos filudos y dientes devorantes.
Y otros pueblos y villas enfrentaron
al ejército del Papa,
a la Cabeza de la Iglesia y del Estado,
a los pontificados de verdades y absolutos.

Sabrosa ha sido la palabra
del Compañero Zorro
y se comió en la hostia
como blanda carnecilla de jutía.
Se fue a la muerte, sin embargo,
como tocino o morcilla en la brasa,
pero sus ojos quedaron abiertos
ante el mundo y dieron profecía...

5-2-1980 / De Estéticas mostrencas y vitales / Blogsite 1 / Blogsite 2

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