Wednesday, July 25, 2007

El perfecto imperialista

a Lord Shelburne, director de British East India Co. en 1780, el perfecto imperialista


¿Donde te habrá conocido
la hoz segadora, el hacha de Abram:
si eres la bestia más temible
de los tiempos, la Fiera Corruptia
encarnada en la Historia?

¿Dónde, me pregunto yo,
que no sé tu nombre y te llamo
Lord Shelburne?


... yo que sé que tus siervos afanosos
conspiran para preorganizar
la bancarrota de la Francia monárquica
con la Revolución jacobina
y con levadura de tu ideología.

Tus filósofos protervos están
en todo continente, en la Vieja Europa,
en el Nuevo Mundo, en el Africa,
en la India, en cada cueva y averno,
y tú como fantasma llegas, Lord Shelburne.

Imperialista perfecto,
Satán de los sinarcas, ilustre gestor
de pesadillas financieras y desastres,
tu fin se adivinó por los valientes,
zorros de agudo olfato
y de mañas ante el Don Nadie
tremebundo, traicionero.

Tú no duermes hasta adormecer
a todos en sepulcros de mansedumbre
rancia, venenosa, impura.

¿Dónde te habrá conocido el que oye
y clama a su conciencia, muy adentro,
en aras de la palabra cimera
que vence a talismanes,
a falsas expectativas, a los arcanos?

Dicen, se dice, que una mansión
habitas en Bowood y un Taller
de conspiradores se reúne y todos
beben de tus vinos deliciosos
(tu riqueza fascina, tienta, seduce).

Y tú les obsequias, Lord Shelburne,
tú les incubas como a ciegos ácaros.
A escritores radicales, a perseguidos, conduces
a Tu Vientre tan cebado con abundancia y hartazgo.

A panfletarios en cálculo de placer y dolor,
recondicionas y salen ya como profetas turbios
por el doblez de labios y la intención oscura.

La dictadura constitucional justifican.
La discursan, la proponen.
Del trabajo esclavo se declaran amigos.
Y por complicidad, con Bentham,
del control social del utilitarismo.

En el esfuerzo de bloquear
la libertad (de las colonias en América)
se te encuentra,
y que educaste a Jeremy Benthan
para que sea tu sombra,
tu voz entre los hombres, se dice
porque eres Invisible
como la Providencia y la Fortuna
que sólo sirve al electo por los dioses.

Dicen, se dice, que Phillipe Egalité
y Jacques Necker son tus altoparlantes
y que Dantón y Marat obedecen
tus órdenes, que te gustan
las logias masónico-libertarias
y los gestos del martinismo
místico-cabalístico, esoterizado.

Pero el hacha que tira el lonco
y descabeza y reprende,
hoz que separa la paja del grano,
sabe mucho más, aunque pregunta
con más rigor que el SE DICE
del Don Nadie en la plaza de las moscas.

Del libro Estéticas mostrencas y vitales

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