Como niñita de su casa, adolescente
de lenguaje, inquieta de comunicación,
perduró su fantasía por algún tiempo.
Sería la primera vez que alguien la tocara
frotándola contra sí, boca de aliento.
Ella se hizo escapadiza por alguna pubescencia
inexperta del lenguaje y andó de manita sudada.
¡Quería voz ideal, su primer beso!
¡Era tan fresca, tan extramundana,
que no conoció el apremio hasta que él llegó
como objeto manifiesto y la sedujo!
Fue entre clamores noveleros del ser-en-el-mundo
que se le interpretó con palabras cotidianas
y comportamientos diseñados de desfloración!
¡Ahora vive en las calles de Un-Zuhause!
7-23-1976 De Heideggerianas
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