el hombre apresurado, la mujer infinita.
A los hijos de la Estigia, cuatro son
en la Tierra, los observé en las aguas.
Los extraje del naufragio
y los salvaguardé con angustia.
Los vestí con la sociología.
Quité harapos, sedimento malo.
Los alimenté con piel nueva, futuro.
Para el hambriento dí pan de optimismo.
Los alivié en los kimtu, en aldeas gentilicias,
en villas de refugio, aún consoladoras.
Naditu les habló misericordia:
«Hay luz moral», les dijo,
«el bien y el mal que luchan,
ldualidad de la luz y lo oscuro»,
en un punto singular. Será Cocito
en qué sé yo lugar del mundo,
su laguna de dialéctica fecunda.
Hay también cien años de lágrimas
y ríos y charcas y olvidos y naufragios
por donde se desplaza la flecha
del tiempo, el uno puntual que marcha
y organiza la recta, aunque concibe
a veces su mundo caprichoso,
retrógrado, in desperadum.
Fúnebre día es hoy
cuando sicológicamente
se les recuerda el hallarse
en lo olvidado, lo desfigurador,
el rumor y el colapso,
el Señor CadaQuien y el Don Nadie,
acaecerse sicológico
en lo ya conocido, Tánatos y Eros,
que si bien se han opuesto,
rescatados de Cocito, en tierra firme,
si algo lamentarán,
es lo que siempre después del Gran Amor
y del Milagro providente: haberse odiado.
2.
Hoy lo femenino muere con su divinidad extraña
y los varones mandan, esquilman el comando.
El matriarcado se convirtió en la Luna,
la locura, el caos, lo introspectivo.
El tiempo nació hoy.
Nació el tiempo
con número nupcial de desamparo.
El hueso frío es el agua de la Oceánide.
Niké llena de horas y sepulcros
es la victoria, conato de la muerte.
Cratos nació para matarla,
tarde o temprano será,
él no se esconde en piedades,
él es, por cotidiano, vil proceso,
un trámite, una letre de caché,
sello del rey, voz de instituciones.
3.
Los hijos de Estigia aparecieron.
Han llegado hasta aquí
comidos de niebla, hartos
de mar y quejidos, sedientos
de un sol que sea niño desnudo,
lozano, nutrido por la leche olvidada,
sonrisas de la boca de la Madre,
calor de sol gentil, humano.
Y la pefecta conformidad
de la obediencia iluminada,
la inocencia, que lo nutra
ad aeternum.
4.
Hoy es el día de la alternancia
para cuatro estaciones
del viaje de las almas.
Un día será la primavera
Y, por momento, vendrá
el verano seco, la sed,
ausencia de las aguas.
Un día será como el otoño
Y, más que con los ojos,
con qué sé yo del Ser,
se verá la tristeza.
Un día será el invierno
y sabemos que hay días
que claman por la calma,
porque hay días de lo-no-cualitativo.
Un día hay que parece un remolino,
Tifón, marejada, volcanes.
Días hay de piedras que achocan
tu cabeza, te engendran la molicie
cuando estás en el suelo.
5.
Cinco silencios que la bestia no goza,
sin embargo, los tiene el náufrago viviente,
y la Lamia monstruosa,
sensible empero, con su Materia Bruta,
cinco modos de decir, vida prestada,
existencia mía, vida breve,
respit de la Mort,
lamia de existencial obsesión y desconsuelo,
a cuyos hijos verá del todo heridos,
desangrados, en burla,
aún insepultos por el Meqaber.
Por lo que, entonces, les entrega
el llanto noche y día, tiembla
sin cesar un momento, y se gasta
su mirada, y se pone cetrina
y duele el amor, el sexo, el Bíos.
Una vez sea cumplida
a fuerza pertinente de lo ónticamente
necesario, la unidad fundamental
de estos cinco sentidos, a la viuda
del Ser, a la huérfana, a la madre
que perdió los hijos, miradas
de reposo daré, ojos para la madrugada:
un día será del Gran Sepulturero
y la némesis, la venganza y el dolor,
pero otro día, se te hallará en la alquimia.
Lamia, la verás, María parturienta,
de Belén, Naditu, vestal acadia,
verán la promesa cumplida
y, como templarios que custodian
el Secreto, inventarán las palabras
y las alegorías, dirán contra la Muerte
y por la muerte: Soy el Acaecer,
los puntos en el centro de las cosas,
un dolor en punto para el parto,
un parto a punto de nacer,
el punto encima de las íes,
un punto en punto caramelo…
más insondable que la muerte
es la esencia
y todas sus totalidades,
el desafío, el bíos,
la apofánsis,
el ala,
el fundamento
del fundamento.
6.
Un día seré el equilibrio
de los astros errantes
y la gravedad
y Newton
y una estrella de seis puntas
y un carajo.
Otro día seré las preguntas
de los hombres interiores
y el hombre completo
que se asomara al humanismo
y, por hacerlo, pagó el precio
que dan los traidores
y los homicidas.
7.
Siendo que llegó la tarea
de mi Séptimo Día, mi única misión
será avisarte que yo canto y alabo y digo
las Nenias del Juicio Final:
se acabó la Muerte,
la espantosa miseria,
se acabó la colonia de huesos
tirados a los buitres, se acabó
la dependencia del Mantengo
por hambre de ser y de espíritu.
El estado asociado en batalla
de desgracia fue vencido.
El miedo que nos puso
de rodillas a mamar
de la Maceta del Tirano
fue castrado;
al hombre entre dos tríadas
se lo ha nombrado
Príncipe del Sábado.
7-9-2002 / De Yo soy la muerte
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