Cavaré mis ojos en mares estelares.
Creeré a los peces
que a mis pies depositas,
ágiles para aguas dulces.
Les buscaré nidos, lechos
que no sean de arena ardiente
ni páramo con viento tormentoso.
Alejado del lodo y las mofetas
de las sombras, alejado del calcio
de las grutas, te amaré
con recuerdos, esposa mía.
A las aves que víste tú en lo ignoto,
en altas bamas, en lo eterno,
las llamaré, voz entre voces,
espíritu, principios eternos,
físico-cognoscibles.
Separado ha sido el trigo de la parva
gracias a tus risas, tus paradojas,
tu alivio oportuno a mi vejez.
Ha quedado, al fin, tierra y cielo
separados, y me abandonas
con tu deber cumplido, Sara.
5-12-89 / Blogsite 2
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