Thursday, December 31, 2009

Lo recóndito / Jodidez y engaño /


Lo recóndito

«El tener uno y común el mundo se manifiesta a los que velan; en el sueño cada uno retorna dentro de sí»: Heráclito

En el día que dije a Mamá que ví en las Fiestas Patronales, el espectáculo de la Mujer de las Serpientes metida en una inmensa urna de cristal

Se necesitan más que los ojos para ver el mundo.
Para ver el Arbol.
Para ver los quinarios de los quintos cielos.
Más que oídos destapados y pupilas vivas.
Más que la yema sensible de los dedos
para saber que el Sol quema y es una serpiente
moviéndose en espirales, porque los soles rotan.
Todo se mueve aunque parece quieto.
Se necesita más que olfato para saber
que en la redonda sartén de ese Sol embravecido
como granitos de maíz se aroman en la elipse
72 años que restallan y se vuelven palomitas
que uno come en la vida terrestre,
cual se come alrededor de la Plaza
las fritangas de las Fiestas Patronales
y hay cuatro Querubines que nos dicen los puntos cardinales
y cuatro ancianos que hablan del Aire, el Agua, la Tierra
y el Fuego, hay otoños para la vida germinante,
y abundancia en primavera, y hay veranos de Trópico
y uno anda desnudo para no sofocarse,
pero hay inviernos tranquilos y serenos
que nos quitan la asfixia, los calores,
las agresivas ínfulas de lo que no ha sido bueno.
Hay, en el centro de todo cuanto es llamado
la Rueda de la Vida, un retorno al Gran Sueño,
al que de veras vale y está dentro de uno
y lo tenemos común al Universo
y para ese Sueño no basta haber tenido
ojos despierto, olfato agudo, manos diestras y ágiles,
oídos poderosos como supe-antenas: ese Sueño
no ronca con la boca, no tiembla con los pasos.
Es lo más interior del Universo
aunque viva dentro de nosotros mismos.

06-03-1990 /
Las vírgenes

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Jodidez y engaño

¿Pero qué jodidez hicíste conmigo?
... a mí que siendo joven, virgen, me afano
y aprendo la modestia y al Viejo Tiempo
lo llamo el más piadoso Anciano, porque me enseña
paciencia,
continuidad, disciplina, arduos días de trabajo
y vienes tú, disfrazada de anciana,
Atenea de las ciudades, con tirria,
a llenarme de devaluaciones, a decirme
arrogante, sacrílega, tal por cual.
¡Mira con qué jodidez me has menospreciado!
que no perdono la burla que me hicíste,
vestirte de viejita, como si fueras
Saturno en tu cosecha.
De nulípero insecto me trataste
y yo sacando geometrías del Caos,
sedas del Ath, la esencia, pariendo
el Orden con mi hilado, bebiendo pigmentos
para acertar al rey de los colores, invocando
estrellas de la elipse de mi Sol
y las constelaciones y tú... me mandas
al galillo viejo del carajo.

¡Qué jodidez, que ni Ishtar ni Inanna
tejería así con el destino. Ni una Gran Madre
madrea así, como madreaste conmigo.
Me mordíste,
escorpiona, con engaño que no esperé
de tu boca, inventaste castigo
para quien trabajara, pillaje hicístedel mérito
de quien te ha servido, me condenaste
eternamente, sin ninguna plusvalía,
y no, no. No me arrepiento, mejor me mato
que vivir avergonzada....

No fuíste tú mi maestra.
No es soberbia que lo diga: me enseñó
el Tiempo, el que no naciiera del casco
de la guerra, el tiempo silencioso
debajo de otro tiempo.


No me enseñó el Golem. Ni nada que no merezca
el nombre santo de Dios en la frente;
no la criatura del Dr. Frankenstein.
No nadie que invoque la furia destructiva.
Ni sea falso embrión, golem en Dam
sobre la tierra roja y el agua bendita de la Sangre.


Aprendí de los cuádruplos del Tau,
la trascendencia del espacio en que están mis huesos.
Del tiempo aprendí, siendo una Tonta ante Saturno.
Los cambios me compensan. Del más lento
de los planetas aprendí, del que está
sobre el Arbol de la Vida para que haya
estabilidad y cambio contínuo y sepa quiénes
son los dioses de las edades
y con qué mano se abre el glifo
de todo lo posible cuando se va cumpliendo.

Pero tú, disfrazada de anciana, me burlaste
y me hicíste colgar de un árbol externo
que no tiene esferas ni frutos,
árbol estéril, infecundo, y por eso hay
luto en la casa de los tontos,
los humildes y explotados.
¡Mira cómo te dejaste a mi padre
en Lidia con la pena, se murió su doncella,
la que hilaba, tejedora, costurera,
y no era diosa, era una simple chica
de provincia, una ardilla del campo,
una abejita obrera!

02-09-1980 / Indice: Las zonas del carácter

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Interrumpiste el orgasmo de las niñas

La cultura de la explotación lo primero
que instruye, bajo el disfraz de una Gran Sabiduría,
es que tú no tienes mérito,
que a tí no corresponde ninguna jerarquía,
a no ser la tensión de la angustia.
Que ninguna líbido es creativa.
Que las babas de tu sexo son lujurias profanas.
Que nada tienes que pueda ser llamado
La Sabiduría. Que lo Bueno viene de la loza,
no del campo. De palacios del Olimpo.
De telares de Atenas. DeUSzUS,
del artífice cojo, zurdo.
de las patas flacas
en los centros industriales.

Ahora todas somos como él.
Tu modelo desfigurador
para nombrar lo sacrílego,
seres arañados por tu envidia.
Feas, lisiadas, cojas en el alma,
colgadas a un palo, con los pies torcidos
mecidos bajo las ramas.

Ahora no es la horca voluntaria.
No cuelga el macho de barba desaliñada
y el pecho descubierto, inclinado sobre su yunque.
Tus personeros vulcanesco
productos de arsenicosis
y cánceres en la piel de tu Edad de Bronce
y metal, que no es oro alquímico
del alma... sino Hefesto con un hacha que no libera
a nadie, ni a tí, su hermana, Atenea,
sino en el gesto parricida,
que rompe las cadenas de oro
entre la Tierra y el Cielo
en que la Madre estuvo atada.

Y era Hera, en la era de esta guerra
de géneros; era Ella, la Madre en zonas mentales
de infortunio, en eras de joyerías y artificios,
de técnica inmoral, y condiciones,
era en que comenzó a culparse la afrodisia,
la esencia del Deseo y del emplazamiento.

22-10-1980

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Indice: Las zonas del carácter

El erotismo sincero / Déjalo ser / Invitación insinuadora


El erotismo sincero

El lugar donde quedan abolidas las diferencias de los mundos interior y exterior, donde la ilusión y la realidad se confunden en una necesidad constitutiva, donde la llamada al otro se nos hace presente en razón misma de su ausencia, ese lugar de las fronteras invisibles es el deseo: Dr. Guillermo Pozo

El objeto real que sea Tu Deseo sin fragmentaciones.
Un objeto que tenga plenitud,
aún sus defectos... Quiere así con la abundancia
de tus ojos, con todos tus oídos, con el pleno
de tus dedos, pálpalo. indícalo con alma, por igual.
Házte despierto la imagen de lo que no quieres que lo robe otrp.
O alguno lo prohíba, o te quite el derecho
a disfrutarlo; hábla a tu deseo porque es un ser vivo.
No susurres a medias si le díste su nombre,
sé claro, sin mentira. Mándale del amor
que lo complete, añádele una memoria
si es que le falta. Sácalo para que tenga
el deseo relaciones primordiales contigo.
No lo interiorices para desfigurarlo,
no lo margines en un autoerotismo
pernicioso y culpable.
Si está en lo real, ábrele espacio,
invítalo a que esté contigo.
Díle que tienes una cesta infinita
para darle amparo.
Que nunca le harás daño.
Entonces, estarás hablando
con sinceridad.

14-02-1981

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Déjalo ser

A lo que sea tu Deseo dejálo ser
con su fea secuela de realismo, no le tapes
el paso, no lo idealices para no quererlo.
El placer sus leyes tiene, a veces mucha
ley para hacerse armonioso, a veces mucha
ley para que lo repudies; déjalo ser...
el deseo no es embuste ni piadosa palabra.
No vive él de imaginarios anclajes,
no habita en guiones de equívoco.
El Deseo es honesto y si lo quieres
atrapar, en contra de sus leyes,
se te vuelve perverso, se pudre sobre tu piel
como una llaga, al pensamiento calcifica
como piedra que duele.
Déjalo ser, déjalo que pase
y no te antojes.
A veces hay que poner en ataraxia,
dejar que vaya errante
y tú, por encima, del deseo.

13-05-1981 /

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Invitación insinuadora


a Antonia Kozberg
Quiero saber, solamente saber,
lo que tú anhelas, ya oyes que te invito
y me insinúo, yo no quiero iterativas y fallidas
comuniones con tu mundo.
Pero te estoy hablando. Y con
mi quiero saber me comunico.

Te hicíste atractiva para mis ojos
y aún tu sombra me tira sus imanes
y te busco en la paja porque no eres
un grano de mostaza. Eres el árbol
del que nace tu silueta de hembradío.

Yo quiero saber del más honesto modo
si te hastía que yo pueda mirarte,
si tienes en menos mis amores.

Quiero oírlo claramente de tus labios.
«No te quiero, no me rondes».
Un No me duele menos
que esta incertidumbre.

13-05-1982 /
Indice

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Lo prohibido / Incesto solar / Exogamia


Lo prohibido

En la búsqueda erótica hay siempre una dimensión autoerótica movilizada por la vida fantasmal. En esto es en lo que estriba su carácter de señuelo, es decir, que el objeto soñado, el objeto fantasmado, será siempre más rico que la realidad, de manera tal que abrirá perspectivas infinitamente insospechadas: Dr. Guillermo Pozo, M. D., psiquiatra docente, Universidad Central de Venezuela

Hay un incesto cósmico / grato, protectivo,
sin agresión, in incestus divino, voluntario,
que no se apropia del otro. Es incesto inclusivo,
telúrico, en-Teo, en tí, en lo Real,
pleno hasta el inferus predio.
uno que funde, que acaricia, que nutre,
que no es condena que escinde
con la que alguno dualiza, transgrede,
castiga. Sale a buscar lo numinoso,
ya teniéndolo dentro.
Es luminosidad del Ser
y realidad del ente.

Este amor es intenso y eleva, por tanto,
los placeres, y anula hasta neutralizarlos
impulsos violentos. Quita de verdad la tristeza,
la amargura, los celos, los tormentos

No es una posesión. En ese instante,
todo lo vivo es tuyo, toda la bioquímica se hermana,
se acuna y la agresividad no existe.
Esta es la verdadera cuna que deleita la Nana,
con música de esferas, con perfecta sinfonía
del Prana. La angustia nunca es deliciosa.
Es mentira. Es la lactancia de lactancia.
La perfecta coincidencia de los seres.
La multiplicidad de Ser Madre-Padre-Hijo.

El que tiene una culpa oedipiana
(y se afana en buscar lo prohibido, mal hijo es.
El es un parricida; todo lo puede ser, menos sublime,
todo lo puede conocer, menos lo erótico.
Todo lo puede gozar, menos su madre.

Nada hay más triste que la satisfacción diferida
de estar en lo prohibido, anulado en la exogamia,
falseado en el incesto, nada más angustiante
que saberte reo de su propia raíz y oscilarse
en el engaño de desear ser deseado
y no lograrlo; y entonces ir a urdir como un paria
la ceguera de los ojos, la falsa luz de un delito,
el falso consuelo de un engaño.

El deseo (deseo del otro) es mérito,
no regalo; es un nivel divino, es transparencia
de la bondad gigante; entonces, todo viene a tí,
todo rompe la gris monotonía de lo que vivo
se quiere y parece negado, tabú,
prohibiciones.

Todo llega a tí cuando tu en la Cesta
de amor, lo llenas Todo, no para un bruto, violento
regocijo; para contemplación. Para Delicia de ambos,
cuando un Tú dice a lo Otro, Eres lo Divino
y Yo te pertenezco.

12-02-1980.

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Incesto solar

En todo vientre estoy.
Debajo y encima de tu Lengua
me duermes, tú, sol cuando me das el rayo
y la tibieza, me despiertas y, enseguida sé
que tú me lames, tú, sol, estás
amando a mi Madre, la tierra.
Me estás coparticipando en el amor,
a mí también con tus labios...

Ahora siiento el peso vibratorio del sexo
sobre la cama verde de la aurora,
tu energía me ha perseguido dulcente,
se fue al río cuando me doy chapuzones en el agua.
Tú me das la Madre como amante
y me penetras en el calor de la sangre,
en temperatura fresca de tu aliento.
Y cuando besas a ella, tú, sol incestuoso,
me tienes a mí, tu hijo, involucrado a priori
en tus amores. Me acaricias.
Tú eres mi incesto solar y me doy cuenta.
Y no protesto. Estoy agradecido y te amo.

18-02-1980.

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Exogamia

No. No se puede huir por más ley de exogamia
y prohibición del incesto. La vida nos alcanza
a donde vamos. Nunca se puede ir lejos
ni ponernos un tabú como condenas.
La vida ama, jala, junta, mezcla
y todo lo hace bello, deseable y deseado,
uno lo quiere conocer desde los poros,
uno lo quiere respirar desde el aliento,
uno, en suma, lo hace la dicha absoluta,
lisa y límpida como el vindrio más fino y transparente.
El gozo de la vida es una cópula indecible,
tan rica e inefable es su eroticismo.
Uno no sólo deja de ser incestuoso
con la muerte; sólo los que niegan la vida
y la violentan separan
este dulce equilibrio de lo vivo.

22-03-1980 /
Indice

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La que silva por la casa / Las vírgenes de ayer


La que silva por la casa

a Madelyn Ortiz Vélez

Mamá, virgen que me heredara
mis costillas, las que pega con saliva de seda
de otros mundos, a las puertas de mi ser
en este cosmos, mamá la sideral,
la spinoziana que calcula el panteísmo
con los ojos y a eso le llaman buen cubero
y matemáticas, madrugó silva que silva
y yo, molido, con mis piernas
que no quieran erguirse
[ayer caminaron mucho, junto a ella].

Se metió en cuanta tienda existe.
Le dio rienda, suelta rienda,
a esa sospechosa acusación que Papá hace:
«Mujer, hay que ser ahorrativa.
Tú me pareces que eres gastadora.
Que piensas que el dinero brota
como si fuera agua de bajo de las piedras»].

Mas Mamá no hace caso.

Sale y me toma de la mano.
La noche nos sorprende en negocios.
A mí ... es la mañana la que se vuelve siglos.
Son tantas diligencias las que hace,
visita aquí, visita allá, a todo el mundo.
Ninguno la para y quieren saludarla cuando sale
a la calle, o la ven rumbo a la tienda,
a la barda vecina. Y la llaman y se entusiasman
porque va con uno de sus nenes
y salió de sus nidos y telares
como un trombo.

La ardillita recaudará sus nueces.
En eso anda hoy la esposa del maestro.
Es siempre la mujer que está teje que teje
y haciendo que bellotas de amor y de contento
se cuelguen en los árboles, han de ser
las futuras avellanas. O el sustento.

Sale, como ayer que no estuvo silvando
y tenía carita seria de abejita, atareada,
hasta que dijo: «Vamos a las cerialias,
por pan para el invierno»; y ella sí que sabe
sobre mediaciones, sobre pasión creativa
y simultaneidad con lo Eterno.

Utiliza materias de su espíritu, signos
que saca de sus huellas dactilares,
palabras hierofánticas que transmuta
del momento más duro del asma,
cuando parece que se va sin aire en los pulmones
a sus viajes extáticos, a cercanías kratofánticas
a orillas de la muerte.

En sus itinerarios, se detine en La Trapera
de Leopoldo Nieves que son la misma parentela
de mi padre; sube más allá del Cementerio Viejo
donde está Luis Cantántora como un polo inmantado
de negrura, Vigilante, y saluda a Polo El Prieto.

Entra a la Cinco y Diez de Doña Chefa Jiménez,
una jamona del Pueblo; seguro Las Delicias
será el último paro... antes, porque puede que no conozca
la palabra ágape, visitará a poderosos,
a las familias ricas que tuvieron
algo ver con los nuestros.

Ella bien que se sabe en forma y contenido,
en identidad conceptualizadora lo que es justicia,
pasión ante el prójimo, buena voluntad;
herir el irracionalismo puro de kantianos,
hijos de puta del imperativo categórico,
exorcisar a esos anglófilos, rooseveltianos,
de la Vieja Colchoneta,
chupasangres antes de La Pava.

Por eso se va donde Mochei, la esposa
de Sagardía Sánchez y de la cepa Torréns
que eran los buenos; ahora él es diputado
en la Legislatura, Puerta de Tierra.
Puede que ella no conozca, en rigor, de gobiernos
ni de agendas prioritarias, ni de sofistas de la nueva
y la vieja demagogia, pera ella sabe hablar
y no decir pendejadas como María Culito subida a las tribunas.

Mamita habla de tal modo que el Estado parece
que dependa de universalidades de Hilandera del Cosmos,
de la vieja urdimbre aracnológica a la que la Virgen Atenea
le sacó los ojos, le tapó la boca, le dio el asma en la soga
de la asfixia, en el innoble cadalso de la ahorcada.

Ahora es ella, la que sale a la calle,
en forma de Mamita, ardilla lidiadora,
vecina próxima al Caserío Mández Liciaga,
y porque Doña Bisa representó la Casa de la burguesía
señorial y aristocrática que ella comprendiera
por sus viejas intenciones, con ella va,
con María Luisa Rodríguez Rabell,
viuda del Juez Negrón, y es otra araña,
hilandera, tejedora de justicia, ambas creyentes
en los Eternos Tapices que cuentan la historia
de los dioses curioseanndo entre humanos,
amores posibles de dioses, sus andanzas,
sus buenas o malos engañifas.
O mentiras piadosas.

No es mofa de Aracné ante la diosa Atenea
(es cosa donde hilar se concibe, la idea
que lo Divino se mezcla con lo humano
y la historia divina y la profana se coinciden).

Y Mamá dialoga ésto, no sé qué vende, que no sean
palabras: Mamita es una ardillla charlatana,
oradora, con boca limpia como sus manos.
No han de ser Causas Perdidas las que ella
promociona; sabe que de estos viajes
al Pueblo, a pasito lento de camino,
porque, en mi caso, cansan, fatigan,
depende nuestro invierno cuando se vaya
ese Sol tropicaloso...

Ayer fue al Pueblo, regresamos.
Y Mamá, dulce Abeja, hembra de estrella
que se vuelve avellana, ardillita traviesa,
juguetona, hoy silva, brinca como mosquita loca
de pared a pared, y en cada flor de la casa
deja sus besos de mariposa. Y, como un ruiseñor
o sabe diós que avecilla, tiene una canción en los labios,
una melodía sin letra, pero sonora,
obsesivamente contagiosa y agradable como miel.

Lo sé. Es que ayer visitó enfermos,
tristes, desconsolados, compró cosas, miró lo uno y lo otro,
se trajo mercancías a plazos, en lay-away, a fiado.
Yo vine cargado de paquetes, yo tan sudoso
que hoy casi ni me levanto; pero, ella quedó dura,
cantarina, resistente, madrugó silvando,
silvando, silvando.

Y ésto durará meses y meses; posiblemente,
antes que el invierno llegue, me dirá lo mismo:
«Esta vez será el campo», visitar a la Abuela,
a Cidral, a Mirabales, a El Guacio,
a ver los viejos Alicea,
los Prat, los Arce, los Luiggi,
los Brignoni, los Vélez,
los Ortices y Arocena, y «claro, Carlitos,
tus animalitos, y la nena que te gusta
de la escuela, a esa que escribes
en secreto, tu prima de ojos azules
sí, la de versos al campamento
de El Guacio».


08-12-1976 /

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El ultraje de los paradigmas unitarios

La Abejita me dijo: «El que quiera Templo
tenga útero y aprenda a defenderlo;
el templo es la vagina buenamente templada del carácter.
Aprenda bien los ritos que lo adoran,
la soga que se ata al pie y a las mandíbulas,
el pan que come, el vino que consagra».
Ella que fue hormiga, casi ignorada
en el reino de la Vida, hoy es dueña de Axis Mundo.
Tiene árboles que signifcan el hombre / la mujer
con los pies en un fondo secreto,
nutrición de raíces, la fe de la abundancia,
corrientes ocultas de Arquetipo,
alquimias de ser, en las kratofanías,
clave de ser en lo Sagrado
y por eso me dice cuando charla como ardilla
y juega sacando piojos a mi cabeza soñadora:
lo que ha de designarse Ser Madre Tierra
es Tu Acompañante Subterránea,
la que sólo, en apariencia, te abandona,
la que ausente da un cobijo en lo secreto
para que llenes tu vasija vacía.
La que hará tu corazón una tierra encantada,
la que orienta sobre estímulos
a tu ontogénesis cuando vengan a atraparte
a encerrarte, carapachos de intriga,
bestias de mucho caracol
con mierda adentro.
Cuida esta unidad, hijito mío.
Tén útero, tén templo

y no que dejes que nadie te cambie
el paradigma, porque de esa manera
es que ultraja la cultura y nos nace
el Estado / paranoico.

08-12-1976

<>

Las vírgenes de ayer

a Doña Dolores Prat, mi bisabuela, a doña Eulalia,
mi taratara abuela, reina de los Prat-Cadafalch,
y tal como mi abuela Laura lo contaba a Mamá...

Ellas no eran lánguidas, mosquitas muertas.
Eran duras como las nueces y las avellanas
aunque tuviesen la rosadez de un salmón,
rayos de transparencias de las resolanas.

Ellas eran hacendosas, a veces pequeñas
como las hormiguitas, a veces frágiles
como alas de mariposas, pero, en lo profundo,
tenían misterios de matamorfosis,
mediaciones simbólicas. Mucha alma.
Contactos con el misterio,
aunque todo lo lamieran de gusanos,
o de un grano de carbón de piedra,
o un pedruzquillo del azúcar.

Tenían antenas, o eran como formícidos,
insectillos sociales. Fueron quintaesencia
del Cretáceo, ángeles en apoyo de colonias,
lo más dulce al quehacer productivo
de la vida y el control biológico
de los cielos de abajo:
eran vírgenes de la Tierra.

Ellas podían ser el fuego, hay hormigas así,
ardientes, invasoras, que entran en conflicto
con el macho que las quiere pisadas
como si fueran la formica, o el linóleo
para sus propias plantas.
Entonces, son incendiarias.

Pero esta vírgenes, con el nombre del himen
dulces / o salobres / a las lenguas, van alborotadas
a sus ocultas grutas, vuelan, tienen sus propias alas,
se las sacuden cuando ya no les sirven
y nunca son lánguidas, pazguatas, pendejunas.

Hay vírgenes, sin embargo, que son avispas hembras
y son muy grandullonas y aterciopeladas.
Esas son meras termitas, aunque sean vírgenes,
pero son las de hoy, hembras sin alas.
En vez de ser omnívoras, comen vergas
y ni siquiera las degluten, lamen escrotos,
gritan mensadas, se sienten hasta piscianas,
dignas del mar de maravillas
y de falsos Acuarios, no quieren regresar a Gea
y su paradigma cultural es tener un Pitón
más grande que el del macho
y no dar un tajo, ni en defensa propia.

Ya no quieren ni tener antenas en codo,
como sus viejas hermanas. Con oírse a ellas mismas
les basta, con verse engrandecidas;
ya no quieren ni el tórax ni el abdomen,
sólo las cinturitas para el vestido
majuno y entallado; su Christian Dior de artificio
más que feromonas. A su ombliguito le llaman el peciolo
de moda, el torso tiene que ser de X medida,
perfecto, como se lee en la revista Cosmopolitan.

Las mandíbulas la quieren como raquítico emsamblaje.
Quieren ser lánguidas, fantasmales como si el exoesqueleto
pesara y los dejaran, en algún gavetero.
No. Ellas no anhelan el trabajo, sólo al buen proveedor,
o, aunque no las mantega, un macho
que le coma las nalgas y le haga citas
en discoteques, joyerías, cinemas.

Ellas no quieren más la madre que le diga:
«Toma la plancha. Vé y lávame esta ropa.
Ayúdame en la cocina. Carga ese grano
de azúcar, este pedacito de semilla».

No. Ya no cultivan jardines.
Compran flores de plástico, ya no diseñan nada.
Ya ni componen ni descomponen algo.
Antes hilvanaban el cosmos con sus hilos y sí,
sí sabían pelear y tender trampas de seda
y comerse al enemigo con dulzura, enredándolo en una telaraña.
Ahora hay que defenderlas, cada vez son más pendejas,
engreídas, creen que saben y no saben nada.
Las violan en medio de un hilo dental.
Las vulvas se las miran a distancia, les sacan
los clítoris, con todos sus aromas, y ellas se van
recontentas, triunfadoras, creyendo que danzaban.

Le basta que les digan: «Son lindas, deseadas,
me gustan, muñequitas»,
aunque virtudes no se detecten
en antenas, no se transmitan a sus almas.

Pero aquellas, las primeras, vírgenes fuertes,
las de dos mandíbulas, aquellas sí
que transportaban alimentos y sabían construir
nidos para defenderse, tenían bolsillos
para cuidarse, cámaras intrabucales
para guardar su pan, para amparar su honra.
Y su mundo, como hoy, estuvo llenos
de macharranes asqueros.
No es nada nuevo.

La de antes, las por mí queridas, sobre todo,
compartían, querían sus hijos, los celaba de perjuicio
en el cochino, tribal, puto mundo, y les pasaban amor
a otras hormigas, o larvas solidarias.
Tenían, sabe dios si seis patas ancladas,
para pisar en firme, no irse con el volátil peso
ante las saturnalias
y la tristeza de los días del Tiempo.

Tenían su garra ganchuda para escalar infinitos
o trepar superficies, como esas zonas rosas
en que las matan, las persiguen, las atemorizan.
Querían machos alados e iban con alas
a los vuelos nupciales y no eran lánguidas, no.
Nunca fueron vírgenes lánguidas.

Ojos poderosos, grandes, le sobraban.
Las llamaban Energía, las fuertes, viripotentes.
Con sus ojos sabían de coqueteo,
no de entregas sumisas
y eran dueñas de sí y de lo externo.
Tenían panales, albergues, agujeros
túneles bajo tierra, y salían a la luz.
Se mostraban sin bulimia ni tan mánicas;
el viento nos la barría contra los lodazales.

Ellas, sí, fueron vírgenes,
gozosas, seguras, orgullosas, del Trabajo.

17-12-1976

Del libro LAS ZONAS DEL CARACTER

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Pacto alternativo matriarcal / Las vírgenes


Pacto alternativo matriarcal

¿Qué te parece si hacemos un mundo
donde no hayan corazas, espadas afiladas,
flechas de cazadores? Un mundo
donde vayas con el hueso desnudo
y limpio el muslo sobre el que Hefestos
se derrama. ¿Qué tal? si al espacio en pleno
dejamos que siga siendo ruralía
y no exista la palabra guerra, lamento,
industra, escudo, arpón y daga...
Aún menos, viudas escondidas, solitarias...
ni asomo de la cabeza de un varón fornicario
que pida la sangre derramada de las vírgenes
y violente a tus hijas, tus hermanas
o sea el ladrón de tus ovas, o larvas asexuadas.
¿Qué tal? Crecer para el oficio del tejido,
bordar ventanas, redes geométricas,
células que parezcan escalerillas al cosmos,
hilados con saliva de abundancia,
creación araneológica.
¿Qué tal que yo, desafiando tu agenda, no siendo yo
la enemiga, la rival que desde Lidia enoja
al ateniense que bendices y le asignas como rey
al hijo indeseado, Erectonio, que tal
si fuera yo quien vengue la hefestura incestuosa
con el Ath, la Esencia, con veneno sutil
de mi ponzoña, toxina del No,
escorpiónico Sí con que Selket alecciona.
¿Qué tal mi universo geométrico,
ordenativo, desde la voz del corazón
que «hace respirar las gargantas»,
porque hebras de seda extraigo
de mi propio cuerpo, a partir de mí?

02-09-1980

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Las vírgenes


«La valentía es un atributo tan natural del pensamiento como el pensamiento es un atributo natural de la libertad»: Friedrich Nietzsche
... ahora tengo miedo, me ha vencido
tu Corazón de Araña desafiante, señalaste al Cielo
y dijíste mi límite, ya no estoy en los mares
ni en los cielos... me he mirado en tus ojos
como carne y no me he visto virgen, Aracne.
Y, equivocada, te condené a tejer etermanente
y a las niñas del mundo las entregué
al Viejo eterno, a esta Saturnalia perpetrada
del malaje... que vergüenza me da,
no ser la buena perdedora, ser la diosa
de la burla de los hombres...

¿Cómo decir que soy valiente ahora
y digna de llamarme Consejera sabia?
Me he enojado contigo, te he golpeado
y herido, porque hilaste la Memoria
de un paisaje que no quise ver, que he solpado,
que olvidé por mucho fingirme indiferente.

Pero es verdad: tu historia
es el tapiz más fidedigno; aprendiste
la honestidad de los telares.
Ahora entiendo, no es que te mofes.
Es que la verdad de tu bordado duele.
Es que cuentas para los mortales zonas del carácter
y la arrogancia mutua, de las dioses y los hombres
.

03-09-1980 /
Indice

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Tuesday, December 29, 2009

Carta a la poeta Fanny G. Jaretón


Pido mil disculpas, pero... En general, la poesía erótica me aburre, me deja indiferente, me resbala. Comparte ese estamento con la poesía política, la poesía patriótica, la poesía laudatoria, la poesía pedagógica: son, mal que les pese, algo rastreras. La búsqueda de un objetivo, de un fin, de un "porqué" las deslegitimiza, de alguna manera. [suprimido]

Fanny: Yo no pienso así. Me parece que él {suprimido] confunde las distintas voces que la poesía, en determinado momento, puede adquirir para enviar un mensaje, la voz de una intención o funcionalidad, con los poetas encasillados, que se ponen etiquetas unívocas. Por ejemplo, «como quiero ser un poeta patriótico, yo sólo escribo sobre la patria, la política, protesta social». «Oh, yo soy un poeta LIRICO-AMOROSO, yo sólo escribo cosas románticas, sobre relaciones de parejas e intimismos».

... yo entiendo que eso no le guste porque esos poetas etiquetados, con un sólo tema y una agenda, aburren, no sorprenden, son generalmente repetitivos y puede que tengan uno o varios poemas sobresalientes, pero se hacen predecibles por su única fórmula, su rutinario tema, su lenguaje ya reducido a la necesidad de ese tema; es igual que los rimeros, o los exquisitos, o mucha de la poesía prosaica que se divierte echando las mismas maldiciones y gesticulaciones de descontento. Hay poetas de la penita-pena; que son aburridos [porque todo se les va en lloriqueos y pintar la tragedia de sus vidas, o sus condenas al puto mundo].

El poeta debe tener, cultivar, equiparse con todas las voces, intuiciones, intenciones, tonos, suspicacias, giros del idioma; debe tener todos los olfatos, hacerse receptivo a todas las melodías, así como hasta con los feísmos y maniobreos del lenguaje, debe experimentar con la prosodia y la forma, para intensificar las emociones que transmitirá. Con lo que de plano, estoy en desacuerdo ante la carta que recibíste es con la idea de que el arte debe carecer de un fin, o sea, no tener otra meta que el arte por el arte. Ese análisis es engañoso a menos que uno crea que el fin de arte es narcisístico, satisfacer tu propio ego. Todo lo humano tiene un fin. No hay nada desinteresado, sólo que el propósito, o la actitud, puede ser egoica, o altruística de alguna manera en cuanto su alcance. No se riñe ésto dicho con su idea de calidad. Este es un deseable fin y, subrayaré, fin a la postre.

La poesía que no gira ante un por qué, o un fin, no dice nada cognoscible y nada a la emoción, que es nuestra alma endorfínica, unidad en las collejas emocionales y, por tanto, si ni la idea ni la emoción están presentes en un texto ni su cómo, qué es ni su por qué, ¿comunicarán algo a la gente? No. Entonces, el mejor poema sería quedarse mudo, ciego. El silencio mismo. El arte-pintura, la poesía gráfica, con sus signos silenciosos, conlleva a mensajes, al fin de evocar algo de la mente. Lo mismo diría del gesto silencioso de una escultura. El mero hecho de agarrar una materia muerta u objeto, sea una piedra que exhiba, es ya un concepto y puede que deshumanizante, según lo que el artista tenga en mente. ¿Qué tal si meto una bala, o una plasta de mierda, en una urna de museo y digo: He ahí mi arte? Pues de mi arte a tu arte, mejor mi-Arte. Es distinto a decir que la poesía debe eximirse de palabraría o fraseos manidos y desgastadas confesiones. Mas la mucha abstracción y minimalismo son mudez. Y si no tiene un extra de poder provocador, el verbalismo también aburre.

Esa es la función de la creación, ser una oreja y unos ojos ante todo, ante las cosas visibles y no visibles. El poeta debe ser un intruso, o visitante sin invitaciones, un LADRON Y verbalizador temerario, zorruno en artilugios y que no le importe quedarse con una frase feliz, joyas del pensamiento, que robara, o falsificara con otro lenguaje, no hay nada nuevo bajo el sol sino la transformación misma de lo ya habido. Y tras robar y transmutar, presumir el botín hallado donde otros lo callan, prohiben su fraseo, contenido, fabulación, porque no la esperaban.

Cada poema es como una aportación a una feria en que uno dice: Esto traje, aunque ésto no se respeta todavía, o no es común aquí, vengo y lo expongo... Si observas de lo que de mí has leído, el erotismo que lees en «Tantralia», reaparece en mi «Tet, mi serpiente», que es un libro místico-hebraico. Unos libros míos, como «Cuaderno de amor a Haití», «El libro de la guerra», o «El libro de anarquistas», son intencionalmente políticos y épicos. «El hombre extendido» es pedagógico. Mi libro «El libro de la amistad y el amor» es lírico, como es «La casa». «Heideggerianas» es crítica filosófica. Ahora que reorganizo, uno de mis libros más viejos, «Las zonas del carácter», es sicología aplicada; libro íntimo, si quieres. ¿Y qué tal mi libro sobre taínos y Lope de Aguirre? O mis prosas...

Quizás lo que él trato de decirte es que no te pongas etiquetas, ni te aboques sólo a cultivar el erotismo como subgénero, porque lo erótico puede vaciarse en todo. Quien es erótico / a, por la confluencia natural de sus palabras, puede impregnar ese erotismo en cualquier tema.

Puedes escribir sobre la guerra eróticamente, contra el egoísmo, la política, la ladronería, la hipocresía, Todo. Es decir, el tema es lo que da la diversidad y movimiento y lo que refleja las multifacetas para las que estás educada, o las facetas que son potenciales abiertos a las aptitudes de tu imaginación, porque tienes un nivel dinámico de lenguaje y suspicacia... Ese es el tipo de escritora y poeta que eres. Inteligente, nata, pero aún no has explorado todo lo que puedes.

... pero eso es distinto a descartar el erotismo, o lo social, o lo pedagógico, que son senderos abiertos de poesía. Y nunca desaparecerán.

No hay un género temático, sea lo místico, lo erótico, o filosófico, que sea superior a otros. La realidad es muy rica, siendo impura, y no todo lo que escribe quien sea el mejor de los eróticos, o el mejor de los poetas sociales, es bueno. A veces parecen consignas, discos rayados, o se convierten en artículos de piratería porque viene los imitadores a fusilar, o vulgarizar el tema. Lo que se hace moda pierde autenticidad, a veces no por defecto de su autor y pasa a la escuela de los mediocres, o esos congresos académicos donde cualquier pendejo /a quiere figurar con el título y es ahí que, por lo suyo, que lo volvió canónico, nuevo standard... lo que exigirá que seas más subversiva, pero con calidad...

Fanny: hay que saber cazar en la diversidad, elegir de entre la materia bruta de la multi-tematicidad / multi-circunstancialidad y aplicar lo mejor de nuestro estilo, o absorción / dación personal del Verbo... y hay que entender que hay buenos lectores, lectores que aunque no escriban tienen la sensibilidad para conmoverse, o sorprenderse con las palabras ajenas, o tienen el conocimiento crítico de lo que sucede en el mundo, en el lenguaje, en las ideas. O entienden por qué necesidad un tema cobra una importancia intelectual y trascendente.

Uno le puede ser aburrido a una persona que no tiene la educación para entendernos; ya sea porque haya leído poco, o tiene información filosófica deficiente, o está lleno de conformidad y prejuicio, o sencillamente es un analfabeta ilustrado... Contra eso no se puede luchar. Es como la gente que se quedó en el siglo XIX, leyendo rimas de Bécquer o poetas declamatorios, ¿cómo carajo quiero yo que entiendan lo mío? No es envidia, pero sí es mediocridad.

Conste que yo puedo ser musical y rimero, si quiero, pero no estoy en esos juegos del conteo silábico y sonoridad agradable, la cosa meramente popular... de la gran masa. Si estoy obsesionado por mundos de ideas y esencias, a eso soy fiel. Si estuviera con lo sonoro, me vuelvo rimero o musiquero. Otra técnica.

Son mis urgencias de sensibilidad: las ideas, ciencia, filosofía, historia. El día que yo quiera ser cantarín con mis poemas -- me educo en música y escribo letras para boleros, o luismigueladas, o escribo esos RAPs que son ritmos que me encojonan por ser puro sonsonetes... aunque haya quien lo haga bien. Pero yo no cambio la plena de los años 40 al 50, por la Calle 13. Ni la salsa de la Fania Alls Stars por los salseros de hoy que valen 8 cuartos.

... si ves tú por qué soy prolífico, es porque no voy solo a un tema. Con los dedos de mi palabra, palpo todas las cosas que me son estímulos, todas las temáticas, todas las culturas, satisfago todas mis curiosidades. En poetizar, hay un asombrarse y un aprender procedual. Esencialmente de lo que se trata ser poeta, como Decidor / agente público y privado del lenguaje / es de REFLEJAR los espacios en que está como oyente / como visualizar / y dejar su huella de copartícipe. Participar del Genio, o de lo mejor de la Historia.

Los poetas son muy opinionados; a veces, su opinión es la que ilumina, o convence, porque la energía emocional con que impregna eso que ve, oye, juzga, critica, es un DON y no se aprende dondequiera. Es espíritu que está en uno y vibra fuerte, al punto que otros reparan ante ello; puede que uno no diga nada nuevo; pero uno lo vistió de palabras que agrandan su verdad, o su dormido olvido, o su cotiadiana belleza...

Acuérdate: la poesía no se agota. El erotismo es eterno. Hay buscones de POESIA PURA que a mí no me dicen NADA porque la poesía tiene que ser libidinal, sustancial, erótica, generosa y compadecida, para que sea compartida e identificable en un trámite concreto de historia-cultura, o bloque histórico o generacional [entendido como quieras, Gramsci, Ortega y Gaset o Heidegger]; no es lo mismo que sea coquetería con moralina. Palabra coqueta, como decía Martí O peor, demagógica, o meramente visceral, para dar fuete y aparentar su pataleo. Digo que sea la poesía... para que embellezca lo cotidiano, no con palabras bonitas o vanagloriosas, sin con la GRACIA de la sinceridad y la fuerza del DON... el Genio de su época.

Seguiremos, Fanny. Un abrazo,

CARLOS

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La fiereza piadosa del meado / La nobleza salvaje / El gen


La fiereza piadosa del meado

El entorno es hostil. Y la Loba teme
como temería el hombre bueno.
Y es que aún el más fiero de los lobos no es un asesino.
Están batallando dos en un claro de sombra.
Uno será el vencedor que orine; otro la víctima
que reciba el meado.

El adversario no ha de morir.
La Loba no enseña el homicidio.
La naturaleza sólo enseña la penuria
y la natureza es sólo un pasajero paisaje
de la angustia. Una luna que aúlla con el miedo.

Aquí la sangre nunca llega al río.
El vencido muestra su yugular para que acabe todo;
ya ha sido sometido; el vencedor sólo orina
encima de su víctima la piedad
de su meadro, su bautizo caliente
que le quita la ira, de momento.

09-12-1977

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La nobleza salvaje

Tú, cerdaza puta de los matriarcados,
tienes la nobleza salvaje que falta
a estos nuevos jabalíes que no tienen profecía,
sólo enormes colmillos y violencia.
Tú, cerda femínea y materna.
Estos críos son distintos.
La agresividad la convirtieron en violencia
y la ejercen hasta las últimas consecuencias.
Estos sí son asesinos, no magos del orín.
No aprendieron la piedad de la metamorfosis.
Ante la presencia de la sangre,
su compasión es nula. Se infla ese ego presuntuoso.
Se olvida cómo sufres, Cerda de las salvajes,
con tus nobles crías. El más impuro se come
el excremento de la sangre pudrida;
el más puerco es quien condena
el pecado; pero él asalta,
combate hasta la muerte y no te oye.

El código animal de la conducta
ya no es la Líbido amorosa, la instintiva unidad
con sus hermanos en la especie;
ya no es un subsistir y procrear junto a tu carne.
Te olvidaron al menospreciarte;
se redefinieron más allá de la nobleza grata
de tu reino; ahora son artificiales y matoides
y a sus valores de violencia han llamado
CULTURA...kkkULTUra...

19-12-1977

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El gen de la violencia

«Los genes pueden influir en el comportamiento violento como influyen en todo lo que hacemos y todo lo que somos, pero en ningún momento determinan que un individuo vaya a ser violento sin ninguna solución»: Dra. Manuela Martínez Ortiz, M. D. y psicobóloga de la Universidad de Valencia

Se desconectaron de Toña / la Ardillita tonina,
cero toñita quisieron de la que fue La Tona,
cero tonalidad quisieron de quien da el agujero
para meter la cabeza; se dedicaron
a medirse el Nabo y despreciar a Toña,
inspiradora de la Grata Folla
en unitario grupo, socialidad armónica.
Pero Será Tonina, madre sabrosa
de las tonas, genética de líbido
la que ofrezca abundancia.
Será siempre ella, nalga linda
y rabicaliente, la que enseñe el flujo
de la orina que perdona.
La Ardilla Tonina, revisora, equilibradora,
natural panteísta del secreto,
quien quita la carencia y neutralice
emociones negativas.
Será Tonina, la ardilla Toña
de la horda.

12-01-1990

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A Antonia Kozberg Cardona

«Las semillas de la violencia se siembran en los primeros años de la vida, se cultivan, se desarrollan durante la infancia y comienzan a dar sus frutos malignos en la adolescencia»: Dr. Luis Rojas Marcos, siquiatra

«Está comprobado que este tipo de actuaciones / impulsos de violencia / están relacionadas con una sustancia del cerebro denominada serotonina, sustancia que en estos individuos parece estar disminuida»: Dr. Luis Rojas Marcos, M. D.

Precisemos el síndrome de la mala conducta,
obseso-maniacona.
Hagamos el trabajo necesario
porque yo quiero la paz
y a Tonina, sin oprobio
¡bien librada!, con cero tolerancia.
La quiero sin su tropel de viejas quejas,
sin terquedad de cara larga.

Dulcemente desde el gyrus
cingulado la comprendo.
La adivino como dueña de mi clímax.
La actualizo en la buena fe de la vigilia.
Si quiere ser mi amiga que me cuente
su hondo abismo, su caída.
Que permita a mis manos
ir a rescatar sus alegrías.
Que se extienda hasta el alma,
que restaure su beso.

Entonces,
me deleitaré con su silueta de niña
porque soy más lobo y viejo y zorriento.
Entonces, crecerá mi ángel;
sepultaré los fracasos
que depredan mutuos pasos,
escondrijos saciados en lo oscuro.

¡Yo no llegué a su vida!
Ella llegó a la mía; infringió mi vereda.
Yo sólo dije: ¡Me encuentras!

... Seamos pues codueños
del cohabitar y cohabitados;
acordemos las paces, no seamos
rivales nunca más; complétame...

Serás Tonina, mujer, y amada
como amazona, aferrada al cingulum,
a la batalla sustancial, cerebro adentro.

02-04-1992

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La acompañante que abandona / Indice: Las Zonas del Carácter / Indice: Las zonas del carácter / Frags. de Las Zonas del Carácter / Frags, de Las Zonas del Carácter / Frags. de LZC

Monday, December 28, 2009

Algo sobre «Las zonas del carácter»


Este libro es uno sobre mis recuerdos de infancia y adolescencia. Las zonas del carácter es para eso: explorar mi temperamento, mi evolución sicológica. Lo intimista. Rompe con toda esa influencia heideggeriana que tiene mi obra. Como lector, mis dos amores, han sido la historia y la filosofía.

Sin embargo, éste libro en particular lo inspira Doña Monsa, la Comadrona, una jíbara o campesina del barrio Guajataca, quien nació en 1879. De personas, con tal abnegación y sacrificio, la que es ella, se aprende mucho. Impresiona su potencial humano caritativo.
Doña Monsa inspira uno o varios de mis poema porque de esas sabias parteras de pueblo que no esperan recompensas, como los obstetras de hoy, que no han terminado de medicar y ya han estirado la mano para cobrar, originan gratitud... Tenía yo una fascinación con ella porque conocí a muchos que nacieron por su conducto. Ella atendió sus partos. Recuerdo cuando la partera Monserrate Cardona visitó varias veces mi casa; supe que soy un deudo de la atención suya al parto de mi madre, a quien yo ví en mucho dolor. Mamá fue una mujer enfermiza, pese a la energía que había en ella. Tenía recaídas desesperantes y Doña Monsa, vecina nuestra, siempre estaba a la mano. Yo, desde una casa en Pueblo Nuevo, la miraba pasar y ella me decía hóla con la mano y, sabiendo que fue mi partera, yo le envíaba hasta besos; no me importaba que fuese la mujer más viejita que yo conocí hasta entonces... La osadía de enviarle besos, o reconocerla como quien ayudara a mi madre, aliviándole el asma, o con el parto, creo que no la tuve, cuando ya adolescente, y me correspondía que enviara esos besos a las nenas del vecindario...

Por eso me gusta el aprendizaje de este libro. Creo que tiene que ver con ser agradecido, con el aprendizaje de la empatía... Especialmente, en ese momento, en que como digo en el poema, el ser se amarra con la vida. «Me amarraste el ser con la vida», le digo. «Doña Monsa ha filtrado bendición a mi semilla».

Este es un libro que habla sobre nutrición, especialmente, la nutrición afectiva y espiritual. En el momento clave, cuando a uno le toca ser padre, es cuando uno se da cuenta cuán importante es haber aprendido a amar a la madre para querer una esposa y al crío que nos da y nos vincula. Esto es un paso esencial de lo cósmico a lo práctico. Es como el paso de la fe a la certidumbre del futuro. De lo cósmico erótico a un panteísmo naturalista y concreto. Es difícil describir esa sensación de la
Nutrición.

Aquí fue que comencé a descubrir mi actitud y aprendizaje con / ante / el lenguaje y la comunicación, no como un acomodo a la actitud filosófica pura, en conformidad con alguna doctrina, sino como el ser / persona / que ama y quiere comunicarse con otros que no lo hacen y, por tanto, lastiman. Es un libro menos defensivo o agresivo que otros. Casi un quehacer franciscano. Uno en el que no se quiere tener enemigos. Por eso un libro que yo llamo ingenuo.

Cierto es que revela mis fuentes de lectura. Por ejemplo, mi lectura de Gertrudis Gómez de Avellaneda, la primera protofeminista y abolicionista que leí. Tomé la novela de la Biblioteca de mi escuela, siendo yo adolescente todavía. Se me hizo doloroso tener que devolverla a quince días de tomar el libro a préstamo. Gertrudis se tornó, como un fantasma. Una novia platónica. Amé la trama de Sab.

Para ese tiempo, recuerdo que me inscribí como frater de la Orden Rosacruz, A.M.O.RC. y recibía, por correo, las enseñanzas en unos folletos verdes, enviados desde su sede en San José. Aprendí a ser una persona con rituales, eso por de pronto y a invocar a Isis. Con el tiempo supe, que tales personajes que pudiera llamar deidades de la mitología o religión del Antiguo Egipto, sólo son Arquetipos. Que los arquetipos son universales y tengo que aprender a reconocerlos en mi propia cultura y que así, como disfruté lo egipcio, o me familiaricé con los Textos de las Pirámides, así mismo sería posible que los reconociera en el Tratado de Isis y Osiris de Plutarco, textos de Diodoro de Sicilia. O textos del Dr. Ricardo Alegría o de Juan Antonio Corretjer, cuando dan nociones de los Arquetipos en la antropología o teofonías taínas.

De todos modos, me gustaban aquellos folleticos verdes. Y descubrí que Osiris, dios egipcio de la resurrección, símbolo de la fertilidad y regeneración del Nilo, dios de la vegetación y la agricultura, así como del vino, no se riñe con el Jesús de Belén, nacido en un pesebre y su evangelio de una promesa de vida eterna. Al mismo Osiris se le asignaba en su iconografía una forma de pez. De los iniciales textos que escribí para Las zonas incluí textos que datan del decenio de 1970, poemas que escribí sobre peces y copas, vasijas y peceras, quizás porque me fascinaba la idea de tener alguna pecera y ver que nadan dentro sus pecesitos de colores. Esto es el fundamento metafórico ingenuo de mis poemas.

En este aspecto, recuerdo mucho a José, hermano querido, y a Rebeca, quienes en nuestra niñez eran aficionados a invertir sus ahorros y su tiempo en el cuidado de pecesitos, en comprar sus alimentos. Comida de peces y cuidarlos del gato, como en las caricaturas... Hay algo tan hermoso en la tarea de ser proveedor, no sólo el que disfruta pasivamente el espectáculo, la pecera ya acicalada con luces y paisajes de arena, sino dar nutrición y valor a criaturas minúsculas e indefensas, que de otro modo, sólo serían de beneficio para un depredador mayor que se las coma. Es curioso que yo me alimente para poetizar de recuerdos como éste. Pero, allá para principios de 1990, yo todavía meditaba en torno a los peces de una pecera iluminada para que luzca en la noche. Y fue cuando decidí organizar el libro como uno que hable de la consciencia que cuida, auxilia, nutre a los pecesitos. Como se lee de
El pez ígneo. Ese es el primer texto del libro y el punto de partida.

Antes de yo tomar un látigo en este libro (que siempre termino por hacerlo), dispuse un libro compadecido. Ese mensaje cuya voz autorial no quiere enemigos. En parte, digo que nace como de un niño que va por los senderos echando en la canasta las nueces y avellanas que recoge. Este es un símbolo de amor por todas las criaturas. Y las criaturas incluyen a las liebres humanas. Cuando yo utilizaba una, no sé si desaparecida ya, biblioteca pública, que había en el Centro Comunal del Caserío Méndez Liciaga, atendida por una hija de doña Luisa Bottari, esas lecturas mías de mi niñez, eran sobre animalitos; dibujos de circos y zoológicos. Aquí otra vez distingo el origen de los motivos de mis metaforismo en este libro. Sólo que las liebres de aquellos cuentitos infantiles, las ilustraciones, se transformaron en Arquetipos. En un deseo de orden y armonía en todo el sistema de la vida. Y el cazador / lector / autor atestiguante / se enamoró de un concepto, la estrella que cae como una avellana y la avellana se convierte en mujer.
Liebre / Cazador. Creo que así comenzó la poesía en el libro y su búsqueda de un orden.

Lo que sucedrá después es predecible. Liebres y ardillas, cazadores y aves de rapiña, llegarán al paraíso de mis buenas intenciones. Tendré que contar cómo la ardilla Gertrudis será menospreciada. Tendré que volver a Seth, el asesino, repasar con otros criterios, mis libros rosacruces. Involucrarme con la zurdez del mundo agresivo que destruye lo mejor de las memorias con las desmesuras, esto es, el concepto de Hybris.

2.

Antes de seguir reflexionando en mis «zonas» y cimientos formativos del carácter, meditaré, al estilo ingenuo del libro, sobre esas manías tempranas que sienten los chiquillos por la zoolatría. Cierto, porque yo he sido adorador instintivo de los animalitos, uno que coleccionó mariposas, bichos, congolones, vaquitas de San Pedro, que jugaba con los homigueros y las arañitas y hasta quise tener mi propio panal de abejas, como el que tenía el Viejo Esteban, vecino contiguo, atrás de nuestra casa en Pueblo Nuevo. Más aún, mi primer romance, perpetuado amor de la infancia, fue con un pollo, que terminé siendo una gallina blanca, cuando yo no sabía distinguir si era macho o hembra. Sólo supe que para ese pollo / gallina / fueron mis primeros besos y cada vez más sofisticados afectos. Tanto que en una Navidad hubo que perdonale la vida porque estuvo en las miras de mi padre para que se guisara y nos lo comiéramos con papas. Mas, por fortuna, Mamá tenía el corazón de una Ardillita piadosa, generosa y comprensiva, y le dijo: «No»; sería como antropofagia, consumir, en aras de arroz con pollo, una criatura a la que yo transferí mi rango humano.

Uno no puede comerse a los hijos después que los impregna con tanta devoción y besos del humano siquismo. No es el final que quiso Dios, autor del Espíritu-Materia, cuando en el Monte Moriah / Moreh, cerca de Shechem, probó la fe de Abraham y le paró a tiempo el holocausto o sacrifio sangriento de su hijo, Isaak. Mamá que era una ardillita judía, viéndome triste, falsamente resignado, lloriqueando por los rincones ante la posible muerte de mi gallina, me contó que su cocina nunca será un lugar al que temer. Agregó que en ese contexto es lo significa la palabra «Sanhedrin», la que hoy se utiliza para significar el templo, lugar del miedo.

Me dijo que yo había entrado al Senedrin, por primera vez, cuando me asomé con el miedo de verla desplumando mi pollo y amenzando no comer esa noche ni un pedacito de pan. Ella entendió mi tristeza y si guardó silencio, hasta que llegara mi padre, fue para que entendiera lo que es el verdadero Monte Moriah, cerca de Schechem (de donde dijo que venía las palabras Sanhedrin / Senedrin / sinagoga) y lo significa para ella y para quienes no son amoritas. Mi Mamá me habló como la Buena Samaritana, la ardillita codificada en mis poemas. Eso es ella, para mí.

Donde el amorita habló con dolor del «lugar del miedo», por la índole de los holocaustos, entonces en vigencia ya que los practicaban, Mamá dijo que el Monte Moriah vendría a ser el lugar donde se construiría el Templo de Solomón (la Sabiduría de la Torah) y que no es lugar al que habría que temerse, sino el «lugar de una visión». Esa visión o enseñanza que recibió Abraham, cuchillo en mano, antes de matar a lo que más amaba, su hijo.

«Ah», dije, «porque no es lo mismo que tu cocina sea a teaching-place, que el lugar donde se cuece mi pollo». Después, durante la comida, que no fue la carne de mi gallina, sino una sopa de garbanzos con jamón serrano, ella leyó unos versículos bíblicos, que sirvieran como oración de gracias, y recuerdo que parecía insinuar que su cocina fue y ha sido, sobre todo, ese día y siempre, el horno para la mirra. Entendí que las especias suyas se queman como el incieso, con fuego de amor. Y me habitué, porque ya gustaba su perdón, ir a su cocina, ser yo quien moliera en el piloncito de madera los granitos / condimentos / de pimienta, mostaza, ajos, cominos, con que nos preparaba el sofrito para algún plato... y eso antes de yo ser rosacruz.

El primer ritual, en el lugar de Moriah de mi cocina, en el Sanhedrin de los guisados, fueron las palabras de Mamá, sobre el asunto de no matar lo que amas, no derramar la sangre, porque aún utilitariamente, aunque entendamos un beneficio práctico e inmediato, nos hiere y lastima. Sea que sea tuyo, o de otros, hay que respetar lo que se siente por un sujeto vivo.

¿Y no fue tal enseñanza más maravillosa que la que el Sumo Sacerdote Melquizedek antes pudiera haber dado a Abraham? Sin duda que fue más maravillosa que la que recibió cuando se detuvo la mano que, como rayo, iba impulsada a degollar a Isaak, la ardillita de su contento, el hijo de su risa en la vejez... Pues, sépanlo, esa mañana un ángel vino en forma de Mamá y salvó la vida a mi pollo, y ha de ser ese día como el pacto, en el judaísmo, sea con respecto a israelitas o no israelitas, en que se instruye no derramar la sangre de lo amado, no construir los lugares del temor, o montes de sacrificio sangriento, porque eso duele a la Ardilla mayor, a las Estrellas que caen desde los cielos, y se vuelven hembras, Madres, instructoras de la raza humana, fundadoras del primer templo del amor, que no es precisamente el de Jerusalén o el de Salomón, o cualquiera sea... Los templos comienzan en la boca con lo que uno se come y lo que une se bebe, porque se dará cuenta de ello al orinar. Palabras, casi textuales de mi madre, que era un poquito más prosaica; pero fue lo que quiso que decir, cuando dijo que a mi gallinita no se les debe guisar, porque yo, con mis protecciones, mis purinas y maíz a cada rato en su pico, la hice muy cagona y les pegará unas diarreas a quien se la coma.

El balcón de nuestra casa, en Pueblo Nuevo, siempre estaba pintado de verde, con barandas blancas. A cada esquina, de aquel largo balcón, en lo alto de los muros que sostenían el techo, las golondrinas hacían su nidaje. Yo era el encargado de limpiar cada cagadita que soltaban sobre las barandas. Ese fue mi primer trabajo o tarea no pagada en mi casa. Me gustaba, contrario a papá, que hicieran nidos en todos los muros que formaran ese hueco triangular que siempre buscan. Yo busca la ocasión de estar mirándolas y verlas soltar sus cagaditas para regocijarse del evento, sorprendiéndolas in fraganti y tener que limpiar. Total, yo las perdonaba. Por fortuna, no es una vaca voladora las que da su pastel en las barandas. Son unos seres, migratorios, maravillosos.

Ojalá, en esta nueva tierra mía, de los EE.UU., a los inmigrantes de la Frontera Sur se les tuviera una pizquita del amor, tamaño de excretas golondrínicas, como el que yo tuve por las errantes avecillas de la infancia, ante las cuales, con ternura becqueriana de versos, aprendí a querer más y esperarlas, con paciencia, cuando en vuelo de retirada se migraban.

Mi mamá provino de gente campesina que en el siglo XVIII y XIX tuvo haciendas grandes. Lo que heredara mi abuela, en el barrio rural Mirabales, sería como una caquita golondrinera; pero, para mí, con mis visitas de pueblerino al campo, era inmensa. Lo suficiente para que me paseara entre sus cabras y corrales de cerdos y ver los incontables pollos, gallinas, patos, hasta debajo de la casa. Ni qué decir las aves sueltas escarbando entre yautiales, a más de los corrales. Cada vez que a mi Mamá se le ocurría ir a ver a mi Abuela, sabía que yo tendría una fiesta y, entonces, como si fuera un estímulo, o la promesa de un regalo de sorpresa, me decía: «Alistate. Haz todo lo que te pido muy tempranito porque te llevaré a que juegues con los animales». Ya sabía que iría a la Finca de Mamá Laura.

A veces examino este pensamiento: ¿De veras pensó ella que esas experiencias eran sólo un juego para mí, o sabía que eran algo más? Ella que siempre me dijo, «tú vas a ser un artista». Ella olía en mí al poeta, o le habría gustado que fuese un rabino, un pastor, o un astista de los que «hablan bonito y son adorados por las multitudes». Tenía muchos sueños para mí, inclusive que fuera médico, o inclusive un político poderoso. Eso de lo político, porque cada vez que se hacía un Censo federal, en la época de Lyndon Johnson, yo quería ser uno de los censadores, porque les pagaban por serlo y uno podía entrar a las casas del vecindario, saber cómo vivían y cómo se llamaban. Me gustaba tener datos sobre todo el mundo, especialmente de la gente vieja. Yo no era conversador; pero, sí una oreja curiosa, bien parada; yo era de los que hablan más con un gato y un pollo que con algún chico, sea pariente o extraño. Yo era un niño tímido, con la mente de un adulto, y a los quince años, llegué a sentirme viejo, digno de que no se me dijera nene; pero se me prohibía hacer las cosas de un adulto (de modo que, si alguna vez, quise un cigarro, tuve que esperar y probar que tenía 18 años de edad para que me lo vendieran). Casi todas las travesuras, las hice en secreto.

Pero, para Mamá, si algo tuviese yo de adulto, o de niño excéntrico, ella ya lo sabía. Por eso, me llevaba al campo. Me leía cosas secretas, cartas familiares sólo escritas para ella. Inclusive me leía la Biblia y me explicaba que desde el punto de vista de la Torah, se quiso decir ésto. Sus viejos de la Alicea eran judíos conversos; pero, no andaban en iglesias, guardaban el Sábado con sus viejos rituales de masoretas.

Me leía, o hacía que yo leyera, si sus ojos se cansaban, unas novelas románticas que se publicaban en revistas que ella pedía a Cuba. Me enseñó a dibujar, porque ella sabía diseñar modas, modificar ropas, o patrones de costura, e ilustraba con figurines que ella dibujaba, cómo lucirían de frente, por detrás, cómo quería el bordado, y me hizo cómplice de lo que estaba en su mente. Ella me presentaba a la gente muy rica del Pueblo, lo mismo que a la más pobre. De modo que me dí cuenta, al escribir textos como La hija del tintorero / La costurera o La ardillita / La hembra de las avellanas, que son mis sublimaciones sobre ella. De modo que «La mejor de las memorias», se los debo a mi madre, la Madre-Ardilla, charlatana, aunque no haya tenido la triste suerte que tuvo Aracne, la hija del tintorero, que fue sujeta a la venganza de Minerva, como dice la mitología greco-romana.

3.
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Gertrudis / Recuerdo de un amor


Gertrudis

A Gertrudis Gómez de Avellaneda y Arteaga (1814 -1873)
Ardillita de Puerto Príncipe, moderno Camagüey.
puede también que mis ancestros dijeran
su adiós a las sendas de Navarra y la vieja aristocracia
de Vizcaya para dar con Pepino, puede que sean hoy liebres
entretenidas con las dispersas avellanas del celta
y el canario; puede que catalanes instruyeran
en los montes Mirabales de esperanzas
para querer el negro, como tú, con el Sab
de tu novela, hablándonos de amores,
tórridos romances, como aquellos que conmueven
a la Ardilla, o a la irrevente Viuda Negra
o Despreciada que hace decir
lo que Ignacio de Cepeda: ella / tú / no juega
con muñecas; ella no escribe cartas de amor
tradicionales, ella juega con nueces de carapacho duro,
«ella no es lo suficientemente rica, ni tan femenina
al gusto de mi talla». Ella discute, alza la voz,
se me alborota; es agresiva, opinante,
charlatana, y en mis días, molesta, no encaja.

Gertrudis, Ardilla, niña Vieja y puta, matriarca,
le díste una hija a Gabriel García,
nacida de tu vientre de mona
y ha nacido una Tassara, sin tus nupcias
ni tus náuseas,
y «me molesta, Zorra», te dijo el clan
de quien la rechazara... mira lo que te dijo,
Avellaneda de mi Cuba gloriosa,
que eres como loro verde, inteligente y parlanchín...

Como la ardilla, libre sobre la hierba tierna
que crece allende el río, en abundancia,
aunque no hay macho que te meta en el aramio
y te asigne como res al pastoreo.

Oye lo que te dijo el que tiene fijación
con la Mesura, la prudencia del ego represivo
ante la líbido que fluye incontrolada...

Que eres inquieta jefa de los cotilleos.
Que hablas de soledad y de melancolía
con la actitud de las dominatrices.
Que eres rebelde, anti-esclavista,
anti-aristocrática.
Que no te gusta el criado que te sirve,
pero sí que sea libre como si fuera el amo.
Que tienes la memoria de una ficción negrista
y la das en charla como oralidad
de blanco. Oye lo que te dice:
Que tienes por corazón mil morisquetas
de un montón de muleques, sin amarras,
sin carimbo, sin coyundas.
Que te ganas el corazón de los hambrientos
y con el bembo y trompudo gastas
un mar de delicadezas.
Que maldices a Madrid porque no hay negros.
Que en Cuba debíste instalarte para siempre.
Que te han quitado la patria, la Antilla, el edén
de tu infancia,
Que ha sido orden de desalojo que te duele
porque no eres nómada de alma.
Tú fundas nidos, tú eres araña, Gertrudis,
tienes telares escondidos, consciencia
impregnada de totalidades y las criaturas menores
no son insectos. Son almas de estrellas
que descansan en ramas y encima de las hojas
de los árboles tu baba forma larvas,
y salen las mariposas. Para tí, lo minúsculo
es grande, Gertrudis, y lo negro es luz densa
que clama y tú... la Voz de una estrella doncella
que ha dejado de amar los cazadores.

Como una ardilla, leo cartas de amor,
adicto a una esperanza. Cuando se te conoce,
uno te necesita, te quiere, te dialoga,
y las horas vuelan. Si sacudes la falda,
vuelan las mariposas, salen de su escondite
y todo lo que contra se acusa o dice,
escapa. Escapa.

08-02-1976

<>

Recuerdo de un amor adolescente

a Lourdes, la del Caserío
Te escribo desde el Corylus que alimenta
mi color de salmón, mi rojez rubicunda
y pálida, porque eres así, nenita,
y tus muslos me llaman; me tienes erecto,
tentadora, te estoy viendo llorar
y estás despatarrada.
Y está celoso tu hermano y tu primo
porque yo te quiero y no soy de tu clan,
del Caserío Méndez Liciaga.

Te estoy viendo desde el Pozo de Connia
y estoy buscando agua.
Estoy con el pene pubertario
como si fuera una vara
y digo que el remanso proviene
de tu cuerpo y el olor de tus giros
cuando te asomas a mi consciencia,
copiona de mis tareas escolares,
ávida de este conocimiento accidental
de la memoria; pero tú eres
lo auténtico, nenita,
tu agujero me ata.

Yo lo daría todo por besarte:
yo moriría en tu cesta
atada a cesterías de tus brazos
de avellana; yo nacería de nuevo
por olisquear en tus bellaquerías,
niña traviesa, ardillita de mi salón
de matemáticas...

Te escribo desde el Corylus para que sepas
que me gustas. Cópialo en tu libreta.
Te quiero dar un beso y me gustas
cuando te despatarras.


1978

Del poemario Indice: Las Zonas del Carácter


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Recuerdo de un amor adolescente

a Lourdes, la del Caserío
Te escribo desde el Corylus que alimenta
mi color de salmón, mi rojez rubicunda
y pálida, porque eres así, nenita,
y tus muslos me llaman; me tienes erecto,
tentadora, te estoy viendo llorar
y estás despatarrada.
Y está celoso tu hermano y tu primo
porque yo te quiero y no soy tu clan,
del Caserío Méndez Liciaga.

Te estoy viendo desde el Pozo de Connia
y estoy buscando agua.
Estoy con el pene pubertario
como si fuera una vara
y digo que el remanso proviene
de tu cuerpo y el olor de tus giros
cuando te asomas a mi consciencia,
copiona de mis tareas escolares,
ávida de este conocimiento accidental
de la memoria; pero tú eres
lo auténtico, nenita,
tu agujero me ata.

Yo lo daría todo por besarte:
yo moriría en tu cesta
atada a cesterías de tus brazos
de avellana; yo nacería de nuevo
por olisquear en tus bellaquerías,
niña traviesa, ardillita de mi salón
de matemáticas...

Te escribo desde el Corylus para que sepas
que me gustas. Cópialo en tu libreta.
Te quiero dar un beso y me gustas
cuando te despatarras.


1978 / Indice

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La acompañante subterránea / La vasija llena / Tu araña, Isis / Indice: Las Zonas del Carácter / Indice: Las zonas del carácter / Frags. de Las Zonas del Carácter / Frags, de Las Zonas del Carácter / Frags. de LZC / Indice en Miniondas05 / Florah La Paria / Utopías del Vasco de Quiroga / en Letras / El hombre extendido / La función de la poesía / Las tareas / El poeta que preserva su unidad / Yo soy la muerte / REMES / A Gonzalo Jiménez de Quezada / A la Revolución Mexicana / Conversación en Monte Ararat / ArgenPress Cultural / Partera Doña Monsa / Manuel Acuña / Rebeldía con Esperanza / Gabriela crece / Pensar / Hacer / ALGUNOS PROBLEMAS DE LA GEOGRAFIA DEL PAISAJE. / El parricidio / El Zorro: Simbología / El avellano

La ardilla / La hembra de las avellanas


La ardilla

Me han llamado charlatana, la ardilla
hecha mujer, la Madre del incesto.
inquieta jefa de los cotilleos,
enemiga ruidosa del Secreto.
No se me asigna credibilidad si digo
que al amor soy fiel, no se respeta
mi quehacer, tan laborioso, yo que conjuro
con nueces las miserias del invierno
y doy a quien me escucha lo que tengo.

Me han dicho la provocadora
y se me tiene una envidia contagiosa
pero todos vienen, yo los divierto y les veo
reir hasta las lágrimas y llorar hasta las carcajadas.
Son ellos lo que me devalúan, aunque cercan
mi seno, se meten en mis abrazos,
piden de lo que tengo.
Yo soy la Madre-Ardilla, querendona
de las liebres, el magnético amor
que une a los zorrillos; ramos de margaritas
a mis pies derraman. Coquetas, soñadoras...
me llaman los halcones. Murciélagos se cuelgan
para que yo los observe en luna llena.
Y las lechuzas conmigo andan...
conmigo, aunque sea menospreciada
porque parezco que vivo en travesura
con los simios-varones
sin un pelo de tontos.

<>

La hembra de las avellanas


«El avellano está ligado en la sabiduría arbórea celta, a la apacibilidad, a los remansos de paz y a jardines sosegados. El hombre accede al conocimiento por el avellano y renace a través de él, como un Hombre Nuevo» Sorcha Xurdewy

En los días del Eoceno, porque su piel es dura como avellana,
en la madera de sus círculos, sus bosques,
se fabricaron lanzas, postes, artes de pesca.
Y la niña-Vieja-como una estrella,
los bendijo con fertilidad y abundancia
y con hojas de avellano desinflamaba heridas
y con besos de ardilla les curaba
las várices y con polvos siderales
de ternura, hemorroides.
Ella era la que cayó de soles al agua
del remanso; la que a todos los quiso,
sedentarios, y les daba hijos y nueces
en invierno.
Ella era la que dijo: «No se aparten.
No maten lo que esté en el cielo.
Coman el fruto de estas bayas.
Son mi carne, con mis besos molidos
en las piedras»; pero, en aquellos días de Eoceno,
días de 7,000 mil años, por lo menos,
aquellos hombres, sus liebres, se pasaron
de listos. Fabricaron lanzas,
y con ella se hirieron, fabricaron manos asesinas,
que ya no eran tan dulces y suaves
a sus senos, y la niña-Vieja como una estrella,
la Madre Ardilla, vehemente como Luna,
nutricia como soles en las nueces,
entristecía, no se dio abasto
con su cura antihemorrágica.
Ya no quiso seguir pariendo
a cazadores.


02-06-1978

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