Tuesday, November 30, 2010

Del silencio al sonido, del juego a la Logía

Por Carlos López Dzur / Fundador de Sequoyah Virtual

La poesía es una «praxis», mas antes que se cumpla o acontezca visual, sonora y empíricamente, fue silencio. Mas un silencio que la poeta Ana Lucía Montoya Rendón ha llamado la víctima de «ese peso molesto», porque. como un a priori antes de la praxis, hay que romper sus latencias reflexivas, lo que estorba de algún modo la espontaneidad del texto. Crear poesía no es pura percepción, algo que como pintora Montoya Rendón entendería más. La poesía como desafio requiere de un mensaje verbalizado y de otro, una estética de sílabas (musicalidad) y de intensificación emocional. Esta unidad semántico-fonética-emotiva del poema es una pesada carga. O peso molesto, a partir del silencio inicial y la extrañeza del desafío, cuando el poeta quiere comunicar inteligentemente y no sólo acumular rimas, sin un sentido y belleza.

Desde «Muestrarios», tres poetas que aman desatar reflexiones exploratorias, telares lúdicos, diálogos de creación hilada (o «encadenados») pues una toma del hilo trenzado, o dado ya por la otra, iniciaron una discusión sobre la esencia y forma de la poesía. Son ellas Liliana Varela, Blanca Barojiana y la mencionada Ana Lucía Montoya (ALMR) . He leído sus encadenados y el resultado de las confesiones espontáneas.

Mi pregunta es; ¿Cuándo comienza realmente el proceso creativo del poema o de cualquier obra de arte? ¿Cómo ha de reconocerse el resultado estético? El terreno en que las tres poetas coinciden es el de la emoción como sustrato. Ana Lucía llama «peso molesto» (o dura responsabilidad) ese momento en que se rompe la fuente (antes del alumbramiento o parto del texto). Son los «últimos sllencios» antes de comenzar a sonar; gemir el bebito del poema, pero ALMR también hace una advertencia:

«entre emoción y arte, quedo perdida
ya no sé cuándo siento o si he cantado...»
Otros versos significativos de ALMR expresan:

«mi canto rimado o libre, pateta /
disuelto siempre se queda en la bruma».

Para entender el por qué Ana Lucía dice ésto, necesitamos los referentes, i.e., conceptos vertidos por Liliana Varela y Blanca Barojiana. En este juego mayéutico de los «encadenados», Liliana produjo un bello poema filosófico que arranca con una pregunta esencial sobre el cómo y el cuándo del «qué» (el valor de lo sonoro en el poema). Válgase que cite enteramente el texto, que se precede con el epígrafe de Ana Lucía:

«¡Cómo extraño siempre estos últimos silencios!»
Ana Lucia Montoya Rendón

El alma pregunta
el cómo y cuándo del fonema.
No se percata de los hechos
que dicen más que mil palabras.

Tus silencios, los míos,
son gritos en estéreo que sólo
buscan amplificar el dogma
del estar en soledad.

No culpes al viento que no lleva vibraciones
¡culpa a tu garganta que no emite
la nota necesaria!

Yo siempre
te amé
en silencio
sin decirlo
sordo y mudo
en un ojo de
videntes
embrutecidos por el habla
y la civilizada sociedad.

No
culpes mi locura, tu locura
¡somos dos extraños gritando en síncronia!
intentando unir voces en un requiém
inolvidable...
sólo tu pecho
puede
con la nota que ya es mía
/ y tuya desde el NOS....

[Liliana Varela, 28 de noviembre de 2010]

El contexto, o referente de este poema, es el proceso previo a la elaboración plena de cualquier producto artístico, llámese aquí el poema. Con Liliana, el hecho del poema, su facticidad, se cuaja como el «Nos» (nosotros) que es por la unión de voces y por la sincronía de los hablantes. El encuentro sincrónico de voces anula el silencio, donde está neutralizado como en soledad, el deseo en la garganta por emitir notas / sonoridad. No emitir la «nota necesaria» ocasiona culpa y fristración, acentuamiento del sentido de extrañeza, que amplifica «el dogma del estar en soledad».

Emocionalmente, la soledad no es condición saludable y natural para los seres humanos. Es la razón por la que el diagnóstico conclusivo del hablante poético de Varela es disculpar la locura, en cuanto.ésta como patología quedaría disuelta con el reconocimiento de la otredad, la posibilidad de unir con ella las voces. El silencio se rompe con el tránsito constitutivo (en ver con «un Ojo de videntes») que la Otredad existe y es amada o amable, esto es, intuitivamente, se busca solvernos con aguien amado, objeto de nuestro Deseo de Alteridad, evocador de la pregunta investigadora del alma: «el cómo y cuándo del fonema». A este alteridad / le debemos el querer hablar, cantar, compartir, para aniquilar el aislamiento y la penuria del ser.

Esta investigación sobre el cómo y cuándo se pasará del silencio a la unión de voces, del tránsito intuitivo del Ojo al desafío social del habla, mienta reglas sobre el momento oportuno. El «cuándo» de la poesía implica un proceso, etapas, periodicidades; pero. sí sabemos de modo mas normativo que el «cómo» ha de ser por la emisión de habla / fonemas / enunciados sonoros / aunque no sean los cónsonos al habla cotidiana y que la «civilizada sociedad» desfigura, embrutece, desgasta como lenguaje. Este un concepto muy estudiado por Heidegger.

La crítica implícita en este texto de Varela al embrutecimiento del habla es consciencia de que hay «hechos / que dicen más que mil palabras»; pero, las palabras en el momento apropiado, los fonemas procesados en su cómo y cuándo, también son hechos, notas y vibraciones necesarias. Ante la reflexión de Varela sobre el cómo del tránsito (de la emoción intuitiva / Ojos de videntes / a la asumpción del fonema o el habla), por cuestiones de «nuestra personalidad» / «nuestro fuego», / Ana Lucía describe el «cómo» de su propio ir hacia la meta e involuicrarse en el proceso poético. Va «a paso lento», reconoce la meta, «el horizonte donde siempre quiero llegar»; pero, por cuestión de personalidad (espontánea, vívida, entregada, como conjugadora del fuego), siente como un «peso molesto (lo) que conlleva la ' forma' de frente al texto espontáneo, creativo, único, bello por sí, y en sí».

El confeso ir «a paso lento» de Ana Lucía (o «solverse-avanzando» cautelosamente, como diría Heidegger) está en una respuesta al juego de versos «encadenados», «Conjugando», que dio a Varela y, en que le dice:

yo............. conjugo ningún verbo, yo no puedo!
tú............... invitas
a seguir muchos caminos de mil colores
él/ella........ retraen el agitar de
alas de palomos o de cuervos
nosotros...... sabemos que la realidad está en
el suelo vosotros......
entendéis que es de locos mirar dichas en el
cielo, éso, sólo sueños
ellos............ indican que todo se logra si
primero conocemos mil infiernos

{Ana Lucía Montoya Rendón]

Para Ana Lucía, hay dos tipos de silencio. Uno, el menos abundante, es el silencio sabio, que es el cauteloso. Es un silencio de silencios. A otro, lo llama «el silencio orgulloso / de los que gritan» su «suficiencia morbosa» de engreídos:

Sigue el silencio,
silencio sobre en un remedo de boca
que una vez abierta vomita orgullo
piara hambrienta que se come a sus hijos.

Del silencio de silencios es que a ella gusta recaudar las emociones para el material poético. Estos los silencios que extraña. «¡Cómo extraño siempre estos últimos silencios!» porque suponen el acervo de emociones más puras cuando la realidad social es deplorable, o las dichas en el cielo son tomadas por locura. o el mundo dice que hay que conocer los infiernos primeros. La vida no es un hecho de rosas. ¿Es Varela la única que exhorta a Montoya Rendón a velar, con la pregunta heurística sobre el cómo y cuándo del poema, y explorar «muchos caminos de mil colores» y no sólo el silencio de seilencios?

Es conmovedor capturar para la poesía momento de silencio como los siguientes en el poema de Ana Lucía:

Caminar en puntas para no despertar al hijo,
levantarse suave / para que
se quede la alborada en la almohada.
descorrer los rayos del
sol sobre cara del amado
con los labios y las manos ardientemente mudas.

pero, la poeta Blanca Barojiana se une al diálogo. Invita a Ana Lucía a ver otras multiplicidades y perspectiva en torno a lo que la primera designara «ese peso molesto que conlleva la forma frente al texto espontáneo». En torno a
la forrma fastidiosa con la que Ana Lucía se enoja, Blanca Barojiana hace reflexiones esencialistas para defender la inmanencia formal. Un poema no es sólo concepción («Begriff»), con su planteo acucioso, crítico ante los silencios y pesos molestos de fraseo, por razón de una ideología que habrá de revelar cuanto sea lo que se quiera o recoja, al conjugar realidades externas.

Efectivamente, suele «ser él / ellas» de sus Nuevos Verbos, o Locuras, el auditorio que se coloca en el rol de acusador. Hay críticos que, sin duda, censuran por no aguantar «la locura de (dos) poetisas aprendiendo a volar». Varela los denomina «ellos / ellas». Son los que «estaquean nuestro entusiasmo». Suelen ser quienes ponen reglas canónicas a la poesía, con inflexibles paradigmas.

Observa Barojiana que tampoco el poema se recluirá en los aspectos bellos (o silencios sabios de la vida), o del espíritu absoluto («Geist an sich») únicamente. Coincidirá con Varela cuando dice que un poema merece ir por «muchos mundos de mil colores». El poema debe pasearse, atrapante, ante el «Geist für sich». esto es, la externalizacion, la Naturaleza, cada una de las formas físicas y orgánicas; pero entendiendo, especifica Barojiana, que la poesía como el arte general «no es solo la expresión de los sentimientos» ni es la «pura percepción (Anschauung)», como creyera Hegel. El arte tiene que tomar materiales empíricos para representar, desde la mareria, los fenómenos que conmueven y trasladarlos hacia lo imponderable. El espíritu objetivo crea una alianza no meramente externa, sino formal y esencial, que comprende lo que es en sí y para sí («an und für sich»).

En la interesante reflexión de Blanca Barojiana, explica:

«Verás, Analú querida, yo cuando escribo poesía me visto con la forma como un modo de pudor del alma: no es una pose, ni algo externo: el poema en sí mismo nace así, musicado, y la música de la palabra reside en su forma. Los que utilizamos métrica como forma íntima y directa de expresión del alma, lo hacemos del mismo modo que utilizamos la palabra. Nadie siente que su poema es artificial porque utiliza un código de un lenguaje (español, inglés, francés) por cierto muy complicado y con muchas reglas: pura forma. ¿Por qué siente entonces la artificiosidad de otro que, además, y dentro de ese mismo esquema formal, utiliza la métrica, que por cierto es dada a poesía, no a la física cuántica o a las sentencias de los tribunales?

No, mi querida amiga: debo disentir contigo. La métrica (que incluye la rima) y por tanto la musicalidad de la palabra no es algo ajeno a la poesía: es parte de ella misma, es su esencia musical. Y quienes la utilizamos lo hacemos de forma natural. Mis sonetos nacen de forma espontánea, como mis versos libres, no los construyo posteriormente de modo artificioso, ni los corrijo de otro modo distinto a la corrección que imprimo al verso libre.

La poesía, mi amiga, no es solo la expresión de los sentimientos. Porque, ¿qué mayor expresión de sentimientos que ver grabado sobre la corteza de un árbol un corazón en el que se inserta: Pepita ama a Javi.. Esto es una forma inmensa de amor, mejor que cualquier verso: pleno de amor espontáneo... Pero le falta más forma, mejor forma, diríamos, para convertirse en belleza.

El uso del verso libre para la expresión emocional está muy bien, yo también lo utilizo. Pero no restemos a Poesía lo que es suyo. la belleza de la palabra mediante la musicalidad. La emoción humana no es arte. La música si lo es. Y también la construida con la palabra». {Blanca Barojiana: 30 de noviembre de 2010, en: Muestrarios]

Cuando en la lectura de estos «encadenados», me inquieta la actitud filosófica, tanto la de ellos, como la mía, que en todos aflora, tengo presente una noción heideggeriana que establece que el lenguaje, el habla, es la «casa» donde habita el Ser como pastor. Ese pastor, el Dasein, ser-en, alude al hombre / o persona / que se solve y temporiza con ella y esa casa del lenguaje incluye el «silencio» como una de las formas en que habla la consciencia. El silencio es una forma de hablar y, por eso, entiendo cuando Julia Del Prado Morales dice a Oscar, en una intervención, como parte del juego de encadenados [sobre «hablando de silencios»]: «Así es, Oscar, los silencios, a respetarlos».

Y volviendo al cómo y cuándo del silencio se pasa al fonema, o la musicalidad consustancial al poema que defiende Blanca Barojiana me detengo en dos poemas de Oscar. El primero dice:

Cada uno de mis silencios
reverbera con
sonidos
de hechos acontecidos
y palabras que se han emitido.

En esta casa familiar
guardo secretos de a mil.
Dejo, junto al jardín
las esencias de su existir.

Veo caras que ya no son
en una danza mental.
Sin esfuerzo, sin ningún mal
y las que están todavía.

Así pasan los tiempos
con sonidos y dibujos
aquellos que sin tapujos
dan pautas a mi vivir.

El segundo es una conversación con Ana María Montoya y dice:

Sí, Ana Lucía.
¡Los silencios,
los tuyos y los míos,
los de otros, encierran tantas cosas!
Entre el significado de las palabras
hay el silencio de una flor.
Si hasta en el infierno de los seres,
entre tanta harta retórica,
hay espacios mudos y cálidos
que llevan tantos significados.
Entre su mudez aparente
enciende, motiva, quema.
devela, hace meditar,
brinda claridad entre las sombras.
Hay tiempos donde esos silencios
atarean a los ojos que se miran con amor.
Y dibujan entonces sonrisas cómplices.
Hasta en los bosques marinos se liberan
los silencios que van a buscar las horas muertas
Y las reviven sin pausa, sin esfuerzo.

Oscar coincide con la metáfora heideggeriana del lenguaje como casa del Ser. «En esta casa familiar / guardo secretos de a mil» (Oscar, cit.) y los secretos suelen ser aquellas esencias / o solutos / más cercanos a la consciencia. Los «espacios mudos», mudeces aparentes, son sgnificativas y puede que más profundas, atareantes y señeras que el habla sonoramente articulada con su «harta retórica». Esa «mudez aparente» del silencio es la que más devela y hace meditar, nos dice Oscar. En los silencios, advierte, hay «hechos acontecidos». Las cosas no existen físicamente sólo por el posteriori de haber sido habladas, o testificadas por audibles, visuales, o manifiestas. Hegel decía que, en el arte, se deposita tributariamente la Anschauung, la percepción pura.

Un modo en que el habla (inclusive el habla del silencio) se articula buscando su plexo para sus significatividades es el juego, a veces el loco conjugarse, iniciado por Liliana Varela y Oscar. Ambos se dieron a inventar fonemas, neologismos, jitanjáforas o verbos caprichosamente transformados, con lo que se crea un lenguaje embrujador, renovador que se opone a signos puramente logificados o cautivos de la realidad del silencio engreído u orgulloso. Observé a Ana Lucía integrarse y, entiendo que, en parte, este fue el consejo de Barojiana ante su timidez y concepto de que hay en lo formal, en la métrica silábica, rimas interiores, musicalidad, algo que es pesado. Pues bien, para que haya lo poéticamente bello, sea en verso libre o en poesía con reglas clásicas, además de concepto (Logía, verdad, discurso, Begriff hegeliano), es indispensable que haya músicalidad.

En el juego manipulativo del sonido / del fonema / la espontáneo que inquieta a Montoya, como superación del «peso molesto» de la forma, tiene una alternativa, en la que puede «imitar del águila su vuelo para llegar hasta un mágico horizonte objetivo del adorado azul, iluso». Y Liliana Varela cree que «el festejo de las letras» establece comunicación y provee ejercicios de nuevo lenguaje, invención verbal y sonora:

y tandamos una y otra vez para que todo se agande
vosotros....... tandáis en animaros a seguir nuestras locuras
y agandáis vuestro miedo a loquear...

Me gusta toda la experimentación sonora que hay en estos versos de «Liando a la gandola». Montoya se ha unido, aunque como dice «a paso lento».:

en tu lengua
clamorosa bien se escribe
en la mia el Romacl solo susurros
no conjugo gandar con posesivos
tandido un participio de aquelarre!

yo.................. tande en la calle, desnuda he quedado
tu................... gande, gande en las alturas discrepante
él / ella........... tandando en inducirme infernales paranoias
nosotros........ gandemos esa puerta para que todos hablen
vosotros......... tandáis en mirar nuestro respeto hacia las formas
ellos / ellas...... gandadas/dos los ojales
observando a las loc/ua/ces!!

<><><>

gandar, de ser muy gande
tandar, de ser tandado en dar respuestas, un poco menos que retandado.

yo...................tande he llegado a la puerta de tu
casa a invitarte unos guarapos y a cantar algo rimado

....................... gandas las respuestas y alborotas a esta lega que
montada en una idea mal galopa, corcovea
él / ella............... tanda en
ver que, tartamuda en mi discurso, atortolada, la fiebre se baja
y se asoma por las zuelas
nosotros ............. gandamos todo este festejo y mechoneamos
auditorios para ver si se pellizcan y llegan antes de óleos
vosotros............. tandáis en asomaros, venid que hay solo risas,
cantemos y gocemos aunque solo con cosquillas
ellos / ellas........... gandados solo ven a dos loquillas, no se mezclan en la lona,
no de cuerdos es
gandar ni agarrase por el por la cola

[Ana Lucia Montoya: En Muestrarios]

¿Y qué tal la respuesta de Liliana Varela en «Jugando con Ana Lucía a tandar y a gandar», tras tanta irrupción de nuevos verbos?

gandar, de ser muy gande
tandar, de ser tandado
en dar respuestas, un poco menos que retandado.

yo......................gande quise ser pelícano y sólo fui cogotudo
buitre
tu......................tandas en tus milésimas de segundos y
proclamas ¡Yo tando, yo tando!
él / ella...............tandan en darse
cuenta que están gandando su esquizofrenia al vernos escribir
nosotros........... gandamos el festejo de las letras y tandamos una y otra
vez para que todo se agande
vosotros....... tandáis en animaros a seguir
nuestras locuras y agandáis vuestro miedo a loquear...

Felicito a todos estos poetas mencionados. Con meros ejercicios de conjugación, me han motivado a pensar en estructuras y esencias del poema, que siempre es bueno repasar. Coincido con tales hallazgos.

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Monday, November 29, 2010

Memoria del ultraje de Floris


Por CARLOS LOPEZ DZUR / Fundador de Sequoyah Virtual

¿Qué maldad hay si digo que soy una flor, cualquiera sea? ¡Una angiosperma! ¿Unos rosales? ¿Unas sinandras o un mirto? ¿Qué orden me hará menos si mi piel es un coro de pétalos o una voz con la ausencia de oyentes porque estoy en los rubiales, casi desconocida, o en una charca de asechos como las lilifloras?

¡En el ovario, tengo aromas y siempre busco el sol y sus manos acariciadoras! Y danzo porque mi sueño es dicotiledóneo y quiero dividirme y bendecir las penumbras y escuchar su abrazo, desde algún movimiento de sol o geotropismo...

El recuerdo es doloroso. Grito brutal. Duele en mi memoria y nadie quiere que recuerde y cunda mi pánico y sea vergüenza y acusación para todos aquellos que dijeron: Bájate los carpelos. Posa en este cartel de la agresión. Házte objeto quieto, mustio, clavada en la maceta, pieza de mis maquinarias, cómplice de los mercados, hija del tráfico de carnes y vidas...

Lamento con terror y se desoye mi historia con el androceo y la frase procaz con que dijera, con voz zigomorfa: Ha llegado tu hora. cuando entonces tuve yo mi estigma sin manchas y quedé, sin desearlo, llena de manchas y estigmas!

Entre las angiospermas, Floris Virginal fue mi nombre. ¿Qué pude haber sido yo en la garulla de esa multitud de la llovizna que nos cubre; qué pude ser yo (si no algo inocuo, indefensa estrella de una espora) de cara al sol que fue testigo cuando abrí mis vasos, sedienta de ramas, y recibí el agua pura y un rayo luminoso? Que alguien bendijera mis cimientos quise y, por tal razón, junté mis manos y fabriqué un recipiente. Cobijé un espacio y su semilla, hilé un nexo con la viveza de las bendiciones: quise servir a lo que es una mirada, una manifestada plenitud de lo posible.

¡Quise ser nido y alimentar a polluelos!

No soy sustancia etérea, heraclitiana; yo soy el vaso, el recipiente femenino, la realidad, no la pirueta vaga de lo vivo; el esplendor de los colores soy, las suaves urgencias que claman por el barro, la apofánsis del ser que late en humedades y clama por su amparo y ser amparo. Y de las azancas escondidas broté, olorosamente, y con un deseo de empujar los colores de tez blanca, amarilla o negra, quise ser humana y tener el talle alto de mi mujerío y el bohordo espigado, con terminales de pétalos y labios por una boca con rojo vivo.

¡Eso aún soy y he querido serlo! y no lo han agradecido quienes gritan cuando yo callo, o comienzo a llorar, o no junto las fuerzas, para desafiar a esas manos inmensas, rudas, sangrientas, que pegan en mi rostro y me deshojan.

¡Me queda la sed de ser! ¡Ser para otros! ¡Y mi llanto es frágil y duro es mi dolor! Tengo manchas y estigmas y mi pasado delata demasiado ultraje a mi derredor. Se deshoja mi belleza si ninguno cuida de mí dulcemente... ni riega este pequeño espacio donde estoy y se anhela una alborada mejor desde el huincul terregoso donde me han clavado, a contra gusto.

Me dispersaría por voluntad del viento lejos de los androceos.

No sé si vendrá alguno, entre quienes aún no he conocido a querer lo que soy y, si entre quienes conozco, se ofrendará un amor arrepentido, menos torvo o violento.

Aquí, lejos del vergel, a la Venus de Calipigia, con sus nalgas y pechos de piedra, adefesios de porcelanas, se las pondera más que a mi raíz que tiene carne viva y presencia de grana. ¡Pero también este llanto profundo!

¿Hay alguno que vea en mí a la flor, la ninfa casta que anhelara ser, siéndo en cada instante, y que metida en tiesto y calabacín de esclavitud terminara?

El Androceo, vestido de jabarda y duro ipil, marcó su sombra y mis pétalos temblaron. ¡Tiemblan todavía! Su estambre, como daga, se exhibiría ante mí. Un fullero desnudo de panículas, averrugado, con el color del ausubo y ¡qué voz y aliento de mala espina! ¡Qué piel de brácteas al quitarse la capa y mostrar las anteras, qué azoofílico mirar que no imaginará al amor, ni naciendo mil veces, pujado por la tierra! Si no mira lo que soy, si no entiende lo que fui, ¡maldita sea su enorme polla y el polen amargo de su brutalidad! No lo voy a querer. No lo querré a mi lado.

Vestí, acarpelada. Me cubrí con orugos y malezas. Camuflaje más protector me dieron las bestias de los montes. Y aún los pájaros y los telares de una araña. Mi rubia tez, como azucena de los campos, amaneció y yo con más terror que toda cosa viva y, ante el espejo de la luz solar, que dio mi fotosíntesis, aún habría agradecido que se me ocultara de la brisa y la naciente mañana...

Como hembra, al fin, a solas conocí mi pistilo y supe que mis ovarios carpeludos olerán a fleromas con los días y sus ciclos de caducidad y abundancia.Y que las gotas de rocío me delatarán al amanecer, quizás un poco menos que las guajanas livianas, alborotadoras en la selva tropicalosa donde vivo. Hasta ese entonces, ningún estambre, por más que lo pidiera, en hambre de echarse sobre el tálamo y chupar mi receptáculo en la noche, pudo lo que quiso, aunque yo hasta el sépalo quisiera.

Espera un poco más, dije porque, sépanlo: virgen soy hasta el cáliz de mis lamentos, y el sol si me besa las mejillas, me entretiene y los verticilos de mi inocencia se glorían.

Es tan bello vivir para los soles.

Casta para el sol sería hasta el periantío. ¡Y qué poco sol, qué poca madre, el que hurtara a la luna vino y me sujetó con su fuerza, como ladrón en la noche! ¡Y quema mucho, falsa radiancia con falso sol en grumos de golpes bajos y violencia! ¿Por qué ojetes, saltando entre otras hojas, se avalanzó sobre tersuras que, aún no son llamadas a la oxitocina? Se atravesó como mutilador, daga en mano. Citó la tocineta y se dio banquete ¡ay! conmigo. Los androceos como lilifloras y se jactan.

¡Cobardes!

Avanzó como flor de la maravilla, lobo vestido de cordero y autosuficiencia.

¡Atracador, injusto!

Dije todo lo que antojé.

Su iridáceo ornato no dio derecho a que brincara sobre mis pétalos.

Cruel simiente, ¿quién le dio consentimiento? Se equivocó como oreja hongosa, sordo a mis súplicas. Se pegó, con su rugosa madrépora y chinga madre. ¡Me has ofendido! Que se vaya, entonces, con su troncosa estirpe hasta guayabo y se divierta, pero no conmigo y malhaya sea la pútrida pepa que lo germinó.

¡Por eso, pues ni lo quise ni lo quiero!

¡Quítate el carpelo!, ordenó como si fácil me gustara echar mis pantaletas a rodar al viento, o mecerme en las valvas de su verde ramaje. Ni entre colmeneros escuché tal maña autoritaria, ese dar en la flor como en cueros de tambores, golpear, seducirme, ultrajarme.

¿Qué cuesta respetar mi primavera? ¿Vive él como gandaya, a floralis ludi?

Calla, malandro, helecho con cara de poliandro, que soy doncella de la corola al periantío, porfié.

El contestó: ¡Cuatro pólenes me importa, cuatro flautas!

Se agarró el estambre como quien empuña su bayoneta calada en la oscura senda del deseo y escupió su manotazo pegajoso hasta salpicar mis pétalos.

No te escaparás, coralita.

Para entregar sus anteras, a palos de cundango, él cosquilleó mi tallo. Echó mi falda abajo. A causa de sus juegos de lúbricas truhanerías y movimientos, me ví levitada y a su alcance.

¿Qué pude hacer si fijada a raíz estuve y el céfiro se escondió en una nube y por el vuelo doliente del ramaje, me ví tan indefensa y vulnerable. Hasta para la rudas manos del jardinero, me traicionaba en la soledad de la encerrona y su esquinazo en la penumbra.

A veces, a una flor, el vendaval, su ventolera, la revuelca y erosiona, desde adentro con minas de luna, y perdonas. Un escuadrón obrero de abispillas es mucho más que la energía que guardas. Así sucedió. Una abejota gorda y muy maníaca, se armó de su aguijón a cierta altura de mi penacho. Y me llenó de miedo. Hasta mí bajó un gusano hosco y chupó un sorbo de mi alma y lanzó una granada desde el aire. Todavía no comprendo...

¡Ay, el picorcillo que dejan sus mordidas, ¡ay! son granujadas de lujuria, pero digo yo, viva sea la misericordia: ¡cómo se chupa la dulzura de mis hojas, pero yo soy una rosa ¡y no se respetaron mis besos!

Con traición, el androceo, aprovechador de soledades inoportunas, no escuchó que pedí su piedad. ¿A quién diré pues: espera? Falomafiosos me entregaron al tugurio y comedero. Se comportaron como una subclase de mogrollos.

¡Cuando una abeja te enciende la jalea y te deja apendejada en el orgasmo, cuídate, floris virginal, otro peor vendrá a alimentarse de tus loquios, al amparo de tramas seductivas.

Mi burlador observó al pájaro que vuela y a la abeja que chupa. Por eso serán oídas como ¡palabras cochambrosas, más burdamente aprendidas de carracas, gestos imitados de otros bichos cantarines, tardíos zumbidos en colmenas, que te echan al oído!

Cuando brincó a mis sépalos ya él sabía cómo quitarme los carpelos, sin más consentimiento que mi llanto y cómo hundir sus dientes donde más comezón el aguijón nos deja, se frotaba a mi corola para comunicar su bestia pentacíclica y llegarme a la vena del deseo.

Su lengua fue convicente, no porque lo que dijo, no... ¡por lo que engendra en mi tubo estiloidal, por escozores que impuso a los mórbidos intersticios vegetales!

¡Qué aberrantes estímulos, qué vergüenza colada, donde ya sólo queda por opción derramarse!

El androceo se meció geotrópicamente, encimado donde no fue llamado y, para sorpresa mía, no quedé satisfecha, con el ritmo estambrizado! Despatarrada para él, ¿qué cuentan mis lágrimas verduzcas, o de qué vale maldecir el gineceo, o querer venas abiertas para que salga leche blanca de los tallos?

Ya, con granizos despojados del estambre, o con anteros quebrados en los saltos del polen, que caiga lo demás sobre ese tálamo, que descosa el pico mi agujero y el cáliz de la ira ofrezca señal de Gran Tribulación. Que venga el Cristo Verga entre las flores... ¡ay, la carga masculina de vida fecundante, ay, babosas estrellas del ovario, ay, el ojo sorprendido, ante gérmenes futuros de llanto!

¡Ay, del último ay, la Gran Tijera del Jardinero humano, ay tribu, mi ovación!

Vivo entre las flores caídas y burladas. Un jardinero trajo las pinzas, tijeras de afilada certidumbre.

Me observó inmensamente frío, perdida, aún joven y abandonada. Y con gozo homicida, al saberme abierta y seducida, como patas de lagarto bocarriba, me lavó no por piedad.

La cochambre del canijo fue evidencia.

Esta es puta también, se abre, se derrama, así pensaría.

Como dios que trafica con culantro y forja yerbabuena con la ruda y, cuando hierve el llantén y siega el anamú, me vendería.

El androceo se quedó allí, viéndolo todo, borrachito de amor por causa de mi tala. Si me vio, no me conoce. Que me lleven a la múcara, a la muerte, a los herbarios. Habrá otra flor, sobre la cual saltar como una rana, cuando se reponga de haber seducido mi dulce y núbil silueta de azucena.

¡Mírame, androceo, arrebol en cada pétalo, vibrátil cada miguita de célula, mírame en deshonra de plenitud, putalizada para el corte final del que te imita!

Soy un cacalote de tenues tejidos, harapito hecho lisonja del diseño de siglos, Ceres que suelta el mirlo para hablar de la vida hecha jazmín y rosa y gardenia e hibisco rojo: lindas flores para el placer humano.

La mano que me arranca de la tierra es otra bruta mano. Y tiene su tiesto en la esquina.

Durante días cacrecos de ventana, en la casa de las cosas y las gentes, yo seré un adorno, objeto en calobiótica regularidad de porcelana. Seré lo único verde, vivo, oloroso y sencillo, como la puerca caída del polen, o las feces negruzcas de los pajaritos.

Me marchitaré a solas. Ya no soy niña. A los capullos, los devas, húmedos y oscuros diablillos del rocío, los protegen. ¿Y a mí?

¿Quién?... ¿quién cuando más bella soy para el que espía?

Por el contrario, a la luz de ojos ciegos, indiferentes y mezquinos, me sacaron... y, en despedida del jardín que me cuidara, el androceo, tú, maldito, me quitaste las querencias de mis ramas...

¡Estoy triste, violada de vida, como puta en su maceta de frazadas, cazada a tijerazos para enormes palacios!

Te recuerdo, androceo, y me das pena y siento odio. Me díste el primer tijerazo, sin tijera.

Entre los míos me humillaste. Te saludo. Escupo mi despedida con pánico...

¡Ojalá te seques o seas pisado como orujo y henazgo!

Pero yo sigo casta y silvestre hasta el periantío.

Hoy, a una lluvia de horas, reflorezco.

13-5-1987. Publicado el domingo, Noviembre 7, 2004
en la revista electrónica Opine
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Wednesday, November 24, 2010

Meditación junto a Vasar-iah con las letras Vav Shin Resh


«Hesed reina entre quien ofrece hospitalidad y quien la recibe, y en quien la devuelve cuando se presenta la ocasión; quien, con su hesed, ha ofrecido ayuda, compromete al que la ha recibido al mismo sentimiento y al mismo modo de obrar. Cuando lo jurídico (contractual) aparece en primer plano, el mejor modo de parafrasear el hesed es con el término lealtad»: Franz Rosenzweig

a mi ángel leal, Vasar-iah,
por quien Jacob vivió...

¡Tú, ángel mío, Vasar-iah,
habitante de la esfera de Jesed,
testigo del Primer Día de la Creación,
yom echad, en la hoja primera
de mi libro que comienza, o escribo,
«dáme el nombre de mi ángel»,
suplico... y es que mi brazo derecho,
mi mano tiembla
y mi puño se cierra con mandato,
dáme el mandato.
«¡Entonces, exprime mi nombre
con las letras Vav Shin Resh,
cántalas con discurso de ahaváh,
o drasháh de rabino
porque yo vengo sólo a quien abraza
el Todo, deseoso del Texto de la Creación,
a los etiológicos de mi Unidad
bajo del espacio cósmico, vengo
desde el emotivo atributo del Atestiguamiento
con brazo de lealtad, derecho
entro a tu hemisferio,
pero cántame el VAV, mantrízame,
aprendiz en la aspirante vasija de Virgo,
vavéame porque soy Vasar-iah
ángel que cuida el Vaveo!
Quiero las Vavas de tu babear
de bebito en la Senda de Lealtad
de Mi Luz, Yo soy en Yomam,
Día de los Acompañares,
primero de los días que forman el Libro
y van junto a todos como hojas pegadas
a un sólo Lomo de Amor,
Yo soy el Agua para tu vasija de seis emociones,
yo para el pequeño Envase de tu corazón,
yo cuyo rostro se refleja en el agua,
yo, Jesed, He (me) sed para Tu Sed,
heme He-Sed-me en tí».

Bazar de justicia tiene mi Hesed,
jarrón de bondad enVASA-ya
y su piedad derrama en mis charcas de metano
y carbono. Como puente sobre el pantano
se tiende para que no pise en suciedad
y conozca que, desde arriba, viene la Sabiduría
de Chochmah. Vasa-iah es su nombre.

2.

Canta a las tres cabezas de la Llama.
Aprieta mi calor en tu puño
porque su tibieza no cambia y es para siempre,
niño de manos frías.
Mas sostén este granito amoroso de carbón
antes que veas la Llama interior
y el secreto de su Llama externa, cósmica:
chash-mal-mal. Mantriza a Shin
para que sepas del Mundo Por Venir
y la divina esencia del carbón.
Yo doy un granito, la piedra del auténtico carbón
y tal Carbón es inmutable,
sólo la Llama flamea, metaforiza el movimiento,
transustancia los cambios; pero este pedazuelo
de carbón no quema. Es invisible amor.

3.

Vavéame como quien sopla una llama
o la intenta apagar con sus babeares.
Experimnenta con esta Luz Infinita
que ha venido a la sombra
de tus ojos desconcertados
y ciegos por su resplandor; experimenta
con este gránulo de carbón que entró
a tu puño vacío, cuando te lo doy.
Lugar necesario es tu mano derecha
para que exista una presencia finita
del Amor deslumbrante.

Conexiona con Vav
los ojos ciegos y las manos vacías
con la Abundancia del Mundo Por Venir.

4.

Cabeza vacía, hueca vasija, sin Luz,
canta para el Comienzo de Reish y completa
Mi Nombre; eres tú quien me transformas en ángel
si cantas, eres tú que me tornas en Torá,
rollo del habla y del alfet-beit si me escribes.
Los ángeles existen materialmente
sólo para los poetas, cuya mano tiembla
por reclamo del Hei, en el tremor del Yirah.

Cabeza de Yirah y anhelo, tiembla
para mí, por cada estremecimiento de tu carne,
me donas vida y lealtad.
Como a cachorro de león, te recogeré
y te llevaré a mis hombros y besaré tu Baba.
Preña mi cosmos con tu movimiento,
házme Algo en el proceso de tu subida al Claror.
El Chassidut es consciencia de tu ego
y, si lo tienes, lleno tu cabeza de comienzos,
tu puños de divinos haceres
y tu boca para el canto; pero...
matrízame, Reish es mi útero y mis entrañas
anhelan preñarse de tí, dáme Yirah
de tus temblores, anhelo, gemido
de tus placeres.

5.

Para Seidad y Bitul ha nacido el miedo original
y tu mano temblorosa; pero en tu temor reside
lo fundante, tu labor de comienzos,
habla mercurial de comunicaciones,
practicalidad del servicio.
Comienza conmigo, házme ángel,
házme aguadora, vaciaré de mi jarra celeste
en tu canto. Funda la Virgen con la espacio-temporalidad
de tu consciencia, con la experiencia interior
de Chassidut que a tí corresponde.
Mata el egocentrismo y llámame.
En la densa materia de las memorias humanas,
casi nadie o pocos nos invocan, ninguno
tiembla así cuando mantriza nuestros nombres.
Oraciones huecas y rituales no nos tocan
porque no son receptivas, tú si me percibes
con luna de Elul y fuego de mercurio.
Si te doy mi piedrecilla de carbón,
tú si la quemas, tú si pones temperatura
de amor a un mundo frío.
¡ah, vasija de médico y enfermera,
de partera y nodriza, es tu ensamblaje,
alma de servicio tienes, rabino,
amor incondicional es tu meta!
Por eso con gusto bajo a la Esfera de Yesod.
Tocaré tu puerta, me presentaré
y te diré: «Cónoceme».

6.

Yo soy aquel por quien pedíste su nombre.
pero yo soy más que un nombre:
Va-ye-hi, por el que Jacob vivió.
Soy el grano de carbón que llenó tu mano;
soy la oreja que se formó cuando cantabas,
soy la Virgen que llena tu jarra suplicante
desde un Altísimo círculo que circunda
la tierra y sus estrellas,
soy el ángel de Virgo que esperabas...
soy el habitante de la esfera de Jesed,
testigo del Primer Día de la Creación,
yom echad, en la hoja primera
del libro que comienzas,
y mi nombre es Vasar-iah.

Tú me materializaste, ¿recuerdas?

<><><>

De las cosas sagradas que dice Vasar-iah

1.

Todos los ángeles que pretendas que vengan
a tu lado y contituyan amor manifestado
fíjalos a tu Deseo, íntimalos
con profundo apetito.
Tiéndeles la trampa de cuidarlos
como si fueran amantes que han saltado
a tu cama.

No se reirán de tí.
No han de llamarte soberbio.
No han de decirte ingrato amante.
Desleal. Fornicador.

Cuando ya tengas el espíritu,
házlo agregador por tu palabra sonora
de los entes, de la invisible materia,
tu parentela del Espacio,
siempre-presencial Causa de lo que llamas
lo Incomprensible, la Vestidura impalpable
del Deseo. Sólo un ángel, o muchos
han de decirte, así se Viste lo divino,
así se desnuda en el espacio,
así se eterniza en tu materia
para darte su gozo.

Propulsa hacia tí la enegía que al ángel
corresponde porque son fragmentos
del Vacío ilimitado de Aquello
que es materia y espíritu y a lo que falta
de una persona a quien amar.
Eso les falta: egoísmo, seidad en el hombre,
seidad en la mujer, seidad de patria,
hilación objetivada de servicio,
vasija para pulir con brillo
a quien canta las sílabas sagradas.

El espíritu de un ángel no quiere ser la horda
de la Causa sin causa, quiere causar la dicha
a quien lo llama desde la simple materialidad,
condicionada plenitud del género, tu bíos.
Tú eres el privilegio del ángel
(aunque no lo merezcas).

2.

«¿Qué pasará, Vasar-iah,
si no naces de mi deseo, si pienso
que mi carne es de bestia y mis afectos impuros,
qué pasará si te llamo, como quien cita
a ramera para esparcir en ella el semen?»

Que no vengo.
Que no irrumpiré en tu espacio
aunque te desgañites. Que no ha de ser
privilegio que te sirva, que no hay manera
de comunicarnos, porque no eres espíritu.
Eres entonces cascarón desperdiciado.
¿Y qué diferencia tendrá que viva
en el infinito Espacio ilimitado
que en apretada y densa llenura
sin espíritu? ¿Qué objeto tiene que habla
para los sordos o brille para los ciegos?

No. No vengo. No dejo mi espacio eterno
por una cloaca, presuntuosa,
por excremento egoico pagado de sí mismo?

Pero no te preocupes si yo te hablo
es porque he venido y encontré una joya,
tesoro en tu Vaso.

3.

«¿Qué pensarás de mi, Vasar-iah,
si digo o callo que no te creo, si te confundo
con delirantes fantasías, si niego que tengas
ente-seidad-esencia y seas embeleco
del ego insatisfecho, conturbado, envanecido
con cantos de sirenas del religionismo?»

Que no vengo.
Que no irrumpiré en tu espacio
aunque te aflijas y supliques.
Que tu deseo no es diferente al del homicida
que al ver la presa la mata.
Que te conformas con cualquier deshecho
de la Maya. Que tu mente embeleca
por capricho sus propias ansiedades disfrazadas.
Entonces, no soy para tí.
No me placeré de tu deseo.
Toma un asno y házlo de oro.
Cúbrelo de brazaletes y anillos.
Ve y captura una tarántula y dále nombres.
Ve y encarcela un gato negro y llámalo
Magia y házle cultos e himnos,
sacrifícales ofrendas
y súrtelo de oraciones, pero yo no vengo.
No irrumpiré en tu espacio de falsas adorancias
y absurdas religiones.

4. continua


03-09-1980 / Del libro Teth, mi serpiente
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Monday, November 22, 2010

Añonuevamenteviejo / ¿Por qué me gusta el Día de las Brujas?



Añonuevamenteviejo

Es precisamente cuando Jano,
dios de las puertas abiertas
(y de las ventanas cerradas, supongo)
inicia el año, con pocas ganas de vernos,
que el Año Nuevo se inicia.

Por mi parte, me pego una juma
en su nombre, me bebo hasta los codos
y me exhíbo. Digo todas las palabrotas
que le debo al existencialismo,
me cago al revés para negar el culo
y rezo en idiomas extraños, especialmente
los que nadie entiende, sánscrito, esperanto
y caló de tribus salvajes, si alguna...

Tal vez haya un despistado que diga
que soy interesante, debo tener algún mérito
que al mundo embarre de excremento
o una risa más histérica
que la tradicionalmente soportable
porque la gente de ventanas cerradas
suele no ver a nadie hasta que Jano lo ordena
y entonces comienzan los inicios y las gentilezas.

La puerta que se me tiraba en las narices
se abre con el rótulo: «Feliz Año, vecino».
La gente que no daba su abrazo
saca su mejor vino, o que lo que tenga sobrante
y lo dona para que lo lleves contigo.
Todo es confraternidad hasta que comienzan
a aburrirse. Tarda muy pocas horas
y vuelven y cierran puertas
y recorren cortinas y contribuyen, con todo
lo que pueden a hacerte desgraciado
y el Año Nuevo envejece
y los hipócritas con sus rituales
de Januarius y sus dos caras largas,
largas como palmas sin dátiles
o arenas, sin oasis,
y desierto humano para que comas
solo y duermas sobre un lecho de espinas.

30-12-2000 /
Estéticas mostrencas y vitales: Indice

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¿Por qué me gusta el Día de las Brujas?

En el día que yo no uso careta
es cuando más se venden los disfraces
y el color negro se viste de galas.
Es cuando mi luto de uso diario se vuelve
la chacota de cualquier gracioso
y la gente acepta mi tristeza como una noble cara
que merece una fiesta y un aplauso.

Hasta los niños quieren tener arrugas y verse
narigudos, flacos como la muerte,
pálidos como fantasmas.

Se piden dulces de amargo olvido
y canciones de óboes y la joroba palidece
en la niebla... y yo, que mi brujo corazón
no necesita más Luna llena
que mis ojos y mis párpados cansados
por mucho lidiar con las desgracias,
siento que el mundo me hace fiesta por un día.

Después me olvidan,
me doblan en pedazos para que el año
que viene yo exista, me arriconan bajo una escalera
junto a un gato negro que vigila a una rata
y me dejan a solas. No pasan por donde me pudro
como imagen que merece estar abandonada.

Me gusta este día en que puedo negociar
mi truco por algún pedacillo de dulzura
de mi infancia, un pirulí o un caramelo.
Sólo tengo que decir: «Trick or treatl!»

¡Ay, se puedo renquear sin recibir una burla!
Avanzar en harapos, exhibir con orgullo
la llaga, ser la miseria, la aflicción,
la muerte, la agradable ignorancia.

¡Qué día más lindo para pedir un favor
a los desconocidos, pedir a un niño
que nos libre del odio, aunque seamos feos
o deformes, viejos o excéntricos
como el hereje-mago de aquellos que a menudo
y aún hoy hablan con el pasado y ven las almas
a los árboles, a los manantiales
con la simultaneidad visual
de la mirada bizca,
extrábica del celta trasnochado!

01-11-2000 /
Indice: Estéticas
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Conversando sobre las «Estéticas mostrencas y vitales» de Carlos López Dzur (1) / 2 / Indice Actualizado / El libro de anarquistas / Comentarios sobre la novela El Pueblo En Sombras

Procreación del poema / La investigación de la belleza


Procreación del poema

a Tipheret, el niño de Chokhmah (Sabiduría) y Binah (Comprensión)

Dar un hijo a tu útero sagrado de lenguaje,
Madre Binah de los mantras, He comprensiva,
He bienechora, he me aquí, hija de la esfera de Maljut.
Donar una semilla para el vientre de la página
es como saber un texto por venir.
Cada pensamiento que vaya siendo el Niño,
digno para tu Reino, suave para tus manos
cuando salga, alumbrante, del portal de Daat.

¡Ah, voz del Viento, niña de la reja,
hoy somos los benditos, tinte de blanco y negro,
sobre esta hoja de vida a la que digamos:
Leja'im, salud por quien se cuaja,
brujim haba'in, bienvenido y bendito el que viene
y yace en la cuna como un texto
y la Nada de una caricia lo aventola
y la reja lo recoje como un abrazo
en la piel de las originarias madres
del Aire, el Agua y el fuego.

Nuestro hijo que nazca de la belleza
y respire del Alef, que limpio sea sobre el reino,
lavado por las aguas del Manantial de Mem
y apasionado sea como el fuego de Schin.

Dibújalo ya con el deseo más grato.
Quiero llamarlo Tipheret desde que está
en tu vientre, Amada.

07-09-1985

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La investigación de la belleza

... a Tipheret, el corazón del Arbol de la Vida

Para llamarte, Novia Hermosa,
la esplendidez de mi Deseo en el dinámico flujo
de la vida, me armo de la investigación.
Mal hace quien da la hermosura por sentada
y señala la gloria en la rama que del árbol
se desprende y se seca. No me detengo
en la flor corroída por gusanos
o las quietas umbras de la máscara.
O del simulacro.

Cuando te llames Tipheret y me puedas deslumbrar
con tu mirada, habré recorrido con ansias
del Comienzo al Final y tú serás mi final,
el corazón donde me deposite.
En objetivo balance, detendré mis rigores,
la búsqueda y examen de tus perfecciones
y me reposarás con tu misericordia.
Esa será la quietud con que te admire
y me centre sobre tu regazo y me desarme
con tus besos.... Eres entonces la Novia de mi sol
y en tu vida seré sin resistencia.
Te llamaré Mi Virtud, radiancia de mi premio,
diverso hogar de mis adaptaciones,
amor... instante por instante,
¡ay! Rachamin, compadece este trayecto duro
porque aún me pierdo en el camino
que a lleva a ti, por este Rigor de Yesod
que dinamiza la Gran Obra,
la tarea de buscarte, Tipheret.

19-06-1985 / De Teth, mi serpiente

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La paradoja de Da'at / Conocimiento

«... the rooms are filled with da'at»: Proverbs 24: 4

¿Quién diría que para articular, con certeza,
'tengo alma', imagen de Ein Sof, en aras declarativas:
'la Novia es Alma y existe, Tipheret está en mi centro',
como corazón me palpita, urgiera yo
vivir en paradoja,
filtrar mi Ser hacia un lugar oculto
donde todo me ha sido lo Desconocido
y donde nada sé, desde allí, Da'at hane'elam,
ir al lugar posible donde todo es manifiesto?

Allí en la esfera todo yace como en una garganta
y gimo hasta el tercer día y en el décimo me levanto
y me preparo para el destete y mi ser
(«Da'at hamitpashet»), se me extiende
con el poder del intelecto.

¿Quién diría que para articular, con certeza,
'tengo habitación', imagen del Cheder del Ein Sof,
en aras declarativas: mi habitación
se poblará de primarias emociones?
Ser(é)-habitante seré chesed din rachamim,
pues urgiría que se abran para mí
con llaves santas las seis recámaras
de mis atributos / dei'ot.

¿Quién diría que debo ser unificado
con la semejanza de Quien me da Yichud
y de su propio Chassidut
para que diga, 'ah, tengo Espíritu'
y lo viva, cuando ejerza Memoria, cognición
hakarah, y perciba cuán sensible
soy a lo significante, ¡oh, gracia bendita de Hergesh!
¡Ay! quién si jactara, no temblaría si supiera
cómo se deriva del cerebro posterior desconocido,
su cerebelo humano, sensible umbra frente al Binah
de la Supraconsciencia de tzelem Elokim!

13-06-1985 / Teth

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Celebración auténtica / Medito en el templo de la izquierda / A mi hemisferio cerebral derecho


Celebración auténtica

En los días de fiesta, cuando me festejes,
no cubras una estatua de mujer o varón alguno,
Conejo de Pascua, o Caballo faludo,
con ricas vestiduras, no las adornes con collares,
brazaletes y anillos, ni las pongas sobre lechos suntuosos
y, al avanzar la mañana, la saques en procesión.

No. A lo que tenga vida, míralo entre las miles
de cosas, materia muerta o viviente
y aplícales el don que te dí, a las orillas
de mi divinidad. Dame tu corazón desnudo.

Detéctalo todo desde la cisura sagital profunda
en la interhemisférica y longitudinal cerebralidad
y festeja al dividirse en hemisferios, uno a tu diestra
y otro a tu siniestra el pliegue de la duramadre
y las arterias de mis ríos, porque en lo más hondo
de la orilla o la cisura, estará mi Templo,
el único que admito, el único en que todo es santo
como mi presencia.
Allí todo lo quiero desnudo.

Yo soy el verdadero cuerpo calloso
y mi túnica son de fibras nerviosas blancas
y en esa orilla soy el que transfiero la memoria
de mi canto, mi Torá para la vida,
mis mantras, mis gemidos de orgasmo,
mis salmos, Tantrika.

Si no me miras allí, si no me buscas
como yo te digo, por blasfemia tengo tus procesiones.
De nada vale que cubras en los días de fiesta
una estatua de mujer o varón alguno,
Conejo de Pascua, o Caballo faludo,
idolones con ricas vestiduras, collares,
brazaletes y anillos, por más suntuosos
hayan sido sus nichos
antes de avanzar la mañana.

05-04-2000

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Medito en el templo de la izquierda

Cuando me pongo a la izquierda de tu muslo,
Maestro del habla, la escritura y las numeraciones,
Rabi Akiva, yo veo las líneas secuenciales
de tu boca, y tus dientes que rechinan la rueda
de lo motriz del mundo. Agrupas las palabras
y formulas la lógica del Canto,
pero no me permites que habla yo
si antes no tengo memoria textual
de algún cimiento visto, no audible
del ángel simultáneo que nos lava la boca
en los santuarios y los pies.
Un ángel nos lava en el lado derecho
de los templos.

Antes de que organice la sintásis
y la atención focalizada por lo que irrumpe
o acontece, antes de toda memoria verbal,
me instruyes, vé al templo donde nada planificado
es tuyo, ve donde el tiempo no existe
y el sonido es un aroma, y el tacto
no ejecuta nada que ni se entretiene cosas
para tomar de suyo decisiones.
Ve al templo de la Gracia,
memoria de largo plazo en el Claror infinito,
memoria instantánea de las simultaneidades
donde puedes distinguir un grano de mostaza
perdido en el cosmos de las arenas
más finas del interior del océano.
Aquí, a postrarte al lado izquierdo de mi mundo,
yo te daré Alfabeto y el lenguaje articulado,
control sobre el aparato fonológico
para que hables al mundo...
mas no antes que vayas donde no hay proporciones
de humana pequeñez o miseria gnoseológica.

15-04-2000

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A mi hemisferio cerebral derecho

Derecho voy y sin palabras al Altar integrador
del sentimiento; aquí cada flor que llevo
me ofrenda; yo no soy el que ofrendo.
El altar está en mí. Y es como círculo
donde acudo, desde mí, por sensaciones,
donde viso-espacio, dondee mudo-verbo,
donde prosodo-procederes de imágenes,
donde sonido me canta sus canciones
y musita mi lenguaje.

Al Altar voy, como se va al recuerdo
lobularmente afrontado en mi hemisferio
y derecho voy, sin que nadie me detenga
con lenguaje; aquí es qie oigo
lo profundo, e identifico el espacio
donde los Divinos se reposan
y me piden silencio cuando hablan
(yo no hablo, desde ahí, estoy a la Derecha
del Magnífico Templo de la Gracia,
pero el templo se hizo para mí.
Yo no hago templos, yo heredo
esos colores, esas formas, esos espacios
y si no lo tuviera, yo no conocería a nadie,
donde identifcaría ningún objeto,
ninún rostro, ningún lugar de la Tierra,
no podría ser en la Gracia de lo existencia
ni imaginar el Claror del Ser
en mi recuerdo.


17-04-2000 / Indice: Tantralia / actualizado

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El Ladrón bajo el Abrigo / El Ladrón / Ensayo crítico sobre «Camino de eternidad»: La poesía de Héctor Soto Vera / La guerra es un tren descarrilado / Trevi / Jacinta / Leti / Letanía para agregar a la promesa de lealtad / Sequoyah 66 / Violencia doméstica en México / México: Inseguridad, Enemigo del Sur / Feminicidio / El Feminicidio En Mexico Cruda Realidad / Violencia hacia la mujer: parte inherente del sistema patriarcal y capitalista / «Lilith» de Norma Segades Manías: Análisis

Friday, November 19, 2010

Upshurn / Para el primer corte de pelo


Upshurn / Para el primer corte de pelo

al Rabi Akiva y a los 24,000 estudiantes
de la Torá fallecidos tras la plaga y la destrucción del Templo

Alumnos de los ríos de la vida,
en todo lo terrestre está el luto y la plaga,
el hambre y la destrucción por la muerte.
Todas la cosas de la física manifestación
de lo que habrá de verse con los ojos
y llorarse o discernirse es Lamed
y es acción, Mano, experiencia sensorial
del universo, y antes de cortarse el pelo
para avanzar, Niño del Libro,
como infante hacia una adultez maravillosa
y digna del afeite de la barba y el casamiento
y los gozos, hay que recoger ramas
y encender un fuego,
porque hay una Llama Eterna
y la designaré Ner Tamid
y en el Libro de Vida,
a la luz de la Gran Hoguera,
hay otro secreto, escondido en el fuego.

Alumnos, mientras crucen los ríos
por sumideros de aguas amargas,
por orillas de tierra seca
o por fondaderos de mala plaga,
no olviden que también hay las fuentes
con aguas cristalinas
y Torat Jaim, libro de vida y alegría.

Todavía son mis niños en el camino
que les llevará a la experiencia de Existencia.
Mas no son autosuficientes. Esa es la esencia
de la mano que tiene su porción de lo sensible,
pero no todas las partes, no la unidad.
Esa es la mano que se lleva
a los ojos y se limpia las lágrimas,
esa es la mano pequeña e inexperta
que no aprende aún a palpar
toda la energía espiritual que puede entrar
al mundo en el trigésimo tercer día.
Sólo se es adulto en el tercio final
de la Cuenta de Omer...

Aprendices de la Anarquía, anuladores
del poder coercitivo del dolor sobre sus vidas,
lo que se da tras el latido de lo ingrato:

Etz Jaim Hi, es un árbol de la vida.

Es Lag Baomer que entra al Shavuot
y limpia las plagas y el duelo de los 33 días.

Han sido 24,000 los muertos,
todos ellos mis discípulos, todos ellos
quienes vieron la Destrucción del Templo
entre Pesaj y Shavuot,
durante el período de Omer.

Pero, buenas nuevas... reciban el upshurn.
Corten su pelo por primera vez.
Entremos a Lag Baomer,
ya que Lamed sonríe y Guimel también.
Hay que activar el fuego,
la hoguera para Lag Baomer.

La enseñanza oculta espera:
Kabalat Torat Hanistar
– el día de la Presencia,
el día del fuego de Shejiná
Quien quita el luto, la plaga, la dispersión
y nos hace adultos en los ríos y cruces
de la vida. La Unidad.

23-06-1981 / De
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