La vieillerie poétique avait une bonne part dans mon alchimie du verbe: Arturo Rimbaud
Te conocí y nunca te enteraste que así fue.
Te amé, si es que amar significa apropiarte,
querer ser tú, develarme en tu esencia
y que en la mía te develes y digas, al final:
Somos uno. No somos rivales ni contradictorios.
La vida nos unió, casualmente, por un libro viejo, apolillado,
tu poesía. Recuerdo que se editó en Argentina
y te tuvo en sus páginas como un cadáver nuevo.
Te cubrió la misma hojarasca
que me oculta, que encima de mí se reposa
para que no lea tu nombre y no mire tus entrañas,
agusanadas con todo: mil y una metáforas de la creación y la cultura.
Yo quise huir de mi casa. Nunca lo conseguí.
Amé demasiado a Mamá, a la madre que tú odiabas
porque esa es tu fuerza, odiar y destruir,
para perfeccionar el amor. Tú no quieres beatitud
ni bautismo ni ritual ni rodillas
(eres más tremendoque yo):
«Je suis esclave de mon baptême».
Tú eres más mago que yo. Conocías más secretos.
Podías escapar a todo e inventar quien te espere.
Tú andaste de la mano de Verlaine; yo no.
Podías hacer y serte muchas cosas
desde la precocidad y el genio de tus ganas de vivir.
Yo era más triste y más vacío. No tuve alas,
Arturo; ¿no ves que por eso te envidié?
¿O fue que te quise más allá del quererlo?
Nunca tuve a nadie a quien abrazar en París
ni leí la poética de Orígenes. Yo no supe
qué es teleología. Aún tengo le coeur volé,
el corazón robado. No tú, imagino que no tú.
Ninguno pensó en mí como un arcángel
ni confió que sería un Poeta (con) las suelas de viento;
yo era sedentario y no me levantaba ni la brisa,
yo era pesado como un monte de roca
que no quiere caer ni gusta la erosión.
Yo fui uverillo de playa o de río
(y nadie ya come de esos higos;
para quien no se alimenta también poco es
su fruto y su ámbito expresivo.
A la edad de 16 años, díste fruto; a los 19 años,
lo creaste todo y dijíste: «Ya no más. Punto».
Tú eres un genio; eras padre e hijo.
Y yo, amante de tu paso, aún no abandono el arte.
Ni tengo nada. Deudas tan sólo, amores aún desconocidos.
Iras y rebeldías aún no fecundadas.
¡Si yo fuera tú, tan precoz y productivo!
No puedo renunciar. No he dicho nada.
No me sabría justificar. Me falta vida, aventura,
comprensión, porque la Tradición me echa el guante
a cada paso. Aún no me es ajena, aún no me enardece
la sociedad podrida para iniciar mi punto de partida
y la ruptura final. El desencanto.
2.
Je dis qu'il faut être voyant, se faire voyant. Le poète se fait voyant par un long, immense et raisonné dérèglement de tous les sens: De una carta de Rimbaud a Paul Demeny (15 de mayo de 1871)
Obrero de Alejandría, traficante de marfil,
capataz de canteras chipriotas, comment-est-ce va?
¿Por qué ya no crees en el verso, por qué no veo
la evidencia de que te exploras a tí mismo?
no me consta el inmenso, largo y deliberado viaje
con que razonas la dérèglement de tus sentidos.
Me dijeron que ya no acudes a los círculos de París.
A nadie conozco en el Mar Rojo que me ofrezca un indicio
de qué puede un poeta andar haciendo en las islas
de aquí o acullá. ¿Quién te enseñó a vender cueros
o exportar los marfiles? ¿o fusiles? ¿cambiaste
el verso por el oro, explorador? ¿es cierto que estás
irascible y desencantado porque ya no hay
solidariosde verdad, misericordiosos de verdad,
amantes de verdad,poetas de verdad,
revolucionarios de verdad, en el mundo?
En el mundo que víste la palabra y la poesía
perdió su magia / musa / practicalidad / su significado
original y fecundo, su fuerza, su esencia, su epifanía;
ya no porta sentido. Es pose, flatus vocis, hipocresía,
trivialidad, adorno, ¡Arturo, amigo!
Eso será en París, junto a malditos.
Yo te veo, Niño Terrible, y contigo me han nacido
las ganas de cantar con la palabra que tomó,
por tí, todos los sentidos, todas las iras de un volcán.
Compulsivo viajero, andariego Rimbaud,
verdugo de las cursilerías, iconoclasta,
decidor temprano de tu No, finalizador precoz del Sí,
tú que dice pan al pan y vino al vino, tú que a nada
has temido, llévame contigo a donde vas.
Adelantado a la poesía revolucionaria,
irrespetuoso que a tí mismo llamas patán y del hogar
te burlas y a la madre regañas, con sutil temor
(aunque menos que yo), llévame donde pueda
descreer, a una tierra sin ídolos,
tierra del nuevo canto social.
Trasládame a donde pueda presentir
mi Oriente místico y huela la mirra de verdad,
la pureza de verdad, razas antiguas de verdad,
mitos de verdad...donde los brahamines conversan,
sin un centavo encima, llévame, amigo marginado.
Condúceme a donde enseñan proverbios y agonía,
no como un show, como evidencia
inmediata e inequívoca de autenticidad.
3.
J'ai vu le soleil bas, taché d'horreurs mystiques, / Illuminant de longs figements violets, Pareils à des acteurs de drames / très-antiques: Arturo Rimbaud
En un atardecer, como el que dices, manchado
de místicos horrores. Desde la orilla de una playa,
te ví como un actor de los arcaicos tiempos,
fluyendo como ola, te hundías.
«Mon triste coeur bave à la poupe».
No sé lo que decías, pero espumeaba tristemente;
tú popa náufraga. Y, sin embargo, tú... de quien dije,
te conozco y tú no me conoces, gritaste como una ola
vestida de violáceas y largas iluminaciones:
«Vine a buscarte, Carlos»,
para la próxima cumplimentación del lenguaje ansiado,
el solidario, el íntimo, el más puro en intenciones,
«vine a buscarte», para que sea juntos que maldigamos
las cosas, hiperactivos y libertinos
en extremosde renovación, «melancólico, Carlos, vine,
para hablar de los pecados de la carne
mientras vamos pecando por las Islas de Chipre».
Tú pecarás conmigo desde hoy y sabrás
qué delicioso es, rabiarás contra la incomprensión
y sabrás qué delicioso es rabiar, gozarás el ocio
y la apatía y sabrás que deliciosamente se distribuye
la pereza y el cinismo, «vámonos de fiesta, niño,
que me falta en el viaje otro amigo».
Y, a nados llegó a mí, Arturo, arcángel y mago mío,
Arturo, el quiso «crear nuevas flores, nuevos astros,
nuevas carnes, nuevas lenguas» y al que siempre
animé, sí, créalas, pero que sean nuevas flores de verdad,
nuevos astros de verdad, nuevas carnes de verdad,
nuevas lenguas de verdad...
Y se acercó, ¡oh, mamá! vino a Arturito al fin.
Y te ví, enfermo y con una pierna menos.
Y lloré compadecido. No te imaginé canceroso
ni tan triste ni tan arrepentido.
Náufrago y pobre, pero viene por mí,
iay mamá! por mí. Estuve eufórico y ella me pidió
silencio, menos entusiasmo. Y lo observó.
El fue quien dijo:
«¡Debo enterrar mi imaginación y mis recuerdos!»
Añadió: «En fín, pediré perdón
por haberme alimentado de mentira.
Adelante. Y no veo ni siquiera una mano amiga.
¿Y dónde pedir socorro?»
El deliraba. Seguro que alcanza a enterarse.
Arturo Rimbaud, aquí.
¡Aquí, quien te ha esperado, con su mano abierta
y su socorro en vilo; Arturo Rimbaud, aquí, compañero
en la alquimia del verbo; aquí quien te advierte
que acabe tu temporada en el infierno!'
Del libro Estéticas mostrencas y vitales
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