Tuesday, March 11, 2008
La puerta
Abre la puerta, útero del vacío.
Una ráfaga de contracción me busca.
Remociona mis márgenes, me pierde.
Se solaza con realidades escindentes.
Abreme la puerta.
En lo finito del existir habitó la miseria
que no quise y fundé mi zorrera,
mi tzimtzum, mis residuos
de olvido y te restringiste,
retirándote de mis ojos
y de mi entendimiento.
Huíste del olor, de mi primer sentido.
Me echaste como a perro de tu jardín oscuro
y la flor roja en el desierto del dolor
fue creciendo, con aroma de incertidumbre
y la espada de luz, entre cáctus, me fue espino.
Abrete, endija de pelos, vagina
de la impronta residual, recipiente abstracto
para los cuerpos adoloridos, agónicos,
cuando como puerta cerrada permaneces.
Con fe sustanciada, viajo a tu encuentro.
«Pújate hasta mí», misericordia,
rájate en respuesta a la raíz.
La sabiduría de tu belleza en mí no muere.
Así puedo flotar otra vez, libre, o fluir
con los goces del antiguo río.
9-11-1990 / Tantralia
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