Tuesday, March 04, 2008

Plegaria amarga del inmigrante





¿A quién se vale que pregunte si es legítimo soñar,
si existirá tal cosa como un nuevo comienzo?
El silencio está lleno de muertos y tú, Dios,
miras la gran suma, cuota creciente y nada dices.


Nos obligan a cruzar por remotos desiertos
y montañas y la gente justifica, a riesgo nuestro,
que amanezcan los cuerpos agotados, quemados
de sol, sedientos y, finalmente, cadáveres visibles
bajo el sol, ¿o es Tu Ojo celeste, Dios mío?

¿Se vale que pregunte si el mundo, por siempre,
ha de ser ancho y ajeno, si hay algo generoso
que podamos cambiar por lo que damos:
la fuerza de trabajo, vendida por centavos?

A trabajar duro se llega y a ganar muy poco
y forrar los bolsillos de los capitalistas
y los agricultores; felices han de ser
aquellos que son explotadores.
La clase dominante hará su agosto
si vivo, si quedara un residuo de ser
o de energía en nuestros cuerpos
que sirva a los mercados.

Vengo con humildad que deshonra
y, sí, me quejo, ¿pero qué puedo de veras?
Me trajo el hambre y una ilusión a la que
nadie confirma alguna honra todavía.

Somos como esclavos voluntarios
y siervos consignados por propia alevosía;
ya somos el que no quiere morir
en el camino. Apéndice prospectivo
de un capital futuro y posible consumo.
Y un lucro de demagogos y políticos
y falsos pretextos y patrañas.

Con nosotros traficará todos,
los que son buenos y los que son malvados.
Somos un lucrativo negocio para el mundo.
Un miserablemente humano ajetreo
de trámites, angustias y salarios
y lágrimas y separaciones y submundos.

Somos la familia dividida y la perfección social
de lo desintegrado, el nomadismo, el sacrificio
improvisado, falsa consciencia
y autolegislado suicidio y abandono.

Uno invoca menos hambre que ayer, menos miseria
que la que dejamos tan lejos en la marcha cansante.
Uno quiere creer, Neoliberalismo. Uno dará
su adiós anticipado, Tercer Mundo. Uno se vomita
en tí con odio, Miseria; perseguidores, guerrilleros,
criminales, narcos, uno se larga al tubo
por el odio que inspiran, uno se va a la chingada,
sin garantía de nada. Una talega de soledad
sin fondo... uno, en soñarrera, contra la muerte soñando.

¿Cree usted que la plegaria de la voz
con que lo hacemos hará que un militar nos diga:
«Siga esa ruta»? Rumbo en que hallará la zona urbana,
El Paso o San Diego; Madrid, después de la cayuca.
Dios, te lo respondo.

Digo no. El militar te desvía. El espanta,
él saca una pistola, y tú corres al encuentro
de otras serpientes, o te encaras
con las fauces del coyote, o de una soledad
que te da grima. Uno que se encuentra contigo,
Dios. Y eso duele. Duele más que ese establecimiento
porque no salvas. No socorres.
Tú eres el primer indiferente.

El militar o el vigilante te apunta con colmillos criminales.
Es cierto. Te echa al suelo y te esposa.
Hay días en que lo anhelas. Te justifica la derrota
del intento. Es humillante, sí. Pero estás vivo.

Uno sabe que ellos maldicen entre dientes
tu encuentro. Eres una alimaña hediente,
intrusa, nauseabunda, ente criminal predefinido
ante la cual pueden sentirse heroicos, serviciales,
dignos del salario por el cual te encarcelan,
te fichan o te tiran de bruces hasta que un juez
te mande pa’ carajo. Y te deporte.

Es tan tranquilizante que se nos mate
un sueño; se diluya un fantasma, el delincuente.
Porque somos para el acusador, la carga,
lo amenazador, la merma del trabajo,
la excusa de aquel impuesto fiscal
y costo extra en los servicios del gobierno.
Somos culpables, chivos expiatorios,
la pesadilla de los soñadores
y los blancos.

Y tú, Dios por el que ruego, dios que ni te enteras
lo mucho que he llorado, dios que me dejas
con hambre y con el alma en vilo, ¿acaso no lees
que ya van, por extenso, 432 muertes *
y son 300 vidas, caídas y agotadas, a lo largo
de esta región de frontera que desando?
300 vidas para la muerte cada año.
300 vidas malditas por el Sueño Americano de los pobres.

No sé si voy al sur, no sé si tengo norte;
pero me velan; las armas me tienen en sus miras.
Por sistemas comunicadores se avisan,
con equipo de altas tecnologías, soy espiado.
Saben que dejo huellas, me acompañan
las voces y quejidos de mi rastro.

¿Acaso eres tú quien me instas a que muera,
acaso yo por tonto quien me empeño?
Acaso tú... ¿quien me pides un carnet,
un pasaporte, un pago sobre pago sobre pago
para quitar mi marca de Caín, el nuevo sello
de maldición, el documento?

Pónme el número ya, en la frente o el costado.
Márcame como una res, Gobierno de Dios,
o dios de la opresión y el menosprecio.


CARLOS LOPEZ DZUR

Del libro El hombre extendido / Libro premiado en 1986
por la Universidad de California, Irvine, en un certamen literario.
________


* Según el informe para el año 2006, Sobre Muertes de Inmigrantes en la Frontera México-Americana, en Arizona se reportaron 205 muertes de mexicanos y centroamericanos en su intento de entrar a los Estados Unidos de forma ilegal; en California se reportaron una 52 y en Nuevo México y Texas juntos se reportaron 175 muertes de inmigrantes, lo que representa un aumento de 34 muertes respecto al anterior año fiscal. El «Centro de Investigación de Inmigración» de la Universidad de Houston publicó un informe titulado Muerte en la frontera, que concluye que, entre 1993 y 1996, por lo menos 1,185 personas perecieron cuando cruzaban la frontera: un promedio de 300 al año.

* * «Las personas inmigrantes son, en su mayor parte, las víctimas de las consecuencias de las políticas neoliberales, de conflictos bélicos, de catástrofes medioambientales, etc.; luchar contra las personas que migran en lugar de contra las causas que les empujan a ello es inmoral e injusto»: Centro de Defensa y Estudio de los Derechos Humanos (CEDEHU). España.

1 comment:

ADELAIDA RODRIGUEZ GARNICA said...

Car... Tu poema da testimonio de la problemática del inmigrante, un tema candente conociendo las cifras estadísticas y las continuas noticias de abusos que vemos por los medios y que preocupantemente se han ido acrecentando. Bien elaborados versos sociales que hablan por los que muchas veces no tienen voz o no se hacen oír.

ADELAIDA