Sí va, él no se queda.
El tiempo pasa ejemplarmente
y el sol, con sus eclipses, se comparte.
¿Cómo no ir? si ella a cada instante
es llama, grito de aliento,
hornilla de los tapas.
A verla va, a oirla se apresura.
Siva el alto cuello eleva
porque tres ojos tiene y mira
y diez manos para asirla y palparla
como sátiro, olfateándola
con gusto de fleroma.
Sí va. Y yo tras él
porque destruyo la mandanga
por oir y ver que clama
la mujer del sustento,
mujer de nuestra carne.
7-9-1989 / Tantralia
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