Thursday, June 10, 2010

Dice Gustavo, el maestro / Frag. 45


45. «Ahí está la pandilla»

«¡Ahí está la pandilla de El Buddy!», dijo Gustavo de modo incrédulo y significativo. «Quiero que la vea, la conozca y clasifique».

Toda pandilla, en particular, ésta de larga historia, no nació con Buddy, sino que es la herencia que a él advino cuando más pacífico estuvo. La pandilla realmente nace cuando es forzada a «adoptar una actitud beligerante» contra el pasado inmediato. En Artesia Pilar, los padres de El Buddy dicen que el rebrote de desafío y beligerancia, entre sus vecinos, data de la etapa inicial de la construcción de la Corte, la nueva County Courthouse, de 12 pisos, en el área de Civic Center. Se refieren a los años de 1968-1969, o años antes al planificarse la sede.

En el barrio Artesia-Pilar, hubo en la década del '60 un filósofo que se decía la «Consciencia de Joaquín Murrieta» y , como dice El Buddy, fue el último que cantó 'raps locoz', antes que él se diera la misión. Lo conoció muy viejito, pero le dijo «la onda con este pedo, lo que hay que hacer, o cantar'. La Consciencia, como le llamaban, no La Causa, adivinaba todo y supo que vendría una época en que lo urbano, «por heterogéneo, cambiante y secular» –preciados bienes de la modernidad –, sería contrastado con lo rural, que suele ser concebido como homogéneo, estable y sagrado. «Tristemente preferido puede que sea el barrio; pero, entonces, cuando se vea al barro amenzado, hay que inducir a resistencia». Y lucharán quienes persistan en creer que el barrio rural es sagrado y que no se integrará a la Ciudad / que es Lo Urbano / «como fuerza liberadora y modernizadora» que es predicada por Aquellos Grandes Colonos» que, contrario a lo esperado, no fueron Grandes Hombres, si no los Ladrones. «Primero que no sean Ladrones quienes de veras quieran integrar tu Barrio a la Ciudad». Don Manuel y Gustavo entienden que el chico habla de The New Urbanites, herederos de los que intentan borrar los barrios antiguos del mapa.

Joaquín, «La Consciencia», citaba «La Política» de Aristóteles un pasaje en que se describe a Hipodamus de Mileto, hijo de Eurifon, inventor de la división en calles de las ciudades y, en particular, la que se haría en Pireo. Y dijo a sus pandilleros, como ya les llamaban en los '60, «ese hombre codicioso y vano, con luenga cabellera rizada con arte y vestido en todas las estaciones con túnica de lujo, ese que pretendía conocer la ciencia universal y de la republica perfecta, es el Ladrón Blanco».

Joaquín es irreverante, como los raps de El Buddy. El filósofo, fallecido cuando El Buddy cumplió diez años, lo ungió como el más listo. Lo estuvo educando en la historia del barrio, que es la historia de comunidades rurales antes de que llegaran los ferrocarriles y las bases que han sido posibles por causa de aquel primer Despojador que se llamó William Spurgeon. Con $594 en el bolsillo, viajando por mucho por las ruralías, Spurgeon espió en los valles locales; se apostaba vigilante en las fincas de Jacob Ross y Ana Chávez y un día le dijo a Doña Ana: «Te compro cada acre de tierra que tenga usted; me gustan esos terrenos que llaman la Artesia». La campesina dijo: «No vendo». Otro jovenzuelo, presente, también dijo que Logan tiene gente de resistencia y citó como heroína de ese barrio a Josephina «Chepa» Andrade. Hay un parquecito en Logan con su nombre.

Siguendo algo de la vieja historia, «la de los comienzos», dicha por La Consciencia de Joaquín Murrieta, se dijo: Jacob Ross si vendió. Metió los $594 de Spurgeon a su alforja. Se subió a un caballo y se fue. Lo que él tuvo, 74.25 acres de tierra, antes fue de Ana Chávez. Pero en ese entonces, cuando ella vendió a Ross, Joaquín no había traído al sur de Anaheim, al oeste de Orange y Tustin, lo que él llamara «La Consciencia de Joaquín Murrieta». No la despojaron a ella por boba. Sólo que no había un mensaje claro. El de un organizador. Cuando ella vendió por primera vez actuó, como se espera de una masa humana receptiva, llevada en vida histórica a convivencia. Venía muchos yankees con ofertas, y buscaban preferentemente a viudas que no sepan leer y que no sepan de negocios, que puedan ser fácilmente persuadidas de que el campo ocasiona cansacio, afea rostro y hueso. Cansa y mata a la mujer linda, poco a poco. Con ese cuento, le vino Jacob el gringo, y le birló 74.25 acres y, cuando en octubre de 1869, a éste se le aparece otro comprador, él vende y lucra. Para ellos, lo rural no es sagrado. Es negocio. Mas, sin embargo, cuando el espíritu de Murrieta y Tiburcio Vásquez, campeaban estos territorios de Santiago de Santa Ana, Ana Chávez y muchas mujeres comprendieron un mensaje. Es el mismo que imperó en los 'Sesentas cuando dijeron que harían una Corte. Era el mismo de que se lamentó Ana Chávez cuando vio que el mapa de aquella amada ruralía también cambiaría y que, en medio de su campo de Santiago, par 1870 había un tumor extraño, una manzana de 24 millas, y era en tierras que ella vendió a Jacobo y él que hizo promesa de producir liminales, criar más caballos, en favor del valle.

Ahora Spurgeon y George Wright, con su «24-square-block townsite», promocionan sus ideas; los campesinos pacíficos son una masa crédula, una muchedumbre que cree que tendrá trabajo, porque Spurgeon si hará un pueblo en el monte, querrá desyerbadores de caminos, obreros de desmonte, carpinteros, carreteros. Ellos no imaginan lo que la Consciencia dice para los campesinos californios. Por lo que Spurgeon promoviera, un sorpresivo y numeroso número de colonos vino al valle. Se recreó una nueva generación para Santiago de Santa Ana y Spurgeon, quien fue más listo que Ross, de quien obtuvo las tierras, supo que aunque las haya pagado caras al vendedor, una vez se estableciera, haría un pueblo estratégico, siendo que los grandes ranchos se habían desbaratado. Rancho Santiago fue sólo una sombra, compuesta de colonias pobres, mas la tierra era abundante, rica y barata. «No importó cuánto Spurgeon pagó a Ross; él sacará del negocio, mil veces más. El es fundador».

La Consciencia de Murrieta, ese anciano que no se murió sin antes decir a El Buddy que sea su relevo, siendo que le pasó muchas reflexiones y secretos, decía:

Un viejo amigo [ha de ser José Ortega] dijo que el asunto más importante de la historia es el compromiso entre masa e individuo. Una cosa que no se comprende si no hay una visión de lo que son las generaciones, convivencia y la vida personal e iniciadora que es capaz de oponer una resisrencia a las masas resignadas y vulgares, las muchedumbres... Buddy, yo no quiero que seas un chico tonto. Mejor es que seas extravagante... Te educar a mi manera, hasta que se me acabe la vida; ven siempre donde yo me encuentre... y te diré cosas que nunca te dirán en la escuela. Nunca me las dijeron a mí. Por eso tampoco te las dirán, máxime ahora que el proyecto de los Grandes Ladrones Blancos se ha completado y, lo primero que crearon, es el Distrito Escolar Spring.y una Iglesia Metodista Episcopal Sureña, entre 1869 y 1870... Con estos distritos e iglesias, han hablado sobre individualidades superiores, sobre hombres innovadores, gente que no es torpemente campesina, atada a su pasado... esa gente que se aplaudirán, desde ese momento, por la futuras generaciones, no escribirán la verdadera historia. Hará que olvide la guerra de 1846-1848 contra México, negarán la dominación y la marginación de grandes zonas del Suroeste, creerán el cuento de los seres superiores, siempre descritos como la gabachada emprendedora, que hará calles, farmacias, tiendas y escuelas... pero la comunidad, cuando no entiende el concepto de generación, el más importante de la historia, sólo permite que se edifique lo nuevo, sin defender lo valioso de lo viejo. La generación verdadera tiene en sí una minoría de avanzada que queda atrapada en peligros y con el riesgo de ser malentendida porque, hay individuos que siendo selectos, apoyados por las masas, son vulgares y ladrones... Construyen algo sobre los cadáveres de los familias de californios, como los Grijalva, Yorba, Peralta y Sepulveda; pero toda la novedad que construyen no la comparten, con quien le dio la oportunidad, sino que se traen como colonos a los suyos, colonos blancos, de ojos azules, de diversa tradición moral y religiosa, mejor armados, más protegidos por el nuevo régimen de derechos. Todos esos colonos en nuevo arribo se instalaron con actitudes destituyentes... Han sido antagonistas; pero, mintieron al decir que el antagonista fue el envidioso campesino al que ellos vinieron a despojar. A quitarles las tierras, a comprarlas por segundas y terceras manos...

«¡Ahí está la pandilla de El Buddy!», dijo Gustavo de modo incrédulo y significativo. «Quiero que la vea, la conozca y clasifique», le dijo a Esqueda.

Lo que Esqueda vio y oyó, el rato que compartió allí con ellos, fue al grupo entusiasta de jóvenes, principalmente adolescentes, que El Buddy reúne. Don Manuel no creyó a ninguno del mote de pandilleros. Ninguno merecedor de ser uno entre 55,000 reclusos que California tiene en sus cárcales y que operan a doble de su capacidad. Presos a quienes ya no se les ofrece el nivel constitucional de servicios de cuidado médico y condiciones de vida adecuadas. Es por este número de reos que las Cortes de California, en estos días, pidió que se reduzca este número como mínimo. En un Estado, donde el 11% del presupuesto estatal se destina al sistema penitenciario y 7% a los sistemas universitarios UC y CSU, son esas las caras, hoy atentas y agradecidas, a la que rescataría. Están, por de pronto, agradecidos de que Esqueda venga a este barrio, a decirles: «Me gustaría que todos ustedes vayan a colegio o la universidad». Mas sabe, oye de los que le comentan, que sienten que el Estado los ha considerado «as largely disposable».

«Y no es que no sepan inglés», dice Gustavo. Esta dizque «pandilla», el término de su exclusión y su desprecio generacional dado por sus acusadores, es una tan particular que es casi bilingüe; pero su idioma principal es el inglés. Ninguno de estos chicos, casi todos rapados, en ropa guanfa, ha sido encarcelado todavía; alguno si ya ha sido fichado por menores truhanerías. Casi todos tienen padres pobres o que han sido fichados. «Most of our parents labeled felons are not murderers or dangerous criminals. They are brown, very poor and paying the price of a get-tough movement driven not by crime rates, but by politics - a politics that has scapegoated the most vulnerable as a means of scoring political points», los defendió El Buddy.

En aras de aprovechar el nombre de El Salvador Park, algunas maras han tratado de hacer su presencia. La palomilla de El Buddy no los deja. Artesia no es territorio fácil para quien no haya nacido de las familias originarias. Estos gangmembers son puros californios. Les interesa el bilingüismo, su español como raíz; pero, también el inglés que trajo la gente de Spurgeon y ya aprendieron. Son pochos; pero, hablar bien español entra en sus cuentas porque así lo enseñó El Joaquín. El espíritu de Murrieta. La Consciencia.

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