Saturday, June 12, 2010

Dice Gustavo, el maestro / Frag. 48


48. El payaso, o el amigo del renco

Artesia Pilar es una localidad determinda. El Buddy lo llama Mi Barrio, su territorio pandilleril. Gustavo percibe que hay un cierto amor social en sus denominaciones. El no es el primero ni el único que ha amado a ese barrio. El Buddy lo sabe; pero Gustavo va a recórdarselo con un lenguaje nuevo para que él vea que, a menudo, la invocación de territorios se convierte en el reclamo de «ningún sitio», porque una verdadera perspectiva no es utopismo. Los utópicos son quienes, en aras de caprichos, estériles deseos, proponen soluciones falaces y extremas, meramente antagónicas. «Uno no se puede olvidar que el espacio está lleno de cosas, de gentes, de posibilidades, y hacer abstracciones de consciencia en torno a éste. No hay espacio absoluto aquí en la Tierra de los hombres. No hay comunidades absolutas, sino lugares poblados con mucha mescolanza impura y es desde ese espacio, o localidad determinada, que hay que describir el mundo».

Con la gente que se puede trabajar, inventar formas de servicio, es con la gente armónica, no con la que está peleada con las condiciones que la realidad impone. Gente peleada e incómoda, incapaz de hacer una crítica a la realidad, por estar obsesa, enojada y deseosa de caprichos unipersonales, es la gente que Gustavo tilda. como Ortega, de muchedumbre voluntariosa. Veletas que el viento lleva a cualquier lado y a tal gente, tarde o temprano, la localidad determinada, el barrio, deja de importarle. Se van con lo que venga, sea bueno o malo. «Mas la gente como tú, mi Buddy, es la gente que quiere ver algo y hacerlo desde algún sitio y muy concretamente. Eres de la gente positiva que propone una perspectiva».

El Buddy es un chico, con 18 años quizás, que ha sacado valor ante su generación para «glorificar» a su mentor. Un viejo veterano de Corea, recién fallecido. Hubo quien dijo que fue uno de los primeros «pandilleros», o «renegados» del barrio. Cuando regresó de Corea, estaba lisiado y parecía lleno de resentimiento. Se opuso a los reclutamientos obligatorios para el servicio en Vietnam. Llegó a vestirse como un hippie. y, desde esa modalidad, «haz el amor, no la guerra», pasó el mensaje pacifista en su boca. La policía lo intervino en varias ocasiones, mas lo daban por un veterano desquiciado y excéntrico. Posiblemente, no lo fue. El Buddy asegura que ese vetarano era un chicano. Un hombre culto. Un cojo que se fue dejando crecer las barbas, como si fuera una «manda», o promesa al invocar sabe Duos a qué dios azteca. Era un hombre blanco, con ojos azulinos, que no tenía que invocar a indígenas ningunos. Leyó inclusive a los ateos, a marxistas, a heterodoxos y, cuando lo sorprendió la Guerra de Corea, era universitario. No terminó sus estudios; pero el hábito de leer no lo perdió. Se encerraba en su casa, cuando creyó que no se levantaría de una silla de ruedas, y se leía a Ortega y Gasset. Ahora es El Buddy quien tiene, por obsequio, los tomos de la colección Austral de sus libros favoritos: La rebelión de las masas, El tema de nuestro tiempo, El libro de las misiones y Tríptico: Mirabeau o el político.

«Si te lees todo eso, te admiro. Ya sé que has comenzado. Cuando nos reunimos en el parque El Salvador, nos impresionaste a todos. Yo te comprendía porque ya también leo a Ortega. Influye mucho en mis ideas pedagógicas», le había dcho Gustavo. Mas este día que vino a regañarlo, por defender el concepto de pandilla y territorio, prefirió que él hablara sobre su glorificado, al que llama la «Consciencia de Joaquín Murrieta».

«La escuela no enseña nada. El Veterano era mejor maestro. El vivió la muerte. Lo dejó lisiado la guerra», dice El Buddy. Y comenta que lo vio, tras la muerte de su jefita, de la que dependió, hacer el esfuerzo por caminar aunque sea con una muleta y cojiando, para ir a citas a un hospital de veteranos.

«Bueno. En realidad, la escuela está en todas partes y, un poquito de la escuela, son los padres, vecinos, libros y, sobre todo, los buenos libros y vivir intensamente y con amor... ¿Sabes por qué no te expulsaron de CHS? ... porque les convencí que eres un lector excelente. Y desafié a educadores, de esos que alegan credenciales y maestrías. Solicté que se ea que se enfrenten a tí en torno al tema tan específico como es teoría de la comunidad y la sociedad, repasando los conceptos de Ortega y Gasset... y no aceptaron el reto. Tuvieron miedo. Se quedaron con sus currículos pobres, con lo que aprendieron alguna vez y ya no han vuelto a tocar, a rexaminar, o leer cosas nuevas, que no sean enseñar el temario técnico: que el muchacho se esté quieto, callado, pasivo en el aula y viéndolos como autoridades en programación de la conducta mientras echan eso que llamas 'basura' en tu cerebro... Creo que tú, en el futuro, puedes ser un gran dirigente comuntario, o un excelente maestro, o director escolar. En las escuelas del distrito, los maestros y administradores escolares deben surgir de sus comunidades para que no ocurra lo que ocurre, que son tus maestros lo que devalúan como persona y ellos no aprenden jamás algo de tí. Te recordarían, si acaso, porque te estigmatzan con un perfil de cholo, o gánster. Que vas a la escuela con una camiseta y los pantalones a mitad de la espinilla, demasiado anchos para su gusto; pero eso, por cierto, no es meterse dentro de tu cabeza, tu intelecto, tu corazón de líder nato, incipiente, alrededor de quien se reúnen veinte o más chiquillos. Es tan cómodo, para esos maestros que te juzgan, sin valorar, decir: 'ah, ese cholo de Artesia, el rapero'. ¡No es jisto!»

«Cierto. Lo que me dicen es que soy payaso».

«En ARC me dijeron: Sí sabemos de él, es el amigo de un Veterano, cojo y desquiciado qjue había en su barrio... Mira sí es injusto que para desacreditar a ambos, que seas un amigo del primero no tiene mérito y yo les dije: Esta nación pide patriotas y, cuando ese veterano viene lisiado y triste, el homenaje que se le da es llamarlo 'renco y loco'. Eso no es respetar a quienes dan la vida por la patria, sea en Corea, Vietnam o la guerra del Golfo», agregó Gustavo.

«Así es, vato».

Indice
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Indice / Novela de tesis / pedagógica / 1. Preámbulo / 2. El Estado Dorado y Exitoso / 3. ¿Cuál es «El divino tesoro»? / 4. La cazapremios que vive entre ratas / 5. La llaman Meteorito o La Gorda / 6. «Usted es un progresivista, no un trascendentalista» / 7. Dos papas podridas / 8. El certificado de defunción / 9. Un demonio vestido de santito / 11. El hijo de un guerrillero / 12. La exportación del miedo / 13. «Soy de donde mejor me convenga» / 14. «Y de mí, ¿qué va a decir?»: La Shakira / 15. En el submundo de la Rosa Salvaje / 16. «Los marcianos llegaron ya»: Miss Meteorito / 17. «Tras viciosos, malagradecidos»: Rosie / 18. Cruzarse de brazos / 19. Sobre conejas, premios y el Título X / 20. «Por amor a mi cantón»: El cholo / 21. «Naomi, ese hijo pudo haber sido el mío»/ 22. ¿De qué sueño americano estará hablando? / 23. El sabotaje y la historia / 24. El desaliento / 25. El toiletazo y los 'Homies' / 26. Se harán averiguaciones / 27. El robo y la palabra del día / 28. En defensa de Fa Boulon / 29. Gustavo y el padre de Fa Boulon / 30. El régimen de vigilancia / 31. El detalle de 2,000 caballos muertos / 32. «¿Lo expulsan por feo?»: Gustavo / 33. «Para despolitizar este asunto»: Frazier / 34. Vivencias del padre del alumno laosiano / 35. Por un poquito de digndad, no quiso la etiqueta para sí / 36. En el terror de una micronación / 37. El régimen de la secretividad / 38. La fotografía de la Princesa / 39. El equívoco del investigador / 40. Fa Boulon, la Princesa Bui Dou y los padres / 41. La amistad y la política en el plantel escolar / 42. Amigo es el que aprende a oir / 43. Conversaciones magisteriales / 44. Vatoz Locos / Pájaros locos / 45. «Ahí está la pandilla» / 46. «Cuando el barco se hunde»: Manuel Esqueda /

49. La pandlla como utopía

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