Thursday, October 09, 2008

El escondidazo y la Nomología del Semen Infinito



Supe que Sodoma será destruída, una y otra vez. Leí Génesis y la vida de Lot. Mami dice que la Biblia purifica la imaginación. Por eso, me gustaría... no, no, sacerdote católico no. Sacerdote como El Aguila, nahualtin como tú. Eso es lo que yo quisiera ser.

Ya sé quiénes serán barridos de la tierra. Mucha gente de la que conozco será barrida. El Gran Payaso me engañó tres veces y el Gordo una... de modo que temí que se me castigara por la Mano de The Hidden One, el Escondidazo y aquel que es el Gran Uno, inmanifestado o manifestado. Ahora sé que no seré barrido. Lo dije al Gran Payaso... Grité mi Te odio, por primera vez y temió. El sabe que los ángeles existen.

Me dijo. «No lo haré más. Esta será la última vez».

Hicimos la ceremonia de la resurrección del pájaro caído. Yo, con mi cipote, y él con el suyo. Cuando levantó el pilar y estuvo a punto de venirse, sopas, pendejo que fui. Me lo atoró otra vez donde el sol no me alumbra, se meneó un ratito y me derramó su leche encima de las nalgas.

Siempre me duele tantito; pero, mientras él me coge, me gusta. Es después que me da sentimiento y me odio, me odio... Ven, Cefalino. Vamos a bañarnos otra vez. Estamos sucios, muy sucios...

2.


¡Puede que mi cuerpo sea una vasija de deshonra; igualito que en Michoacán; pero yo sé que tengo mi espíritu! Lo quiero. Lo presiento. Lo invento. Por lo menos, acerca de ésto él nunca me engañó. Tengo espíritu y fui lavado por la sangre del Redentor. Sé que mi Redentor vive. Yo fui elegido. Aleluya, aleluya, aleluya...

Al final, se me dijo: Créelo. Tienes espíritu. Es lo único cierto. No hay rituales ni formas de adoración establecidas por Melquisedec. Todo es pantalla. Teología fatua. Ni las religiones de Atum ni Ptah ni todos los sacerdotes ni misas justifican las inmundicias que cometí contigo.

Lo perdoné por miedo. Le dije: Gracias.

Entonces, ya ves, con el tiempo lo odié, igual que ayer. Mucho más porque él tuvo otros chavos. Dos o tres. Siguió con ellos, seduciéndolos, engañándolos, ofreciéndoles dinero. Yo nunca fui prostituto. Lo hice de oquis. No acepté dinero. Ni siquiera buenas calificaciones. Quienes se vendían o se compraban, otros fueron. No yo. Y a todos él pago, menos a mí.

¡Entonces yo no fui rico como soy hoy! Llegué a ir a la escuela sin comer. Yo fui pobre, Cefalino, igual que tú. Hoy soy menos pobres, pero tengo muchas tarjetas de crédito y dinero en el banco, ¿sabes? Mami dice que es poco; pero mis hemanas me dicen que es mucho. Que nunca se me acabará. Y tenemos dinero en España y en Francia. Pero si me dijeran: Déjalo todo, porque Lomas de San Angel, El Pedregal, todo Coyoacán, serán barridas como ciudades de perversos, me voy de volada y no miro atrás como Sara o mi hermana Alma que fue culiada por milico y convertida en estatua de amarga angustia, granulosa.

Del colegio yo fui el único shangu verdadero, el único de los futuros sacerdotes que invocó a las deidades bisexuales de los egipcios y sumerios. El Padre Vicente dijo que sólo yo discerniría las cosas bonitas del espíritu, hasta rechazar los inventos de la Teología y las vanidades de la carne. Recuerdo que me prometió aún más revelaciones y yo persistí por una mezcla de cobardía y amor. Puse fe en cada una de sus palabras. Quise ser Giparu, rey sacerdote, como él.

En ese tiempo, yo comulgaba. Decía oraciones en la parroquia del pueblo. Quise ser monaguillo. ¿Te dije que yo quise ser cura, Cefalino? ¿Te dije que yo fuí católico? ¿Te dije, te dije?
En secreto, porque él fue mi maestro de matemáticas, me explicó la visión del sace
rdocio secreto, más alto que el de Aarón y Leví. Y yo creí, ¡qué imbécil!, credulachamente, igualito que los vecinos de Sodoma cuando creyeron que el Padre Perfecto, el Originador, nace de exprimirse el pito con la mano y de las lunas fálicas de Min.

Así, culera y pinchemente crédulo, fui.

Aquellos que fueron amigos de Lot, cuando él fue prisionero de Tidal, sobajado de Arioc y despreciado de Amrafel, creyeron lo que fue mentira y descreyeron lo que fue verdadero... Creyendo, creyendo, nos ensucian el corazón también, hoy más cruelmente que ayer, porque nos creemos más espirituales, no siéndolo.

¡Pero serán barridos con la escoba de Dios en el Mes de las Escobas!

Después que dejé Morelia y me alejé de él, supe que nuestro culto del Gran Uno (Wr) fue opio, tarugadas con que se me mantuvo dócil y cómplice de blasfemias. Salió su foto en la revista Alarma, acusado de blasfemo y satánico. El Padre Vicente tenía ídolos de piedra y me engañó con objetos históricos, réplicas arqueológicas, como las que Alma compró en Tierra Santa. Cosas que no son Dios, sino pedregales y basurales.

Pero, hace muchos años, él dejó la iglesia y el colegio. Se preparó para caer y morir... ¡El fue de los peores shangu, el más falso giparu! Aleluya, aleluya, murió. Valiente fue quien lo mató.

¡Yo no tuve el valor, soy tan cobarde! Te digo que lo odio todavía. No debo odiarlo, porque soy salvo por el Redentor. Mami me dice que deje los rencores para que Dios se apiade de mí y me cure de la ansiedad. Tal vez, tal vez sea como ella dice.

Sí, pinche cabrón, te odio por engañador e infiel...

Por años, al no recordar ni su rostro, me imaginé que lo perdoné. De palabra le dije: te perdono. Cuando lo dejé, ví lágrimas en sus ojos. Lloró como cocodrilo para más engaño de mi alma y yo, por tonto, lo perdoné para no verlo llorar...

El Dr. Maltzman te saca los secretos con una técnica que se llama the arousal theory: recall of repressed material y te quita los recuerdos, sin hipnotizarte. Te saca la rabia que tienes por dentro y uno se da cuenta de que uno es odiador, tipejo con la misma hechura que mis semejantes. Gran cosa es the arousal theory. Perversos como el Cura Vicente, usan la autoridad y la voz de los demonios, te hablan como los siquiatras y te da un pinche miedo. Sueltas la sopa.

¿Y el Gordo? ¿Dónde estará, por qué no lo mataron también?

Hay memorias que olvido y que explican mi puto pasado. Ni aún al doctor Maltzman, yo dije voluntariamente que yo fui puto. Me sacó la confesión con The Arousal Theory, con The Recall.

3.


Cefalino, no se lo digas a nadie. Te lo digo porque a tí nadie te cree, excepto yo. Si yo aprendiera esa técnica, sería temible. Podría robar los secretos a la gente. Jean Pierre dice que sabe esa técnica. No creo. El paga sus informantes, se entiende con detectives. Mas nunca sabe. El mundo es muy confuso y la gente muy cruel...

Hoy yo soy más valiente que ayer y no sé la técnica. Tal vez tengo una visión de la fe y la esperanza. Tal vez, es cierto, tengo la memoria del espíritu, que me consuela y me sana y ya ves, cuando me baño muchas veces, nacen los peces en mi piel. Veo las luces que tiene el agua y sé que El Escondidazo me lava.

Bañarse es renovar el bautismo en Cristo, el Pez.

A mi casa iban las turbas, gentíos de pecadores. Trataban de romper las puertas cuando yo estaba solito. ¿Sabrían que yo soy cobarde? Tuve miedo que me hubieran visto con el Padre Vicente y que, en grupo, espiaran lo que él me hacía.

¿Vendrían a burlarse, a decir a mi madre que yo fuí joto?

Mi padre me habría matado. El baturro fue machista.

Fui desobediente. No fui al colegio. A mi mamá dije que tenía dolor de estómago. Le mentí. No tuve dolor. De niñito, odié la pinche escuela. Y mi maestro me vino a buscar, el odioso cura... ¿Sabes, Cefalino? El Gran Payaso no fue demonio ni ángel como yo supuse. ¡Qué bueno que lo mataron! ¡Fíjate qué feliz estoy con su muerte!

Quisiera bailar y cantar... Que Alma estuviera aquí viéndome platicar contigo, viéndome sano, lógico, contento, sin miedo a nada. Llamaría a todos mis amigos y les diría que me curé para siempre, que no tengan miedo de mí. Ni lástima ni pena. ¡Estoy sano!

Veo todos los colores, recuerdo los mandamientos, opino sobre cualquier tema, no veo fantasmas... ¡Ah, Cefalino, son los ángeles que me sirven, Dios perdonándome, la gente amándome!

A la edad de 9 o 10 años, sí, yo pensé en matar. ¡De veras! Matar a mi padre, el borracho. Yo muchas veces pensé en matar. ¿Por qué no maté al Padre Vicente cuando visitó mi escondite? ¿Por qué él me rescató de las manos de la turba? Tuvo más poder que ellos. Les dijo: Váyanse a la chingada y le hicieron caso. Vieron los ojos de fuego que él tiene y temieron, igual que yo cuando se los miraba.

¡Ah sí, por eso no lo degollé con el machete! Lo pensé muchísimo.

Puede que yo haya sido muy cobarde a los 9 años. Ah sí, pero fui muy odiador; especialmente con él... Lo que importa es que no he derramado sangre de pecadores.
Y que él está muerto, ah sí. Y que recobré mi razón.

Ahoritita soy feliz y el Pez, con lunares y pecesillos, sanó mi mente... ¡Qué bueno es Jesús-Dios conmigo!

Cuídate, indio cambujo, de la histeria. A mí, te digo, se me olvidó la mitad de lo que supe por andarme de histérico. ¡Entonces, por tercera vez, amé al cabrón como si no lo conociera! Es lo malo de ser histérico: te embrujan con olvido y confundes el perdón con el olvido. Pierdes la firmeza de tus piernas, te asustas y te imaginas que eres más cobarde de lo que eres. Te atan, te chingan. Te la meten doblada.

¡No, no, tú si tienes tus imbecilidades, Cefalino!

Un día El Aguila que habla te investigará, Cefalino. Tú no estás a salvo. Si has mentido, te hollará la cabeza como a la serpiente más rastrera y te sujetará si eres un inmundo engañador, remedo de escorpión...

Es que tengo que ser abusado. Mucha gente viene y dice: Soy la Divina Pomada; soy tu amigo, te quiero... y son buitres, gansos, huevos pudridos, como dice Jean Pierre. O moscas en la plaza... Y el Aguila sabe que tuve que patearte las bolas por andar de ofrecido, chupaverga...

Tú sí que me sacas de onda. A veces eres muy necio y me platicas chingaderas de gente naca y pecadora. Eres vulgar, te pasas; pero yo te tengo lástima, porque eres pobre y siempre estás hambriento y sucio... Sin embargo, aquel señor supo que fui su mejor alumno y que no vendo mi culo por dinero, aunque tenga hambre. El dijo que yo sería el sacerdote perfecto. Estudioso, manso, apacible, perdonador.

Mis dioses están enojado contigo. El Supremo Acelerador echa chispas. Ayer platiqué con el Padre Enaltecido. ¿Cuál es la misión que él me encomendará? ¿Buscar al Gordo y matarlo? Eso pensé. Pues no. Dios no quiere a los violentos. Ni a la gente sucia.

¿Saldrás conmigo? Pues, no me repliques. Usa mi baño. Aséate, Cefalino... Ven. Vamos a bañarnos. Estamos muy sucios, muy sucios...

4.


En mi casa de Morelia, el sótano es pequeño. En realidad, no fue un sótano como éste. Era un cuarto de almacén, lleno de plátanos, de viandas y baúles. No tenía gimnasio. Ni espacio para pintar. Si Jean Pierre se queja de que este sótano es pequeño, ¿te imaginas mi sótano de Morelia?

Era nomás el escondite de emergencia. Cuando llegaban las turbas, ahí me iba. Me quedaba muy calladito porque los gentíos venían a matarme. ¡Ay, si mamita me hubiera creído! Se enojaba conmigo cuando le hablaba sobre mataderas y cristeros. Hasta me pegó varias veces por hablar de que me querían matar.

Te matas, grillo, si resbalas. Saltarín, mira y tén cuidado. La ballena está en el sótano. Te mueres, comegén, si caes de la ramas y miras hacia el Monte del Disturbio, un pozo por ombligo orinado de plata, mojado de cristales. Has derramado la vergüenza levítica sobre el Valle de Sidim. Gomorra en concúbito es una tierra de hipedónicos. Sodoma es más ovárica...

Allí ví a los ángeles que repartían la oxitocina. Y al INAH3. Daban voces en las colonias... Mamita Cata y mi hermana dijeron que teníamos que irnos a Coyoacán. Y uno de los ángeles que, me advirtió de la partida, se presentó y dijo:

... Prepara tus más blancas manotas y sacrifícalas en holocausto de quarkonium para Melquisedec. Charge parity and time symmetry could be violated. Manipula el zipor termógeno, haz hoy excepción, porque tengo una misión que darte. Casquetéate los soles, porque Ya-ve, ya ví, Geo, bah, pamplinas, que los infieles dicen que eres maricón y Ya-ves, ya ví, que no lo eres y eres fiel al que ha sido DNA de vida y Magnificador y Supremo Acelerador... y él se enojó con los lilos con garrotes de rosadas magnolias y de gestos obscenos, pero de tí tendrá compasión.

De modo que escapa y no mires hacia atrás... y tén en cuenta que de las hijas del Fiel, que van a los congales y se deleitan en más turbación, en ... pláceme con el rectus, o morís, horizontal, phallus impudicus... El no tendrá lástima... phalo, phalo... palo bonito, palo es... gaia ia ia... La Gaia fugaz se culimpina, so pena, in positionis supina, de verse atorada... y él no tendrá compasión. A donde quiera que vayan, las matará como a moscas... Y no tendrá compasión.



Y ésta es la Nomología del Semen Infinito que te revela el que tiene dedos de infrarroja magnitud y algas ultravioleta en las verijas. El señor de los protógonos, el que satisface a las járites y las llena de INAH3, susurrándoles a los oídos, para que penetre al lóbulo posterior de la hipófisis el ritmo de la contracción uterina, dice: Más vale pájaro en mano que succión por la boca de los caganidos...

Yo, que no amé a mi padre, no me atreví a matarlo ni a burlarme de él. No es bueno que la gente, el pueblo donde nacíste, critique a quien te dio la vida.

Honra a tu padre y a tu madre para que tus días se alarguen en la Tierra.

Son buenos consejos. Síguelos, si quieres, y si no quieres, pues, véte y no seas mi amigo.

Todo lo que inspira el espíritu, según dijo el Padre Vicente, origina la profecía. Yo lo creo. El espíritu se nos dio para que ofrezcamos algún servicio muy ingrato, pero necesario: ¡anunciar los grandes cambios de la Historia!

Se paga un precio duro por ser profeta. Es malísimo pedir cambios al que no quiere cambiar por su capricho. O por ignorancia. O por no estar preparado. Se aferran a lo viejo, al pasado. Y te encaran como enemigos. Pero, en boca del hombre con espíritu, es que la profecía despliega su autoridad y da castigo al que no oye.

Sé que soy profeta. No sé qué voy a anunciar, qué cambio debo informar. Soy un profeta sin trabajo, sin mensaje, aprendiz tal vez. ¡Lo triste es que lo soy y el mundo lo sabe!

Estoy contento con serlo, pero me gustaría que nadie lo supiera. Nadie es profeta en su tierra, ¿sabías?

A lo mejor me tengo que ir de México. Y profetizar con los chicanos y los negros porque los indios como tú no hacen caso.

Recuerdo que me escondí en el sótano al escuchar la turba que llegó. Fue el día que mentí con la excusa del dolor de estómago. No tuve tiempo de vestirme. Salté de la cama nomás, sin pensar en el frío de la mañana. Temí por mi vida porque yo estaba solo. Todavía no sabía que soy profeta, conste...

El viejo bigotudo me halló con mis calzoncillos, semidesnudo, friolento detrás de unos fardos de viandas. Ni camisa me puse. Escuché cuando la turba se largó. El corrió a todos. Oí el vozarrón del cabrón. No sé cómo supo que me escondí. Se brincó una barda y halló la entrada a mi acogeta.

Me gritó: «¡Muchachito, ven acá!»

Vino derechito a buscarme después que los gentíos de pecadores se espantaron. Sí, pero con la furia de su voz, él amenazó con quemar vivos mis huesitos si no daba la cara.

No. Un ángel del Padre Enaltecido no dice las cochinadas que él me dijo. ¡Todo porque no fui a las clases que él daba, Historia Sagrada y Física!

Para que no gritara más, salí de mi acogeta, arropándome con un costal vacío. ¡Ay, la pelusa sucia me dio asco!

«¿Estás desnudo?», preguntó y dije que no. El jaló el costal para verificarlo.

«¡Ay, cochino, pajudo, ven acá!»

Después me agarró por los hombros y como una pluma me alzó. Me sentó sobre una mesa de herramientas. Sobre la misma, a mi lado, había un machete y otros aperos con los que él podría haberme matado si eso hubiera querido. No lo hizo; yo sí pensé en matarlo, Dios santo, y agarrar el machete y tirar tajos contra él.

El tal vez no. Lo que hizo fue sacudir la pelusa que el costal dejó sobre mi barriga. Me sacudió la pelusa que cayó sobre mis muslos y manoseó mis carnes hasta que no hubo pelusa sobre mi cuerpo ni sobre mis calzoncillos.

Mi voz se perdió por el miedo. El ya había tenido noticias sobre mis amnesias. El coraje me enferma... Y esa mañana él me reventó el cerebro, los hígados, el alma. Se comió mis recuerdos. Me chupó mis lunares. Me robó la voz.

Ahora sé que los demonios tienen ese poder. Con sus manotas, empujándome, el demonio vestido de cura, me tendió sobre la mesa. Cerré mis ojos. Esperé una puñalada. Imaginé su violencia poco a poco contra mí. Con lenguaje que jamás utilizara en las aulas, dijo los insultos más chuscos. Hizo amenazas de quemar mis nalgas y extirpar mis testículos con los dientes. Y temblé por la gratuidad de su hostilidad y creía lo peor.

«¿Por qué me castiga usted?»

En sus clases, yo llevé las mejores calificaciones. No ofendía a nadie, no molesté, no abrí mi boca. ¿Por qué me lastima con sus palabras y gritos? Por eso, como otras veces, lloré sin que nadie lo oyera, sin lágrimas. Dentro de mí. Y él lo supo...

Entonces amé su silencio.

«Yo sí te oigo llorar, pequeñuelo», me dijo.

Y con esas rudas manos, con que él construyera muebles, habitaciones para el colegio y sembrara la tierra de los jardines, en los ratos de ocio, o se jactara del ministerio práctico especial, o se batiera a los puños con borrachos anti-españoles, me acarició como si fuese un bebito. Frotó su rostro por mis muslos. Sentí los pelos duros de su cara. Apretó mis nalgas hasta dejarlas coloradas. Mi piel se me puso chinita.

Cuando me bajó los calzoncillos, ya tenía mi verga parada y pensé que él chuparía. Me habría suicidado. No. Tendría que matarlo, medité. No supe quién entre los dos, yo o él, fue más inmundo. Me sentí tan culpable como él. ¡Pero, él me chupó la verga y yo no me maté! Quizás por eso sufrí. ¡Por cobarde! Por eso no fui profeta antes de hoy... ¡Por cobarde!

¿Can, tepocatl?

No sé, yo soy feliz con sólo caminar por los jardines. Ayer leí sobre las naked girls, Járites y Gracias. Me gustaría participar en una Danza de la Lluvia... Ya te dije. Hoy soy más libre; he sido vindicado divinamente. El enemigo ha muerto. Ahorita puedo ser feliz y comenzar a ser valiente y útil. El Padre me ha enaltecido. Cada vez que los demonios mueren, el Padre se enaltece y El Escondidazo se manifiesta y da valor al guango y pendejo.

Los ángeles festejan a los que aman. Hoy me siento muy amado por los ángeles. Hay un demonio menos. Y veo mis doce lunares sobre mi cara. Veo a los Mensajeros divinos. ¡A los reales, a los que ya son parte de la Luna y el Sol!

Fíjate, qué bonita está mi verga sin las hormigas ni la condenación. Te digo, me repugna soñar con hormigas porque me gustaría ser casto. Jean Pierre no quiere que yo sea casto. Ni tú, yo lo sé. La castidad da un raro orgullo y fortaleza. He recuperado mi osadía.

Mucha gente no quiere que yo sea casto para que yo sea blando y pueril como mujer.

La Zona Rosa está llena de juaniquillos de Goim, puros putos, hieródulos de ácido y caganidos de Tiro y Sidón. Jean Pierre sí tiene razón. Dice bien... Cuando yo estoy pinta que te pinta las cosas que El Aguila me pide, o haciendo retratos del tlacuilo Silencioso Tranquilazo, Jean Pierre critica a los judíos. Son los capitalistas detrás del proyecto de fundar una universidad de sodomitas en Lomas de Chapultepec. Los gamberros de Sodoma, invasores de los islotes prometidos, no se han ido de la Tierra. Mucho falta por barrer... A lo mejor se quedaron en ciudades impenitentes y no murieron en Sodoma ni Gomorra.

¡Ay de ti Corazin! ¡Ay de tí, Betsaida! que si en Tiro y Sidón se hubiera hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que sentadas en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido.

Tal vez el D.F. es una ciudad impenitente y la misión de profecía es avisarlo. Hay espíritus demoníacos, no sujetados, que están en la Zona Rosa. Yo tengo la potestad de hollar las serpientes y los escorpiones. Soy profeta, ¿recuerdas? y esos poderes los tengo. ¡Sujeto a los espíritus malignos! Mañana quizás no me sienta tan valiente como este día. Voy a tratar de que sí, sino acuérdamelo, Cefita.

Me siento como el mensajero del Magnífico de Lot...

Ya estoy curado. ¡Quiero bailar, cantar, hasta cagarme!

¿Qué me importa que el doctor Maltzman crea que no estoy curado? Dirá que es la luna, dirá que es una catatonía, una euforia neurótica...

12-02-2000 /
Leyendas históricas y cuentos coloraos

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