Este Martes de Pascua
la calle amaneció llena de muertos:
niños descabezados, mujeres
con los ojos brotados por espanto,
lanzas atravesadas en sus vientres,
hombres con sus brazos cercenados,
lomos y espaldas clavadas a cuchillo.
La Iglesia de Palermo ardió en llamas.
Las vulpejas están alborotadas en los montes.
La calle está vacía como un silencio,
pero millares la poblaron en la víspera.
Hoy queda el dolor y su viscosa muerte.
Víspera siciliana: la matanza.
2.
¿Quién explicará lo que ha pasado
a los ojos de las zorras en las cumbres?
Han advenido al paisaje de estos entes,
¡y qué sorpresa! ven en su entorno
y no lo creen: ¡verdad: más salvaje
ha de ser que lo creído!
Esta desmesura, si es civilización,
bien se la coman los buitres de otro reino.
Han dejado por carroña y por despojo.
¡Demasiado!
Que lo expliquen a ellos mismos,
a los que se llaman seres espirituales.
Que lo explique Carlos de Anjou,
el Rey de Nápoles, a las generaciones futuras
de Palermo, que lo explique Pedro III
a los aragoneses y a los protectores
del espíritu, los valores,
y verdades eternas,
los dioses y las cristiandades,
y los zorros del estero,
seres naturales de pantanos,
hijos de madrigueras
y lunas y menstruo,
no queremos saberlo.
3-2-1976
Del libro Las zonas del carácter / Sequoyah 1 / Sequoyah 2 / Sequoyah 3 / El hombre extendido
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