... No me tientan las fornicaciones y adulterios pues mi carne se aquietó tras la muerte de Cruspa, mi mujer: Lope de Aguirre, en texto de Miguel Otero Silva
Había olvidado que hay
(y siempre hubo) tantas fantasías
que la carne discierne.
Tus besos, por ejemplo,
que predican la realidad a los músculos,
la dulzura de tus endorfinas en tus labios.
¡Ay! pobres de los que no mencionan
que el amor existe.
Yo lo haré, Cruspa,
yo, porque te he amado
con el viento de marzo,
con mi pata coja,
con mis ojos fieros, abizcados,
con lluvia que me desvela
y sobre la alfombra verde del prado.
Tu piel es suave,
más suave que el mundo,
menos esquiva que la justicia,
el rey Felipe V y sus gobernadores,
el amigo en que confiara, Inés
o mis marañones.
Existes, Amor, haya palabra o no,
para identificarte
y voy sensualmente
por tu adjetivo y tu verbo,
por tu cuerpo de onda,
por tu ser y sus partos...
Del libro Lope de Aguirre y los paraísos soñados / Sequoyah 1 / Sequoyah 2 / Sequoyah 3 / El hombre extendido / Heideggerianas
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