del fantasma. ¡Fin decantado del Sacro Imperio Romano,
imperio que nunca fue sacro! ¿Por qué no se sepulta
la razón del imperio, su codicia, y se exorcisa
un slogan, Roma-ramera-Papado? Nada ha cambiado.
¿Por qué son tan ingenuos los que festejan
y proclaman que el fantasma está vencido?
¿Por qué tan conformistas con el ocaso, si es mito?
Nada ha muerto. El imperialismo reviene en camuflaje.
La oculta envidia de Albión le halló traje en las cortes.
Un nuevo afán timócrata va en volandas
a embaucar al mundo, con gesto ultramundano.
Para la guerra global como embeleco se turnan
los violentos, siempre vuelven, resucitan y en nombre
de Dios y sus valores, piden el fin del mundo, la Némesis
o el Nuevo Orden. Mas no ha cambiado nada.
Hay ambición de territorios, belicismo por todos los rincones
y prácticas financieras predatorias, chantajes, menosprecios,
renovadas formas de espionaje, cadalso y exterminio.
Del El Libro de la Guerra / Obsesos del gran consumo /
Poetas del Mundo
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