Sin la comprensión de otros,
¿qué haré con la ofrenda que cultivé
en el campo, a quién llevaré mi serenata
de ñames, yautías y calabaza?
¿A quién diré: Con bacalao adereza
este plato de sustento?
¿Ante mi vits, patearás mis ditas y jitacas?
¡Oh, porque soy Caín! El que no sabe ser bueno.
El que no comprende tus razones
El que es fácilmente el ser.
No su justicia. El que perfecciona la barbarie
cuando se cree morderno, o más civilizado.
Es tan difícil hoy el sentimiento.
Es tan distante hoy tu Tiempo Sagrado
y tu Lugar de Claror, oírte en las hierofonías,
en las nostalgias mismas del origen.
Es tan difícil hoy que te aparezcas
en manifestación tan santa e inefable;
ya me díste este realismo vulgar de lo lineal,
lo histórico, el sello cotidiano de una bestia.
¿Qué haras con la cocina de mi fruto
y si eso haces, que no gana bendiciones,
cuál es el nombre que me das, a dónde y cómo
y por qué me habré de retirar, cuando ya no hay
serenidad en mis despojos, y mis manos toscas
se cansaron y el frío es tan intenso, que no hay
control empírico que me satisfaga y soy lo más burdo
de la tierra, lo mós oscurecido, un cascarón
de mi propio esqueleto, un dolor en tu horizonte
tan dulce, cómp ha de ser la hazaña de volver
a quererte, el regreso, la comunión, el pilar
de la misericordia armonizada con tu conocimiento?
2-12-1983 / De El hombre extendido
Las ideologías / Meditación del ser / La paliza (cuento) / Kim clin clin (cuento) / Lamiae
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