Monday, December 31, 2007

La zona mística





Si esta zona mística del alma,
nave bogante, la mía, caballo brioso
hacia la patria celeste, no se cuaja y naufraga,
si el animal se desboca, no diga ni el ángel ni dios
que no anhelé la rienda bien tomada ni el timón…
yo ¡carajo! hice lo que pude. Siempre
quise ser el navegante, aquel que persevera
y rema más que otro y salva soledades
con la misma pasión que a pasajeros.

Quise ser el jinete victorioso.
Uno con alas, uno que da al animal
su gozo, su kavanot, sus intenciones.

Sé que soy carne y que soy alma,
sé que no todo se me dará a la mano
tan gratuito, pero acaso, ¿no dije yo:
Bendito sea?

Sé que el corcel es vehículo
y que el corazón resguarda su propias intenciones.
Todo es viaje a la novena de las rutas iniciales,
todo es un salto donde Nukva sonríe y
se da su presencia y sentido
porque yo, quien admito autoconsciencia,
sin ese femenino no me encuentro.

El semblante pequeño de mi sueño
es quehacer no rutinario de destino
y le debo un esfuerzo, mi vuelo,
mi barca sobre la mar y ese remo del Zeir Anpin
por quien procuro mis originarias bendiciones.
Del libro Teth, mi serpiente

Cuando estoy enamorado / Narrativas del Yo Cesativo / Un destino hermoso

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