Saturday, December 01, 2007
El hombre quieto y pobre
Antes yo, sin ser feliz,
era un pobre tranquilo, arrinconado.
Como un santón cantaba
todo el santo día y, agradecido
de mis pilchas, mis harapos, suspiraba...
Yo en nada dí pie con bola
ni en nada ni con nadie.
Quedaba de una pieza
con cualquier artilugio de la tarde.
En pobreza hallaba mi piedra de amolar
y mi historial progresivo de pimpollo
enfrentado a la pillada de mis días.
Yo lité mi ofrenda seductora
y, en el esfuerzo, dí pichincha
y humildad de mi miseria bruta.
Han cambiado las cosas.
Ya mis huesos son compadecidos.
Los extranjeros dicen que no soy
tan libre como había creído.
Se me ha obligado a buscar diez pies al gato.
Han golpeado mis costillas
con piedad en bruto.
Me abrazan los que tienen fe
en la democracia y la riqueza inagotable.
Por eso he dejado mi reino de piltrafas
y maldigo los viejos días
cuando, sin ser plenamente feliz,
era un pobre tranquilo
que en la esquina
como un santón, cantaba.
Del libro Las zonas del carácter / Sequoyah 1 / Sequoyah 2 /Sequoyah 3
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