Monday, December 17, 2007

A doña Monsa, la partera


Yo soy tu hijo también,
Monsa zorruna, benefactora
de los primeros arrullos.
Cortaste mi ombligo, recibí tu nalgada,
me amarraste el ser con la vida.

¿Qué importa quién fue mi padre,
si él sedujo a Rea Silvia
en el monte sagrado
del poder en bandidaje,
o festejó el asalto
desde un sueño menos turbio
que la ira?

Lo que importa es que nací
y navegué en su vientre
y en mí distribuyeron su realidad
con fecunda alegría?

Ahora estoy en el suelo
y tengo el propio y el ajeno sustrato
y Doña Monsa ha filtrado
bendición a mi semilla.

Mi presencia está en la casa;
lloro en los espacios,
aún con ojos cerrados,
y sigo vivo, con el olor a Lupa
en el recuerdo, y la gemela batalla
con serpientes de mi ecolgía.

9-12-1990 / Del libro Estéticas mostrencas y vitales

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