Saturday, November 17, 2007

Búsqueda de la Cenicienta


Que no seas tú quien vayas.
Llenaste mis oídos de fatales silogismos
y disputa encarnizada. Si regresas, repetirás
el duelo: No hay sujeto que se armonice
a mi anhelo. Un sujeto como aquel no se repite.
Antes se muere. Lo despedazarán
los que son tan codiciosos que lo quieren
para sí, sin amor alguno.

No vayas tú que predestinas la destrucción
con tus palabras. Que a lo final no lo hallarás
ni en sucesión ni en principio. No vaya
ningún sustentador de la amargura
si convencidos están de que la vieja antinomía
es permanente y desgarra más hostilmente
aquel instante frágil que yo gocé en mis brazos.

La estreché con ímpetu. Le dije:
«¡Quédate, doncella, sé mía!
¡Quédate con tu pie pequeño, pero inmenso!»

y se deslizó en escapada.
Me dejó un objeto que sin ella es nada.
O peor, sujeto sangrante aquí en mi pecho.
Es talón sin dueño, pie sin aparentes direcciones.

¡Que no seas tú el que vayas a buscarla,
solipsista! Traerá contradicción y más contiendas
del Yo con sus espacios y los rumbos
y los entes que llevan a su casa.

Canto al hermetismo

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