Artemis, diosa lunar
La única musa que conozco es la intuición:
Extor Henrique Martínez
A mi hija Gabriela y al arquetipo de Artemis…
… en las llanuras esteposas, en selvas donde ninguno
cultiva, yo ví las niñas desnudas y remotas,
ví las ninfas que danzan alrededor de manantiales.
… yo no sé si había dioses, o ángeles o potestades
extrahumanas, metafísicas. En los campos de Chesed,
o en las montañas indómitas, aquí en mi mundo, aprendí
que la Luna las esconde con su misericordia
y todas ellan son íntegras, perpetuadamente puras
y sin tacha. ¡Y nos recuerdan! No sé cómo, pero nos recuerdan…
Alguno habría, no sé en cuál cueva, escondido en la Tierra,
que codició esta intuición. Por soledad, se inventó
la musa cazadora y la llevó a Micenas y las tierras de Minos.
Y un día la vio, como Acteón, bañándose la mugre
de las nalgas, y se pajeó con ella y se jactó:
«Por mí se quita la túnica, la follona, grande es
su jaibería, la golfa tiene huaca hecha de ardores».
… yo no sé si habría dioses ni ángeles ni entes metafísicos.
Ni sé de cierto si hay virginidades perpetuas, o purezas intactas.
Menos me consta que Artemis sea una hermana de Apolo.
O una hija de Zeus. O un ente alumbrado desde vientre
de mujer, o sólo un arquetipo; pero, ¡qué feliz soy!
La ví con una túnica azafrán de bordes rojos.
Como soñaba, se sentó sobre mis muslos y la túnica
se esparció entre mis rodillas y ví su sexo rubio
como su cabellera y sus muslos, manchados de hojarasca
y cieno, aruñadas como por garras de perro.
«¿Por qué vienes tan sucia de la calle,
por qué te dejas arañar de ese modo por los perros?»
Le llamé Gabriela, hija mía y me dijo:
No soy Gabriela aún.
Vengo de la Tierra de los Cíclopes,
por caminos ya por tí olvidados.
Vengo de cazar ciervas y recoger mis aderezos
de cacecería entre los perros, vengo
del lugar donde abundan los linces, vengo
porque me siento hermosa y amada por tus manos.
A mis pies, también ví una cabeza de ciervo.
Un remante del cuerpo de Acteón,
hijo de Aristeo.
12-03-1996
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