La insurrección compone muchas
de nuestras sinfonías: Néstor Barreto,
en Legión: Poema pánico
Y a ese niño lo llamé Zaín, mi Espada.
Y lo desnudé para que fuera al encuentro
de la Amada, frente al Arbol de Cinco Frutos,
Mis Sentidos, semejante en gloria a los suyos.
En el árbol hallarás a mi Amada que se enrosca
como se dijera: Mi fuerza son impulsos primordiales
de Compañía, unidad de los polos opuestos.
Mi Serpiente copula en Shejinah como Zaín
ha de hacerlo en mis jardines terrenales.
Un regente de Mercurio lo observa, un ángel
de Gémenis flota, espión, en el aire.
En los Enamorados bendigo mi pacto, la Unidad
por los siglos de los siglos y hago que desaparezca
todo encubrimiento y vestimenta indeseable.
Como a niños, Soy yo quien los visto y los desnudo.
Equilibro sus consciencias cuando les atraigo
y les doy por disyuntiva: Armonía o Desamparo.
2.
Todos los pares de opuestos, por antagónicos
que parezcan, son complementarios
Desnuda todo pensamiento ante Mí,
en particular, la opinión de que alguno es, en la pareja,
mejor al otro. En subconsciencia de luna y mujer,
dí la impulsión al moviento, amor al placer, a la vida natural.
A los pares opuestos destiné a complementarse.
En carne troqué el polvo, en onticidad fueron
Mis Hijos de Adama primero que en espíritu,
y la ideación fue mi regocijo.
Zaín, habla cariñosamente a la mujer que está
ante el árbol de Mis Cinco Frutos: mírala porque
en subconsciencia se esconde, se activa y urde.
Sin embargo, nada hay más hermoso que ella.
Su voz ya, de por sí, es dulce; sus pies, sus dedos
y su tacto, más ligeros, más suaves, más acariciadores…
Antes que, con Espada de juez, discrimines, entiende
que con sus cinco frutos te probaré. Con sus cinco sentidos,
complementaré sus actos. Juzgaré sus pensamientos.
De modo que rodéala y háblale con cariño;
oye y mira, Amante, porque ella es parte
de mis paisajes y multiplicidades formales.
Oyela, Zaín porque aún lo que mis pájaros cantan
es deleitoso. Bésala porque su boca es sabrosa
como todos sus frutos… ¿no dije al «pueblo mío,
ve y oye»; acaso no dí fleromonas,
atracción química, a las simples criaturas?
Aún a ti, pueblo mío, doté de olfato
para que tu ofrenda sobreabunde de olor grato,
¿Acaso no llama con su olor la abeja reina a su macho?
En la subsconciencia de hembra, la desnudez
no será vanidad, así saltará la cuica y verás
sus posaderas, sonrisa en labios. En desnudez,
conocerás la espada con que discriminas,
Zaín, tu autoconsciencia, Zaín. Recuerda pues,
ante mis ojos, también estás desnudo.
3-06-1994 / De Teth mi serpiente
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