El luto lava las paredes y cimientos,
se quiera o no, a veces lo que ocurre
que se ama la sarna tan cobarde
y uña y mugre son sentimentales
y se cree en Dios y el espíritu
y el caos presente con sus desigualdades
y el más allá
que promete Sión de lo alto
para el pobre, el triste, el menso
y el desesesperanzado.
Con el luto, en apariencia, a veces
las tretas vengadores se diluyen,
pero no se engañen,
es cuando más engordan
y se aferran al sucio.
La soledad nunca gana
cuando el numen colectivo lava.
La incertudumbre desespera,
pero nunca mata y la soledad es
que nunca se sacia a menos
que encuentres ese amor perdido
que la explica y esa redención
que es más ausencia que vestido.
La gloria del derrumbamiento
es morirse, al fin,
hoy no, mañana.
De El hombre extendido
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