Saturday, November 17, 2007
La ineptitud
¡Maldita sean las bocas que no pueden nombrarte!
Tanto preciocismo turquesa y estoy caído
con las rodillas rotas, laceradas; tanto jade chino,
y el mundo, como una piedra bruta, sabe
a sal, no a leche pura, no a miel divina.
¡Pues, malditan sean, consultores,
de planetas, horoscopistas, que invocan
metales de luna y plata, los diamantes
de sol, hierro de Marte!
No sirve a la esperanza el ópalo
de octubre; no son sinceros,
pese a que a mis dedos los anille
de amatistas; les doy oro y soles
de diamante y llegan con oscuros juegos
de conceptos y palabras, con sinestesias
que torturan mi razón y la verdad que exijo.
¡Malditos sean los que te nombran
y te llaman precaria, ridícula brizna,
azul de Venus, hechicera, perla
que subió a una luna, cuando pude
ser un topacio en mi sol, el tope
y cumbre de mis alegrías!
No han sabido buscarte.
De fariseos se llenó mi encomienda,
hipócritas literalistas que leen talmudes
de tullidas consciencias; pero quebrantados
quedan cuando niegan su nombre, democracia.
Canto al hermetismo / La capitoleña
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