Saturday, June 27, 2009

El profeta / La hebra / El hombre fálico-ascético / Ietzer hatov


De prisa lo ví, rumbo a Occidente,
donde tendría que decir Mi hermana es
y Tú, mi hermano eres; porque más vale
ser que parecer y él era bueno
y agradaba a todo Dios,
cualquiera sea el nombre.

Condena le siguió por todas partes
porque vio ángeles y los describió
y se dio pertenencia con ellos
y palabras duras tuvo
para los que envidian
y ultrajan a esos pequeños
del reino de la felicidad.

*

La hebra

¿De qué nos has llenado, fiera del Absoluto
que rujo al infinito a solas,
que a oscuras doy por soñado
lo que no ha sido atrapado todavía
con mis dedos y, sin embargo,
designo con amor el proceso de tu amparo?

Bendito seas, repito
desde tu primera bendición
en el Emeth, que escribíste en mi frente,
tu hebra, Ser del Origen,
tu verdad que no es látigo,
tu bejucal serpentino
que se amarra del ombligo
cada vez que digo: «Nazco».

Bendito, por tu lazo,
por la dulce complicidad de las aguas
y la leche del pezón materno.
Gracias por la hiedra que abraza
mi esqueleto, gracias por el mundo
aún indiscernible de las emanaciones,
por el Olam ha berá
y este presente, con su panza viva
bajo la Nube Santa y la cabaña
donde agradezco siete días
después de siglos y milenios
de humillaciones
.

*

Indice: Teth, mi serpiente


El hombre fálico-ascético

Como a soleta despreció a la mujer vestida
de escarlata y del difunto tuvo piedad,
enterró sus huesos; pero vio a la ramera
que se revolcaba sobre las serojas
en días en que se ahorcó su marido.

... porque aún tenía su ego
se paró sobre el sarmiento estéril de la vid(a)
y se dio nombre de Serpollo y renuevo,
pero nunca dijo en la rueda de fortuna
ser-buey, ser-león, ser-món, jeloco,
ni serpiente ni ser-puente
que me pise o me muerda quiero.
Que no me busque la grey de mi perseguidor
.

*

Ietzer hatov

Toda la curvez que esparcíste para el mundo
es mi bienaventuranza: el espacio curvo,
cielos abiertos, espirales del aliento,
curva onticidad, curva sabiduría
de los milenios y años-luz,
mi juicio ingenuo al viajar las distancias
y la onticidad de los cuerpos infinitos,
por tuyas las dí y las valoro
por causa de Malkut,
mías las quiero,
por el grato impulso de gozar
lo existente, obsequiar, distribuir
tus riquezas, no para galfarros remolones
y su gente de bronca que espacian
su destino a capricho, pues son
los hijos de Nabal / la estupidez.

Para ellos no,
para los varones y mujeres
(con tu porvenir), hijos
del
Ietzer hatov.

*

Indice: Teth, mi serpiente

El hombre curvo

En las curvas de las calles,
en sus esquinas sinuosas y sombrías,
como en el interior de mis pálpitos
curvo parece todo, curvo
como una cadera de Salomé
que urde contra la cabeza de los santos
con su danza hechicera de ritmo,
curvos como senos y nalgas
y el ombligo en el círculo.

Ha de ser porque el bien originario
es el ritmo, salto cuántico,
de una serpiente, con siseante
presencia de tumba’o.
Su onduleo vibra
para forjar el ascenso
al despertar el hombre.

¿Cómo cuadrar el círculo si antes
no entiendo como impulso del Bien /
/ Amor / Conocimiento, tu matemática
más allá del Malkut, si antes
no te circulo como la noción primordial
de nuestras coparticipaciones?

*

Los amantes

El Loco pidió casa.
Tú, Beth, la fundaste. No él.
Como amantes de Zaïn, consentimos.
Fuimos gemelos de orfandad prometida,
discurso de silencio de hoor-paar-krat.

Entreví tu silueta, estructuras femíneas
con cuarzo blanco elaboradas,
y, en el rastro pre-eval de Tu Palabra, silencio.
No dije entonces:«Te amo».

Antes tuve que asegurarme
que entrabas por los ojos.
¡Somos bestias! advertimos.

Busqué en el índigo niñas en tus pupilas,
ancestros de iris y miradas.
Apenas entendimos, pero, al fin,
lo logramos. Fuíste el canto,
levanah de luna llena
y, con razón, te quise.


*

Aparición de la serpiente

Bajo el húmedo clotis de tus selvas
besé el briah violacéo de tu isla.
Celé tu territorio, horda endogámica,
pero te hicíste serpentina de repente.

Te enroscaste en el eje de mi árbol
(¡y yo, simple bejuco, externa apariencia
de tu arrastre!) Eras más sabia, Teth,
que las muchas cabezas del dualismo.

Te conoció el león y la serpiente.
Te saltaste los siglos del bípido carnívoro
ya que tienes ígneos tallos de ascenso
para el arcano evolutivo.

El ermitaño y tú tendrán manos abiertas,
muslos que se ligan, recíprocos.



03-10-1996

*

Rituales de holocausto

Los amantes se jalan por olfato.
Se imperan en el altar de su arrastre.
Son serpientes elementales de su propio holocausto.

Los esclavos del tiempo los maldicen.
En el aditón y el cuchillo no saben lo que hacen.
Ella se ofrenda a menudo
y funda el corazón para el zarpaso.

El charafote es una espada
con hoja generosa y ancha,
¿pero quién hay que la sostenga
y viva sin dolor?

El puñal duplica las cabezas de serpiente;
pero, ¿quién es el que devela los secretos?
El holocausto convoca
sus ritos multitudinarios.


*

Los rivales

He visto a los amantes en cantinas,
en restaurantes, entre músicos
de bohemia lastimera, confesos
ante rocolas, mustios por las guitarras.
Mariachis los coyotean por la marmaja.

Vacíos de mundo se van
después de las canciones;
medios llenos de ineficaz catharsis
y escurridos de premurosas horas.

Los amantes se adivinan cautivos
porque es lujuria la Bestia y, a su lado,
Babalon continúa, del talón a la mollera,
vestida de escarlata.

Entre niebla digitalizada y virtual sicodelia,
danzan en changarros, saltan en las discotecas,
donde las pulgas sobre el petate abundan
con el sólo alimento de un ápice de lengua
que adultera en los escrotos
con una gruesa y larga serpiente
con cabeza de papa.


*

Ietzer herá / El impulso del mal

El impulso del mal por la Voz
de árboles prohibidos fue llamado
el punto denso, hielo sin conexiones,
ladrillo seco, sin ángulo, cabezota cuadrada,
geometría del rasero, en fin, ietzer herá,
en el palacio cerrado de tu cuerpo.

Como una muralla, me guardaste de él,
como un jardín cercado, dejaste
que cultivara en inocencia mis sentidos.

…pero un día, ya desnudos, envíaste
el orden sucesivo de los tiempos,
el orgullo del poder
en la pirámide, el camello que cruza
los desiertos, los mundos movidos
por torsiones, réplicas de amos,
Roboam que permite
bajo la nube de gloria a los idólatras
y los que huyen del trabajo, remolones,
a los que predican que el Todo Universal
en que coparticipamos carece
de sustrato permanente y sólo existen
relaciones precarias, juegos retrercheros
con el destino y la muerte.


*

El falso reino

Vencerás, Ietzer hará,
o ya has vencido, o poco te falta para hacerlo,
vencerás a quien ponga una piedra labrada
como muro en la puerta del justo, pared cuadrada
(señal que a Ella / Isla / Amada /
dirá: «no vengas»).

Cuadrarás todo, con ciencia empirista,
con relativismo saduceo, protagoriano,
preferirás el gusano al pan trenzado,
endulzado en miel, violarás
a Florinda la Cava, a tu hermana Tamar,
enseñarás la tierra de tu heredad
al enemigo, dirás santo y bueno,
a lo que no lo es...

Entonces, la Serpiente ya no circulará
porque tú lo decretas como Herodes Antipas
y pedirás la cabeza del varón del Isod,
el hombre magestuoso y de buen impulso
y hollarás la cabeza de su Naara,
a la Madre / Amma / a los hidras
/ hiedras / de las internas formaciones.

Con blasfemias a las diosas / bealot
de Itra, abundancias de Izri
creerás en tu propio Encubrimiento,
Alamat, tu falso reino de Mélej.


*

Don Rodrigo, el godo

Llegarás y besarás el santo,
tú, Don Rodrigo el veloz, el godo
del godeo, tú e hijos de Vitiza,
rivales del moro en Guadalate,
donde Tarik su voz de sangre escupirá,
se mezclará con tus hijas
y sus generaciones
y aún te dirá: A tí y tu tierra
la saqué de los rastrojos.

Yo te dí la civilización.
Sobre tus pasos la sombra de Tarik
dejará huellas, transformará
tus castros y citanías.
Su escupido de iniquidad
se secará en tus altares y su simiente
recordará la afrenta y regresará
y violarán a tus hijas,
amarrándolas en cueras
para beneficio de la garzonía
de la bestia y la gente del bronce.

Entre los que un día,
querrán rescatarte y nombrarte
el Adalid, el Héroe Nacional,
también entrará a sangre y fuego
la réplica del que eres, varón
de impulso malo, Ietzer hará,
pero, aún no... sólo de oídas
serás un hombre universal,
hijo de Alabanza, digno
del Arbol de cinco frutos
que se te dio.

Para que oigas el shofar,
vuelvo al río que dejaste atrás
y no maldigo la raíz, por orden de Balac,
mi canto te alaba, con duro amor
y te limpia, y si vivieras
quedarías con el ojo cuadrado,
en las geometrías planas de la Muerte.

*


Indice: Teth, mi serpiente

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