Sunday, June 07, 2009

Victor Primo, el Caballero, medita sobre Don Pepe



A Pepe me lo encuentro cada rato.
Cuando postulo en tribunales, o voy por rumbos
de Caparra a Puerta de Tierra. Desde 1908, él siempre
se queja de lo mismo: la prisa del Aguila del Norte
y sus halcones por devorar esta presa, flaca y mustia,
que somos, pueblo moquiento, que McKinley
si no hubiese sido asesinado habría comprado,
junto a Cuba, por menos de un par de millones.

Mira al pobre Pepe, tan patriotudo y da pena,
porque, no lleva un año como jefe de la Cámara
y la Cámara no tiene presupuesto y la Ley Foraker
no sirve ante la crisis y es el Gobernador quien puede,
al fin de cuentas, joder o desjodernos.

McKinley ofreció a España la compra de la isla
(que primero fuese Cuba, dijo y, más tarde,
Puerto Rico), pero, ¿qué hicimos en lugar
de organizarnos? abandonar al que piensa y combate,
inatentos a De Hostos, aquel sabio de Río Cañas
que nos habría organizado las escuelas
y universidades, los servicios de trenes y locomotoras
y las alianzas con el mundo antillano...
[pero, ¿qué hicimos, Pepe? desde que vino
el general George Davis, o el Secretario de la Guerra Elihu Root,
con la idea que somos tontos e incompetentes para darnos
gobierno y democracia y justicia... ¿qué hicimos?....
aislarlo, desmentir, entorpecer a Hostos, el mayagüezano,
y, sobre todo, congregar a cagatintas, periodiqueros malos,
míopes, bizcos, y aplaudirlos y santificarlos;
«¿qué hicimos, Pepe, cuando el Dr. Henry Carroll,
enviado a Puerto Rico desde Washington, sugirió
el anexionismo, incorporarse a la Unión como un remiendo?»]

... dimos vuelos a Barbosa, pedimos que el hijo de un albañil
acabe de desacreditarnos, como modelo de pueblo sumiso,
pazaguato, inconsecuente que cambia de amo.
Y él se inventó la ilusión republicana
(pero al estilo gringo) y usted, desoyendo a José Negrón Sanjurjo
y Manuel Fernández Juncos, por ser ellos amigos de Muñoz el Bizco,
peleándose dentro de la Unión por pendejadas
(porque de facto son dos autonomistas en la práctica,
dos caras coloniales del independentismo imposible).
In jure.

2.

«Yo se lo dije a usted, Don Pepe»,
cuando aún le tuve respeto: «yo no sé para quién
usted trabaja, el Partido Federal representa
a los hacendados azucareros, a quienes alguna vez
llamara usted los viejos opresores, dueños de los campos;
y mírese, los Federales son anexionistas
y a las nuevas corporaciones cañeras
y propulsoras de monocultivo, como abogado defiende.
No se queje. Vaya a la oficina de los Forakers
y exija el cambio.

Con el bizco y mudo del Zar de Barraquitas,
no cuente; va a seguir tomándose de moños
y rasgándose escotes como dos señoritas.
Déjelo a él, Pepito de Diego, en Washington,
leyendo a Víctor Hugo y a Gaspar Núñez de Arce.

3.

A Pepe me lo encuentro cada rato.
Cuando de San Juan me desplazo al Pepino,
puede que, al viajar, me detenga en el Parterre aguadillano
y lo vea triste, todavía pensado que Barbosa
es una excepción a la especie porque, según anhela usted,
el pueblo no quiere asimilarse y la americanización
es condena a la identidad de la cultura patria.

«Mira, Pepe, no odie tanto al hijo del albañil»
(para quien si los hacendados azucareros
son yankees, mejor serán que el borincano),
él se fue al Norte y se hizo médico; Muñoz el Bizco
anda en lo mismo, en Nueva York o en Washington
educa al hijo; un día sí que no habrá Crisis de Presupuestos.
Saldrá el dinero de hasta debajo de las piedras
(¿acaso no sale su salario aburguesado de la defensa
de las corporaciones y de los intereses privados
de los yankees?)... hay que aspirar a la modernidad,
fíjese que es la consigna favorita de los republicanos
(incluyendo al negro que le disgusta y que a las clases altas
pone nerviosas hace berrincheos).

Cierto. Con ella anda, con los ricos y elos lo medio-esconden:
abogados, médicos, ingenieros, banqueros, pero,
en campañas electorales, lo visten bien, lo sacan a paseo
y lo nombran el Doctor y asocian su anexionismo.


Discursan todos sobre lo Racional, Moderno, Progreso
y Democracia: no en balde, la negrada en Pepino lo endiosa.
Font de todos los colores, Alers, Esteves, Beníquez,
los Pesantes, los Padró, socialistas que fueron
alzaos con las Partidas del '98.

... ¡Qué paradoja, Pepe! usted Caballero de la Raza
y de la Lengua, usted sangre de Ateneo e Hispania
y en la colonia ex-hispana, el inglés oficializado
y este 4 de julio, el pudblo grita en marchas
porque el yankee asegura

que la isla completa es un establo de rocines,
no hay salud ni higiene y, aún en esta fecha de festines,
la bóñiga de caballo se barre de los atrios eclesiales
y por las calles del recorrido, la banda escolar
frente a la plaza, que aprendan a aplaudir los niños...

«Pepe, Pepito poeta de las Pomarrosas,
escriba sobre ésto: alza en los juegos de azar
y hay
que suprimir de la consciencia el evangelismo
que los protestantes va fundando.
La nueva ley de divorcio sigue el paso
a tanto masón y espiritista que han aparecido
desde 1900».

Lo que le voy a decir, especialmente,
después de San Ciríaco porque hizo más pobre al pobre,
es que si ya se han suspendido impuestos y deudas
de los antiguos ricos, no se queje. No hay dinero.
Hay una crisis fiscal y el dinero para pagar servicios
hay que ir a pedírselo a los americanos,
al Gobernador. Usted es el presidente de la Cámara
de los Diputados, con las manos atadas, deje el orgullo.
Todos ellos y usted son pordioseros,
mudos y escondidos y por eso le digo:
lo miro y me da pena, tan patriota y tan a merced
del enemigo, o sabe dios de qué carajo.

03-09-2005 / Canto al hermetismo

Nota: Este poema es sobre la ojeriza mutua que se tenían el poeta aguadillano José de Diego, presidente de la Cámara de Delegados en 1910, y el político y abogado pepiniano, Víctor Primo Martínez González, quien recibió el título de Caballero la Orden Isabel La Católica del gobierno de España. El poema gira sobre la Crisis del Presupuesto de 1910 y las opiniones que tenía Martínez sobre Luis Muñoz Rivera (ese mismo año, Comisionado Residente en Washington), el Dr. Jorge Celso Barbosa, padre del anexionismo y fundador del Partido Republicano. De Diego y Martínez coincidían en su menosprecio político por Barbosa, aunque este Partido recibía el apoyo de los Gobernadores y de las clases ricas y profesionales, en aquella época de miseria. Martínez se gozaba en poner los dedos en las llagas de los autonomistas y los diferendos en el seno del Partido de La Unión, donde De Diego representaba el ala independentista, crítica de las ambivalencias de Muñoz Rivera. La amistad entre De Diego y Martínez terninó tras la presunta escritura por Martínez de unas coplillas libelosas que, por poco, le cuestan el desaforo de los tribunales. En el poema hay una referencia al Partido Federal que, inicialmente, tuvo en su programa la incorporación a los EE.UU. (la estadidad) y a cómo los EE.UU., desde antes de la presidencia de William McKinley, asesinado por un anarquista, le obsedía la idea de comprar a Cuba y Puerto Rico como si fueran fincas cañeras.
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La paradoja del Wild West / Pocahontas: la Madre de la Nación (USA) o un tipo de La Chingada / Meditaciones sobre Ana Hutchinson / Cuaderno de amor a Haití / Cartas / Blog para Cátedra de Análisis Literario / Universidad Pedagógica Experimental del Institito Pedagógico, Barquisimeto

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